Rock
Con más de cinco décadas de vida cumplidas a escala mundial y con la guitarra eléctrica como su arma predilecta de sonido, el rock es casi igual de antiguo desde su primera adopción en Chile a mediados de los años '50, y ha descrito una de las evoluciones más múltiples de la música popular local. Imitado al comienzo, chilenizado en parte por la Nueva Ola, transformado en himno nacional para el Mundial de 1962, puesto al día por jóvenes airados a fines de los '60, revolucionado por toda una nueva generación hippie y telúrica a comienzos de los '70, aguerrido bajo la dictadura, agitado por la new wave a mediados de los '80 y abierto hacia formas como el punk, el metal, el reggae o el pop, la música rock se ha multiplicado en un sinnúmero de nombres y tendencias desde los años '90 hasta la actualidad.
El vínculo social que caracteriza la composición punk queda más que reflejado en Pegotes, una banda de origen penquista, de letras críticas y referencias barriales plasmadas en varios discos desde su formación, en los años '90. El grupo ha sabido recorrer un camino desde la independencia y la autogestión por casi tres décadas, logrando posicionarse en la primera línea del punk rock chileno.
A principios del año 2010, con el núcleo de dos amigos, nació Celibatos en Villa Alemana. El guitarrista y cantante Arturo González y el baterista Mauricio Calisto fueron el germen del grupo, en el que fueron rotando integrantes hasta el año 2013, se consolidó una primera formación. Así editaron el disco debut: Tú lavas y yo seco con abiertas influencias del rock inglés y un sonido que ellos llamaron “pop hipócrita” (“somos una banda de rock pop, que trata de hacer pop”). El 2015 participaron en las Escuelas de Rock del Consejo de la Cultura, y tras ganar en el proceso final, llegaron a más escenarios y grabaron su segundo disco, ahora en formato profesional. El 2017, con la producción del prestigioso Mowat presentaron su tercera placa: Logística imperial.
El armonicista rancagüino Gonzalo Araya es uno de los referentes bluseros de la generación de los años ’00, aunque sus inicios se pueden advertir ya desde fines de la década anterior en cierto underground, durantes sus merodeos por clubes y en las colaboraciones con músicos como el brasileño Johnny Jam and the Blue Turkeys, con quien improvisó en Valparaíso y Santiago. Su primer disco solista, Gonzalo Araya & amigos, inició en 2011 una siguiente etapa de liderazgo musical, tras diez años como acompañante.
De todos los proyectos desarrollados por los ex integrantes de Los Tres luego de la primera disolución de ese grupo, en mayo del 2000, Pettinellis fue el que generó mayor atención y obtuvo más sonados éxitos; aunque también el de más corta vida. El cuarteto le sirvió a Álvaro Henríquez para afianzarse un rato más como líder de una banda antes de decidirse por una carrera solista (y, a la larga, terminar por reunir a su primera banda), y difundió masivamente el trabajo de sus acompañantes, todos los cuales se mantienen hasta hoy vinculados a la música de algún modo.
Legitimarse como un grupo de creación colectiva, más que un simple vehículo para el lucimiento de su vocalista, ha sido uno de los principales logros de Javiera & Los Imposibles. El conjunto es una de las pocas bandas chilenas contemporáneas que ha persistido por más de dos décadas en la composición de un pop directo y amable, vinculado con sutileza a las corrientes extranjeras en boga. La voz diáfana de Javiera Parra distingue un cancionero popularmente reconocible, pese al filtro otoñal y doliente tras el cual muchas veces el grupo ha elegido mirar su entorno. Los discos La suerte (1998) y A.M. (2001) son dos de las publicaciones más importantes de su catálogo histórico, una muestra de pop de época.
Yupisatam fue una banda de rock independiente que se mantuvo en pie por una década completa, desde sus primeras grabaciones editadas en cassettes caseros hasta un disco lanzado con un sello argentino, y siempre caracterizada por un rock melancólico con algo de punk incorporado.
Luego de ser parte del grupo Wentru, la cantante y compositora Francesca Santoro inició un camino como solista, construido con canciones que transitan por delicados arreglos pop, letras reflexivas, melodías nostálgicas y pasajes oscuros y eléctricos.
Grupo pop de existencia breve, con un sonido emparentado al pop de teclados y luego al rock y el blues. Su legado fue un único disco para la multinacional EMI, Anestesiados, que fue parte del proyecto de música rock que en los años 90 emprendieron vaeris compañías. La banda inicialmente se llamó Preciosa Sangre, y se presentó en la TV como Terciopelo Azul. Más tarde, con su fisonomía definitiva como proyecto, adoptó el nombre de Terciopelo. Durante sus años de trabajo, sus dos pilares fueron Ricardo Varas (bajo y teclados) y Mario Gallo (guitarra y voz); compañeros de comunicación audiovisual en Uniacc, que alcanzaron cierta difusión radial de su single "Vodka" hasta su disolución antes del final de la década. Hacia 2012, el cantante inició una carrera solista, que lo ha mantenido publicando canciones.
Los integrantes de Bandhada se conocieron en la Facultad de Artes de la Universidad de Chile, donde el baterista Juan Coderch y el bajista Alfonso Feeley estudiaban percusión e ingeniería en sonido. En 1983, el guitarrista Carlos Chung (también estudiante allí) los reunió para comenzar a funcionar con la primera formación del grupo. Influenciados por el guitarrista estadounidense Pat Metheny, y la música sinfónica y de fusión de los años setenta, Bandhada se convirtió en una banda pionera del rock progresivo y el jazz-rock hecho en Chile (junto a nombres como Cometa y Quilín), pese a que en los recuerdos suele asociársela a la camada del llamado «boom pop» chileno de esa década.
Encontrar un vocalista que cumpliera las expectativas del resto de los integrantes y demostrara inquietudes por experimentar en la música hizo que por este grupo desfilara una serie de postulantes que al final no tuvieron el mérito de quedarse con el puesto. Fue precisamente esa carencia la que con el tiempo se convirtió en la ventaja y el sello distintivo de Donfango: una banda instrumental que sólo a veces ocupaba el micrófono para lanzar frases —de ataques a emblemas del sistema capitalista— y que trabajó en lo que podría considerarse una apuesta musical arriesgada e innovadora en una época donde lo más extremo en Chile provenía del hardcore. Su historia se cerró con dos publicaciones propias y la participación en compilados de edición extranjera.
Las melodías dramáticas sobre guitarras de esta banda penquista han forjado una trayectoria de más de una década y varias publicaciones, que ha logrado crecer desde el under a una audiencia transversal.
Emblema de la primera escena rocanrolera y nuevaolera en la ciudad de Iquique, en los años sesenta, Los New Demons son un pilar del sonido de ese puerto, inspiración de numerosas agrupaciones norteñas y recordados intérpretes del tema “No llores por amor”. No existen LP con su legado.
Las inquietudes musicales de Jurel Sónico como guitarrista y cantante excedían a Lisérgico, la banda porteña que lo ocupaba para 2010. Así, el músico decidió derivar un puñado de composiciones cargadas al indie-rock y melodías con más firme base armónica a otro proyecto, bautizado primero como un alter-ego personal y, tras la asociación con el baterista Gabriel Lele Holzapfel, ya con vocación de banda y un sello grunge/shoegaze característico. Desde entonces, Adelaida supera los quince años de carrera, hoy con formación de cuarteto y también con Anke Steinhofel (bajo y voz), Tomás Pérez (batería) y Joaquín Roa (guitarra).
Un cantautor rockero, o un cultor del “pop folk melancólico”, como se define en su sitio oficial, es el actor y músico Felipe Esteban Grandón Valenzuela. Simultáneo a sus estudios de Teatro en la UC, Felipe ejerció el oficio musical desde el 2008 en pequeños escenarios y componiendo canciones, y el 2013 –con la producción de Javier Barría– lanzó su disco debut, La botánica del asfalto. Temas cotidianos e historias fueron la fórmula que mantuvo en su sucesor, Atentado, aunque con acentos más rockeros. Buenas canciones, sumado a un cuidado trabajo en videoclips (el 2017 ganó el premio Pulsar por el video de “Maltrecho”), invitados en sus discos (como Chini Ayarza o Jazmín Gómez) y una siempre protagónica guitarra acústica lo convierten en un llamativo nombre de una nueva generación de cantautores de fines de la década.
Una carrera extendida y de amplia difusión mantuvo a Chancho en Piedra por más de tres décadas, con éxitos constantes y una casi inalterada firmeza en su formación. Un sonido rock de base funk, y letras capaces de encontrarle incontables aristas al humor juvenil fueron la marca de un grupo de seguimiento leal, discografía extensa y permanente actividad en vivo. La salida de Pablo Ilabaca, comunicada en abril de 2018, rompió el núcleo fundador e marcó el inicio de una nueva etapa para la banda, que tras mantenerse un tiempo junto a Cristián Moraga (C-Funk) como guitarrista, terminó por anunciar su final para mediados de 2023.
Viena fue una de las bandas más interesantes dentro del contexto de pop chileno de mediados de los años ochenta, tanto por su estilo musical (influído por el pospunk y la new-wave inglesa) como por su preocupación estética. Sus integrantes no se dejaban fotografiar sin las vistosas tenidas y maquillajes que lucían en sus shows, los cuales constituían una completa novedad en el Santiago de esa época.
De creación solista a trabajo a dúo, y finalmente trabajo de banda es cómo fue creciendo en menos de un año el proyecto Borne y Los Santos, que como banda más adelante se denominó únicamente Los Borne. El ex guitarrista de Los Ex, Hernán Edwards (Borne), compuso a solas una colección de canciones que luego trabajó en estudio junto al músico e ingeniero Claudius Rieth. Ya con el disco editado, se sumaron otros cuatro integrantes para sostener nuevas creaciones y presentaciones en vivo. La banda integra también a un ex integrante de The Ganjas, Pape Astaburuaga. El disco Borne y Los Santos tuvo presentación oficial ya con formación de banda el primer día de junio de 2017 en el capitalino Bar Loreto.
Hederera de una antigua rama de rock de raíz folclórica iniciada por bandas como Los Jaivas o Congregación, Fakinmono está encabezado por el núcleo que integran el guitarrista Rubén Villalón y la carismática cantante Gabriela Urrutia. La dupla ha delineado la identidad de un proyecto que toma insumos del folclor latinoamericano procesado por la intensidad del rock pesado y también el rock progresivo, con material poético de abundante texto, letras existencialistas y llenas de abstracciones acerca del ser humando frente al mundo. Sus primeros álbumes son Seguir (2014) y El despojo (2018).
Tras varios años como compositor y cantante del grupo de San Bernardo Triburbana, Pancho Miranda inició un proyecto solista a fines de la década de los 2000. Como con su proyecto anterior, apostó por un lenguaje propio entre el rock y la música de raíz latinoamericana y sus canciones autorales se centraron en temáticas de contenido sociopolítico.
Integrante de una cuarta generación de nombres en el grupo MediaBanda, al que arribó como bajista en 2015 y grabó en los álbumes Bombas en el aire y Maquinarias, Felipe Martínez Guidicelli ha aparecido en diversos frentes musicales. Solista, compositor e improvisador, desde sus primeros tiempos en la década de 2010 se desplazó en ambientes de las músicas creativas, desarrollando varios lenguajes: desde la música de cámara y la fusión latinoamericana hasta la música experimental y la música para escena. Su primer trabajo, sin embargo, se desenvolvió en el campo de la improvisación, con el relato concatenado de los dos volúmenes de Ritos cortidianos, que se publicaron en 2022 y 2023, respectivamente.