Folclor
Entendido en contextos locales, folclor proviene del concepto anglosajón impuesto a un fenómeno de música vernácula. El vocablo folklore (donde folk es pueblo y lore, su sabiduría popular) tiene un sentido purista: designa al sujeto original de la tradición, previo a toda interferencia urbana. Por esta condición previa a la industria, los cultores genuinos que grabaron discos en Chile son escasos y corresponden en exclusiva a cantoras campesinas de rodeo, como las incluidas en el disco Aires tradicionales y folklóricos de Chile (1944) editado por la Universidad de Chile. La industria musical empleó este término para designar, por sentido común y por desconocimiento de los cultores originarios, lo que desde un punto de vista urbano ha sido considerado "folclor": figuras de la música típica urbana o recopiladoras. Pero según la nomenclatura son definiciones distintas: los sujetos que investigan el folclor con criterio académico son los "folcloristas"; los cultores naturales son llamados "folclóricos".
Cantora, autora, poeta popular, arpista e intérprete de guitarra traspuesta, Jovina Pereira Pereira es conocida en Constitución como "La voz del mar". Se formó en la vida campesina en su más amplia y profunda dimensión, en el sector rural de Empedrado, cerca de Constitución. Allí vivió con su madre y su abuela cantora de trillas y fiestas populares del campo, quien le legó a Jovina Pereira el amor por el canto y la vida rural. En esa vida matriarcal aprendió secretos de la tierra, fue agricultora de autosustentación, intercambió productos en trueques y su vida transcurrió montada a caballo. A los siete años escuchó cantar a Violeta Parra en la radio y consolidó así un amor por el canto. A los diez años se trasladó a Constitución para comenzar sus estudios escolares y allí desarrolló la actividad musical desde joven, cantando en conjunto folclóricos y coros. Con uno de sus conjuntos más importantes, Voces del Mar, llegó a editar dos discos, y luego como solista publicó el álbum A Violeta (2017), grabado junto a su hijo arpista Raúl González con motivo del centenario de su natalicio, y Quisiera morir cantando (2025).
Los Picantes representaron uno de los primeros fenómenos musicales chilenos que fundaron su difusión en Internet, cuando aun ni siquiera existía el concepto de de "virales" ni de redes sociales. " Falso amor", una canción que hicieron unos músicos como una broma, comenzó a circular en plataformas de intercambio de canciones en Internet, y tras varios años llegó a un popular programa de radio. Su popular respuesta llevó a su creadores a fundar un grupo, grabar discos y presentarse en vivo. Así fue como, por varios años, existieron Los Picantes.
Conjunto folclórico formado oficialmente el 5 de Febrero 1955 por David León Libuy y Juan Olivares Ríos en la ciudad de Viña del Mar, aunque bautizados temporalmente con el nombre de Los Tempraneros. David León y Juan Olivares nacieron en el año 1938. David entonaba la segunda voz y ejecutaba el arpa, mientras que Juan era la primera voz y guitarra. Fueron principalmente buenos amigos desde la infancia, comenzando a tocar juntos desde los once años. Su historia se extendió hasta avanzados los años '90.
Aunque por años una elenco de cantoras de rodeo, Las Morenitas lograron presencia y fama como uno de los conjuntos más tradicionales alrededor de la música típica chilena. En su historia alternaron presentaciones en locales nocturnos y auditorios radiales pero también fiestas costumbristas y celebraciones campesinas. Nacidas en Ñuñoa, Isabel Chabelita Fuentes se unió a su vecina Laura Yentzen, y poco después a Petty Salinas para formar el primer trío de Las Morenitas. Sobrepasando las seis décadas de vida musical en 2014, el conjunto femenino fue el más longevo en la era del llamado folclor de masas, con un trabajo regular en escenarios y grabación de discos.
Una dedicación persistente y entusiasta por la música tradicional chilena —y, en particular, por la impronta de los dúos campesinos de cantoras—, ha llevado a las hermanas Vania y Constanza Mundaca a una serie de colaboraciones y conjuntos musicales, de entre los cuales su dúo Las Corraleras aparece como el más relevante. Autodidactas en la música, su compromiso con el canto apareció ya en la infancia, y se sostiene hasta hoy en un constante trabajo en vivo, en el que muestran un repertorio conformado no sólo por tonadas y cuecas, sino también por cumbias rancheras y otras canciones populares. Ambas cultivan también su gusto por el bolero en el Trío Esmeralda como proyecto paralelo.
Cantora, compositora, recopiladora e investigadora, además de incursionar en la actuación, Patricia Díaz Vilches tiene presencia en los circuitos del folclor, la música de raíz y la música popular de la era radiofónica. Es parte de una generación donde también aparecen los nombres de Andrea Andreu, Belencha Mena, Romina Núñez, Miguel Molina, Mauricio Vega, Huaso Castillo y otros jóvenes de su tiempo que se vincularon a los últimos grandes maestros del folclor. En su caso como discípula de Margot Loyola, a lo largo de los cuatro años finales de vida. Integrante de conjuntos como El Parcito y De Patienquincha, que la catapultó al estatus de voz solista, tomó posición como nombre propio en 2023, con el álbum El viaje y con su nombre musical definitivo: Pati Díaz.
Hay dos testigos clave en la historia de la cueca chilena, desde que nace en el campo profundo con letras y melodías de autor anónimo, hasta que se instala en la gran ciudad, inspira a nuevos creadores con nombre y apellido y luego llega al disco. Provienen, de hecho, desde el interior campestre de la séptima región y además se apellidan Campos: Eleodoro y Marcial, Los Hermanos Campos, emblemas de la cueca a secas. "Sin apellido", como ellos mismos creyeron que era esta canción patrimonial y de cuya manera también defendieron en sus más de setenta años de actividad.
Guitarrista y docente, Alicia Puccio fue una de las precursoras de la publicación de cancioneros en medios de comunicación masivos. En los años '60, en Revista Ritmo, y en los '70 y '80 en la Revista del Domingo de El Mercurio, Alicia Puccio publicaba canciones populares con sus posturas para guitarra, en una modalidad que se extendería a muchos medios poco después. En los años 80 inauguró una academia de canto y guitarra en el barrio alto de Santiago, donde acogió a varios cantantes que han alcanzado popularidad, como Luis Jara, Cristián Natalino o Daniela Castillo. Figura frecuente en jurados televisivos durante los años 70 y 80, Alicia Puccio participó en una fugaz rearticulación de Las Cuatro Brujas el año 2001. (biografía en preparación).
Indudablemente los propósitos creativos de un compositor como Raúl de Ramón no hubieran alcanzado tal impacto en la música popular chilena de no haber sido por la presencia de María Eugenia Silva. Gracias a su participación como intérprete, la obra de de Ramón llegó a convertirse en un referente de la música de raíz latinoamericana de la época. Cantante carismática y recordada anfitriona en reuniones de música, Silva fue además parte del grupo de primeras mujeres que tomaron el folclor centrino y lo llevaron a escenarios de la ciudad.
A partir de la tradición de la cueca urbana y el contacto personal con cantores tan fundamentales como Hernán Nano Núñez, Los Santiaguinos han sido uno de los conjuntos nacidos en los años noventa en Chile que colaboró a darle continuidad a la cueca «chilenera» y capitalina (tal como Los Trukeros, Las Torcazas y varios otros). A lo largo de su historia han mostrado una evolución que va más allá de la recreación de la raíz. En su repertorio en vivo, una mayoría de cuecas comparte espacio con foxtrox, tonadas, baladas y, si la ocasión así lo requiere, hasta cumbias. Aunque su respeto por la tradición es firme, «no hay que ser más papistas que el papa», creen en el conjunto, en el cual la voz privilegiada y aniñada de Gerardo Hoffman, el pulso de la batería y un sempiterno vestuario de traje y corbata aportan un sello inconfundible.
En la genealogía del ballet folclórico en Chile, Antumapu comparte el origen universitario de otros importantes elencos, y consigue distinguirse además por la persistencia de su trabajo a lo largo de casi medio siglo. El Ballet Folklórico Antumapu, palabra que en mapudungun significa «tierra del sol», se formó en 1971 al alero de la entonces llamada Facultad de Ciencias Agrarias y Forestales de la Universidad de Chile, está integrado por bailarines y músicos, y se define como un grupo basado en elementos del folclor para crear y proyectar una obra artística. Para el año 2019, definían su trayectoria con cifras relevantes: la creación de diez obras, más de 2500 presentaciones en Chile, y más de 29 giras por América y Europa, con un promedio de 60 actuaciones por año. Más allá del trabajo escénico, también ha extendido su trabajo a composición y grabación de discos.
Las medialunas de Chile y distintas fiestas huasas han sido espacios para el canto y un repertorio de tonadas y cuecas de la parralina Fátima Carreño Sepúlveda, una exponente que recoge la tradición del canto de rodeo y la música corralera, animando aquellas largas jornadas de campeonatos y festividades. Iniciada en los años '90 en una herencia de guitarra legada por su abuela paterna, Fátima Carreño participó en una serie de festivales en los que fue ganando premios y visibilidad. El primero de ellos como una escolar de doce años en su comuna de Parral, con la canción "Adiós corazón amante". Luego escaló en festivales provinciales en Colbún y regionales en Cauquenes, hasta que en 2009 se impuso como cantora folclórica en el famoso Festival del Camarón, de Ñiquén, con la tonada "China enamorada". Como educadora ha encabezado programas de canto, danza y guitarra folclórica así como integrar la Asociación Nacional de Cantoras. Como intérprete también secundó a la insigne cantora de rodeo Mirtha Iturra en sus apariciones en medialunas en el marco del Campeonato Nacional de Rodeo Chileno.
Hasta el advenimiento al canto chileno de este rey de la talla y la paya, no se acostumbraba en los discos a interpretar este estilo, por el temor existente entre los directores de los sellos grabadores de que tales registros cayeran mal entre el público "culto" que los compraba. Cuando Críspulo Gándara fue llamado a grabar algunos discos para el sello Odeon, insinuó la conveniencia de "adornar" sus cuecas con algunas tallas de su cosecha. Por supuesto que le fue terminantemente prohibido cometer tal desaguisado. Sin embargo, luego de algunas pruebas, Gándara demostró que nada había de malo ni lesivo a los oídos de los que compraran las grabaciones, salvo si se considerara fuera de gusto la picardía criolla.
La Sur Poniente es un elenco cuequero formado por elementos de la Provincia de Talagante, cuya propuesta toma distintos aspectos y estilos de la cueca, integrando la raíz campesina, la bravura de la chilenera e incluso la cueca mediatizada, que alcanzó la industria fonográfica en los años '50, todo ello en busca de un sincretismo entre lo urbano y lo rural. La Sur Poniente debe su nombre a una zona popular y populosa de la ciudad de Santiago y la Región Metropolitana donde habita el chileno común: Lo Espejo, Lo Prado, Cerro Navia, Maipú, San Bernardo, junto con otras otras comunas en la periferia urbana como Buin, Calera de Tango, Paine y, desde luego, Talagante.
En la tierra de las sandías, Paine, comuna de la Región Metropolitana cuyo nombre en mapudungun quiere decir "cielo azul", un grupo de lugareños formó el 20 de marzo de 1975 los Chacareros de Paine en una escuela rural de la localidad, dedicados a cultivar el folclor. Con el tiempo fueron tomando la guaracha como su sello musical, y con eso estilo fueron en parte responsables del renacimiento que este género campesino vivió en los años 80. Han estado en casi todos los festivales de Chile, incluyendo el de Viña varias veces, y tienen una extensa discografía. Desde el año 2005 la división entre la directora Teresa Rodríguez y otros músicos del grupo dejódos elencos continuando con la historia. Los Chacareros de Paine y Los Auténticos Chacareros de Paine .
«Andino urbano», como el título de uno de sus discos, es el encuentro que define a la agrupación Ayllu Pacha (cuyo nombre significa «hermandad de las tierras»). Nacida en la ciudad metropolitana de Talagante, cultivan la música andina urbana en una fusión con jazz, pop, rock y otros sonidos mestizos, al mezclar timbres ancestrales de zampoña o quena con instrumentos contemporáneos como saxo, piano y batería. Tras emerger como un taller en 1994, el grupo ha actuado sobre todo en festivales folclóricos, en algunos de los cuales han acumulado premios (como en el festival Faroles y Trapiches de 1998, con la canción "Mi bella luna de Alhué"; en el Festival de la Canción Indígena 2003, con "Ciudad antigua"; y el Festival de la Canción de Raíz Folclórica de Lonquén de 2002, con "Espíritu de carnaval").
Emilio Santana es Chino Santana, sociólogo de profesión pero a la vez un compositor, poeta y músico de rock que entró de lleno en el folclor tras sus expediciones por el Ñuble para descubrir, estudiar y proyectar la música de esas tierras. En ese período conoció también la leyenda del cantor Cabeza de Toro. Entonces recuperó la figura de ese chamán a través de la música del grupo Kabeza de Toro, una experiencia de aleación entre la cueca, la tonada, el corrido, la música beat y la sicodelia. Sus trabajos posteriores como solista confirmaron la idea de un folclor en permanente movimiento.
Autor de "Si vas para Chile", Chito Faró tiene una vida marcada por dos rasgos tan conocidos como paradójicos: es el hombre que escribió la más famosa canción de todos los tiempos dedicada a Chile y murió en medio de la pobreza y el abandono después de una vida dedicada a la música popular.
En junio del 2004 nació esta facción de Inti-Illimani, con integrantes del legendario conjunto. El núcleo formado por Horacio Salinas –su director musical-, José Seves y Horacio Durán tuvo diferencias irreconciliables con sus ex compañeros en cuanto a la continuidad y la formación de Inti-Illimani, y por eso recrearon la agrupación que desde ese año se conoció como Inti-Illimani Histórico, autodeclarado heredero de la historia que el conjunto inició en 1967.
Autora de tonadas y cuecas, pero sobre todo de villancicos que quedaron en la historia, como “Corre caballito corre” (1959), grabada y popularizada por Los Huasos Quincheros, “Canción de cuna en Belén” (1959), “Jesús, María y José” (1960) y “Alegre aclarar” (1962), Alicia Correa Álvarez fue una de las figuras más significativas en la difusión de la canción colchagüina.