Jazz
Aunque nacido en Estados Unidos en el profundo albor del siglo XX, el jazz se ha convertido en una de las músicas más universales de los tiempos modernos y su lenguaje rítmico y libertad expresiva ha sido asimilada por músicos de todas las latitudes y todas las épocas. Su categoría mestiza confronta la instrumentación, la melodía y la armonía de la música europea con el ritmo, el fraseo y el alma del blues, que a su vez proviene de la música africana. Conducido por un elemento intangible llamado “swing” y reinventado en cada interpretación por su carácter improvisacional, el jazz tomó el control de la música en Nueva Orleans, la cuna del jazz, y luego en Chicago, Kansas City y Nueva York, la capital del jazz, atravesando las décadas con un sinnúmero de estilos subsidiarios que explican el nacimiento de escuelas y estéticas: ragtime, stride o hot jazz en los primeros años, swing, bop, cool y third stream en una edad mediana, free, avant-garde y fusión en los tiempos modernos. Un cuadro de honor del jazz se ilustra con creadores universales, que son además los principales referentes de la historia: en la tradición están Jelly Roll Morton, Louis Armstrong y Duke Ellington y en la modernidad Charlie Parker, Miles Davis y John Coltrane.
La versatilidad en las teclas ha sido un elemento distintivo en Óscar Pizarro, músico de jazz pero también sesionista preparado para enfrentar todo tipo de músicas populares. Lo hizo como pianista, tecladista e incluso organista Hammond, tal vez el sonido que mejor lo ha representado desde que dejó una marca en los conjuntos de Christian Gálvez y sobre todo como punto central de su álbum Organkuartet (2014). Su nombre se ajusta entre una generación de pianistas de los años '10 de diverso enfoque, que incluye a Valentino Baos, Sebastián Castro, Benjamín Furman y Raimundo Barría, entre otros.
Conocido inicialmente como el pianista del grupo de rap, jazz y rock Cómo Asesinar a Felipes, Marcos Meza ha tenido en paralelo una trayectoria como compositor de música de cámara con un carácter incidental, o derechamente música para medios, que lo ha acercado al campo de la banda sonora para imagen. Como él mismo lo plantea se trata de una música para la "sincronización de elementos existentes o inexistentes". También productor y arreglador, su incesante vínculo con músicos en distintos campos, las vanguardias, la electrónica de escucha, la improvisación y el pop, marcaron en Meza una versatilidad creativa que luego se acrecentó durante su época de vida en la ciudad de Berlín.
Las músicas vernáculas diaguita y aymara, los bailes chinos de la fiesta de Andacollo, la guitarra traspuesta, el guitarrón chileno, y el jazz contemporáneo describen los frentes creativos de Orlando Sánchez, músico instalado en la escena de Coquimbo, y quien en 2012 hizo su estreno en el disco con una propuesta de mestizaje y manifiesto musical: Antijazz, grabado en directo desde el Observatorio Cruz del Sur, de Combarbalá.
El encuentro entre Camilo Castaldi, rapero del grupo Los Tetas, y el guitarrista de jazz Nicolás Vera, uno de los fundadores del sello Discos Pendiente en 2010, posibilitó el armado básico de este proyecto nutrido de influencias diversas: desde el funk duro hasta el jazz eléctrico y el rap. Durante ese año, Criminal Jazz, una forma de ilustrar el “asesinato” de los preceptos, trabajó en repertorios nuevos, con letras de Castaldi y música dirigida por Vera. Convocó a otros jazzistas de la escena, como Agustín Moya (saxo tenor), Eduardo Peña (bajo) y Julio Denis (batería), e incluyó a voces invitadas como Rulo Eidelstein y Paz Court. Su único disco, Criminal Jazz (2011), apareció en forma paralela al reencuentro de Los Tetas.
El tenorista Agustín Moya ha sido uno de los nombres y sonidos más representativos en el jazz en los primeros momentos del siglo XXI. Surgido desde la Conchalí Big Band, donde tocó entre 1997 y 2000, e inspirado inicialmente por los modelos del hard bop Sonny Rollins y Hank Mobley. Moya se unió a la avanzada de músicos que repusieron el saxofón tenor como la simbólica arma jazzística desplazada durante casi dos décadas y multiplicó rápidamente su militancia en proyectos de todo tipo donde su instrumento fue pieza clave.
Orlando Avendaño instala su nombre en la historia del jazz chileno como el baterista que estableció definitivamente en los escenarios la dinámica, la intensidad y la agresividad de los primeros solistas bop surgidos en Nueva York a partir de la década de 1940. Fue, a la larga, el sucesor de Lucho Córdova como figura predominante en el jazz tras los tambores y platillos, experimentando una carrera profesional meteórica que lo llevó a integrar una serie de conjuntos fundamentales a partir del año 1960. Orlando Avendaño es el “niño terrible del jazz”.
Orión Lion es el nombre de batalla de Orión Morales, pianista, compositor, arreglador, líder de conjuntos, combos y ensambles y joven director de big bands, cuya música se movió principalmente por los lenguajes del latin jazz. Fue un activo gestor cultural e impulsor del festival Jazz por la Paz desde 2016, cita que trajo a Chile a figuras internacionales del jazz latino, además de académico adjunto en la bostoniana Berklee. Como nombre propio, también llegó a presentarse con su quinteto en el Festival de Jazz de Providencia en 2012.
Dos variantes de la música popular argentina fueron las principales influencias del pianista bonaerense Rodrigo Ratier, quien arribó a Chile en 1997 y desarrolló gran parte de su madurez creativa, como compositor, arreglador y solista en nuestro país. Una de ellas llegó desde el inacabable muestrario de ritmos folclóricos argentinos y otra desde el peso específico del tango porteño. Ambas se encontraron en un punto desde donde Ratier se paró para presentar sus credenciales en el jazz chileno, con trabajos de jazz fusión latinoamericano y tango-jazz.
Luis Cheul pertenece al segundo frente generacional de los bajistas eléctricos post escuela de Ernesto Holman que hicieron de su instrumento de base y soporte un arma solística reconocible. De amplia diversidad jazzística, rockera y latinoamericanista, para estos efectos de creación Cheul optó por el rendimiento de un instrumento eléctrico activo, de seis o más cuerdas, junto con otros bajistas en la década de 1990: Igor Saavedra (n. 1966), Juan Caballero (n. 1969), Miguel Pérez (n. 1970) el primer Nelson Arriagada (n. 1971) y Marcelo Córdova (n. 1973).
Camilo Aliaga Roccatagliata pertenece a la generación del jazz de la post-pandemia, y como pianista y compositor ha seguido el camino y el discurso musical alrededor del piano trío, la molécula fundamental entre los ensambles jazzísticos. Prueba de ello es su estreno como joven compositor y líder, que representa el álbum Ciclos (2022), donde su mecanismo de tres partes se completa con los músicos Rodrigo Espinoza (contrabajo) y Juan Pablo Jaramillo (batería), y donde él investiga, procesa y proyecta los atributos de este formato, en cierta medida equivalente al cuarteto de cuerdas en la música de cámara.
Mucho más que un baterista aficionado, Roberto Barahona llegó al jazz chileno como un agente de multiplicación de esta música por más de tres décadas. Primero, sentado a la batería. Luego como estudioso del jazz, después como auditor avezado en el lugar de los hechos (vivió por 40 años en las dos costas norteamericanas), y finalmente como productor de grabaciones y discjockey radial. Como todos los que se interesaron por la batería jazzística desde los años '60, Barahona encontró en Lucho Córdova a su gran mentor dentro del swing. Pero bastó que su compañero de ruta Orlando Avendaño alcanzara su madurez como músico bop para que las miradas del medio y, ciertamente de Barahona, quedaran dirigidas hacia el nuevo hombre tras la batería.
Tercera Generación tomó su nombre de la treintena de edad en que se encontraban sus integrantes entonces. Es un trío de jazz moderno y jazz-rock que durante un breve período a principios de los años '80 agrupó a destacados instrumentistas, quienes luego alternarían como músicos de sesión de la productora Filmocentro: Edgardo Riquelme, como uno de los más importantes nombres de la guitarra eléctrica chilena; el baterista Alejandro Espinosa, uno de los jazzistas de mayor trayectoria, y el contrabajista y compositor Jaime de Aguirre. Los dos primeros irían luego al grupo de jazz fusión Alsur, mientras que el tercero, quien antes había tocado en el grupo Kámara, pasó a trabajar como compositor de publicidad, disciplina que lo llevó a escribir la jingle de la campaña del No para el plebiscito de 1988.
Cristián Espiñeira llegó al pop y al rock como bajista de grupos como Pettinellis y Yeti en una segunda etapa musical después de desempeñarse como contrabajista clásico y de jazz en los ’90. Nacido en Los Ángeles, Espiñeira tuvo sus inicios Concepción integrando una pequeña banda de dixieland penquista como reemplazante del legendario contrabajista Eugenio Urrutia. Si historia musical más determinante se situó en los territorios del rock y el pop, alternando su trabajo de producción como de músico y colaborando en distintas épocas con figuras como Álvaro Henríquez, Francisca Valenzuela o Piero Duhart.
Intérprete de la serie completa del registro del soprano, alto, tenor y barítono, Alejandro Rivas es uno de los primeros saxofonistas clásicos chilenos, formado en la generación inicial de discípulos del maestro cubano Miguel Villafruela y considerado un pivote insturmental de la música contemporánea desde comienzos de los años 2000. Desde esa plataforma de estudio y ejecución, Rivas también exploró en los ámbitos del jazz y la música experimental.
Un enfoque percusivo que se mueve entre la tradición del jazz mainstream y la experimentación avant-garde grafican el trabajo de este baterista, aunque no es lo único que lo representa. Matías Mardones es además compositor de una música contemporánea libre, que ha llevado en paralelo a su trayectoria como músico de la escena jazzística, a la que se incorporó definitvamente a mediados de los años 2000 como colaborador de los hermanos Diego y Hugo Manuschevich y su elenco de músicos del colectivo Núcleo de Resistencia Estética.
Lautaro Quevedo es uno de los pianistas de jazz más relevantes de una historia que transcurre desde la década de 1990 a la de 2000, donde se consolidó como solista y compositor, tras haber actuado como músico en muchos frentes y estilos hasta iniciar una búsqueda de su propia voz. En esos inicios llegó a ser conocido como "el sideman de Chile". Fue músico de pianos eléctricos en una serie de proyectos de jazz fusión de la época, aunque luego ese desempeño quedaría desplazado por su trabajo como líder de conjuntos acústicos, donde mostró su categoría como un músico pensante, sofisticado y altamente preparado. Lautaro Quevedo fue así otro cultor del llamado "piano trío", junto a nombres que integran esa generación de pianistas: Carlos Silva, Gonzalo Palma, Felipe Riveros y Mario Feito.
A pesar de haber sido encabezado nominal y realmente por el guitarrista y compositor Gastón Apablaza, el trío SinFiltro apareció como un grupo autónomo en lugar de un ensamble de jazz asociado a un líder reconocible, como ocurrió con los tríos de los guitarristas Esteban Sumar, Gabriel Reyes o Federico Dannemann en su etapa de música contemporánea. Apablaza elaboró un trabajo de justeza compositiva e interpretavia que transformó a SinFiltro en un grupo de “jazz eléctrico de cámara”.
Contrabajista y bajista eléctrico, alumno de Christian Gálvez en la Escuela Superior de Jazz. En 2014 comenzó a integrarse progresivamente a la escena jazzística capitalina formando una dupla con el pianista Sebastián Castro, que pronto fue reclutada por el baterista Alejandro Espinosa para su renovado trío de la época. Además ha tocado con Cristián Cuturrufo y Pancho Molina.
Formado en el clarinete clásico, aventurado más tarde en la improvisación, consolidado en el jazz y proyectado en la fusión e incluso en la cantautoría, Mauricio Barraza ha sido un exponente contemporáneo dedicado del clarinete y el clarón. Otros solistas de jazz como Andrés Pérez y Diego Manuschevich, lo utilizaron como alternativa al saxofón. Pero en el tránsito del tiempo Barraza pasó de una música a otra, para combinar aspectos del jazz, la música docta y el pop en el disco Baladí (2017).
Monserrat Sembler, o Monse Sembler, es una exponente de múltiples músicas que cruzan territorios desde el canto trovadoresco a la música docta y desde el pop y la música de raíces latinoamericanas al jazz. Su creación como nombre propio llegaría en un disco como cantautora luego de largos períodos como flautista y acompañante de figuras mayores de la música popular, como las estrellas pop Mon Laferte y Denise Rosenthal y el trovador Benjamín Walker.