Jazz

Aunque nacido en Estados Unidos en el profundo albor del siglo XX, el jazz se ha convertido en una de las músicas más universales de los tiempos modernos y su lenguaje rítmico y libertad expresiva ha sido asimilada por músicos de todas las latitudes y todas las épocas. Su categoría mestiza confronta la instrumentación, la melodía y la armonía de la música europea con el ritmo, el fraseo y el alma del blues, que a su vez proviene de la música africana. Conducido por un elemento intangible llamado “swing” y reinventado en cada interpretación por su carácter improvisacional, el jazz tomó el control de la música en Nueva Orleans, la cuna del jazz, y luego en Chicago, Kansas City y Nueva York, la capital del jazz, atravesando las décadas con un sinnúmero de estilos subsidiarios que explican el nacimiento de escuelas y estéticas: ragtime, stride o hot jazz en los primeros años, swing, bop, cool y third stream en una edad mediana, free, avant-garde y fusión en los tiempos modernos. Un cuadro de honor del jazz se ilustra con creadores universales, que son además los principales referentes de la historia: en la tradición están Jelly Roll Morton, Louis Armstrong y Duke Ellington y en la modernidad Charlie Parker, Miles Davis y John Coltrane.

Ángel Parra Orrego

Como integrante del árbol genealógico más trascendental en la música popular chilena, Ángel Parra, hijo de Ángel Cereceda Parra, estableció su vínculo definitivo con la música a través del jazz, alternando su paso también por los territorios del pop, el rock y la música de raíz folclórica. A partir de 1991 se convirtió en un referente de la guitarra eléctrica, como virtuoso y como parte del eje central entre los solistas de la historia de la música moderna. Sus únicos discos monográficos, sin embargo, fueron relecturas de la obra de su abuela Violeta Parra, a quien homenajeó en 2017, año de su centenario, con la revisión del fundamental cancionero contenido en el disco Las últimas composiciones (1966).

Sandro Salvati

Las investigaciones del musicólogo Álvaro Menanteau confirman a Sandro Salvati como el primer saxofonista moderno del jazz nacional (una permanente alternativa al altoísta Patricio Ramírez). Su historia como solista está estrechamente vinculada a todas las corrientes de vanguardia jazzística surgidas en Chile desde que a fines de los '50 comenzara el histórico enfrentamiento entre músicos de tendencias tradicionalistas y progresistas.

Gabriel Feller

Junto con Nicolás Vera (n. 1980) y Cristóbal Menares (n. 1979), Gabriel Feller integra una nueva tríada de guitarristas del jazz moderno iniciados en la década de 2000. Su presencia sonora, nivel técnico y capacidad de congeniar lenguajes de guitarra bop, swing, hot, blues, rock y funk lo han convertido además en un solista dúctil y demandado, aunque en un permanente plano de sobriedad y en una ruta de diversas colaboraciones que desembocó en 2008 en su primer quinteto personal. El que marcó la diferencia entre su antes y su después.

Ensamble Latinomoderno

Tanto la partida definitiva del saxofonista Raúl Gutiérrez a La Habana, llevándose en la maleta a una big band completa (Irazú) como el arribo del pianista cubano Juan Manuel Arranz a Chile, posibilitaron que una nueva orquesta latin jazz viera la luz entre todas las grandes agrupaciones universitarias cultoras del swing. El Ensamble Latinomoderno vino a instalarse en el espacio que dejara Irazú en 1998, a convocar a nuevos músicos para sus secciones de bronces y ritmos, y a proyectar el lenguaje del jazz latino desde la plataforma orquestal.

Cristóbal Gómez

Guitarrista de jazz contemporáneo, pero a la vez solista e investigador del jazz manouche, Cristóbal Gómez fue uno de los exponentes más relevantes dentro de un resurgimiento de la esa tradición, que multiplicó nombres y agrupaciones en las décadas de 2000 y 2010. Estudios en París y su trabajo con el grupo Gypsy Trío le redituaron ese estatus. En paralelo, trabajó como compositor en sus proyectos solista para quintetos y sextetos, con los que publicó sus composiciones de corte modernas.

Roberto Boksamy

Pese a haber iniciado sus estudios de saxofón alto de manera tardía, Roberto Boksamy se instaló como uno de los solistas y líderes de conjuntos con mayor presencia entre su generación, sobre todo en el contexto pandémico. Al frente de agrupaciones de diverso formato, tríos, cuartetos y quintetos, ha desarrollado una música introspectiva en cuanto a sonido y muchas veces contemplativa desde la narración. Su álbum Canciones para un niño perdido (2023), con obras para cuarteto, son un ejemplo de ello.

Alüzinati

Detrás del pionero grupo Cyberjazz a fines de los '90, Alüzinati pasó a ser uno de los proyectos innovadores de lo que se entendió como jazz electrónico, acid jazz en su momento o nu jazz después. El proyecto fue piloteado desde 2003 por el pianista Ariel Pino y contó también con la presencia de la rapera Anita Tijoux, interesada entonces en otros bordes de la música más allá del hip-hop. Sin embargo, su salida entrampó los planes hasta que el grupo se recompuso para publicar, ahora como colectivo, su primer y único disco, Pirinola power (2007).

Óscar Pizarro

La versatilidad en las teclas ha sido un elemento distintivo en Óscar Pizarro, músico de jazz pero también sesionista preparado para enfrentar todo tipo de músicas populares. Lo hizo como pianista, tecladista e incluso organista Hammond, tal vez el sonido que mejor lo ha representado desde que dejó una marca en los conjuntos de Christian Gálvez y sobre todo como punto central de su álbum Organkuartet (2014). Su nombre se ajusta entre una generación de pianistas de los años '10 de diverso enfoque, que incluye a Valentino Baos, Sebastián Castro, Benjamín Furman y Raimundo Barría, entre otros.

Thais Marie

Thais Marie Antoine es una cantante y compositora que inició su actividad en los ambientes musicales hacia 2009. Junto con Camila Meza y Diego Farías, ella fue uno de los primeros nombres en escribir repertorios de jazz vocal contemporáneo. Si bien se había formado con las influencias de la world music en Europa, donde vivió su primera época, fue en Chile donde tuvo contacto con el el mundo jazzístico. Así se integró al circuito de los años '10, primero como intérprete y más tarde como creadora y líder de conjuntos donde la voz fue planteada como un instrumento más.

Fusión Judá

La mezcla de la raíz latinoamericana con los códigos del jazz y el rock anima a la banda Fusión Judá desde el año 2000. Sonidos de todo el continente han influenciado a este grupo originario de la capitalina comuna de San Joaquín, el cual mantiene su misma formación fundacional, y una activa agenda de presentaciones en locales nocturnos de Santiago y en festivales comunales.

La Marraqueta

La Marraqueta es un proyecto decisivo en la instalación del jazz de raíz sudamericana, resultado de la evolución de la fusión a nivel mundial y el aprendizaje que los músicos del conjunto asimilaron en sus etapas de formación, siempre a la par con ese avance del jazz moderno. Justo después del grupo Alsur, que es en definitiva el proyecto pionero en estos términos, La Marraqueta superó las tres décadas de vida con un enfoque que mezcló las raíces del folclor chileno y la música mapuche con las sofisticadas armonías del jazz, la sonoridad contemporánea y la improvisación, bien representadas en la "Tonada para la pachamama". Si bien en esos inicios la banda acuñó el concepto de la "fusión criolla", con el paso del tiempo tomó una idea más nítida y descriptiva para su propuesta: una "música chilena endémica".

Moncho Pérez

Ramón Eugenio Pérez Alé, es decir Moncho Pérez, es parte de una reconocida saga de bateristas de jazz venidos desde Concepción, y definió su estilo con poderío rítmico e intensidad. Formado como baterista en los cancheos de matiné, vermouth y noche, en boites y locales donde él actuó en conjuntos de música bailable. Pero Moncho Pérez se fue autoconstruyendo como solista de jazz partir de los años ’70, alcanzando cotas de mayor altura en sus años en el Ángel Parra Trío y luego como líder de sus tríos y cuartetos que mantuvo en Valparaíso y Viña del Mar. Solo después de 50 años de actividad como músico, en 2024 publicó su primer disco: Tralka wenü, es decir, Talcahuano.

El Bueno, el Malo y el Feller

Trío formado por el guitarrista Gabriel Feller, el bajista Rodrigo Ríos y el baterista Julio Denis, que asumieron cada uno una identidad en el nombre de este proyecto nacido en 2004 y que realizó una mezcla entre jazz, rock, funk, electrónica y música imporvisada. En una breve historia dejó una grabación y puso a sus tres integrantes hacia diversas escenas musicales.

Contracuarteto

Contracuarteto fue protagonista de una jazzística banda sonora de época, como uno los ensambles más duraderos desde las primeras décadas del siglo XXI. Formado por solistas de la generación del 2000, Andrés Pérez (tenor), Cristián Gallardo (alto) y los hermanos Roberto Carlos (contrabajo) y Félix Lecaros (batería), Contracuarteto utilizó este nombre para representar una intervención de los esquemas jazzísticos tradicionales, que fue asociada con la idea del "anti-bop": una música sustentada en los entramados polifónicos de saxofones para crear el soporte armónico necesario debido a la ausencia del piano, e impulsada además por una feroz sección rítmica.

Amelia Wenborne

Saxofonista y flautista iniciada en el jazz en '80 en la escuela de Roberto Lecaros, Amelia Wenborne fue una pionera entre las mujeres instrumentistas dentro del jazz, más allá de la tradicional participación de género en el canto. Pronto pasó a acomodarse en el lenguaje del swing orquestal y sobre todo en el latin jazz, integrando filas de cañas en agrupaciones como Los Andes Big Band (del trompetista Santiago Cerda) e Irazú (del saxofonista Raúl Gutiérrez). Ha tocado en los círculos del Club de Jazz desde los tiempos de la sede en calle California. También es profesora de saxofón en el Instituto Projazz.