Jazz
Aunque nacido en Estados Unidos en el profundo albor del siglo XX, el jazz se ha convertido en una de las músicas más universales de los tiempos modernos y su lenguaje rítmico y libertad expresiva ha sido asimilada por músicos de todas las latitudes y todas las épocas. Su categoría mestiza confronta la instrumentación, la melodía y la armonía de la música europea con el ritmo, el fraseo y el alma del blues, que a su vez proviene de la música africana. Conducido por un elemento intangible llamado “swing” y reinventado en cada interpretación por su carácter improvisacional, el jazz tomó el control de la música en Nueva Orleans, la cuna del jazz, y luego en Chicago, Kansas City y Nueva York, la capital del jazz, atravesando las décadas con un sinnúmero de estilos subsidiarios que explican el nacimiento de escuelas y estéticas: ragtime, stride o hot jazz en los primeros años, swing, bop, cool y third stream en una edad mediana, free, avant-garde y fusión en los tiempos modernos. Un cuadro de honor del jazz se ilustra con creadores universales, que son además los principales referentes de la historia: en la tradición están Jelly Roll Morton, Louis Armstrong y Duke Ellington y en la modernidad Charlie Parker, Miles Davis y John Coltrane.
Pianista y compositora del grupo femenino de jazz fusión Confluencia, Clara Racz es parte de la generación de la década de 2020 en esta escena creativa que estuvo golpeada por la pandemia (Juan Pablo Salvo, Camilo Aliaga, Julián Romero, María Segú, Gonzalo Mera), pero que al mismo tiempo llevó adelante una transformación musical propia. En su caso también bailarina, tomó influencias del piano clásico, la música flamenca y las artes escénicas, con estudios en Estados Unidos, España y Argentina. Jazzísticamente también se formó con pianistas chilenos como Américo Olivari, Antoine Alvear, y en el piano clásico con Ana Lefever. Como solista ha desarrollado el lenguaje jazzístico desde las corrientes principales de la música y el piano trío, utilizando sonidos acústicos y de piano Rhodes, principalmente en agrupaciones con Nelson Vera (contrabajo) y Sebastián Taylor (batería), con quienes publicó el disco Paralelismo continuo (2022).
Las investigaciones del musicólogo Álvaro Menanteau confirman a Sandro Salvati como el primer saxofonista moderno del jazz nacional (una permanente alternativa al altoísta Patricio Ramírez). Su historia como solista está estrechamente vinculada a todas las corrientes de vanguardia jazzística surgidas en Chile desde que a fines de los '50 comenzara el histórico enfrentamiento entre músicos de tendencias tradicionalistas y progresistas.
Una década completa de vida musical en España retrasó en parte la entrada del baterista Cristóbal Massis al circuito del jazz chileno. Desde que apareció en 2011 tocando en el quinteto del trompetista Cristián Cuturrufo, su nombre se multiplicó en colaboraciones y apariciones en diversos escenarios. Estudioso de las tradiciones baterísticas más amplias, Massis desembocó en un análisis de la música de tríos de Bill Evans, liderando a su vez, en 2017, su primer elenco en este formato, el mismo con que grabó el álbum We love Bill Evans (2018).
De una cualidad sobresaliente en la voz solista, Antonella Sigala ha encaminado sus rumbos como cantante y autora en la música pop, desde donde ella se proyecta como un nombre propio, en simultáneo a su presencia en espacios del jazz clásico, donde ha desmostrado su valía interpretativa. Sus primeros discos solista, sobre todo Cine noir (2024), la mostraron como una figura en la escena de la década de 2020.
Conjunto formado y comandado por el guitarrista Mauricio Rodríguez, a poco tiempo de la separación de La Banda del Capitán Corneta, quinteto blusero que lo mostró como una de las promesas entre los nuevos rostros y nombres para el jazz de la época. Almendra Trío fue cultor de dos lenguajes jazzísticos en boga a fines de los '90: la fusión y el bop.
A la zaga de los tres principales conjuntos del Club de Jazz que alcanzaron una larga vigencia (la Retaguardia Jazz Band, los Santiago Stompers y el Santiago Hot Club), el grupo Seis a la Dixie se unió entonces a la actividad musical alrededor del jazz tradicional que estaba teniendo lugar en los años '90. Así cultivó una música vinculada directamente con el dixieland, estilo engalanado por una improvisación colectiva, dinámica interacción entre los músicos y popularizado también por vestuarios, chaqués, corbatines y sombreros canotier, como su imagen más reconocible.
Cuando en un entorno no del todo preparado como el chileno, en 1969 los pianistas Manuel Villarroel y Matías Pizarro orientaban sus sensibilidades hacia el aparentemente hostil free jazz, en la ciudad de Londres otro pianista se abría paso en los mismos ámbitos. Martin Joseph tiene nombre y pasaporte británico, pero su irrupción en la música chilena fue de un impacto tal que ya ha sido incorporado a la cronología de nuestra música contemporánea.
Intérprete de la serie completa del registro del soprano, alto, tenor y barítono, Alejandro Rivas es uno de los primeros saxofonistas clásicos chilenos, formado en la generación inicial de discípulos del maestro cubano Miguel Villafruela y considerado un pivote insturmental de la música contemporánea desde comienzos de los años 2000. Desde esa plataforma de estudio y ejecución, Rivas también exploró en los ámbitos del jazz y la música experimental.
Baterista de jazz contemporáneo que construyó una gran parte de su carrera como sideman y solista en Ciudad de México desde 1999, una vez que hizo sus primeras armas en los circuitos jazzísticos de Santiago y Concepción. Alejado de la escena nacional, Puentes se transformó en uno de los más activos bateristas en la capital mexicana, con una militancia abierta en proyectos que le permitió, como a muy pocos jazzistas chilenos, actuar en Europa y en las dos costas norteamericanas permanentemente.
Carmelo Bustos fue uno de los más legendarios y longevos músicos en la era de la radio y la boite, integrante de prestigiosas orquestas de música popular como primer saxofonista alto que animaron la bohemia capitalina, en especial con el protagonismo que tuvo como director musical de la afrocubanísima Orquesta Huambaly entre 1954 y 1962. Clarinetista y saxofonista, su swing natural inundó no solo su época de juventud y adultez, sino que se traspasó a generaciones de saxofonistas de los años '90, '00 y '10, a las que formó como profesor, depositando ese swing como una herencia personal. Murió a los 96 años como el último dinosaurio de la vieja guardia de la música popular.
Baterista de jazz tradicional, integró diversas formaciones de la Retaguardia Jazz Band, desde su llegada en 1987. Jorge Carvallo fue un activo músico del Club de Jazz, y en su calidad de dibujante también retrató en caricaturas a decenas de músicos de jazz de épocas distintas. Su piezas ha sido expuestas en muestras permanentes en las sedes del club.
Bajista y productor musical, Roberto Trujillo es hijo del músico y director de orquesta Roberto Trujillo Sibilla y a la vez nieto del maestro chileno del piano Valentín Trujillo. Se inició como músico joven en bandas diversas, tocando todo tipo de estilos, desde el funk y el jazz fusión al pop, pero en definitiva se volcó al trabajo como músico en la industria. Ha sido productor musical de discos y figuras, como la cantante Consuelo Schuster, ha tocado con agrupaciones como Alüzinati, LaMonArt, De Kiruza o el Ángel Parra Trío, ha trabajado como director musical de Myriam Hernández y como colaborador cercano del portorriqueño Luis Fonsi.
La vida de la pianista, cantante y compositora Tania Naranjo ha transcurrido principalmente en la ciudad de Malmoe, en Suecia, donde en 1996 completó sus estudios de piano clásico y se convirtió en una destacada concertista. Pero en simultáneo, y echando mano de las influencias musicales que llevaba desde Chile, Naranjo ha concretado una propuesta compositiva que une aspectos de la música docta europea y la música popular, representada tanto en el folclor latinoamericano como en el jazz y sus lenguajes modernos. Es un enfoque que quedó reflejado en el disco La industria del miedo, la primera de sus grabaciones realizadas en Suecia.
Influenciado por la psicodelia de la década de los '70, desde Sun Ra y el último John Coltrane hasta bandas de británicas rock como Soft Machine y Gong, Julián Romero Parada adoptó el nombre de Surreal para un proyecto creativo situado en una música experimental. Su propuesta de composición desde el bajo eléctrico transita por diversos territorios, desde el jazz avant-garde, la fusión, la música progresiva y la improvisación liberada hasta desembocar en los misterios de las músicas ancestrales del sur de Chile, de donde él proviene. Su primer trabajo en esta línea es Delirio místico (2021).
Contracuarteto fue protagonista de una jazzística banda sonora de época, como uno los ensambles más duraderos desde las primeras décadas del siglo XXI. Formado por solistas de la generación del 2000, Andrés Pérez (tenor), Cristián Gallardo (alto) y los hermanos Roberto Carlos (contrabajo) y Félix Lecaros (batería), Contracuarteto utilizó este nombre para representar una intervención de los esquemas jazzísticos tradicionales, que fue asociada con la idea del "anti-bop": una música sustentada en los entramados polifónicos de saxofones para crear el soporte armónico necesario debido a la ausencia del piano, e impulsada además por una feroz sección rítmica.
Pianista, compositor, improvisador y profesor de música, y por si eso fuera poco también licenciado en Musicología, Estética e Historia del Arte, David Poblete es otro de los músicos chilenos de jazz que ha escrito su historia en Europa. En su caso, en Barcelona, a donde llegó para estudiar y tocar a mediados de los años 2000. Desde esa ciudad mediterránea ha llevado a cabo sus proyectos creativos y de liderazgo jazzístico, que incluyen trabajos con tríos, cuartetos, quintetos y ensambles mayores en un continuo ir y venir con su historia y su origen, expuesto en discos como Acordes del sur (2013) y su reconocida Suite del sur (2016).
Pianista en sus inicios, organista Hammond con posterioridad, su historia musical ha transitado por caminos inesperados desde los primeros tiempos en que Felipe Vakuno Salas se involucró con el rock, la sicodelia y el jazz. La compaginación de estas vertienes y lenguajes musicales lo llevaron a recorrer su propia ruta como sideman, solista y líder. En 2025 presentó su primer disco, casi una declaración de principios, VaQno quartet, donde él exploraba la frontera entre todas aquellas influencias.
Pianista de jazz contemporáneo, Tomás Rivera tiene la particularidad de haberse iniciado tardíamente no solo en el jazz sino en el piano. Al cursar el cuarto año de su carrera de Derecho, decidió finalmente abandonar la idea para convertirse en músico. Pese a que tuvo contacto con músicos como Sebastián Castro y Claudio Rubio, nunca alcanzó a actuar formalmente en clubes locales de jazz y en 2015 se mudó a Lyon, Francia, para comenzar sus estudios en un conservatorio. En 2019 se trasladó a Bruselas, Bélgica, para continuar este adiestramiento. Esa experiencia desembocó primeramente en la grabación del álbum Ceguera colectiva (2021), a la cabeza de un piano trío con músicos de la escena belga. A Chile regresó para tocar un par de veces en Thelonious, utilizando como sidemen a los músicos del trío del pianista Joaquín Fuentes, y más adelante con su elenco de jazzistas franceses.
Compositora proveniente del mundo académico, Carmen Aguilera es una de las tres exponentes femeninas del piano jazzístico contemporáneo, junto a Carmen Paz González y Carla Romero, sin considerar a Tania Naranjo, que tuvo una vida musical en Suecia. Si bien fue formada en la Universidad de Chile en la música docta, derivó en el campo del jazz, donde se desarrolló mayormente como autora. Además de contar con un catálogo de obras de cámara, ha realizado sesiones de piano solo, piano trío y quinteto, pero sobre todo en una propuesta que ha explorado los cruces entre las tradiciones del jazz y las tradiciones doctas.