Jazz

Aunque nacido en Estados Unidos en el profundo albor del siglo XX, el jazz se ha convertido en una de las músicas más universales de los tiempos modernos y su lenguaje rítmico y libertad expresiva ha sido asimilada por músicos de todas las latitudes y todas las épocas. Su categoría mestiza confronta la instrumentación, la melodía y la armonía de la música europea con el ritmo, el fraseo y el alma del blues, que a su vez proviene de la música africana. Conducido por un elemento intangible llamado “swing” y reinventado en cada interpretación por su carácter improvisacional, el jazz tomó el control de la música en Nueva Orleans, la cuna del jazz, y luego en Chicago, Kansas City y Nueva York, la capital del jazz, atravesando las décadas con un sinnúmero de estilos subsidiarios que explican el nacimiento de escuelas y estéticas: ragtime, stride o hot jazz en los primeros años, swing, bop, cool y third stream en una edad mediana, free, avant-garde y fusión en los tiempos modernos. Un cuadro de honor del jazz se ilustra con creadores universales, que son además los principales referentes de la historia: en la tradición están Jelly Roll Morton, Louis Armstrong y Duke Ellington y en la modernidad Charlie Parker, Miles Davis y John Coltrane.

Pepe Hosiasson

Una de las personalidades más activas y múltiples de la historia del jazz chileno desde comienzos de la década de 1950 fue el pianista, gestor cultural y difusor Pepe Hosiasson. Su figura recorre las décadas transversalmente y abierta a todas las filosofías jazzísticas. En su cronología como músico aficionado no sólo aparece la fundación de conjuntos hot jazz históricos, sino además una fuerte presencia como productor de conciertos, discjockey radial y crítico en medios escritos (incluso la mítica revista Downbeat). Hosiasson fue en sí mismo un “punto de encuentro” del jazz.

Nicole Bunout

Si bien como intérprete de standards Nicole Bunout formó parte de la llamada "nueva ola del jazz vocal" a mediados de la década de los 2000, su proyecto creativo en la música autoral se ha enfocado en la canción folk con una inspiración en la música latinoamericana, que diez años después de su aparición en esa escena jazzística la llevó a publicar su primer cancionero propio en el disco Crisálida (2014).

Parresía

Quinteto de jazz eléctrico reunido alrededor del bajista Diego Gonzalez, cuyas composiciones nutren el amplio universo de Parresía. El proyecto tomó como nombre la idea del «atrevimiento» que existe tras del concepto Parresía, o, en sus propia definición «permitirse faltar a la regla», lo que describe la música y su propuesta. Ya en el disco Entre planetas y cunetas (2018), la banda exhibía ese poliedro musical con la fusión como lengua materna y una música que llegaba a varios espacios, distantes unos de otros: desde la música experimental de abstracciones hasta los grooves declarados y rítmicos del soul, el funk o el hip-hop. El quinteto se sostiene en la base fundamental de un trío de jazz, aunque en este caso plenamente electrificado, con teclados y pianos eléctricos (Diego Alarcón), bajo eléctrico de seis cuerdas (Diego Gonzalez) y batería (Fabro Cortese). El frente melódico combina instrumentos que no siempre aparecen reunidos dentro del jazz, lo que le da a Parresía un sello de identidad: saxo alto (Franco Ortiz) y vibráfono (Alejandro Aros). Un formato y una música que acercó el jazz a otros públicos.

Andrea D'Arriarán

Cantante melódica e intérprete de boleros y swing, Andrea D'Arriarán pertenece a la abundante oleada de solistas de la canción que han sido formadas en academias como Projazz y la Escuela Moderna de Música, donde ella tomó algunos estudios. Entre esas voces que aparecieron a fines de los años 2000 están Natacha Montory,  Karen Rodenas, Thais Marie, Maite Solana y Sofía Tupper, entre otras.

Larrea Trip

Con historia pasada en bandas noventeras penquistas como Explanada y Matapasiones (ambas parte del histórico compilado Octopus!! Rock en Concepción, de 1994), Sebastián Larrea decidió volver a la música con un proyecto instrumental que atraviesa géneros y desafía convenciones. El power-trio    a  su cargo bautizó su estilo (y álbum debut) como «jazz satánico», de profusa muestra en vivo, primero en bares de Concepción y luego en otras ciudades.

Aquila

De la mano del joven compositor y vibrafonista Guillermo Rifo, el grupo Aquila llegó a ser reconocido en la historia como el primer proyecto sustantivo en el encuentro del jazz con la música popular y la música docta. Como un legítimo e híbrido ensamble de cámara, Aquila encontró su protagonismo en una variante de estilo y punto de vista creativo que no sólo sobrevivió largamente en la música chilena sino que se convirtió en una de las ramas más fuertes desde los últimos 30 años: la fusión.

Marlon Romero

Marlon Romero es posiblemente el símbolo del jazz en Concepción, desde su temprana participación en distintos grupos de jazz, de fusión y de música experimental en los '70 hasta su rol como educador y gestor, y parte clave de una linaje de músicos en la ciudad.

Marcelo Córdova

Detrás de un bajista tan popular como Christian Gálvez, y debido a una presencia en el circuito musical de Valparaíso, Marcelo Córdova tuvo poca visibilidad como solista en este instrumento, desde su aparición a mediados de los '90. Córdova fue tan diestro e hiperactivo como el propio Gálvez, aunque también pudo desdoblarse desde la electricidad del bajo hacia la acústica del contrabajo, modalidad que le permitió combinar pasos por la fusión como solista y por el jazz contemporáneo, principalmente como sideman.

Arlette Jequier

No sólo su nombre y presencia frente al micrófono del grupo experimental, rockero y subversivo Fulano marcó una línea de música en dictadura. También fue el enfoque vanguardista que Arlette Jequier le dio al canto popular el que instauró toda una escuela musical desde el underground. Ocurrió desde mediados de los ‘80, cuando el sexteto apareció por primera vez en universidades y subterráneos con esta joven cantante, y también en las décadas posteriores cuando dos generaciones de voces femeninas encontraron en Jequier un sello musical y una inspiración absoluta. Independizada después de 30 años, Jequier abrió otra rama del canto cuando inició su camino solista con una propuesta que ella definió como "la música de lo impermanente", representada en las canciones de su primer disco, Aire (2018).

Samuel Concha

El bajista eléctrico Samuel Concha tenía apenas diecisiete años en 1997 cuando fue reclutado por el saxofonista de jazz latino Raúl Gutiérrez para participar en la versión chilena de su orquesta Irazú, formada en Alemania en 1981. Concha grabó una serie de discos con la agrupación y desde allí comenzó a definirse su posición dentro de la música de fusiones, que incluyó proporciones diversas de jazz, funk, rock, pop y música latina.

Rafael Traslaviña

Delineado desde los años de esplendor de la radio, la orquesta, la boite y la industria discográfica propias del siglo veinte, la figura del músico de oficio capaz de valerse en los diversos géneros populares de la época en Chile tiene una expresión exacta en Rafael Traslaviña. Con más de seis décadas dedicadas a la música, este pianista tocó y grabó en discos de jazz, cueca, tango y otros ritmos bailables, y a su muerte ocurrida en 2011 dejó como herencia una estatura bien ganada entre los principales instrumentistas de esa era en la música popular.

Cristóbal Rey

El pianista, compositor, productor y líder de proyectos Cristóbal Rey hizo un recorrido desde la música soul y funk de su juventud a la creación de una música acústica de cámara de inspiración latinoamericana en su primera madurez. Fue alumno de piano del jazzista Mario Lecaros y en esa primera edad, con los modelos de agrupaciones de acid jazz como Incognito o Brand New Heavies, Rey encabezó el grupo Octopus King. El nombre es una representación de su propia identidad, ya que Rey era conocido como Pulpo (la traducción al inglés de Pulpo Rey define esa marca).

Pablo Garrido

La figura de Pablo Garrido, compositor académico, violinista, director de orquesta, investigador del folclor, divulgador de la música chilena y defensor de los derechos laborales de los músicos también aparece en el "año cero" de la cronología del jazz chileno. Es el pionero, el prócer y un "patrono" de este género aprendido y asimilado, uno de los más antiguos en nuestro país. No sólo fue Garrido el primer músico en desarrollarlo como estilo en sus obras, además se transformó históricamente en su principal difusor, a través de escritos como la traducción al español de Jazz hot, del francés Hughes Panassié, magistrales charlas y el patrocinio a decenas de músicos durante las décadas de 1920 y 1930.

Ensamble Quintessence

Formado en 2005 a partir de la unión de los quintetos de los guitarristas Roberto Dañobeitía y Federico Dannemann, esta pequeña orquesta de jazz tardó apenas una temporada en demostrar la viabilidad de una línea creativa que hasta entonces no había sido abordada en el trabajo de las big bands chilenas vinculadas a la estética del swing. Quintessence estableció un enfoque contemporáneo con respecto a la composición para ensambles y la expansión de los arreglos orquestales.

Pato Banda

Un cruce que va desde la música clásica, en sus dimensiones sinfónicas y camerísticas, hasta el jazz contemporáneo han marcado la historia de Patricio Pato Banda, solista que desde 2006 inició un camino musical en ciudades de Alemania como Saarbrücken y Colonia. Desde allí consolidó su posición como músico en un circuito  europeo de orquestas y además presentó sus propios trabajos creativos. En esa línea figura el álbum Everywhere & nowhere (2021), con música para cuarteto de jazz contemporáneo, que incluyó la participación del reputado tenorista estadounidense Seamus Blake.

Marcelo Gallardo

Bajista, guitarrista y compositor de una música que transita por distintos territorios en el lenguaje amplio de la fusión, Marcelo Gallardo ha sido un nombre de los circuitos musicales de Valdivia, su ciudad natal y el espacio donde ha desarrollado su creación. También es conocido en los circuitos sureños, con presentaciones en Puerto Varas, Puerto Montt y Chiloé. Iniciado en el grupo Tribu y más tarde con colaboraciones junto a la cantante brasileña Mariana Benjamin, cuenta con obras conceptuales propias que toman elementos de la música latinoamericana, la world music en su amplio sentido y el jazz fusión. Sus álbumes son Retrospectiva musical del sur del mundo 1950-2009 (2009) y Encuentros cósmicos (2020).

Cómo Asesinar a Felipes

Rap experimental o rap fusión son términos que los propios músicos de Cómo Asesinar a Felipes incorporaron a su imaginario inmediatamente después de su resonante debut discográfico a mediados de 2008. El álbum se llamó simplemente —aunque nada de simple como concepto estético— Cómo Asesinar a Felipes y ahí reunieron en una misma plataforma la rima y el desarrollo jazzístico, la tornamesa y el denominado piano trío. En 2020, el proyecto obtuvo el premio Pulsar en la categoría Música urbana por el sobresaliente álbum Naturaleza muerta (2019). Para entonces, el proyecto había experimentado una transformación sustantiva, alcanzando otros espacios musicales hacia las vanguardias contemporáneas.

Carlos Vera Larrucea

Era muy lógico que la historia del hijo del vibrafonista Carlos Vera Pinto se encaminara hacia el estudio de este instrumento de percusión melódica. Tuvo el vibráfono siempre a la mano, los discos de Lionel Hampton, Milt Jackson y Bobby Hutcherson en la repisa y acceso directo al Club de Jazz, escenario donde Vera padre se presentaba con el grupo Nexus, que comandaba junto al saxofonista alto Patricio Ramírez. Carlos Vera Larrucea se convirtió en uno de los últimos eslabones en la corta cadena del vibráfono en el jazz chileno.