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Los Vargas

Dos voces y dos guitarras definen el sello de Los Vargas, el dúo de hermanos que popularizó en Chile valses peruanos como ‘‘El plebeyo’’ y ‘‘Nube gris’’ desde 1958. En la genealogía chilena de ese ritmo, junto a solistas como Lucho Oliva, Palmenia Pizarro y Ramón Aguilera, Los Vargas están en la primera línea, y su carrera, iniciada en los años '40, ha sido continuada por una segunda generación de músicos.

Ramón Aguilera

No hay chileno que haya cantado con más desgarro el vals peruano y el bolero —haciéndose él mismo casi parte de cada drama relatado en esos versos— que Ramón Aguilera. Canciones suyas como "El día más hermoso", dedicado a las madres, y la temblorosa "Que me quemen tus ojos" son himnos de aquello que desde los años sesenta se identificó en Chile como «canción cebolla». En paralelo a sus trabajos como mecánico y por puro amor al canto, Aguilera se sumó desde joven a la tradición del bolero interpretado con guitarra acústica, marcado por un sonsonete vocal plañidero y con canciones plagadas de tristezas y tragedias. Fue ascendiendo así como un símbolo de la expresión popular, masiva y querida, aunque no justamente reflejada en difusión en medios ni en ventas, en parte por discriminaciones de clase y bobos complejos ante el sentimentalismo sin medidas.

Arturo Ravello

Desde el jazz y la música popular orquestada hasta la industria de la Nueva Ola y una prehistoria del rock local son instancias en las que dejó su huella Arturo Ravello, uno de los más importantes contrabajistas chilenos. Activo desde comienzos de los años '50, justo a tiempo para asistir a esos cambios musicales y generacionales, Ravello se inició en Santiago, se estableció en Arica a fines de los años '60 y fue un músico de orquestas, auditorios de radio, estudios de grabación y giras, acorde con el perfil del instrumentista popular surgido en una época de la que fue uno de los últimos exponentes hasta su muerte en 2011, a los 84 años.

Francesca Ancarola

Francesca Ancarola es una figura de la música popular de fin de siglo, que toma elementos de la tradición latinoamericana y las fusiona con músicas de sus tiempos. Si bien comenzó su carrera en 1984 con un premio como intérprete en el Festival Canciones de la Joven Música Chilena, organizado por la revista La Bicicleta y el Café del Cerro (ejes del Canto Nuevo), Ancarola forma parte de la oleada que renovó el género a fines de la década siguiente, reconocible durante esos tiempos bajo el concepto de "novísima canción chilena". Las coordenadas que agrupan a esta generación son básicamente tres: raíz folclórica, textos poéticos de crítica social, y música que desde la academia inician una transformación de esa misma raíz con una mirada contemporánea.

Enrique Planas

Enrique Planas es uno de los trompetistas de jazz tradicional de Nueva Orleans y Chicago, seguidores del maestro del hot jazz Luis Huaso Aránguiz. Con un estilo melódico, simple y lúdico, su mayor presencia la marcó en sus años de militancia en el grupo Retaguardia Jazz Band, a la que se unió en 1972 como su quinto trompetista, sustituyendo a Luis Castillo. Pero Planas había tenido su primera acción en el conjunto "rival", los Santiago Stompers, elenco en el que se inició en 1965 como un joven músico, y se retiró en 1971 para pasar entonces a la Retaguardia. Con más de cuatro décadas en este conjunto fundamental del Club de Jazz, el trompetista llegó a actuar en el mundialmente reconocido festival Jazz in Marciac, que se realiza en Francia.

Chamal

En un punto intermedio entre los maestros de la proyección folclórica chilota y las nuevas generaciones dedicadas a esa música está Chamal. Fundado en 1968 bajo la influencia de recopiladores como Héctor Pavez, Gabriela Pizarro y Millaray, desde 1975 el conjunto mostró una presencia principal en la música folclórica que estuvo en la base del Canto Nuevo, y de hecho su primer LP, Tierra de alerces (1976), fue también el primero de la historia del sello Alerce, principal promotor disquero de ese movimiento. Con varios discos publicados y frecuentes giras al extranjero desde 1988, Chamal mantiene vigente la proyección de los cantos y las danzas de Chiloé después de cuatro décadas de trabajo.

Hirohito y su Conjunto

Son varias las contraseñas útiles para identificar quién es Hirohito en la música tropical chilena. "Ula ula, ula, ula", es una. "El que no baila es cola, el que no baila es cola", otra. "Viejito, viejito bueno; viejito, viejo lolero", una más. Y una gracia mayor es que todas ellas, y otras también, están concentradas en una sola canción, que es precisamente "Viejito lolero", el impacto con que este cantante puso en los años '70 su seudónimo de emperador nipón para siempre en la historia del ritmo nacional.

Los Tigres

La fiebre del rock and roll y el panorama general de la Nueva Ola son, en ese orden, los ingredientes conjugados en la historia de Los Tigres, uno de los adelantados conjuntos rocanroleros surgidos a comienzos de los años '60 en Chile, en particular en los cerros de Valparaíso. Liderados por el cantante, bajista y tecladista Lucho Zapata, tuvieron su época dorada durante toda la primera década de actividad, y desde comienzos de los '70 el cantante emprendió una carrera como solista que mantuvo hasta su muerte en 2008, mientras el grupo volvió a grabar en el nuevo siglo con otra alineación.

Víctor Alarcón

Tenor lírico, director de coro y orquesta, académico y educador, Víctor Alarcón Díaz es reconocido como el último gran eslabón en la cadena de la tradición de la música coral en Chile. Formador de diversas agrupaciones, como el Coro de Estudiantes de la Universidad Católica en los años '80 o el Coro Bellas Artes en los '90, amplió su rango como formador al asumir la dirección del Coro Crecer Cantando en 1992, programa que al alero del Teatro Municipal de Santiago lo llevó a recorrer el país instruyendo profesores. Alarcón dirigió, además el elenco titular de ese programa y creó en la UC el ensamble vocal e instrumental Concerto Vocale, con el que incursionó en un amplio y arriesgado rango del repertorio docto, desde la música antigua y barroca hasta la música contemporánea. Su trágica muerte, debido a un accidente en 2018, dejó tempranamente al país sin otra de sus mayores figuras musicales.

Luis Dimas

Si la Nueva Ola se fundó imitando modelos extranjeros, Luis Dimas fue todo un ejemplo del movimiento. Nacido Luis Misle Troncoso, al muchacho de ese entonces, comienzos de los años 60, no le tomó mucho tiempo aprender que la clave para triunfar estaba en adoptar una personalidad ajena. Tal como lo había hecho un par de años antes Peter Rock al probarse el traje de Elvis Presley y apropiarse de algunas de sus canciones, Dimas hizo lo propio con Chubby Checker, por entonces el rey del twist en el mundo de habla inglesa.

Ricardo Arancibia del Canto

Conocido en Chile como el “fantasista del violín” y en diversos escenarios del mundo como el “políglota musical” “el hombre-orquesta” o el “multifacético artista chileno”, por los llamativos espectáculos que ofreció desde 1963, Ricardo Arancibia del Canto fue uno de los músicos más sorprendentes surgidos desde Valparaíso. Creador de piezas como la tonada “Dieciocho sin ti” o la emotiva melodía de violín “Tristeza gitana”, su historia se describe por el más resuelto solismo musical, que lo llevó a dominar la guitarra española, la guitarra hawaiana, el bouzuki, la mandolina, el arpa, la trompeta y el violín.

Gloria Benavides

La primera niña solista de la música pop chilena fue Gloria Benavides. Surgida en el marco de la Nueva Ola, junto a otras precoces figuras de la canción como Marisole y Mireya Gilbert, la cantante dejó como hit para el cancionero popular el tema "La gotita", y se fue alejando paulatinamente de la música para convertirse en comediante televisiva. Desde ese oficio ha desarrollado varios personajes, con los que ha trascendido incluso más que su carrera musical.

Los Chinganeros

Uno de los dos pilares esenciales de la sabiduría sobre la cueca urbana, al lado de Hernán Núñez Oyarce en Los Chileneros, es el que representa Fernando González Marabolí en Los Chinganeros. Longevo cultor y estudioso sin parangón de los orígenes y la historia de la cueca, además de matarife de profesión en su juventud, González Marabolí ha vertido esa tradición musical en Los Chinganeros, conjunto que en su historia ha reunido a cantores de cueca de viejo cuño, iniciados en canchas citadinas como las del matadero o la vega. Fernando González es además la fuente principal de una de las obras capitales de la bibiliografía sobre la cueca: Chilena o cueca tradicional (1994), del musicólogo Samuel Claro Valdés.

Sol Domínguez

La cantante de Sol y Medianoche es mucho más que la voz característica de ese grupo, con el que se hizo conocida en el circuito rockero a comienzos de la década de los años ochenta. Antes y después de integrar la banda, María Soledad Domínguez —más conocida como Sol Domínguez— ha tenido una trayectoria como cantante y solista que mantiene en paralelo a su trabajo grupal.

Moncho Pérez

Ramón Eugenio Pérez Alé, es decir Moncho Pérez, es parte de una reconocida saga de bateristas de jazz venidos desde Concepción, y definió su estilo con poderío rítmico e intensidad. Formado como baterista en los cancheos de matiné, vermouth y noche, en boites y locales donde él actuó en conjuntos de música bailable. Pero Moncho Pérez se fue autoconstruyendo como solista de jazz partir de los años ’70, alcanzando cotas de mayor altura en sus años en el Ángel Parra Trío y luego como líder de sus tríos y cuartetos que mantuvo en Valparaíso y Viña del Mar. Solo después de 50 años de actividad como músico, en 2024 publicó su primer disco: Tralka wenü, es decir, Talcahuano.

Frecuencia Mod

Chile no estaba para fiestas a fines de los años setenta, pero la música de Frecuencia Mod logró, incluso bajo el severo toque de queda impuesto por la dictadura, reproducir a escala local la fiebre disco además de imponer baladas-pop de avanzada producción e impecable factura. El grupo fue un trío vocal conformado por las hermanas Dolores, Patricia y Soledad García que ubicó en radios al menos tres temas de enorme popularidad: “Cállate (Ya no me mientas)”, “Duele, duele” y “Yo soy una dama”. Sus cuidadas armonías vocales y prolijos arreglos legaron un sonido que aún suena elegante, muy por encima de similares esfuerzos bailables de la época. En búsqueda de internacionalizar su carrera, las tres hermanas García Salas viajaron a Alemania, en una visita promocional que terminó siendo permanente. Las tres residen hoy en Europa, desde donde realizan muy esporádicas visitas a nuestro país y mantienen una vida alejada de sus recordados éxitos.

Los Hermanos Zabaleta

Antonio y Miguel Zabaleta dejaron huella en el cancionero nuevaolero de la primera mitad de los años '60. Como socios fundadores de Los Red Juniors, los hermanos inscribieron varios hits radiales, entre ellos "Al pasar esa edad", compuesto por Jorge Pedreros y Hugo Beiza, y convertido más tarde en un himno generacional.

Pedro Greene

Transversalmente a la sucesión de estilos y décadas de tránsito en la música popular chilena está un baterista como Pedro Greene. Un solista que fue desde la versión adolescente de los Blops hasta la madurez de La Marraqueta, engrosando en su bitácora una múltiple militancia en proyectos abiertos, con participación en ensambles experimentales europeos y activa presencia entre los músicos nacionales de la generación del toque de queda que subieron el volumen a la música de los '70 y '80.

Pepe Hosiasson

Una de las personalidades más activas y múltiples de la historia del jazz chileno desde comienzos de la década de 1950 fue el pianista, gestor cultural y difusor Pepe Hosiasson. Su figura recorre las décadas transversalmente y abierta a todas las filosofías jazzísticas. En su cronología como músico aficionado no sólo aparece la fundación de conjuntos hot jazz históricos, sino además una fuerte presencia como productor de conciertos, discjockey radial y crítico en medios escritos (incluso la mítica revista Downbeat). Hosiasson fue en sí mismo un “punto de encuentro” del jazz.

José Pérez de Arce

Ha sido desde el campo de la investigación que José Pérez de Arce ha llegado a la composición e interpretación musical. Sus más interesantes proyectos al respecto están muy lejos de un ámbito docto o de lo que habitualmente se entiende por vanguardia. La gran pasión en su vida de investigador y musicólogo autodidacta ha sido conocer el mundo indígena y vernáculo, con trabajos pioneros en áreas como la música mapuche, los bailes chinos, y la instrumentación de tribus precolombinas. Además, Pérez de Arce desarrolla desde principios de década un señero trabajo de difusión del guitarrón chileno, el cual descubrió junto al cantor popular Santos Rubio y que guió su trabajo en el disco Nometomasencuenta, cruce entre esa tradición campesina y canciones del repertorio rock latinoamericano.