1980

80

Enrique Luna

Según apunta la historia de la música popular en Chile, el primer bajista eléctrico del jazz nacional fue este legendario músico peruano. Enrique Luna antes que Jorge Toscano Vidal, Ernesto Holman o Pablo Lecaros. Luna marcó la orientación con su particular operativa improvisacional sobre las cuatro cuerdas y, sobre todo, como pivote de un grupo de jazzistas modernos desde fines de los '60.

Maitén Montenegro

Maitén Montenegro es una cantante y comediante que se inició siendo niña, por intermedio de su padre, el prestigioso actor Raúl Montenegro. Por su trabajo, vivió varios años en Venezuela y Puerto Rico, donde debutó como actriz en producciones dramáticas. A su regreso, a los 13 años, adoptó su nombre artístico (el real es María Teresa Vásquez) y montó varios espectáculos y programas detelevisión, que en 1973 la llevaron al teatro Bim Bam Bum. Entre 1978 y 1980 fue parte del primer elenco del programa de humor Jappening con Ja, y luego se integró como comediante a Sábados Gigantes, protagonizando sus propios Café Concerts, y llegando al Festival de Viña de 1985 con un espéctaculo de música y baile. Avanzados los años 90 se trasladó a Miami como productora de Sábados Gigantes, y allá montó una academia que el año 2006, cuando regresó a Chile, instaló en Santiago. En medio de toda esa historia, su paso por la música es casi un detalle, pero dejó un hit: De 1972, la sentida despedida de una esposa que ve partir a su marido: "Canción para una esposa triste".

Carlos Figueroa Salazar

Sesionista, sideman, productor y profesor, el baterista Carlos Figueroa Salazar arrastra una historia ligada al instrumento definitivo de la percusión desde las dos ramas de su genealogía. Su padre es Carlos Figueroa, el más importante baterista-investigador-instructor de la era moderna y su madre es hermana de Patricio Salazar, uno de los más populares baterías de la misma época, vinculado primero a la Nueva Ola y luego a las orquestas televisivas. Ese ADN convirtió a Figueroa Salazar en un versátil intérprete de estudio, escenario, giras y sesiones desde fines de los ’80, cuando era un adolescente y hasta que a los 35 años editó su primer álbum como líder, Carlos Figueroa (2007), que llegó a ser nominado en 2008 al Grammy Latino.

La Banda del Gnomo

Una puesta en escena innovadora para el estándar de la música chilena de los años ochenta fue la que desarrolló La Banda del Gnomo, un grupo con una mayoría de integrantes de formación académica y que aventuró una cruza de géneros que abarcó desde el hard-rock al rock progresivo. Su actividad se concentró sobre todo en vivo, y no tuvo discos en una primera etapa.

Cecilia Astorga

Cecilia Astorga es una precursora. Se la considera la primera mujer payadora, desde que a fines de los años '90 se integró a la práctica de la décima improvisada en el contexto escénico frente a un publico. Ello fue determinante para la gestación de una escena femenina de payadoras que tomó cuerpo en las décadas siguientes, delineó una apertura de espacios y de cierto modo vino a transformar siglos de una tradición que vedaba la paya con guitarrón a las mujeres. «Payadora de las artes poéticas y musicales populares chilenas» se ha definido ella con sencillez, pero si hay que ahondar en el impulso íntimo que mueve su creación puede recurrirse a la presentación de una de sus muchas décimas: «Amo mis dedos hablantes / en una noche despierta / amo la ilusión incierta / con silencios abundantes…».

Sol y Lluvia

Sol y Lluvia es uno de los grupos más populares de la música chilena, y sus canciones son parte de la banda sonora de la resistencia a la dictadura militar. Nacidos a partir de un núcleo de hermanos, en un taller de serigrafía en la capitalina comuna de San Joaquín, la banda articuló una guitarra acústica, una batería de bombos y un bajo eléctrico para desarrollar canciones  de abierto contenido social y político, pero con melodías alegres y hasta bailables. Sus letras directas han hecho referencia a la paz, la represión y las desigualdades sociales, completando así la propuesta del conjunto. Si bien Sol y Lluvia se mueve al margen de los medios y la industria, goza de un arraigo popular innegable.

Hernán Oliva

Hernán Oliva, a veces conocido como Copito, fue un músico de la historia de comienzos del siglo XX, desconocido en nuestro país dado que desarrolló prácticamente su carrera completa en Argentina, como violinista de tango y orquestas de música popular y jazz, un epítome del solista del violín en la era dorada de la radiofonía y la industria discográfica. Un músico esencialmente porteño, que nació en Valparaíso y murió a los 75 años en la ciudad de Buenos Aires.

Marisa

Una de las cantantes más populares de la Nueva Ola fue Marisol Ravanal, de nombre artístico Marisa, una mujer de ojos tristes que maquillaba de celeste para sus actuaciones de ese movimiento en los años sesenta, y que ha seguido integrando hasta nuestros días los elencos de cantantes nuevaoleros en conciertos y giras (también en la película Un concierto inolvidable, el tributo al movimiento estrenado en 2014). "Tu cambiarás" es el más importante tema grabado por Marisa, y tuvieron también repercusión importante "Llorando en el andén", "Luna lunera" y "Ruego". En 1971 fue la ganadora del Festival de la Canción de Viña del Mar con "Si me miran a los ojos".

Bernarda América

Cantora, autora, folclorista, investigadora y profesora de música, Bernarda América Ceballos Garrido ha sido un nombre de la música de raíz en el Biobío desde que despuntó con una guitarra en mano a comienzos de la turbulenta década de 1980 en Chile. Su obra se sustenta en la inspiración y la proyección del folclor sureño, también con una determinante influencia de Violeta Parra. Sus discos son Amor América (2012) y Mujer coraje raíz (2019), únicos registros fonográficos suyos, ya en una segunda etapa de actividad en la música.

Osvaldo Díaz

Considerado dueño de una de las mejores voces de la canción popular en Chile, Osvaldo Díaz fue un cantante activo en la televisión de los años '70, pero ha pasado por otras escenas como la última época de la Nueva Ola en la que se inició en 1968, su carrera como baladista en programas y festivales y el importante rol que jugó en el Canto Nuevo, al margen de los medios oficiales. De esa carrera quedan en la memoria canciones de diversa data, como "Ternura" (1968), "Los carasucias" (1976) y "Reflexiones" (1978) y las más recientes "Por favor no te vayas" y "No digas que no me amas" (1993).

Marcelo

Marcelo Hernández es uno de los cantantes más emblemáticos de los años ‘70 y ‘80 en Chile. A fines de los 60 fue un mini fenómeno, al ganar un festival de Canal 13 en 1969, y ser elegido como Mejor Intérprete en el Festival de Viña del Mar. Avanzados los '70, se integró como protagonista a la escena de baladistas televisivos de esos años, donde además fue actor y comediante, pero en 1983 toda esa actividad se vio desplazada por el programa infantil Cachureos, que dirige , conduce y canta sus canciones.  Aunque hace varios años el programa está fuera de la televisión, sus presentaciones y discos siguen siendo su actividad  central . En el 2010 editó un disco de baladas, Volver a empezar, pero el episodio no pasó de ser un fugaz regreso al viejo oficio de cantante.

Patricio Castillo

Por sus muchas colaboraciones con otros músicos y la impronta de su trabajo solista, Patricio Castillo puede distinguirse como uno de los integrantes más importantes que fue parte del conjunto Quilapayún, al que se integró muy joven y acompañó de modo intermitente hasta 1971 (para luego reintegrarse, por un período, en los años noventa). Castillo ha sido un destacado cantautor y multiinstrumentista, activo en la música por más de cinco décadas, dueño de una extensa discografía, recorridos por el mundo y asociaciones con gente como Isabel Parra, Víctor Jara, Los Jaivas y Amerindios.

Los Afuerinos

Son tan fuertes los rasgos de identidad de la cueca nacida en Valparaíso, que sus cultores han pasado a engrosar algo así como un subgénero, del cual Los Afuerinos son unos de los más poderosos representantes. El grupo fue pionero en una corriente que poco después se solidificó con conjuntos como Altamar, Los Palmeros y Los Paleteados del Puerto; y ha desarrollado su trabajo en una doble vertiente de interpretación e investigación.

Los Jorobados

Apenas nueve meses duró la actividad de Los Jorobados, pero el filo poético de sus letras nihilistas y su furia escénica alcanzaron a crear en torno a ellos un pequeño culto, y a insertar al grupo dentro de la naciente escena punk chilena de su época (si bien el grupo prefirió citar como influencias el sonido rockero y/o experimental de gente como Jimi Hendrix y King Crimson). De modo póstumo, diez años después de su separación, la banda se reunió para grabar el único registro que existe de su trabajo.

Marcial Campos

Mil novecientos treinta y cinco marca el hito para Marcial Campos. Ese año cumplió los ocho y comenzó a tocar la guitarra criolla y a cantar cuecas. Primero fueron las de autor anónimo y luego las más de trescientas cuecas que llevaron su firma, además de otras tantas escritas por su hermano mayor, Eleodoro Campos. Juntos formaron uno de los dúos cuequeros más importantes y transversales en la historia de la música chilena: Los Hermanos Campos.

Arnoldo Madariaga Encina

Arnoldo Madariaga Encina es el patriarca de una familia dedicada al canto, la poesía popular y la paya en Chile, al mismo tiempo que gestor de uno de los más importantes encuentros nacionales de payadores en su natal ciudad de Casablanca y un activo participante en el ámbito del canto a lo divino.

Spectro

Spectro fue creado al interior del colegio Verbo Divino por adolescentes que pusieron en marcha una banda de heavy metal en los tiempos en que el culto metalero se estaba instalando con gran fuerza en Chile. Si bien se trataba de escolares, su nivel llamó la atención de los pioneros mayores del metal y logró una importante llegada entre un público adolescente. Spectro no dejó discos, pero llegó a grabar un videoclip que se convertiría en el primer registro audiovisual chileno de una banda de metal.

Eduardo Maturana

Además de ser uno de los primeros compositores chilenos que adoptaron en su obra la dodecafonía y el serialismo, Eduardo Maturana fue un activo protagonista de la escena vanguardista que se estableció durante la década de 1960, con músicos como León Schidlowsky, Gustavo Becerra y Leni Alexander, entre otros. Suya es “Responsorio para el guerrillero”, emblemática pieza que describe este período en Chile, donde incorporó inéditos elementos al sonido de la orquesta y la narrativa sinfónica.

Guadalupe del Carmen

El carnet de identidad de Guadalupe del Carmen es impreciso. Tiene el nombre de Esmeralda González Letelier y asume que el nacimiento de la principal voz de la ranchera chilena, de la propulsora de los charrasqueados y de la diva de villorrios y peones, se registra el 7 de enero de 1931 en una pequeña casa de adobe y troncos levantada en una suave loma de Quilhuiné (otro registro apunta su natalicio el 12 de octubre de ese mismo año). Guadalupe del Carmen es una de las figuras fundamentales de la música popular chilena de toda la historia, igualable a nombres como Ester Soré (n. 1915) en la interpretación de tonadas, a Margot Loyola (n. 1918) en su trabajo de proyección folclórica y a Violeta Parra (n. 1917) en la composición de música chilena de raíz.

Los Chileneros

Los Chileneros albergaron a una importante generación de cantores que inauguraron la nomenclatura de “cueca brava”, estilo cultivado popularmente durante el siglo XX en Santiago y Valparaíso. Eran hombres de registro vocal alto y con la tradición del “canto a la rueda” siempre viva. Bajo la figura del cantor, poeta popular y autor Hernán Núñez, Los Chileneros serán uno de los principales referentes estéticos e identitarios de las generaciones de cuequeros ubanos del siglo XXI.