1980
Por su oficio musical, o por su pionera trayectoria audiovisual, Hugo Arévalo ha estado presente en varios momentos fundamentales de la historia musical chilena. Es uno de los primeros músicos en grabar el sonido del guitarrón chileno, fue parte de las intensas actividades de la peña de los Parra a fines de los años '60, fue lo más cercano a un "inventor" del género del videoclip en Chile, y luego, en el exilio, fue parte de los artistas que llamaron la atención en el mundo de la dictadura chilena. Fue un activo realizador audiovisual durante años, hasta su fallecimiento en mayo de 2024.
Referencia de la música nortina, el conjunto Calichal legó al cancionero nacional un himno religioso en ritmo de trote taquirari de encanto unánime entre audiencias. Su "Reina del Tamarugal" pasó del triunfo en la competencia folclórica del Festival de Viña 1985 a las fiestas y celebraciones populares frente a «La Chinita», cada año en La Tirana. La composición de Luis Toño Miranda y Manuel Veas —la dupla autoral más frecuente en la historia del conjunto— es una invitación irresistible al homenaje y la participación colectiva, que califica entre las canciones folclóricas más recordadas en la historia del Festival de Viña. Calichal se mantuvo unido por al menos dos décadas, con reconocimientos también en festivales como los de “Raíz folclórica Chilena”, “La vendimia de Molina” y el del Huaso de Olmué.
La época más significativa en el dilatado trabajo de Emociones Clandestinas está vinculada a uno de los discos fundamentales del rock hecho en Chile. En Abajo la costanera (1987) el grupo de Concepción combinó códigos de lo mejor del pop y rock británico entonces en boga con reflexiones sobre la vida en las urbes chilenas bajo dictadura, afirmado todo con la actitud de un carismático cantante. La banda fue lanzada a una fama inesperada a través del single "El nuevo baile", un tema que ha llegado a ser incluso más conocido que ellos mismos.
Margot Loyola es, junto a Violeta Parra, una de las dos grandes maestras del folclor chileno. Dedicada a la investigación y la enseñanza, contribuyó a renovar esa música al impulsar el trabajo de campo en los grupos de proyección folclórica de los años '50, difundió y estudió estas tradiciones en Europa y América y es la única folclorista que ha ganado el Premio Nacional de Arte, reconocimiento que recibió en 1994. Falleció en agosto de 2015, a la edad de 96 años, dejando un legado de estudios de campo, recopilación y canto de más ocho décadas. Desde 2016, cada 15 de septiembre, el día de su natalicio, se celebra el Día Nacional de la Cultura Tradicional y Popular Chilena.
A través de una extensa carrera dirigida por su firme y a la vez dulce sello de autora, Isabel Parra se ha destacado como una de las más reconocibles voces de la música popular chilena, más allá de sus excepcionales vínculos familiares. La hija de Violeta, hermana de Ángel, sobrina de Roberto y madre de Tita —por nombrar sólo a algunos de sus parientes destacados en la canción— se caracteriza por una pluma delicada, pero de ácida observación cuando así lo dicta la contingencia; y es entre estos dos polos que se debaten sus más importantes composiciones. Es, entre otras cosas, la gran voz femenina de la Nueva Canción Chilena.
Antes incluso de que La Marraqueta comenzara a elaborar una propuesta que luego llamó "fusión criolla", existió el grupo Alsur. Ambos estuvieron emparentados directamente en lo estilístico y también en lo histórico, pues tanto La Marraqueta como Alsur surgieron desde el ensayo de jazz eléctrico llevado a cabo por un puñado de músicos jóvenes en los años '80 al interior del grupo Cometa. A partir de 1986, Alsur fue encabezado por el brillante guitarrista eléctrico y compositor Edgardo Riquelme, el que primero se aventuró a trabajar sobre la mixtura de la improvisación jazzística, la instrumentación rockera y la inspiración abierta de la música de raíz folclórica chilena.
Desde una posición de marcado silencio y perfil sobrio, Toly Ramírez se ubicó en el mapa de las estrellas de una escena musical moderna como el más brillante y prolífico orquestador chileno de música popular a partir de la década de 1970. Es parte de una generación de músicos que sobrevivió a la desaparición de los auditorios radiales y sus grandes orquestas mixtas y también al declive progresivo de la Nueva Ola.
Rock primero duro y luego melódico caracterizó a las dos fases de la historia de este grupo iniciado en 1981, y con últimos signos de vida hacia 2005. El nexo entre una y otra fue el baterista Danilo Castro, único integrante que sobrevivió a una anorme rotativa de músicos en su formación.
En la referencia al grupo porteño-viñamarino Tryo, indefectiblemente se entra en el terreno de aquellas bandas que, más allá del impacto en el gran público, de la presencia mediática o de las afinidades estilísticas que comparta o no la audiencia, han producido aportes fundamentales a la conformación de un corpus musical chileno. Tryo está a la altura de otras bandas consulares de la década como Fulano, Electrodomésticos, Sol y Medianoche o Agrupación Ciudadanos.
Lucho Barrios fue peruano, pero su huella en Chile es trascendente. Su potente voz, quejumbrosa y lastimera, se paseó por valses y boleros de una manera inconfundible, anclándose al sentimiento más profundo de sus auditores, sin para ello necesitar de promoción convencional ni espacios televisivos. Una extensa discografía, de más de mil canciones grabadas, es hoy parte de su legado, inevitablemente asociado a ese espacio estético, de clase y de convivencia que asociamos a la noble cultura «cebolla», y que el cantante nunca tuvo complejo de enarbolar. No fue autor de las muchas canciones que sin embargo sí supo hacer propias, y entre las cuales brillan "Amor de pobre", "Mi niña bonita", "Me engañas, mujer", "Señor abogado", "Amor gitano" y otros varios relatos de dramas casi inimaginables, que Barrios optó por interpretar como un actor de teatro abraza un papel. Su versión para el vals a Valparaíso "La joya del Pacífico" no fue la única ni la más identificable para los porteños, pero sí por lejos la más difundida.
El guitarrista Pedro Frugone asumió la música como vocación temprana, y ha sido hasta hoy persistente en su trabajo y leal a ese llamado. De entre las muchas bandas de las que ha formado parte, las más importantes han sido Anachena, Viena y sobre todo La Ley, con quienes tocó por casi veinte años. Ha colaborado con diversos músicos locales, y en 2007 publicó un álbum solista.
Compositora, cantante y poeta, Tita Munita nació en Santiago y es hija de la también poeta Marta Zañartu. Luego de cursar dos años de arquitectura en la Universidad Católica de Valparaíso optó por un cambio, y continuó estudios en la Escuela Moderna de Música (guitarra), la escuela Antilhue y el Taller 666 (teoría), histórico reducto de resistencia cultural en los primeros años de dictadura. Ha alternado la docencia de la música con la conducción de talleres de guitarra, el trabajo solista y la participación en el conjunto musical para niños Agualuna.
Pocos músicos chilenos pueden jactarse de haber pasado por más bandas durante los años ochenta que Sebastián Levine. Pinochet Boys, Electrodomésticos y Supersordo fueron algunos de los nombres que ocuparon a Levine durante algo así como una década, antes de que decidiera una partida del país que, con intermitencias, ya se extiende por más de dos décadas. La búsqueda de una vida creativa y nómade marca la biografía de este percusionista chileno, en los créditos de numerosos discos.
Considerado el primer trompetista de jazz después del insuperable Luis Huaso Aránguiz, el joven Eugenio Yuyo Rengifo Bacelli apareció entre los músicos de Valparaíso como un niño prodigio. Su padre, Eugenio Rengifo Blanchard, había sido uno de los fundadores del Club de Jazz del puerto en 1954, junto a unos primerizos Giovanni Cultrera y Pepe Hosiasson, y entonces Yuyo tuvo acceso directo a ese escenario. Su talento innato se desplegó en la trompeta tras incontables audiciones de discos de Louis Armstrong. Y de hecho sería ése su modelo estético hasta el último día de su vida.
Como el heredero directo de Orlando Avendaño en la batería, Alejandro Espinosa pasó a ser un referente obligatorio en el jazz chileno desde fines de los '70. Primero como músico moderno en su Concepción natal y luego como uno de los grandes difusores del jazz, a través de su trabajo en radio, la creación de festivales internacionales y la figura del anfitrión para prácticamente todos los jazzistas extranjeros que tocaron en nuestro país.
Los vínculos familiares han sido el principal ancla artística de Tita Parra, pero en ningún caso un fin en sí mismos. Cantautora, guitarrista y tecladista, la mayor de las hijas de Isabel Parra le ha dado forma a un cancionero de rasgos autorales, así como a un estilo de interpretación de raíz latinoamericana registrado tanto en sus propios álbumes como en los de otros músicos. Su discografía se distingue por una fusión que acomoda la raíz folclórica entre citas al jazz y a la música brasilera. Parte de su trabajo se ha dirigido por los derroteros exigentes de la electroacústica, con menciones escritas a problemáticas (identidad femenina, medio ambiente, meditación) de hasta entonces escasa reflexión en el cancionero chileno. Sus grabaciones y conciertos han contado con relevantes músicos de acompañamiento y apoyo, como, en diferentes momentos, Emilio García, Pedro Greene, Chicoria Sánchez y Manuel García.
La historia del grupo Aymara cruza los períodos de Nueva Canción Chilena y Canto Nuevo, aunque es en este último movimiento donde se encuentra su mayor identificación y más prolífico trabajo.
Marcelo Hernández es uno de los cantantes más emblemáticos de los años ‘70 y ‘80 en Chile. A fines de los 60 fue un mini fenómeno, al ganar un festival de Canal 13 en 1969, y ser elegido como Mejor Intérprete en el Festival de Viña del Mar. Avanzados los '70, se integró como protagonista a la escena de baladistas televisivos de esos años, donde además fue actor y comediante, pero en 1983 toda esa actividad se vio desplazada por el programa infantil Cachureos, que dirige , conduce y canta sus canciones. Aunque hace varios años el programa está fuera de la televisión, sus presentaciones y discos siguen siendo su actividad central . En el 2010 editó un disco de baladas, Volver a empezar, pero el episodio no pasó de ser un fugaz regreso al viejo oficio de cantante.
Pedro Leal es un cantante y guitarrista folclórico conocido principalmente por haber integrado el conjunto de Silvia Infantas y Los Baqueanos y posteriormente el Dúo Leal-Del Campo, que desde los años 60 cantó junto a Ester Soré, su esposa y cómplice artística hasta entrados los años 90. Dotado tenor, Leal inscribió su nombre en varios pasajes de la música folclórica chilena del siglo XX.
El quinteto jazz-rock y fusión de Valparaíso apareció a comienzos de los '80 para vigorizar la escena de bandas en la vanguardia del jazz eléctrico, con bandas como Kameréctrica (con el violinista eléctrico Roberto Lecaros), Quilín (con el guitarrista Alejandro Escobar), Cometa (con el baterista Pedro Greene), Alsur (con el guitarrista Edgardo Riquelme), y más adelante Trifusión (con el guitarrista Emilio García). Ensamble incluyó en sus filas al guitarrista Eduardo Orestes, al saxofonista Jaime Atenas, al tecladista Pablo Bruna, al bajista Carlos Martínez y al baterista Boris Gavilán. Realizó presentaciones en el entonces Teatro La Batuta en 1990, y en el centro Cultural San Martín de Buenos Aires en 1992. Editó el disco Sobre cordeles y bisagras (1990).