2010
Aunque es un renombrado músico en la escena de la cueca, Lucho Castillo tiene un lado pop plasmado por primera vez en un EP el año 2012, Música Simple para un mundo complejo, y luego en el largaduración de 2018, Algo fundamental, donde se acercó definitivamente al rock. Lo dice en el primer tema del disco: “No estoy en contra en su totalidad / de la influencia internacional / Ojo con lo que es fundamental”. Castillo ha sido cantante, acordeonista y compositor de Los Tricolores, Los Vinelis y Los Piolas del Lote. Mantiene hasta ahora trabajo constante en vivo y de grabaciones, siempre en colaboración con bandas acompañantes.
El año 2003 Los Tetas grabaron un dúo con Germaín De la Fuente y ese encuentro fue la base del proyecto The Black Angels. El cantante Camilo Castaldi, se acercó a partir de entonces a la música de Los Ángeles Negros, redescubriendo su potencial funk, y así comenzó a fraguar, en sus palabras, “la idea de merodear los coros de Los Ángeles Negros con mis propias historias”. Junto al guitarrista de jazz Nicolás Vera, su compañero en Criminal Jazz, y la aprobación del autor Orlando Salinas, el 2015 obtuvieron un Fondo de Cultura para hacer el disco Canción negra. Allí plasmaron diez canciones de Los Ángeles Negros con una base instrumental dirigida por Vera, que convocó varios invitados, como Paz Court, Panty (de La Habitación del Pánico) , y músicos de Los Tetas como Rulo y Cee-Funk. El rapeo de Castaldi, con sus propias letras, dio el sello final al disco, que fue lanzado a fines de 2016.
Surgido en una de las comunas más pobres de Santiago, el grupo Legua York (también presentado como Leguayork) es uno de los referentes chilenos de un hip-hop político y combativo, y uno de los primeros en conjugar la carga ideológica de movimientos como la Nueva Canción Chilena con el registro de la cultura de calle. Cultores de un perfil opuesto al de bandas súperventas como Tiro de Gracia o Makiza, Legua York se nutrieron de las raíces de la música negra para musicalizar sus rimas marcadas por la denuncia y la crítica social, las que han sido ampliamente difundidas por medios de la izquierda política.
Gonzalo Eduardo Sorich Guerra es un trovador urbano nacido en los albores de la vuelta a la Democracia, que ha recogido la tradición del canto popular instaurado por las principales figuras de la Nueva Canción Chilena, como Víctor Jara, aunque también ha coincidido con las músicas posteriores representadas en la trova cubana de Silvio Rodríguez o la canción catalana de Joan Manuel Serrat. Con experiencia como diácono en el colegio San Esteban, Sorich se dio a conocer en escenarios de diversos festivales escolares. Su primera canción significativa fue "Dando vueltas", pieza que le abrió el camino a la cantuatoría. Tiene publicados los discos Ojos de artista (2011) y Despegar (2015), y fue destacado en Cumbre de los Cantores Sitmuch de 2015 por "Quédate a ver la luz del alba".
Cantante romántica y cultora de música latina y pop, Katherine Nineth Ravlic Elal se ha mantenido en la ciudad nortina de Copiapó realizando una serie de presentaciones con diversos repertorios. En 2002 fue seleccionada por el Sello Azul y con esta disquera editó su único álbum, Otro día más. Su carrera ha transcurrido localmente en escenarios del norte.
Cantautora capitalina, Sandra Aguilera se estrenó discográficamente en 2018 con el álbum Todo a su tiempo, una poética declaración de principios que musicalmente recorre la canción folk-pop. Sus piezas más difundidas ese año fueron entonces "Revelación" y "Reencuentro", dos instantáneas autobiográficas. Iniciada en la música desde niña en el Liceo Técnico José María Narbona B-58 de Ñuñoa, se instruyó en la guitarra popular y la guitarra clásica, además del piano, y tuvo participaciones en conjuntos folclóricos y corales, herramientas que Sandra Aguilera utilizaría en su futuro como cantautora. Ha encabezado la agrupación folclórica Cordillera Nevada, de Peñalolén, y el coro Voces Mozartianas, de La Reina. Como nombre propio, en 2017 participó el Festival de la Canción de Concón, con "Me hundo en el mar", de su autoría y al año siguiente escribió tres piezas para el disco Mitos y leyendas, de Nicolás Campos, donde también puso su voz.
La popularidad que durante los años noventa acumuló el grupo Sexual Democracia ha sido el sustento para la carrera solista de Miguel Barriga. El cantautor sureño fundó esa banda en 1988, trabajó con ella a lo largo de catorce años y casi una decena de discos, y la ha mantenido con formaciones cambiantes en paralelo a su trabajo solista. Cuesta diferenciar a estas alturas entre Sexual Democracia y Miguel Barriga, y el músico no parece incómodo con la confusión.
Una de las cantautoras independientes más interesantes surgidas en la década de 2010 es la portomontina Sara Pozo. Pianista, acordeonista, guitarrista, violonchelista y con un trabajo poético sobre temas existenciales pero también sociales y medioambientales, ha venido desarrollando una propuesta que mezcla influencias del folk, la música pop de sus tiempos y el folclor sureño que ella conoció siendo niña en la Península de Chayahué. Su primer disco es Atmósfera (2016), un caleidoscopio de esas coloridas líneas musicales que se entrecruzan en el movimiento.
Compositor y productor, la historia musical de Víctor Moris cruza espacios que van desde la raíz más pura de la trova hasta el rock y las fusiones con el folclor latinoamericano. En ese recorrido Moris realizó un trabajo con el poeta mapuche Elicura Chihuailaf que se convertiría en el primer álbum dedicado a su obra: Canción azul (2006), una pieza donde se reunían todos aquellas influencias musicales. Sus inicios se advierten en Concepción con una cercanía a la música andina, aunque luego se amplió hacia otros bordes de la música, desde estudios en el campo de la guitarra clásica a una militancia en el grupo Zurdaka. Más decisivo fue, incluso, su trabajo con el candombe afrouruguayo y las colaboraciones que ha marcado con el brasileño Sergio Boré y el grupo Tambores Urbanos, donde Moris aparece en una serie de discos.
Cantante, compositora, charanguista y percusionista, Carmen Lienqueo indica como motivación de su trabajo musical «transportar a un paisaje que emerge de Latinoamérica, una geografía sonora compleja llena de matices». Sus conciertos y grabaciones hasta ahora son representativas de ese alcance amplio y mestizo, esencialmente sudamericano y de valiente expresión personal.
Los estudios académicos de canto, piano, composición y arreglos para música popular vienen a definir el perfil musical de Nicole Nietzschmann, formada principalmente en la Escuela Moderna de Música. Los resultados de todas esas experiencias aparecen en Ser ahí (2017), disco con que debutó en el circuito, presentando un repertorio de canciones sustentadas en la música latinoamericana como fondo, el jazz como tratamiento y el canto pop de matices soul como forma. Alumna de profesoras como Lorena Pualuan, Paula Herrera y Karen Rodenas, con estudios junto al pianista de jazz Moncho Romero, Nietzschmann fue voz del grupo Los Prana, en su última época, y como solista en 2015 trabajó en un primer repertorio para el disco No dejarlo pa' después. Sin embargo, su proyecto final se encaminó a Ser ahí, para el que se rodeó de músicos de jazz como Raimundo Barría (piano), Milton Russell (contrabajo) y Juan Pablo Jaramillo (batería), así como del compositor y arreglador Emilio Bascuñán, con quien trabajó parte del repertorio del álbum.
Soprano clásica en una etapa de madurez musical, Esperanza Restucci había aparecido como una joven vibrafonista y cantante pop de la escena de los ’90 a la cabeza del grupo Masticables, razón por la que no es posible ubicarla en los mapas de la música chilena con precisión. Su historia la conduce por caminos alternativos unos de otros, sin mayores detenciones, y aunque su perfil ha estado de manera natural en un plano secundario, sigue siendo una de las figuras recordadas de esa generación. Restucci combinó su acción como percusionista melódica única en su tiempo, improvisadora, compositora, cantante pop y, final y definitivamente, intérprete de lírica de cámara con una serie de proyectos en este campo, estudios en Alemania y publicación de discos.
En 1986 y mientras era todavía un estudiante de secundaria, Daniel Guerrero conoció a Pablo Castro en el colegio San Agustín, de Ñuñoa. Juntos formaron el dúo La Sociedad, proyecto con el que lograron considerable éxito en Chile y en algunos otros países, gracias a una renovada fórmula de pop romántico. Ha sido ése el molde que más le ha servido a Guerrero en su carrera solista, a partir de la disolución del dúo, en el año 2001. Tres discos produjo en ese tiempo solista, cuando además convirtió en un reputado productor y compositor.
Baladista de Osorno, Grey Cerro destacó en 2012 como figura de la segunda temporada del programa televisivo de talentos "Factor X", de TVN, concurso en cuya versión original obtuvieron premios los cantantes Sergio Jarlaz y Madriela Marchant. Grey Cerro obtuvo el tercer lugar, lo que le dio visibilidad. En 2013 grabó el disco Ahora ve, producido por Daniel Guerrero.
Guitarrista, compositor, observador de las músicas de distintas fuentes, Daniel Delgado ha sido un coprotagonista de las vanguardias en los tiempos de surgimiento de la fusión latinoamericana, ámbito creativo que fue paulatinamente tomando espacios hasta convertirse en un nuevo folclor urbano y moderno. Como músico presente en proyectos de Jorge Campos, Pedro Villagra, Quique Cruz, Luis Le-Bert, Mariela González, Tita Parra, Schwenque & Nilo, puso su mirada de una música equilibrada y múltiple, y sobre todo como integrante del referencial conjunto Entrama. En paralelo Delgado ha sido compositor y líder de sus propios proyectos, que llegaron al disco en 2004, con el representativo Imaginario.
Aunque por años una elenco de cantoras de rodeo, Las Morenitas lograron presencia y fama como uno de los conjuntos más tradicionales alrededor de la música típica chilena. En su historia alternaron presentaciones en locales nocturnos y auditorios radiales pero también fiestas costumbristas y celebraciones campesinas. Nacidas en Ñuñoa, Isabel Chabelita Fuentes se unió a su vecina Laura Yentzen, y poco después a Petty Salinas para formar el primer trío de Las Morenitas. Sobrepasando las seis décadas de vida musical en 2014, el conjunto femenino fue el más longevo en la era del llamado folclor de masas, con un trabajo regular en escenarios y grabación de discos.
Ha sido la gestión del colectivo Los Guachacas lo que, desde fines de los años '90, ha mantenido activo y le ha dado nombre público a Dióscoro Rojas. Sin embargo, el cantautor desarrolló en su juventud una interesante carrera musical, que en distintos momentos lo emparentó con la Nueva Canción Chilena y el Canto Nuevo. Hoy es más preciso describir su trabajo como el de un gestor cultural y cantautor que se ocupa de manera amplia de los códigos de la música, la cultura y las emociones de la vida popular urbana.
La pródiga generación de voces y compositoras femeninas del Biobío tiene en Claudia Melgarejo a una cantautora que recorre largos trayectos musicales, caminos que se inician en las raíces del canto campesino sureño y que desembocan en la música pop moderna. Ese tránsito queda expuesto en los cinco años que separan sus primeros discos autorales, Afín (2012) y Feroz (2017), donde ella pasó desde la influencia de la guitarra campesina al uso de la guitarra folk, aunque en ambos momentos utilizó afinaciones no regulares de la tradición.
Mariví es una de las voces de la balada y pop romántico que surgieron en el circuito en la segunda mitad de los años '10, con un disco homónimo que vino a marcar su posición entre otras cantantes de su generación como Belén Robert, Camila Riestra, Cristina Santiagos, Camila Silva, Maca Torres, Cari Monteci y la más popular de ellas, Camila Gallardo. Nacida en Rancagua y criada en Antofagasta, Mariví se inició en el canto, el baile y la actuación, fue alumna de Maitén Montenegro, en cuya academia conoció al cantante y productor musical Rodrigo Aray. Con él comenzó a proyectar un repertorio propio, que tuvo en la canción "Tu fuego" la primera muestra del disco Mariví (2017).