Rock
Con más de cinco décadas de vida cumplidas a escala mundial y con la guitarra eléctrica como su arma predilecta de sonido, el rock es casi igual de antiguo desde su primera adopción en Chile a mediados de los años '50, y ha descrito una de las evoluciones más múltiples de la música popular local. Imitado al comienzo, chilenizado en parte por la Nueva Ola, transformado en himno nacional para el Mundial de 1962, puesto al día por jóvenes airados a fines de los '60, revolucionado por toda una nueva generación hippie y telúrica a comienzos de los '70, aguerrido bajo la dictadura, agitado por la new wave a mediados de los '80 y abierto hacia formas como el punk, el metal, el reggae o el pop, la música rock se ha multiplicado en un sinnúmero de nombres y tendencias desde los años '90 hasta la actualidad.
Desde su formación, a fines de los años ochenta, Ocho Bolas ha sido emblema de la escena punk de Valparaíso, con un trabajo intermitente pero de fiera identificación con su entorno. Su discografía muestra temas furiosos, agitados y críticos, pero siempre apegados al lugar en el que nacen. Tal como cantan en “Voy pa’l Barón”: “Así es el mundo del rocanrol/ Hay poca plata pero mucha diversión/ No tomo el metro pero voy en ascensor”.
Conocido inicialmente como bajista eléctrico en agrupaciones de rock avant-garde como MediaBanda (2000) y Yonhosago (2001), Santiago Astaburuaga ha sido un creador múltiple en diversos círculos de la música experimental, desde la improvisación libre a la composición contemporánea. Formado en el Instituto de Música de la Universidad Católica, tempranamente se vinculó a proyectos de investigación del sonido y métodos no regulares de narración. Además ha participado en distintas magnitudes con proyectos como Akinetón Retard, Tárabust y Klaine Trío. En 2017 publicó con la plataforma ala1RECS piezas camerísticas para solistas y ensambles, considerando músicos de su entorno y generación, como Edén Carrasco, Benjamín Vergara, Diego Aguirre, Matías Mardones, Marcelo Maira o Nicolás Carrasco Díaz.
Influenciado por diversas fuentes musicales, desde el rock clásico al folclor sureño y desde el jazz contemporáneo a las fusiones de raíces latinoamericanas, el guitarrista Brunos Riveros ha hecho una carrera autónoma en ciudades de la Quinta Región, instalando su nombre en distintos frentes. Nació en Valparaíso y ha vivido largamente en Quilpué, desde donde ha establecido su ruta como músico.
En la comuna santiaguina de San Bernardo surgió el primer grupo de la cantante Denisse Malebrán. Fue un cuarteto de dream pop formado entre compañeros de colegio, que alcanzó a publicar un único álbum antes de su disolución (Turbomente (1997) fue el primer álbum en formato CD-Rom lanzado alguna vez en Chile). Con lecciones formales de canto y sincero entusiasmo por la música, Malebrán se vislumbraba como promesa dentro de la música chilena, aunque hubo que esperar, primero, su paso de Turbomente a Polaroid —junto a los hermanos Mauricio (Sokio) y Daniel Díaz—, y, al fin, a su definitivo ingreso a las filas de Saiko.
Una música desde la raíz folk brota en la obra de Natalia Molina, un nombre entre la activa generación de cantautores de la década de 2000 que en esa época renovaron el concepto de trova, incoporando elementos del rock, el pop y el folclor chileno a sus canciones y donde también es posible identificar a figuras como Nutria, Javier Barría, Nano Stern, Chinoy, el primer Gepe, la primera Camila Moreno, Vilú, María Perlita o Felipe Cadenasso. También poeta e ilustradora, Natalia Molina marcó presencia en 2009 con la canción "Alma", que fue el punto de partida como autora de canciones expuestas a solas, con guitarra folk, o con banda de rock.
Dos continentes y varias mutaciones atestiguaron la música enérgica y colorida de Panico (así, sin la debida tilde), la única banda chilena rock de contables avances en Europa. Su historia en Santiago y París supuso desarrollos distintos, aunque unidos en un mismo concepto de música inquieta y mirada global. El grupo iluminó el solemne escenario chileno de los años noventa, y avanzó más tarde en una discografía capaz de combinar la matriz rockera de avanzada con ritmos tradicionales latinoamericanos, como la cumbia y el bolero. Si es por sintetizar, fueron dos sus fuentes principales: el punk, que les enseñó los beneficios del «hazlo por ti mismo»; y la psicodelia, que les recordó que la música debe ser también una experiencia delirante y visual. Su trabajo puede ser considerado como una guía pionera para el rock independiente más tarde asentado en el país.
Metal étnico. Pesados riffs de guitarra que conviven con ritmos que remiten a sonidos autóctonos y fuerzas ancestrales. Ése es el sello de una de las bandas con más identidad en la escena del rock duro local. Y fue en la búsqueda de una identidad más definida, justamente, que los cuatro integrantes del grupo Stonehenge, decidieron a mediados de 2001, rebautizarse como Huinca, nombre bajo el cual trabajan hasta hoy.
De la guitarra eléctrica a la guitarra acústica y viceversa, Andrés Valdebenito ha recorrido un camino en la música popular que va desde la cantautoría en el rock pop hasta la composición para cine. Su historia como nombre propio se inicia en una saga de primeros álbumes, algunos de ellos muy destacados desde la canción y desde el sonido, como Rara avis (2022) —producido por Javier Barría—, que él grabó en simultáneo a su otra vida musical: Andrés Valdebenito es integrante de proyectos como Oxa y la banda de Nico Rojo, que han expandido su alcance musical.
Los integrantes de Bandhada se conocieron en la Facultad de Artes de la Universidad de Chile, donde el baterista Juan Coderch y el bajista Alfonso Feeley estudiaban percusión e ingeniería en sonido. En 1983, el guitarrista Carlos Chung (también estudiante allí) los reunió para comenzar a funcionar con la primera formación del grupo. Influenciados por el guitarrista estadounidense Pat Metheny, y la música sinfónica y de fusión de los años setenta, Bandhada se convirtió en una banda pionera del rock progresivo y el jazz-rock hecho en Chile (junto a nombres como Cometa y Quilín), pese a que en los recuerdos suele asociársela a la camada del llamado «boom pop» chileno de esa década.
Cristián Heyne se ocupaba como bajista y parcial compositor en el trío Christianes cuando comenzó a trabajar paralelamente junto a Shogún; inicialmente un dúo, también con Jaime Laso. Con el tiempo, Shogún se convertiría no sólo en su principal cauce creativo, sino también en su proyecto individual, con lanzamientos y presentaciones intermitentes a lo largo de más de dos décadas. Aunque mantiene su nombre de grupo y suele incorporar a algunos colaboradores, Shogún debe verse como un vehículo comandado únicamente por Heyne, quien ha ido granjeándose en paralelo gran prestigio como productor pop. Aunque cotizada, la discografía de Shogún es en extremo esquiva, y, a estas alturas, casi sólo puede encontrarse como descarga digital.
Entre el frente de grupos de rock surgido en Chile a fines de los años '90 coinciden pioneros como Yajaira y nuevos exploradores como Familia Miranda, pero un nombre está al centro de la escena: Guiso. Además de instalar el sello Algorecords, por el que han editado sus discos junto a los de varios otros grupos, este cuarteto actuó con persistencia en vivo, mostró su música en Argentina, Uruguay, Brasil y Colombia, e hizo perdurar por dos décadas que persistió en ganar nuevos espacios. Todos sus integrantes se mantienen hoy vinculados de algún u otro modo a la música, siendo el trayecto más constante el del dúo Perrosky.
Al menos tres etapas marcan la historia de Los Tetas, banda-cuna no sólo de una apuesta poderosa de funk hecho en Chile, sino también de trayectorias musicales individuales que han aportado a la música local. En los años noventeros de transición democrática, Los Tetas pusieron en la radio una serie de canciones que vinieron a marcar época: "Corazón de sandía", "Hormigas planas" y "La medicina", entre otras. Aquellas sucesivas fases en su historia deben rastrearse en pasos dentro y fuera de Chile, entre períodos de gran éxito autogestionado y otros de avance lento y distancia entre sus integrantes. Su reactivación en 2011 y sus planes de relanzamiento chocaron al poco andar con noticias cubiertas por la crónica policial, que por varios años mantuvieron al conjunto en la incertidumbre y a sus músicos en proyectos por separado. En 2024, Los Tetas se presentaron como un proyecto rearticulado, aunque como dúo.
Transversalmente a la sucesión de estilos y décadas de tránsito en la música popular chilena está un baterista como Pedro Greene. Un solista que fue desde la versión adolescente de los Blops hasta la madurez de La Marraqueta, engrosando en su bitácora una múltiple militancia en proyectos abiertos, con participación en ensambles experimentales europeos y activa presencia entre los músicos nacionales de la generación del toque de queda que subieron el volumen a la música de los '70 y '80.
La banda de Joe Vasconcellos fue el punto de partida de este grupo de vida breve pero vínculos significativos. Músicos activos ahí, venidos también de la experiencia junto a bandas como De Kiruza, Barracos y Resistencia, combinaron desde 2002 su común inquietud por desarrollar un repertorio chileno de reggae, funk y raíces afro y latinas. Coloridos atuendos, coreografías y pseudónimos de personajes de historieta marcaron la llamativa puesta en escena del grupo, que cerró su historia habiendo publicado dos álbumes: Tiraparriba (2003) y Bongo 1 (2004). Una de las marcas de su historia es haber acogido en diferentes momentos a los hermanos Ítalo y Enzo Vásquez, más tarde populares en el exitoso dúo romántico Los Vásquez.
Congreso es un nombre fundacional en la suma del rock chileno con el folclor, un protagonista en la llamada "música de fusión" y un conjunto esencial en la identidad musical chilena. Su solidez y su convicción le han permitido sobrevivir a la falta de espacios tras la llegada de los militares, y a la irregular difusión de sus canciones. Como pocos, el conjunto goza del unánime respeto en la comunidad musical, y ha visto pasar por sus filas a varios de los más destacados instrumentistas del país. Superando los 50 años, el grupo sigue saludable y vigente, componiendo canciones, grabando discos y presentándose en vivo dentro y fuera de Chile.
Desde la simbología de la estrella verde que acompañó la portada de discos como 21 canapés (2003), Akinetón Retard definió el sentido de una obra única que no iba a hacer las cosas fáciles para quien se sometiera a sus dosis sónicas, la mayoría de las veces "sobredosis" sónicas. Para cuando este proyecto de guitarras eléctricas y saxofones histéricos alcanzó su primera década de vida, Akinetón Retard era mucho más que el nombre de un medicamento antiparkinsoniano. Akinetón Retard fue un concepto en sí mismo: el más intenso y eficaz proyecto de una comunidad de músicos experimentales que abrieron sus discursos creativos en la era posterior a Agrupación Ciudadanos.
Inicialmente una identidad adoptada como proyecto musical en solitario por el cantante, guitarrista y también periodista Andrés Cúneo Kroneberg a inicios de la década de 2010, Soul Robots terminó siendo una banda de rock y pop en el amplio sentido del concepto: un cuarteto a dos guitarras y sección rítmica, además de la voz del propio Cúneo. En 2013 se estrenó en la música independiente, además de autogestionada y autoproducida, con el EP Cinta nueva.
El quinteto jazz-rock y fusión de Valparaíso apareció a comienzos de los '80 para vigorizar la escena de bandas en la vanguardia del jazz eléctrico, con bandas como Kameréctrica (con el violinista eléctrico Roberto Lecaros), Quilín (con el guitarrista Alejandro Escobar), Cometa (con el baterista Pedro Greene), Alsur (con el guitarrista Edgardo Riquelme), y más adelante Trifusión (con el guitarrista Emilio García). Ensamble incluyó en sus filas al guitarrista Eduardo Orestes, al saxofonista Jaime Atenas, al tecladista Pablo Bruna, al bajista Carlos Martínez y al baterista Boris Gavilán. Realizó presentaciones en el entonces Teatro La Batuta en 1990, y en el centro Cultural San Martín de Buenos Aires en 1992. Editó el disco Sobre cordeles y bisagras (1990).
Tras el fin del llamado boom pop de los años ochenta en Chile, La Ley fue el único grupo de su generación que pudo gestar una propuesta musical de referentes globales y ambición de trascendencia. Con los años, el grupo se transformaría en un nombre de reconocimiento continental, con canciones, videos y giras que captaron la atención en varios países. Pese a sus cambios de integrantes, las mudanzas geográficas y las voluntarias pausas en su trabajo, no hay duda de que La Ley fue un equipo profesional de perspectiva duradera y marca señera para el pop local.
Guitarrista de jazz-rock y fusión, Juancristóbal Aliaga es solista, compositor y líder de proyectos de diversa consideración y estructura, elencos a los que denominó Cachai?? y con los que editó los discos de su primera época como solista. Hijo del percusionista de Congreso y a la vez baterista de Fulano Raúl Aliaga, tuvo formación en la escuela de música estadounidense de Berklee, tanto en su sede central de Boston como en la de la ciudad española de Valencia.