Los Prisioneros

Años
Región de origen
Décadas
Géneros
Integrantes
Jorge González, bajo y voz (1982 - 2006).
Claudio Narea, guitarra (1982 - 1989 / 2001 - 2003).
Miguel Tapia, batería (1982 - 2006).
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Cecilia Aguayo, teclados (1990 - 1991).
Robert Rodríguez, guitarra (1990 - 1991).
Álvaro Henríquez, guitarra (2003)
Gonzalo Yáñez, guitarra (2003 - 2004).
Sergio Coti Badilla, teclados (2003 - 2006).
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Los Prisioneros
Los Prisioneros son, ampliamente, el grupo más representativo de la historia del rock chileno. La austeridad de una música sin pretensiones virtuosas, y letras llenas de aguda observación social fueron la banda sonora del desencanto juvenil en plena dictadura de Augusto Pinochet, y hoy mantienen esa vigencia que define a los clásicos. Canciones como "La voz de los '80", "El baile de los que sobran", "Tren al sur" o "Sexo" se elevaron como himnos asistémicos, revolucionarios y contestatarios. Diversas crisis internas los llevaron a tener dos epocas y varios quiebres, hasta su final, el año 2006. Pero hoy, con la banda disuelta hace mucho, sus canciones siguen sonando en casi todas las generaciones del público chileno.
Jorge Leiva
El origen
A pesar de toda la fuerza política de Los Prisioneros, la banda nació como un grupo totalmente al margen de cuestionamientos partidistas o ideológicos. Sus integrantes —Jorge González (voz y bajo), Claudio Narea (guitarra) y Miguel Tapia (batería)— se conocieron como compañeros de curso en 1979, cuando ingresaron al primero medio del Liceo número 6 Andrés Bello, de la comuna de San Miguel.
La amistad del trío cuajó gracias a la música, y se tradujo en dos proyectos que antecedieron al nacimiento del grupo: Los Pseudopillos, una especie de banda de temas rapeados y lúdicos que giraba en torno a González y Narea; y Los Vinchukas, el real antecedente, donde por primera vez usaron instrumentos caseros y de segunda mano para tocar en vivo en actos del liceo. Finalmente, el 1 de julio de 1983, debutaron como Los Prisioneros en el Liceo Miguel León Prado.
Ese mismo año, y tras salir del colegio, Jorge González entró a estudiar Ingeniería en Sonido en la Universidad de Chile. Ahí conoció a Carlos Fonseca, hijo de una familia acomodada que manejaba paralelamente Fusión, una disquería en el barrio Providencia. A las pocas semanas, Fonseca abandonó los estudios para dedicarse a la tienda y a un par de proyectos que consumían sus horas libres: una columna de música en la revista Mundo-Diners y un programa semanal de sonidos contemporáneos en la radio Beethoven.
Paralelamente, Jorge González ideaba las canciones del trío, a la vez que dejaba también la universidad para enfrascarse en su tarea de líder, compositor y alma de Los Prisioneros. Contactados por un amigo común de la Facultad de Artes —el futuro Aparato Raro, Igor Rodríguez— González retomó sus lazos con Fonseca, quien le pidió temas de su banda para tocarlos en su espacio radial.
El material entregado por González era tan precario, que debieron grabar todas las canciones de nuevo, en el segundo piso de Fusión. No conformes, arrendaron un viejo estudio de la calle Lira, perteneciente a Pancho Straub, donde registraron una decena de temas que sirvieron para ser tocados en el programa de Fonseca y para abrirse paso en los sectores alternativos.
Durante 1984, Fonseca tomó la decisión de ser el manager del trío, e inaugurar con ellos el incipiente movimiento de rock chileno que dominaría la segunda mitad de la década. Ese año, Los Prisioneros causaron furor en tocatas universitarias de los recintos de la Chile y de la Católica; no así en sus propios círculos sociales, donde no eran entendidos. Es que, paradojalmente, fueron estos círculos "cuicos" o "intelectuales" que tanto aborrecían, los primeros en rescatarlos y elevarlos como ídolos de una corriente progresista contra el régimen. Sin quererlo, Los Prisioneros eran el estandarte de una lucha contra la dictadura que nunca les importó. Al menos en esos primeros años.
El fenómeno
Tasando el furor que causaba su grupo, Fonseca entendió que ya era hora de canalizarlo con el lanzamiento de un disco. Así, el 13 de diciembre de 1984 salió a la venta La voz de los ´80, un casette con etiqueta de la recién inaugurada productora Fusión, grabado bajo la clara influencia musical de los ingleses de The Clash, y que los encumbró como líderes del emergente movimiento musical que nacía en el país, alimentado por la invasión de pop que llegaba desde Argentina, sobre todo tras la guerra de las Malvinas.
A mediados de 1985, la multinacional EMI logró vencer su propia autocensura y firmó un contrato de distribución con Fusión para que el disco fuera repartido por todo Chile. El aparataje poderoso de la EMI los desparramó por todo el país, llevando el nombre del conjunto de Arica a Punta Arenas. Canciones como "Sexo" y "La voz de los 80" invadieron la programación radial, abriendo espacios a los nuevos conjuntos locales que protagonizarían el llamado boom del pop latino de los años '80. La consolidación definitiva de Los Prisioneros vendría el 1 de noviembre de 1986, cuando lanzaron el disco Pateando piedras con dos recitales a todo reventar en el Estadio Chile. En ese disco, ya bajo licencia EMI, venía el tema "El baile de los que sobran", un canto a los jóvenes marginados tras salir de la educación formal, que se hizo himno en todo el continente.
Pateando piedras significó el gran salto a la masividad de la banda, el ariete que les permitió vencer la censura que les impuso el oficialismo al vetarlos en la televisión y en los medios controlados por la dictadura. Letras inteligentes sobre temas sociales, un sonido bailable que se enriqueció con componentes electrónicos y la acidez del líder González ante la prensa y el público los distinguió definitivamente como la expresión más vistosa e interesante del rock de esos años. Temas como "Quieren dinero", "Por qué los ricos" o "Muevan las industrias" contenían certeras críticas sociales, eran bailables y representaban a buena parte de la juventud de esos años.
Todo ello, sin embargo, tuvo un costo. La prensa los hizo sospechosos, primero, y peligrosos, después, para el statu quo alentado por la dictadura. Por eso, sin quererlo y empujados por el propio sistema, Los Prisioneros fueron obligados a definirse políticamente frente a la contingencia. En 1987, durante una gira extensa por el sur del país, sus recitales comenzaron a ser prohibidos por las guarniciones militares, hecho que desencadenó que su tercer disco, La cultura de la basura (lanzado en diciembre de ese año), se quedara sin gira promocional debido al boicot gubernamental.
Ese disco, dedicado a la cultura de la radio AM que los marcó personal y artísticamente, fue un rotundo fracaso económico, y es el menos apreciado por la propia banda. Poco prolijo en su sonido, La cultura de la basura incorporaba por primera vez temas de Tapia y Narea, manteniendo la agudeza de las letras de González, aunque entre una mayor presencia electrónica. Estos elementos apenas trascendieron dada la escasa difusión del disco, y la distancia con los medios se acentuó cuando la banda llamó publicamente a votar NO en el plebiscito sobre la continuidad de Pinochet.
El quiebre
Con los recintos fiscales prohibidos, el trío ocupó 1988 para consolidar su fama en los mercados de Perú, Ecuador y Colombia. Realizaron giras y tocatas en los tres países, siendo en éste último donde mayor impacto lograron. Tres giras consecutivas (septiembre y noviembre del 88, y abril del 89) fueron el resultado del impacto que logró el grupo en el país cafetero.
Pero en pleno apogeo e internacionalización, vino el quiebre. A fines de 1989 y en plena preparación del disco Corazones, las diferencias musicales de Narea y González se hicieron insalvables. Narea, inclinado por el rocanrol, y el líder, seducido por la electrónica, rompieron su relación envueltos en una enconada disputa que se agravó por líos amorosos, y que dejó a la banda convertida en un dúo que en mayo de 1990 presentó su cuarta producción.
Corazones fue el álbum más exitoso de Los Prisioneros y el de mejor factura técnica, grabado y mezclado en Los Angeles (California) por el productor argentino Gustavo Santaolalla (y con Jorge González solo ante la imposibilidad de Tapia de viajar, por problemas con su visa). Una colección de dolorosas canciones de amor y fuerte presencia de los sintetizadores definieron este álbum, para cuya gira promocional fueron invitados a la banda dos nuevos músicos: la ex Cleopatras Cecilia Aguayo, y el ex guitarrista de la Banda 69, Robert Rodríguez.
En 1991, Los Prisioneros llegaron al primer Festival de Viña del Mar en democracia, en un hecho más simbólico que otra cosa, porque la banda ya no tenía la combativa cara de otros tiempos. De ahí continuó una gira de despedida por todo el país, durante la cual no faltaron los ásperos diálogos con el público. Al término de ese tour se puso fin a la historia de la banda más importante en la historia del rock chileno. La decisión era definitiva y así se creyó durante toda la década que siguió a su despedida.
El receso
Cada Prisionero siguió con sus propios caminos musicales. Claudio Narea había formado Profetas y Frenéticos, banda con la que trabajó intermitente hasta 1996; Miguel Tapia mantuvo la equívoca carrera de Jardín Secreto; y Jorge González, inició un camino solista que partió con enormes campañas promocionales, pero terminó con exploraciones en la electrónica y propuestas bastante alejadas de la masividad de antaño. Los tres se reunieron sólo a instancias de la edición del compilatorio Ni por la razón, ni por la fuerza, que EMI lanzó con sencillos y rarezas en 1996.
Aunque en aquella ocasión protagonizaron una tocata sin público en una sala de ensayo del centro Balmaceda 1215, la posibilidad de reunirse fue descartada; y la distancia se acentuó en 1998, cuando Tapia y González se unieron al venezolano Argenis Brito para el proyecto Los Dioses, con el que realizaron algunas tocatas no muy afortunadas, recreando el repertorio del trío sanmiguelino bajo una gira subtitulada "Lo mejor de Los Prisioneros". La agresividad de González y su falta de cuidado sobre el escenario alejaron al público y enterraron ese camino poco tiempo después.
La edición de un tributo colectivo a Los Prisioneros, producido por Carlos Fonseca; y el disco El cassette pirata (con grabaciones en vivo) no hicieron más que agudizar las diferencias entre los ex compañeros. Pero en el 2001 las aguas se calmaron. El regreso de Jorge González de una temporada de desintoxicación de drogas en Cuba, lo llevó a paulatinos acercamientos a su viejo núcleo de amigos, incluyendo al antiguo manager.
Tras reuniones sociales entre ellos, en marzo se cuajó el acuerdo de reunirse, y en julio comenzaron los ensayos, que dos meses después se materializaron en un single: "Las sierras eléctricas" (tema ya incluído en el compilado Ni por la razón, ni por la fuerza). El rumor, entonces, se confirmaba: Los Prisioneros, con su formación original, estaban de regreso.
La segunda época
El 9 de octubre de 2001 la banda dio su primera conferencia de prensa, con los tres integrantes anunciando un masivo concierto en el coliseo central del Estadio Nacional y la producción de un disco con material nuevo. La convocatoria, en todo caso, tuvo un enorme éxito, y la banda debió aumentar su actuación a dos jornadas en virtud del exceso de demanda. El 30 de noviembre y el 1 de diciembre de ese año, Los Prisioneros convocaron a un total de 140 mil personas, en sendos conciertos de casi tres horas donde repasaron buena parte de su repertorio de los años '80.
Durante el 2002, la banda continuó trabajando, realizó giras por Chile y el extranjero, y lanzó un disco y un DVD con las presentaciones en el Nacional. En mayo del año siguiente , tras presentarse en el Festival de Viña del Mar, estrenaron la primera canción original desde Corazones: "Ultraderecha", bailable ironía sobre la derecha política chilena, y adelanto del disco homónimo lanzado ese mismo año.
Durante la promoción de ese trabajo, que vendió más de 40 mil copias y cosechó disímiles críticas, una nueva crisis torció radicalmente el destino del grupo. En septiembre se informó de la salida de Claudio Narea. Fue el guitarrista quien hizo públicas las razones, luego de un último concierto (en Coquimbo). En una carta abierta enviada a los medios de comunicación, el músico denunciaba haber sido despedido del trío y de haber tenido que promocionar un disco que nunca había sido de su agrado. González se negó a comentar sus dichos apenas volvió a enfrentarse a la prensa, durante una conferencia de prensa que se suponía serviría para presentar como guitarrista reemplazante a Álvaro Henríquez (y que terminó con los micrófonos de la prensa arrojados al suelo por el airado líder de la banda).
Su siguiente disco se grabó a día siguiente de la conferencia, en un registro realizado por Los Prisioneros junto a Henríquez y Pablo Ilabaca, de Chancho en Piedra, como parte del programa "Raras Tocatas Nuevas", de radio "Rock&Pop". Allí repasaron temas propios y ajenos (de Los Gatos, Los Iracundos, Los Beatles y Knack, entre otros), y aunque el disco tuvo una excelente factura, tuvo un bajo impacto en ventas. Desde entonces, el flamante trío, que debió enfrentar más de alguna crítica de sus seguidores y de la prensa, inició una gira por México y a su regreso culminó su mini gira en un concierto en Santiago junto a Café Tacuba y Angel Parra Trío , con escasísima convocatoria, muy en contraste con la masividad que había mostrado el grupo hasta poco tiempo antes.
Su actividad, entonces, se concentró fuera de Chile, y en la preparación de un nuevo disco. Manzana (2004) fue lanzado con una nueva formación: Sergio Coti Badilla, en teclados; y Gonzalo Yáñez (ex No me Acuerdo) en guitarra, ante una salida de Alvaro Henríquez que se llevó a cabo en silencio y sin explicaciones. El sencillo "El muro", entonces, canciones con contenidos sociales y, esta vez, de amor, justificaron un íntimo lanzamiento en Santiago y la decisión de centralizar su carrera en México. Desde fines de 2004, el cuarteto permaneció radicado en ese país, en medio de una abierta opción por alejarse del público chileno, que en parte no había perdonado la salida de Narea ni pareció empatizar con el nuevo repertorio del grupo. Por ello, la banda actuó en contadas ocasiones en el territorio nacional.
En ese complejo escenario, el trío intentó escribir un nuevo episodio de su historia, pero el esfuerzo paulatinamente comenzó a diluirse. Sólo González se instaló en México, mientras que sus compañeros permanecieron en Santiago y su manager histórico, Carlos Fonseca, renunció al grupo a fines de 2004.
A fines de 2005, la banda anunció que no grabaría material nuevo y que únicamente se presentaría en vivo. Con esa decisión, y en medio de su conocido hermetismo, Los Prisioneros continuaron con sus giras por distintos países latinoamericanos, en una agenda de actividades de las que en Chile sólo se sabía por medios extranjeros o por la página web de la banda.
Fue por esos canales que un verano llegó la noticia del fin de Los Prisioneros. Tras presentarse en el Festival de La Serena, el grupo viajó a hacer un show breve en Caracas, Venezuela, donde protagonizó un tenso episodio: En un camarín, mientras el público pedía su regreso al escenario, González comunicó al empresario que organizaba el concierto que no saldrían de nuevo a escena, por una razón poderosa: La banda se había terminado. El fin fue el 18 de febrero de 2006.
El epílogo
En los días siguientes, la mujer de Jorge González envió un comunicado de prensa confirmando la disolución del grupo sanmiguelino. Miguel Tapia declaró más tarde que la separación era una decisión tomada hacía un tiempo, y aprovechó de anunciar que seguiría trabajando junto a Coti Badilla, con quien se mantuvo un tiempo haciendo música.
Jorge González, en tanto, decidió quedarse en México, desde donde intentó continuar con la segunda parte de su historia solista, y mantuvo su trabajo paralelo en la música electrónica, participando como invitado en prestigiosos proyectos a cargo de gente como Señor Coconut. Al poco tiempo se trasladó a Berlín, donde comenzó una nueva etapa artística, marcada por discos solistas, y constantes presentaciones en Chile, con canciones nuevas o con distintos episodios de Los Prisioneros. Una banda estable y un trabajo regular lo mantuvo activo hasta el 2015, cuando debió instalarse en Chile nuevamente tras un complejo problema de salud. Solo entonces, en su concierto de en su homenaje, el 27 de noviembre de ese 2015 en el Movistar Arena, se reencontró en escena con Miguel Tapia, en un sentido momento de esa jornada.
Sus dos ex compañeros se habían reencotrado tres años antes, el 2012. Al final de ese año se presentaron como una nueva sociedad musical, llamada simplemente, Narea-Tapia, donde grabaron tres canciones propias, algunas recuperadas de su trabajo conjunto en la fase final del trío. Con ese repertorio, temas de sus carreras solistas y, por supuesto, varias canciones de Los Prisioneros, montaron un show que se presenta al menos dos o tres veces por año.
Ambos, y con mayor compromiso, mantuvieron sus carreras solistas: Miguel Tapia se incorporó al grupo de fusión Travesía, y Claudio ya completa dos discos solistas y un regreso con su banda Profetas y Frenéticos. Pero la mayor relevancia mediática se la ha dado su libro sobre la banda (Mi vida como Prisionero, del 2009, reeditada el 2014 como Biografía de una amistad), donde narra la intimidad y su mirada personal a la historia su viejo grupo.
Ocho años duró la primera época de Los Prisioneros y cinco la segunda. El comienzo fue en un liceo fiscal de un barrio de Santiago y el final pasó casi desapercibido, 23 años después, a miles de kilómetros de Chile. Pero su huella en la historia es profunda y no sólo musical, porque sus canciones son clásicos del final del siglo XX en Chile y representan a toda una generación de chilenos. Y todavía más, porque siempre hay un público nuevo que las está escuchando, hay músicos que las tributan y cada cierto tiempo alguna se vuelve a poner de moda. Pocos lo discuten: no hay en el rock chileno un grupo cuya trascendencia, vigencia y popularidad sea tan poderosa como la de Los Prisioneros.
Canciones
1. La voz de los '80
2. Brigada de negro (sábado en la noche)
3. Latinoamérica es un pueblo al sur de EE.UU.
4. Eve Evelyn
5. Sexo
6. ¿Quién mató a Marilyn?
7. Paramar
8. No necesitamos banderas
9. Mentalidad televisiva
10. Nunca quedas mal con nadie

Canciones
1. Muevan las industrias
2. ¿Por qué no se van?
3. El baile de los que sobran
4. Estar solo
5. Exijo ser un héroe
6. Quieren dinero
7. Por favor
8. ¿Por qué los ricos?
9. Una mujer que no llame la atención
10. Independencia cultural (en vivo)

Canciones
1. Somos sólo ruido
2. De la cultura de la basura
3. Que no destrocen tu vida
4. Usted y su ambición
5. Cuando te vayas
6. Jugar a la guerra
7. Algo tan moderno
8. Maldito sudaca
9. Lo estamos pasando muy bien
10. Él es mi ídolo
11. El vals
12. Otro día
13. Pa pa pa
14. Poder elegir

Canciones
1. Tren al sur
2. Amiga mía
3. Con suavidad
4. Corazones rojos
5. Cuéntame una historia original
6. Estrechez de corazón
7. Por amarte
8. Noche en la ciudad (fiesta!)
9. Es demasiado triste

Canciones
1. Ultra derecha
2. El otro extranjero
3. San Miguel
4. Concepción
5. Canción del trabajo*
6. Europa
7. Los templos
8. Violencia
9. Mami
10. En el cementerio.

Canciones
1. Manzana
2. Mr. Right
3. El muro
4. ¿Por qué no me dejas?
5. Eres mi hogar
6. El verdadero sexo
7. Azota
8. Que llueva, que llueva (Álvaro Henríquez / Jorge González)
9. Te amo
10. Come, come, come
11. Acomodado en el rock and roll
12. Limpieza racial
13. Insatisfacción
14. Voy a trabajar
15. Argentina

Canciones
1. ¿Quién mató a marilyn?
2. Brigada de negro
3. Quieren dinero
4. ¿Porqué los ricos?
5. Por favor
6. Nunca quedas mal con nadie
7. Sexo
8. Muevan las industrias
9. Latinoamérica es un pueblo al sur de Estados Unidos
10. El baile de los que sobran
11. Paramar
12. Por qué no se van

Canciones
1. We are south american rockers
2. Que no destrocen tu vida
3. Papapa
4. Cuando te vayas
5. Maldito Sudaca
6. Lo estamos pasando muy bien
7. La Cultura de la basura
8. El es mi ídolo
9. Ud. y su ambición
10. Jugar a la guerra

Canciones
1. La voz de los 80
2. Sexo
3. ¿Quien mató a Marylin? (Jorge González - Miguel Tapia)
4. Muevan las industrias
5. ¿Por qué no se van?
6. El baile de los que sobran
7. We are Sudamerican rockers
8. Que no destrocen tu vida
9. Pa pa pa
10. Tren al sur
11. Estrechez de corazón
12. Corazones rojos

Canciones
1. Lo estamos pasando muy bien (M. Tapia/C. Narea)
2. La voz de los ‘80
3. Las sierras eléctricas
4. Independencia cultural
5. Ustedes dos
6. Paramar
7. El baile de los que sobran
8. Quieren dinero
9. Zombie (J. González/C. Narea)
10. Tren al sur
11. Aceite humano (J. González/C. Narea)
12. Mal de Parkinson (J. González/C. Narea)
13. Policías y ladrones (J. González/C. Narea)
14. Generación de mierda
15. Lo estamos pasando muy mal (J. González/M. Tapia/C. Narea)
16. Sexo
17. Que no destrocen tu vida
18. Fotos y autógrafos (M. Tapia/C. Narea)
19. El cobarde
20. We are south american rockers
21. ¿Por qué no se van?
22. La noche (S. Adamo/J. Córcega)
23. En la cripta (J. González/C. Narea)
24. Pa pa pa
25. El extremista (C. Narea)
26. Latinoamérica es un pueblo al sur de Estados Unidos
27. Los cuatro Luchos (C. Narea/J. González/S. Gómez)
28. Corazones rojos
29. Muevan las industrias
30. ¿Quién mato a Marilyn? (M. Tapia/J. González)
31. King Kong, el mono (C. Narea)
32. Invitado de honor (J. González/C. Narea)
33. Estrechez de corazón
34. Mi profesor se está volviendo loco
35. Rock on the rocks (J. González/C. Narea)
36. De la cultura de la basura
37. Maldito sudaca
38. Ella espera
39. En la disco (M. Tapia/C. Narea/J. González)
40. Elvis fue un vampiro (J. González/C. Narea)
41. Nunca quedas mal con nadie
42. Una de esas tardes
43. La gran oportunidad (M. Tapia/J. González).

Canciones
1. La voz de los 80'
2. Corazones rojos
3. No necesitamos banderas
4. We are southamerican rockers
5. ¿Quién mató a Marylin? (Miguel Tapia - Jorge González)
6. ¿Por qué los ricos?
7. Estrechez de corazón
8. Tren al sur
9. Mentalidad televisiva
10. El baile de los que sobran
11. Sexo

Canciones
1. El baile de los que sobran
2. Sexo
3. Tren al sur
4. Pa pa pa
5. Latinoamérica es un pueblo al sur de Estados Unidos
6. ¿Por qué no se van?
7. Èl es mi ídolo
8. Paramar
9. Las sierras eléctricas
10. Corazones rojos
11. Que no destrocen tu vida
12. ¿Quién mató a Marilyn? (M. Tapia/J. González)
13. Independencia cultural
14. Él es mi ídolo (versión 1987-remix 2001)
15. Cierra todas las puertas de tu casa (versión 1987)
16. Tren al sur (versión edit)
17. La voz de los ‘80
18. De la cultura de la basura
19. Quieren dinero
20. Amiga mía
21. Mentalidad televisiva
22. We are South American rockers
23. Muevan las industrias
24. Maldito sudaca
25. No necesitamos banderas
26. Estar solo
27. Estrechez de corazón
28. ¿Por qué los ricos?
29. Nunca quedas mal con nadie
30. Quieren dinero (bonus track - remix 1986)
31. Muevan las industrias (bonus track - remix 1986)
32. Estrechez de corazón (bonus track - versión edit).

Canciones
1. La voz de los 80'
2. Brigada de negro
3. ¿Por qué los ricos?
4. Jugar a la guerra
5. ¿Quién mato a Marylin?
6. Paramar
7. No nesecitamos banderas
8. Mentalidad televisiva
9. ¿Por qué no se van?
10. Muevan la industrias
11. Por favor
12. Tren al sur
13. Que no destrocen tu vida
14. El baile de los que sobran
15. Quieren dinero
16. Usted y su ambición
17. Maldito sudaca
18. Lo estamos pasando muy bien
19. We are southamerican rockers
20. Corazones rojos
21. Sexo
22. De la cultura de la basura
23. Mal de Parkinson
24. Latinoamérica es un pueblo al sur de EE. UU.
25. Nunca quedas mal con nadie
26. Generación de mierda
27. De Rusia con amor

Canciones
1. En el cementerio (Jorge González).
2. Sin disfraz (Federico Moura - R. Jacobi).
3. Bailan sin César (Pablo Ilabaca - P. Salinas).
4. Concepción (Jorge González).
5. Es la lluvia que cae (G. Rapetti).
6. Viento, dile a la lluvia (Lito Nebbia).
7. My Sharona (D. Fieger / B. Averre).
8. Birthday (Lennon / McCartney).
9. Alone again (Naturally) (Gilbert O'Sullivan).
10. Spirits (Having flown) (B. Giba / R. Gibb / M. Gibb).
11. Tangananica tangananá (D. Castro / P. Ilabaca / P. Peirano).
12. La pollera amarilla (D. Soto).

Canciones
1. El baile de los que sobran
2. Calibraciones
3. Salón de emociones
4. Cuando vuelvas
5. Creo que te quiero
6. Un nuevo baile
7. Tú lo sabes bien
8. Deseo
9. Conexiones televisivas
10. La bamba
11. Sólo un sueño
12. Sueños extranos
13. El frío misterio
14. Entre nubes
15. El final

Canciones
Disco 1
1. Un nuevo Baile. Emociones Clandestinas
2. Locos Rayados. Cinema
3. Sexo. Los Prisioneros
4. La espía que no me amó. Banda 69
5. Cuando vuelvas. UPA
6. Señores pasajeros. Electrodomésticos
7. Vendedores de la nada. Pie Plano
8. Calibraciones. Aparato Raro
9. Deseo. Bandhada
10. Enamorado. Síndrome
11. Algo no funciona bien. Aterrizaje Forzoso
12. Un tipo especial. Banda 69
13. Por qué no se van. Los Prisioneros
14. Mi vida vale más. Valija Diplomática
15. Formal. Viena
16. Creo que voy a morir. UPA
17. Yo la quería. Electrodomésticos
18. Juanito P. Aparato Raro
19. Bailando. Nadie
20. Destruye ese reloj. Bandhada
Disco 2
1. Tú lo sabes bien. Valija Diplomática
2. Chica Caribeña. Aterrizaje Forzoso
3. Ella llora. UPA
4. Salón de emociones. Viena
5. Ausencia. Nadie
6. Tom y Jerry. Cinema
7. We are southamerican rockers. Los Prisioneros
8. Historia. Engrupo
9. Te tengo atrapada. Emociones Clandestinas
10. Ultimátum. Aparato Raro
11. El frío misterio. Electrodomésticos
12. Fantasías sexuales. Banda 69
13. Cantante pop. Pie Plano
14. Estrechez de corazón. Los Prisioneros
15. Niña engreída. Viena
16. Entre tú y yo. Aterrizaje Forzoso
17. Miénteme. Nadie
18. Cajitas Rectangulares. Emociones Clandestinas
19. Qué pasará hoy. Valija Diplomática.
20. Paramar (versión acústica). Los Prisioneros

Canciones
1. We are sudamerican rockers -- Los Prisioneros
2. Nos siguen pegando abajo(Pecado Mortal) -- Charly García
3. Persiana america -- Soda Stereo
4. Giros -- Fito Paez
5. Fotonovelas – Upa
6. Siempre fuiste mi amor -- G.I.T
7. Mi novia se cayó en un pozo ciego -- Los fabulosos cadillacs
8. Calibraciones -- Aparato raro
9. Cajitas rectangulares -- Emociones Clandestinas
10. Pronta entrega – Virus
11. Enciende tu corazón – Viena
12. Los viejos vinagres – Sumo
13. La muralla verde -- Enanitos Verdes
14. Enciende tu corazón – Viena
15. Tú lo sabes bien -- Valija diplomática
16. Yo no llamo Javier -- Los toreros muertos
17. El frio misterio – Electrodomesticos
18. En la ciudad de la furia -- Soda Stereo
19. Hombre lobo en París -- La unión
20. Ts viejas cartas -- Los enanitos verdes
21. La espía que no me amó -- Banda 69
22. 11 y 6 -- Fito Páez
23. Un nuevo baile -- Emociones clandestinas
24. Sueldos – Upa
25. Atado a un sentimiento -- Miguel Mateos
26. No voy en tren -- Charly García
27. Niña engreída – Viena
28. Mejor no hablar (de ciertas cosas) – Sumo
29. Despertar sin ti -- Aterrizaje forzoso
30. El baile de los que sobran -- Los prisioneros
31. Mi vida vale más -- Valija diplomática
32. Bailare sobre tu tumba -- Siniestro total
33. Sin disfraz – Virus
34. Debajo del puente -- Ariel Rot
35. Una luna de miel en la mano – Virus
36. Nunca podràs sacarme mi amor -- Fito Páez
37. La rubia tarada – Sumo
38. Bailando – Nadie
39. Alagados -- Os paralamas do suceso
40. El extraño de pelo largo -- Los enanitos verdes
41. Mi sombra en la pared -- Miguel mateos
42. Mi águila amarilla -- Los toreros muertos
43. No hieras mi corazón -- G.I.T.
44. Ella llora – Upa
45. Salón de emociones – Viena
46. Locos rayados – Cinema
47. Nada personal -- Soda Stereo
48. El ritual de la banana -- Los pericos
49. ¿Por qué no se van? -- Los prisioneros
50. Mil horas -- Abuelos de la nada
51. Calibraciones -- Aparato raro
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«Industria y ciudadanía a fines del siglo XX», presenta en su subtítulo esta investigación que por un lado debe enmarcarse en el período y género de la música chilena que aborda (a grandes rasgos, el de la canción popular grabada en el país en la década de los 90), pero también en el extendido y destacado trabajo previo de su autor, tanto en publicaciones académicas como en libros. El musicólogo Juan Pablo González continúa aquí con la profundidad de análisis cronológico que había mostrado ya, en coautoría, en los dos volúmenes (1890-1950 y 1950-1970) de la fundamental Historia social de la música popular en Chile, y luego en su libro Des/encuentros en la música popular chilena 1970-1990. Su escritura avanza con la convicción de que la canción popular chilena contiene rasgos identitarios profundos, capaces de dar cuenta tanto de tendencias creativas como de pistas generacionales o sociales del tiempo en el que ésta nace y se difunde. Así, como en un diálogo entre la música y la historia reciente de Chile, el libro se detiene con la atención debida en las esquinas irrepetibles que durante los años noventa encontraron a la canción chilena, la industria del disco, la escena en vivo y la prensa cultural y de espectáculos. Además de ese análisis general, diferencia luego treinta textos para igual cantidad de discos relevantes de la década (no necesariamente los más vendedores): del Vuelvo amor… vuelvo vida, de Illapu, al Aerolíneas Makiza, de Makiza; con la serie de paradas dispuestas en la elocuente subdivisión: «Nueva-canción: irrupción de la memoria» (Inti Illimani y Patricio Manns, Quilapayún, Isabel Parra y los ya citados Illapu); «Fusión latinoamericana: raíces y modernidad» (Los Jaivas, Congreso, Joe Vasconcellos, Entrama, La Marraqueta y Christian Galvez); «Contracorrientes: industria y vanguardia» (Fulano, Andreas Bodenhofer, Mauricio Redolés y Carlos Cabezas); «Pop-rock: cosmopolitismo tardío» (Los Prisioneros, Jorge González, Los Tres, Javiera y Los Imposibles, La Ley y Lucybell); «Punk / grunge: diseño y contingencia» (Parkinson, Fiskales Ad-hok, Los Miserables, Los Peores de Chile, Pánico y Los Ex); y «Funk / hip-hop: nuevas identidades» (Los Tetas, Chancho En Piedra, Tiro de Gracia y Makiza).
El libro incluye índice onomástico y códigos QR para audios asociados.
Del texto de contraportada:
En el volumen final de una larga historia de la música popular chilena del siglo XX, Juan Pablo González termina como solista un proyecto iniciado como dúo y luego como trío. Se trata de un solista con acompañamiento, pues suma a un octeto de profesionales con los que aborda la canción de autor como producto intermedial, enfocándose en treinta bandas chilenas activas en la década del noventa. Al mismo tiempo, el libro detalla el fortalecimiento de la industria discográfica y de la música en vivo en el país luego de que Santiago se sumara a Buenos Aires, Sao Paulo y Río de Janeiro en el circuito sudamericano de las grandes bandas y solistas de fines de siglo. Es así como se intensificaba el contacto de Chile con el mundo mientras se diversificaban los referentes de identidad para un público ávido de nuevas propuestas sonoras.

Como parte de una colección editorial dedicada a discos clásicos de la música popular chilena, el escritor y periodista Francisco Ortega revisa las circunstancias de publicación del segundo álbum de Los Prisioneros. Pateando piedras confirmó en 1986 al trío en su vocación radial e insolente al Chile de la época. Según el estilo del autor, el relato toma visos de ficción y multitud de referencias (ciencia ficción, cómic, cine), como una crónica fabulada con protagonistas conocidos.

Qué duda cabe que, recuperada la democracia en Chile, los grandes conciertos de rock, pop y cantautoría han sido parte de la historia social y cultural del país. Esta investigación es la primera que escoge algunos de ellos para hilar detalles sobre su producción que el periodismo no recogió en su momento. Así, se aprende sobre las circunstancias —no siempre fáciles— de encuentros masivos a los que en Santiago de Chile invitaron Rod Stewart, Madonna, Michael Jackson, Silvio Rodríguez y U2, aunque también festivales con auspicios comerciales o patrocinio de ONG, y por supuesto la gran reunión de Los Prisioneros. No están todos, pero sí están los que deben estar como hitos de convocatoria y desafío técnico.

Parte de una colección editorial de breves semblanzas sobre chilenos notables del siglo XX, este libro resume parte de la vida y trayectoria del famoso líder del grupo Los Prisioneros, también significativo cantautor solista y vocero generacional. La autora opta por una narración cronológica, nutrida sobre todo de datos de archivos y prensa (no se detallan entrevistas hechas puntualmente para esta investigación), y en menor medida el análisis de las letras de sus canciones e hitos biográficos ya conocidos.

Sólo las giras y actividades de Los Prisioneros fuera de Chile recolecta este libro que no califica de biografía ni de tour-book, pero que aporta contenidos asociables a ambos formatos nunca antes registrados. Quizás lo de «anecdotario» a fondo le venga mejor como descripción a este relato que ordena por primera vez con tanto detalle qué pasó con la famosa banda chilena cuando viajó a presentaciones en Uruguay (1986), Argentina (1987 y 1988), Perú (1987 y 1991), Ecuador (1987 y 1991), Colombia (1988, 1989 y 1991), México (1991), Venezuela (1991) y Bolivia (1991). Recuerdos de quienes allí los escucharon y testigos directos tanto de las conquistas como de las dificultades de ese quehacer latinoamericano aportan al relato.

«10 años de autogestión», circunscribe en el subtítulo de portada esta investigación ajustada a un período pero también a un género: bandas punk (o claros simpatizantes de su sonido) formadas sobre todo en Santiago, desde el gesto precursor de Pinochet Boys y Dadá en dictadura hasta el cruce con el hardcore y ska de los años de transición democrática. Se trata de una crónica que combina descripción biográfica, prensa de archivo y cruces con datos sociales, que avanza por infinidad de nombres, algunos tan relevantes como Fiskales Ad-Hok, y otros cuya trayectoria quedó relegada a pocas presentaciones. El relato también considera el caso excepcional de dos grupos punk formados por chilenos en Europa: Corazón Rebelde (París) y The 101ers (Londres); así como la importancia en esta historia de una banda luego instalada como referencia pop, Los Prisioneros. El libro incluye un CD con 13 de los tracks mencionados en el texto.

Años de trabajo como periodista musical en diferentes medios de comunicación convierten al autor en un buen interlocutor al que relatarle historias de detalles, giros y anécdotas no expuestos usualmente en público. Así, Mauricio Jürgensen toma en específico las entrevistas realizadas por él en el programa "Dulce Patria", de radio Cooperativa, y las une en un relato de forma narrativa —«un híbrido de ensayos, opinión, crónicas y anecdotario», en sus palabras—, por el que desfilan sesenta músicos chilenos de muy diverso origen y estilo. En este recuento desprejuiciado se aprende sobre Nueva Ola y Canto Nuevo, hip-hop y cumbia de ciudad, Nueva Canción Chilena y balada, pop y cueca.

«Su autobiografía», precisa la portada de este libro, que ya con esa advertencia se devela como una factura a más de un par de manos. Ha sido el hermano del cantautor chileno, Marco, quien ordenó, diseñó y puso a circular (para venta directa, fuera de tiendas) la primera tirada de este libro que apoya el relato de la vida de Jorge González tanto en sus propios recuerdos por escrito como en fotos y retratos tomados por otros. Los primeros ocupan menos páginas que los segundos, por lo que quizás sería más preciso entender este libro como un recuento narrativo y visual de parte de la vida del músico, quien nunca antes se había detenido en un proyecto como éste, ni en formato audiovisual ni por escrito.
Hay innegable gracia en cómo Jorge González presenta recuerdos de infancia, de complicidades familiares, de amistad escolar y ansiedades adolescentes. Es escueto, pero preciso, para hablar de sus compañeros en Los Prisioneros: «Se parecían a mí en la inmensa pasión por la música». El resto, convicción ciega: «Pocos daban un peso por la banda, aunque me daba lo mismo. La cosa era ser gigantes pronto y resultó bien todo, por suerte».
No es un libro en el que consultar referencias sobre fechas ni grabaciones, ni tampoco con señas sobre autoría y sus motivaciones. Aunque sí tiene la frescura de su estilo y la autoridad de la primera fuente, más que una autobiografía, Héroe es la secuencia selectiva de recuerdos, imágenes e impresiones.

El recuento de la trayectoria solista de Jorge González domina este libro construido sobre todo con la cita a archivos de medios, además de algunas entrevistas a cercanos suyos. Es un texto que habla de Los Prisioneros, por supuesto, pero que larga su relato central con la publicación del disco Jorge González, su trabajo de 1992 para EMI, y que como tal constituye el primer libro centrado en el músico y no en el trío que lo hizo famoso. Más que una biografía, el periodista Manuel Maira hila un resumen de pasos profesionales y personales ya conocidos, sin buscar tener con ellos una distancia de análisis, crítica ni de más profunda investigación. El libro alcanza hasta la grave enfermedad sufrida por el cantautor en 2015, y su esforzada recuperación (que no lo alejó por completo de la música). Al centro figuran veinticuatro páginas de fotos en color, aunque no se detallan al final bibliografía ni lista de entrevistados.

Es el segundo libro sobre Los Prisioneros escrito por Julio Osses, y el quinto aparecido hasta 2016 sobre el grupo. Al autor se le sugirió reeditar su libro anterior. Exijo ser un héroe, pero prefirió «reabrirlo y reescribirlo completo», en sus palabras. Así, combinó las conversaciones originales para ese anterior texto de 2002 con nuevas entrevistas relacionadas con el grupo y el desarrollo de la relación entre sus integrantes y la trascendencia de su música. El título está tomado de uno de los versos de "Estrechez de corazón".

«Citas de Jorge González». La presentación de este libro es clara y no hay más vueltas: el libro selecciona y ordena extractos de declaraciones hechas por el más importante cantautor del rock y pop chileno, dejando que sean sus opiniones —sin intermediación— las que vayan delineando su carácter y camino creativo. Se le dio un orden temático, y cubre el período 1986-2015.

Aunque cambia su portada y hasta su título, este libro de Claudio Narea es, básicamente, una versión corregida y aumentada de su anterior publicación Mi vida como prisionero. En su revisión de su historia como parte de Los Prisioneros, se agregan pasajes que antes el músico consideró inconvenientes, sobre todo vinculados a lo que él considera es una malsana fijación de Jorge González con su persona. «A la luz de los hechos, y si hubiese estado más atento a lo que estaba sucediendo, debí enterarme a tiempo que mi relación con Jorge no era una relación normal de amigos. Toda esa rabia contra mí solamente puede significar despecho», explica en un momento.
El libro incluye un prólogo del cineasta Cristián Galaz (colaborador del grupo en sus inicios), fotos y dibujos antes inéditos, y opiniones acumuladas hasta 2014 sobre sucesos varios, como el estreno de la serie televisiva "Sudamerican rockers".

En esta colección de breves crónicas del reconocido escritor chileno se incluyen varias alusivas a cantantes populares de nuestro país; entre ellas «Gloria Benavides (o "era una gotita en la C.N.I.")», «Palmenia Pizarro (o "el regreso del cariño malo")», «El Gorrión de Conchalí (o "las amargas cebollas de Zalo Reyes en la TV")», «El romance musical de los sesenta (o "los dientes postizos de la Nueva Ola")», «Myriam Hernández (o "una canción de amor en la ventana del bloque")» y «Los Prisioneros (o "el grito apagado de los ochenta")».

«1960-1989. Tres décadas de canto social y político en Chile», precisa el subtítulo de esta investigación periodística que sigue el desarrollo de la canción chilena de contenido durante décadas revueltas de nuestro país, y en los más diversos géneros, del neofolclore al punk, y del rock al hip-hop (incluyendo, por supuesto, la cumbre del género en los años de la Nueva Canción Chilena). El enfoque de la autora es el de la crónica: su relato lo levanta sobre datos obtenidos de archivos de prensa, entrevistas con casi ochenta autores y el análisis detenido de un cancionero amplio, parte del cual se transcribe en el libro como si fuera una colección de poemas. Ocho capítulos avanzan por etapas musicales que se enlazan a las circunstancias en las que les tocó desarrollarse, incluyendo el canto de exilio y el de peñas bajo dictadura. La autora, coeditora del sitio MusicaPopular.cl, apuesta por un canto social más amplio que el que suele asociarse bajo la categoría «de protesta», y por eso vincula en el libro a nombres esperables, como los de Quilapayún, Víctor Jara, Violeta Parra, Sergio Ortega y Los Prisioneros, con otros más sorprendentes, como los de Fernando Ubiergo, Flor Motuda, Blops, Jaivas o Aparato Raro. Su relato termina dando claves nuevas (emocionales, reflexivas) sobre la historia reciente de Chile y es, desde ese punto de vista, una lectura musical no sólo orientada a especialistas. Premio Municipal 2014 a la mejor investigación periodística.

Con una mirada más literaria que musical, el ensayista Fabio Salas expone los que él considera han sido los principales versos en canciones del rock chileno. El autor presenta a determinadas bandas, da una breve reseña de su historia y luego transcribe las letras que ocuparán su análisis. Desde Los Vidrios Quebrados a Florcita Motuda pasan por el juicio del profesor universitario, quien en ocasiones prioriza la autorreferencia, si bien consigue construir un testimonio sobre un género que en el año de esta publicación muy pocos tomaban en serio.

Autobiografía del ex guitarrista de Los Prisioneros y cantautor solista. Claudio Narea recorre la historia de esa exitosa banda, y revela nuevos detalles sobre la relación de amistad y posterior quiebre con sus compañeros. El tono narrativo es personal y sentimental, al modo de un libro testimonial, y su publicación estuvo rodeada de cierta polémica por la serie de revelaciones en torno a Jorge González, a quien en todo momento Narea evalúa como un rival en el trabajo y en la vida.
El libro tuvo una posterior edición corregida y aumentada, publicada en 2014 bajo el título Los Prisioneros. Biografía de una amistad. Fue la primera publicación sobre el grupo de San Miguel escrita por alguno de los integrantes de la banda, pero más tarde Jorge González haría lo suyo con un libro breve, Héroe.

En este libro de entrevistas, veintiún músicos chilenos, activos durante el llamado «boom pop» de los años ochenta en Chile, revisan su experiencia décadas más tarde de haber sido parte de un movimiento musical del que subsisten varios hits radiales pero también incontables malos entendidos. Existían ya libros y documentales sobre el pop chileno bajo dictadura, pero el periodista Emiliano Aguayo (Maldito sudaca) busca con sus bien acotadas preguntas iluminar zonas rara vez abordadas por la prensa —como la preparación musical formal de casi todos ellos o sus dificultades por oponerse a la dictadura desde un área fuera de la izquierda partidista—, y consigue así superar maniqueísmos y aportar valiosos datos a la comprensión del interesante momento musical alternativo al Canto Nuevo. Hablan Jorge González, Pablo Ugarte (Upa), Carlos Cabezas, Pancho Puelma y Andrés Vargas (Engrupo), entre otros.

Aunque no es ésta una investigación sobre música chilena, se incluyen suficientes datos nuevos sobre el trabajo de bandas y solistas bajo dictadura como para considerarlo un aporte al género. Las entrevistas y consultas de archivo de los periodistas García y Contardo refuerzan sobre todo la comprensión del primer under santiaguino, entendiendo por tal la cruza de primer punk, pop de influencias new-wave y rock marginal a los medios que se gestó durante la década de los ochenta. Muchas veces, éstas fueron expresiones cercanas a los mundos del teatro, la pintura y el cine y, en ese sentido, el libro es certero en presentar un fenómeno como el de Los Prisioneros como parte de un manifiesto artístico y un cambio social amplios. Las anécdotas recopiladas son especialmente sabrosas en el relato de los primeros experimentos de punk local (Pinochet Boys, Dadá, Fiskales Ad-hok) y su contraste con el pop del llamado boom (Cinema, Engrupo) que intentó acallar la insilenciable voz disidente de una generación de músicos vital para el desarrollo del pop y rock locales.

Desde la perspectiva de un admirador, y con el apoyo de la banda en algunas etapas de la investigación, la segunda biografía que se publicó alguna vez sobre Los Prisioneros (identificada en el subtítulo como «la historia real» de ese grupo) revela nuevos aspectos de su trayecto conjunto hasta alrededor del año 2000. El texto combina entrevistas a los músicos con la narración de un autor que ha compartido con ellos en diferentes momentos y que asume la primera persona como parte de su relato. Se incluyen fotografías exclusivas, una revisión (comentada) de su discografía y la de sus integrantes, y un glosario con nombres importantes en la historia del grupo de San Miguel. El libro fue elaborado antes de que se anunciara la segunda y última reunión de la banda. Catorce años después de su publicación, Osses publicó otro libro biográfico sobre la banda (Orgullos y pasiones).

«Crónica y antología de una historia sonora» es el subtítulo de este voluminoso compendio de un siglo casi exacto de música chilena. La crónica está a cargo del escritor, periodista y Premio Nacional José Miguel Varas, quien en la primera parte del libro hace un relato tan documentado como cotidiano de la música popular del siglo XX, desde los pregones de su infancia hasta el rock y el rap de nuestros días. La antología es responsabilidad del musicólogo Juan Pablo González, quien recopila en la segunda parte un sólido cuerpo de 130 artículos de prensa fechados entre 1911 y 2005 sobre los más diversos temas vinculados con la música en Chile.
Esas crónicas, editoriales, columnas, críticas, entrevistas y reportajes van narrando la misma historia musical del siglo con la proximidad que da el periodismo. En ellos no hay distancia ni recuerdo, sino noticia palpable e inmediata, venida directamente de la época. Los artículos están ordenados en ocho capítulos, desde el Centenario de 1910 hasta el golpe militar de 1973 y la democracia actual. Son documentos que abordan la música clásica, la folclórica y la tradicional, y entre ellos es posible encontrar el perfil de un joven pianista Claudio Arrau impreso en 1919, un escrito de Gabriela Mistral sobre Los Cuatro Huasos publicado en el diario El Mercurio en 1945; artículos de Marina de Navasal sobre Violeta Parra (1954) y Elvira Savi (1955) en la revista Ecran; un artículo del cantante y también periodista Patricio Manns en El Musiquero (1968); y páginas sobre música chilena en oposición a la dictadura firmadas por Payo Grondona y Eduardo Carrasco en la revista La Bicicleta o el diario La Época.
El libro está acompañado de un disco cuádruple de igual título, con setenta y una composiciones chilenas, a modo de documento sonoro de complemento a la lectura.

La primera biografía musical no autorizada hecha en Chile estuvo dedicada a la banda más importante de los años ochenta en nuestro país: Los Prisioneros. Su autor, el periodista Freddy Stock, optó por armar algo a partir de fuentes indirectas, según él porque la historia de esa banda y sus muchas polémicas (con el mundo y entre ellos mismos) hubiese sido imposible de contarse bajo su supervisión. El libro recorre la historia del trío sanmiguelino antes de su reunión, en el 2001. Su nacimiento en el precario contexto de la época y su grupo social, la evolución de su sonido, su atípico compromiso político en plena dictadura de Pinochet, y las causas de su final son los ingredientes de este relato, que, a la larga, constituye un completo retrato de una época en Chile y del papel que jugó en ella una banda de rock. Aunque su publicación fue desautorizada en público varias veces por Jorge González, el libro contiene declaraciones de gente como Cecilia Aguayo, la madre de González y hasta del propio Claudio Narea, quien colaboró de modo anónimo.






















Reseña:
Breve registro filmado en 2003 pero no estrenado sino hasta 2020, en redes. Documenta el trabajo de preparación (sobre todo en estudio) del disco Los Prisioneros, el primero con material nuevo del conjunto, tras la reunión de su formación original, en 2001, y que luego destacó en radios a través de singles como "San Miguel" y "Concepción". Alterna tomas de sesiones de trabajo con entrevistas con los tres integrantes. Disponible completo para ver en YouTube
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Reseña:
Músicos y analistas recuerdan cómo se hizo y qué significado tuvo el pop y el rock compuestos en el Chile de los años ochenta
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Reseña:
Serie ficción de Chilevisión, que en dos temporadas recrea los primeros años de la banda Los Prisioneros, mezclando la historia real con muchos elementos ficcionados
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Reseña:
Fue la primera película de ficción sobre una banda chilena; en este caso, la más importante de los años ochenta. La historia se centra en los inicios del grupo Los Prisioneros (incluso antes de que éstos graben su primer disco): su amistad escolar y sus sueños de gloria. El relato se articula desde la experiencia del baterista Miguel Tapia (quien incluso hace un cameo en un momento de la película), y se detiene también en sus recuerdos familiares, personales y de temor ante la represión dictatorial de la época. Luego de su estreno iban a venir más documentales y series inspirados en la banda.
Tráiler:

Reseña:
Documental sobre la generación de músicos pop surgidos en Chile a mediados de los años ochenta, y su relación con el contexto social en que estrenaron sus primeros discos. Claudio Narea, Álvaro Scaramelli, Rodrigo Aboitiz y Andrés Vargas son algunos de los próceres ochenteros que se turnan para contar el cómo, el dónde y el cuándo de lo que fuera el pop en Chile en la época de las botas y los allanamientos. Este es el largo debut del director Eduardo Bertrán
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Reseña:
El documental muestra los orígenes de la banda Los Prisioneros, y una de sus presentaciones en vivo más exitosas luego de lanzado al mercado El baile de los que sobran, canción que llegaría a ser una suerte de himno de la generación jóven de fines de los '80
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Reseña:
Reportaje de Teleanálisis a la escena de «nuevo pop» que surgió en Chile en el último lustro de la dictadura. Se muestran testimonios y canciones de Los Prisioneros, Pinochet Boys, Corazón Rebelde y Primeros Auxilios, entre otros. Disponible su versión restaurada en la Cinteca de la Universidad de Chile-
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