Fusión latinoamericana
Más un instinto que un estilo, más una tendencia múltiple que un movimiento formal, la fusión latinoamericana es una expresión que permite designar los diversos resultados que generaciones de creadores, músicos y grupos chilenos han obtenido durante cinco décadas a partir del cruce entre las ricas fuentes de la música del continente adoptadas en Chile. Como método y espíritu tiene una genealogía que puede remontarse a los intentos de folclor panamericanista previos al Neofolklore de los '60, y que luego pasa por la fusión de conjuntos de la Nueva Canción Chilena, se mezcla con el instinto del rock y llega hasta compositores, intérpretes y conjuntos de la actualidad, abiertos al jazz, la música basileña y las raíces europeas.
El uso metafórico de una planta agreste como símbolo de rebeldía explica el nombre de uno de los mejores grupos aportado por el Canto Nuevo a la música chilena. Ortiga nació bajo dictadura pero con la inspiración trascendente de la Nueva Canción Chilena, y debió trabajar bajo circunstancias históricas adversas un lenguaje musical plagado de simbolismos, sutilezas y omisiones que muchas veces fueron incluso más explícitas que aquello que entonces no se permitía decirse. Su condición de «puente» entre ambos movimientos es evidente en las citas de su discografía, pero es también dato biográfico: el conjunto tuvo su raíz en los talleres del Quilapayún formados en 1971 para desparramar simultáneamente por todo Chile el canto social de la Unidad Popular. Aunque su largada en Santiago generó justificada atención, e hitos musicales, su decisión de emigrar a Europa, en 1983, afianza la mayor parte de su historia fuera de nuestras fronteras.
Es una palabra única en la que conviven las ideas musicales que rondaban alrededor del compositor y vibrafonista Guillermo Rifo en la parte final de los años '70. Latinomusicaviva fue entonces el proyecto más decisivo de su historia en busca de una estética para la naciente fusión y de una mirada impresionista de la ciudad de Santiago. Como ensamble de breve duración, abrió varias puertas para el surgimiento de esa fusión que no venía desde el rock, como en el caso de Los Jaivas, sino de la combinación de distintas experiencias que el propio Rifo había tenido como percusionista docto y de jazz, además de autor de una música que obtenía insumos de los ritmos folclóricos chilenos.
Nacida circunstancialmente en Santiago pero con larga vida en Temuco, donde tuvo estudios de teatro y danza, la cantautora Giovanna Arce apareció durante los años 2010 con un repertorio de piezas que observan el folclor sureño chileno y que también se nutre de influencias del canto latinoamericano profundo y sus ritmos regionales. Su primer disco es Caleidoscopio (2015).
Por más de 20 años, cuando su maestro en la percusión docta y precursor del vibráfono dentro de la música popular Guillermo Rifo se retiró del circuito para componer, Carlos Vera apareció en el medio como el exclusivo vibrafonista activo del jazz chileno. Son las mismas dos décadas que lo tuvieron como lugarteniente del saxofonista alto Patricio Ramírez al interior del grupo Nexus, y que en definitiva le dieron la categoría a Vera como un músico de gran swing y capaz de ejercer liderazgo en otros ensambles afines.
Con ramas familiares que provienen de La Araucanía en su linaje paterno y desde el Biobío en el materno, Vasti Eunice Michel Castillo se ha definido en el oficio musical como "heredera de cantora campesina". Como cantautora contemporánea ha tomado el folclor sureño, pero la ha reconvertido en una música de fusiones, lo que quedó expuesto sobre todo en su primer disco: De tierras y asfaltos (2009), donde en sus canciones Vasti Michel habla de ambos mundos.
Se iniciaron en 2007 con un nombre tan poco manuable como el de "Luis Advis, Cantata Rock Santa María de Iquique cien años después", con los músicos de Chancho en Piedra, Ismael Oddó y Caíto Venegas de Quilapayún, Camilo Salinas y Fernando Julio de Inti-Illimani Histórico". Pero luego su identidad quedó más clara: Colectivo Cantata Rock. Formado para recrear con nuevos arreglos el histórico disco Cantata Santa María de Iquique (1970), desde su estreno lo han seguido presentando ocasionalmente por más de una década, han agregado a sus presentaciones otros temas de la Nueva Canción Chilena, y han editado una canción original.
Eduardo Gato Alquinta es un pilar fundamental en la historia musical chilena. Fue durante 40 años la principal voz de Los Jaivas, hasta su súbita muerte en enero de 2003, y es uno de los grandes responsables del espíritu y de la fusión musical de esa banda. Fue en ella donde desarrolló su propuesta musical, de la que se desvió pocas veces, como en el año 1997, cuando produjo el disco Magia olvidada de Huaika, la banda de sus hijos, o en 1969, cuando abandonó Los Jaivas para hacer un revelador viaje por América Latina. Su forma de tocar la guitara, el uso de instrumentos de viento y su aguda voz son los ingredientes que convierten su nombre en un imprescindible de la música popular chilena.
Carolina Lorca Gálvez es Carol Antonia, cantante y compositora vinculada a diversas músicas modernas de fusión, desde el flamenco, el klezmer y la música gitana, a la raíz del folclor chileno. Se formó vocalmente tanto en el Instituto Projazz como en la Escuela Moderna de Música, con la maestra de canto Lorena Pualuan, pero también cuenta con conocimientos de expresión corporal y teatro. Como cantante ha explorado en los repertorios del jazz y el blues desde 2013, aunque su trabajo más decisivo tuvo lugar La Piroluzka, agrupación de música circense, gitana y klezmer. En paralelo lideró el proyecto Água da Lua, que interpretaba repertorios de la música portuguesa, y ha integrado las agrupaciones del guitarrista de flamenco y jazz Alberto Alberto Faraggi. Su primer disco es Perfumes del alba (2019), en el que, desde una mirada contemporánea de las raíces, resignifica el rol de la cantora latinoamericana, en un álbum de nítida influencia de la música andaluza, además de la tonada, la cueca y el bolero.
Bajista de rock, jazz y fusión, Felipe Catrilef tuvo su primera experiencia musical determinante cuando el célebre bajista eléctrico Christian Gálvez, entonces profesor en la universidad, lo invitó a integrarse su quinteto de jazz rock que grabó el disco Cinético (2010). Catrilef integra una tríada de solistas del bajo activo que recorrieron la fusión al finalizar la década de los 2010 a través de discografías propias, junto a Matías Martinoli y Luciano González.
Influenciado por la psicodelia de la década de los '70, desde Sun Ra y el último John Coltrane hasta bandas de británicas rock como Soft Machine y Gong, Julián Romero Parada adoptó el nombre de Surreal para un proyecto creativo situado en una música experimental. Su propuesta de composición desde el bajo eléctrico transita por diversos territorios, desde el jazz avant-garde, la fusión, la música progresiva y la improvisación liberada hasta desembocar en los misterios de las músicas ancestrales del sur de Chile, de donde él proviene. Su primer trabajo en esta línea es Delirio místico (2021).
"De donde viene el viento" es el significado detrás de la voz Barlovento, que este dúo de músicos formado por María Josefa Silva y Jorge Pacheco abrazaron para abrir el campo a sus investigaciones sobre el folclor latinoamericano. Siguiendo el camino que en los años '60 presentaron Isabel y Ángel Parra, con su dúo de guitarra y bombo criollo, su enfoque incorpora las raíces de las músicas de Venezuela, Argentina y Chile con elementos y sonidos de las músicas académicas. En 2016 editaron su primer disco, El siglo se vuelve azul. Ambos tienen estudios académicos en la Universidad Católica y cuentan con experiencias en la composición docta, el piano clásico y la guitarra clásica. En 2012 iniciaron sus investigaciones de las raíces folclóricas por las músicas del subcontinente, han realizado diversas giras por países vecinos, incluidas presentaciones en Francia, y entre esa historia sobresale su participación en el Festival Independiente de música trasandina Chepo, en Buenos Aires.
El triángulo de los guitarristas de fusión tiene en sus vértices nombres clave: Antonio Restucci (n. 1956), Juan Antonio Sánchez (n. 1965) y Alberto Cumplido (n. 1958). Mientras Restucci dejó el grupo La Hebra y Sánchez emigró de Entrama, Cumplido fue el único que se mantuvo activo como compositor y solista y en su calidad de líder de Quarto Mundo, un ensamble para el que preparó un extenso catálogo de obras acústicas, basadas en la mezcla de música contemporánea, étnica fusionada y jazzística, que hicieron del músico una de las llaves de la guitarra moderna. Asimismo, Cumplido es el creador, gestor y director del festival Entrecuerdas, que desde el año 2000 ha marcado el pulso de la guitarra en su más amplio espectro.
Arak Pacha es uno de los grupos más representativos de la música andina chilena, sobre todo de la cultura aymara. Según esa cosmovisión, el espacio divino donde viven los espíritus se denomina Arak Pacha y esa es la inspiración del conjunto, nacido a comienzos de los años ochenta en Arica. Tras una gira por Perú y Ecuador, el conjunto se trasladó a Santiago, donde se vincularon a los espacios del Canto Nuevo y alcanzaron cierta difusión con el tema "Adelita". Con algunos períodos de receso, que ha conllevado una rotativa de integrantes, el grupo está activo y ya completa una discografía de varios títulos.
Cantante, autora, instrumentista y educadora de pedagogía Waldorf, desde ese ángulo Antonia Schmidt ha sostenido su propuesta creativa de una música para niños que supera el mero enfoque didáctico tradicional. En sus palabras, la suya es una "música para sentir". Desde esa perspectiva, ha compuesto canciones con temáticas sobre meditación y medioambiente, además de recopilación de cuentos, mitos y leyendas de Chile y Latinoamérica que presentó en sucesivos trabajos. En esa discografía destaca Música para la Tierra (2014), el álbum que la puso de lleno en el circuito de la música infantil.
Alrededor del pianista, compositor y académico andacollino Herman Sapiains, formado además en el piano clásico en la Universidad de La Serena, el ensamble Arena Quinteto ha transitado musicalmente por los caminos que unen el jazz y el folclor sudamericano. Es uno de los exponentes de esta corriente moderna de la fusión, representada de buena manera por la música del saxofonista Pedro Villagra, una de las principales influencias de Sapiains. Inicialmente formado en 2008 como conjunto camerístico en La Serena, con el nombre de L'Arena Trío (con piano, contrabajo y flauta traversa), la incoporación de la batería y un segundo solista de vientos le dio la fisonomía de quinteto de jazz tradicional. Sin embargo su enfoque musical, desde la relectura de ritmos y aires latinoamericanos, fue determinante en los resultados. Sus álbumes son Arena Quinteto (2012) y Un poco de fe (2016).
Toda una vida de ritmos hecha fuera de Chile vivió el baterista y percusionista Alejandro García, desde que sus padres fueron exiliados por el gobierno militar. Terminó por construirse como músico, compositor y cultor del jazz latino y la fusión latinoamericana primero en La Habana, donde aprendió el rudimento y el lenguaje percutidos, y luego en Nueva York, megápolis donde consolidó su carrera a la cabeza del ensamble latin Afromantra.
Militante de una música de las raíces más profundas y los folclores sureño y andino, desde fines de 2013 Lizbeth Alejandra Ruiz encontró en tierras argentinas un nombre propio y un rumbo creativo. En el pueblo de San Marcos Sierras de Córdoba, donde se instaló finalmente, se convirtió en Lite Ruiz, se presentó en diversos escenarios con atuendos que representan a las culturas y apareció cantando coplas con una caja de ritual temazcalera, cuyo sonido se asemeja al del kultrún mapuche. Fue su imagen más reconocible en el período de vida en Argentina, aunque también cantó con guitarra criolla e incluso guitarra eléctrica.
Gabriel Parra nunca fue un baterista convencional, y por eso su muerte se define hasta hoy como un golpe irreparable para la biografía de Los Jaivas. Por técnica, carisma, liderazgo y creatividad, el músico se convirtió en uno de los pilares de la creación popular chilena, y el impacto ante su talento cundió varias veces entre especialistas extranjeros. Incontables instrumentistas jóvenes locales aseguran haber decidido su vocación luego de ver en vivo la fuerza incombustible del que es considerado, casi sin disidencia, el mejor baterista de nuestra historia. Cada 25 de julio —su nacimiento— se conmemora el Día del Baterista y Percusionista Chileno.
Canciones como "La tarareada" y "Negrolove" han marcado el rumbo creativo de Isabela Ro, cantautora sureña que vincula la trova con el pop mestizo y las raíces de las músicas latinoamericanas, de cierta manera resultado de una experiencia de viaje por el continente. Ese enfoque musical está principalmente representado en el disco Pecapitales y rituales (2017), donde ella observa los siete pecados. Su nombre es Nicole Illesca y en una primera etapa su vida transcurrrió entre Valdivia, San José y Mafil, hitos de la Región de los Ríos. Además se forjó en la música cantando en calles y micros de Concepción, donde estudió. Sus influencias musicales son figuras centenarias como Ella Fitzgerald y Violeta Parra, a quien ha homenajeado, pero ella además declara proximidad con nombres de la música chilena de sus tiempos, como el poeta y rockero Mauricio Redolés y el trovador Tata Barahona. Isabela Ro ha aparecido como cantante, guitarrista y acordeonista, y sus presentaciones siempre mantienen gran intensidad.