Folclor
Entendido en contextos locales, folclor proviene del concepto anglosajón impuesto a un fenómeno de música vernácula. El vocablo folklore (donde folk es pueblo y lore, su sabiduría popular) tiene un sentido purista: designa al sujeto original de la tradición, previo a toda interferencia urbana. Por esta condición previa a la industria, los cultores genuinos que grabaron discos en Chile son escasos y corresponden en exclusiva a cantoras campesinas de rodeo, como las incluidas en el disco Aires tradicionales y folklóricos de Chile (1944) editado por la Universidad de Chile. La industria musical empleó este término para designar, por sentido común y por desconocimiento de los cultores originarios, lo que desde un punto de vista urbano ha sido considerado "folclor": figuras de la música típica urbana o recopiladoras. Pero según la nomenclatura son definiciones distintas: los sujetos que investigan el folclor con criterio académico son los "folcloristas"; los cultores naturales son llamados "folclóricos".
Un músico que tocaba un macizo bajo eléctrico como si tratara de rasguear una guitarra a máxima intensidad y un baterista desplegado en rápidos e intrincados ritmos de cueca a punk mientras cantaba dulces melodías: ésa era la impresión sorprendente de cualquiera que asistiera al espectáculo de ver en vivo a Taller Dejao durante sus fugaces dos años de música. Formado por Daniel Riveros (voz y batería) y Javier Cruz (bajo), el dúo apareció entre el ya extendido circuito de rock independiente activo para 2004 con un nuevo modo de tocar: rock cruzado con compases folclóricos, melodías de innatas propiedades pop y letras alusivas a la naturaleza permitían a Taller Dejao hacer una tonada o un carnaval para bailar.
Entre la valiosa comunidad de poetas populares de la ciudad de Pirque, Juan Pérez Ibarra es el más dedicado a la tradición del canto a lo divino o poesía popular de inspiración religiosa. Discípulo y compañero de Osvaldo Ulloa y Santos Rubio, cantor, poeta popular y guitarronero, es también cuasimodista y ministro de la comunión, además de gestor de encuentros en torno al canto popular y al guitarrón.
Vinculado a la composición académica, la música experimental, el jazz y el folclor en dosis similares, Felipe Moreno (no confundir con el baterista del grupo rock y metal Duna del mismo nombre) es cultor de la guitarra campesina y el guitarrón chileno, que logró representar ampliamente a través del tercer disco del ensamble Anticueca, que él lideró desde 2012: Con guitarra y guitarrón (2019). Investigador de los trasportes para la guitarra y las entonaciones del canto a lo poeta, otro trabajo suyo en esta misma línea es Cantando me amaneciera (2020), donde toca sesiones libres para guitarra, guitarrón y piano a la vez que musicaliza relatos de la escritora y académica Rubi Carreño.
De entre los numerosos bailes y conjuntos nortinos asociados a las fiestas religiosas andinas, Wiracocha es hoy uno de los más relevantes, por la extensión de su historia, por el rigor y persistencia de su trabajo musical, por marcas de estilo que le son distintivas y, además, por el cruce hacia colaboraciones con nombres de relevancia nacional (han grabado con Chico Trujillo, y compartido escenario con Los Jaivas e Inti-Illimani). Su historia y legado está registrado en libros (como La música de la banda Wiracocha, de Ricardo Álvarez) y documentales, además de una considerable producción de estudio largada en 1986 con su primer cassette para el sello Carrero.
Cantora, autora, poeta popular, arpista e intérprete de guitarra traspuesta, Jovina Pereira Pereira es conocida en Constitución como "La voz del mar". Se formó en la vida campesina en su más amplia y profunda dimensión, en el sector rural de Empedrado, cerca de Constitución. Allí vivió con su madre y su abuela cantora de trillas y fiestas populares campesinas, quien le legó a Jovina Pereira el amor por el canto y la vida del campo. En esa vida matriarcal aprendió secretos de la tierra, fue agricultora de autosustentación, intercambió productos en trueques y su vida transcurrió a caballo. A los siete años escuchó cantar a Violeta Parra en la radio y consolidó así un amor por el canto. A los diez años se trasladó a Constitución para comenzar sus estudios escolares y allí desarrolló la actividad musical desde joven, cantando en conjunto folclóricos y coros. Con uno de sus conjuntos más importantes, Voces del Mar, llegó a editar dos discos, y luego como solista publicó el álbum A Violeta (2017), grabado junto a su hijo arpista Raúl González con motivo del centenario de su natalicio, y Quisiera morir cantando (2025).
Conocido como el Pelao González, Fernando González Maldonado es de tierra de payadores y guitarroneros. Nació y creció en Santa Rita de Pirque, el suelo de patriarcas como Liborio Salgado y Santos Rubio. Fiel a esa tradición, es cantor a lo divino y lo humano y también payador, además de arpista, guitarrista e integrante del cuarteto de payadores Los Mentaos.
Integrante de varios grupos de fundamental trabajo folclórico, el guitarrista Eugenio Moglia legó al cancionero chileno melodías enlanzadas a la poesía de composiciones como “Y con brotes de mi siembra”, “A ver si agarras confianza” y “Nadie le va a decir huacho”. Su estilo en la interpretación de guitarra y su habilidad para musicalizar versos ajenos fue de gran importancia para el trabajo asociado al llamado «folclor poético», y su técnica fue solicitada en grabaciones de Lucho Gatica, Ester Soré y Raúl Gardy, entre otros famosos intérpretes.
De los trece hermanos Rubio Morales, todos hijos de Pirque, a 27 kilómetros al sur de Santiago, Alfonso Eladio es el menor. «Casi todos cantamos, pero los que seguimos la huella de la guitarra grande fuimos Santos y yo», dice en la presentación del disco El guitarrón chileno, herencia musical de Pirque (2000). Santos es Santos Rubio, su hermano mayor, y la guitarra grande es el guitarrón chileno, tradicional instrumento que a los 19 años, en 1980, empezó a tocar Alfonso Rubio. Cantor a lo humano y lo divino, payador y activo gestor cultural del canto a lo poeta, él es también el director musical del mencionado disco, en el que quedó inscrita parte de la herencia histórica del guitarrón.
Cantora de rodeos y fiestas campesinas, además de recopiladora del folclor, Jenny Medel Flores tomó tardía e inesperadamente el oficio del canto, tras encontrarse con un pariente payador cuando se acercaba a su treintena de edad. Desde entonces se convirtió a este credo, que la impulsó a explorar rincones maulinos en busca de canciones e investigar repertorios procedentes de Longaví y el Cajón de Pejerrey. Resultado de ese impulso inicial en el folclor es el álbum El alma de una cantora, donde Jenny Medel canta a solas con guitarra traspuesta. Medel se identificó desde entonces como continuadora de un linaje familiar al que pertenecía, a través de su abuela, Juana Parra, que integró el dúo Las Hermanitas Parra, de Linares, junto a Anita Parra. Como cultora del canto campesino, ella se presenta con guitarra y coloridos vestidos en carreras a la chilena, domaduras de caballo y fiestas de la trilla en localidades como Pelluhue, Curanipe, Colbún y Pelarco.
Mariana Montalvo es una de las figuras chilenas del canto latinoamericano, poético y de protesta, fuera de las fronteras del país. Desde que llegó a París en 1974 se vinculó a los músicos de la resistencia, desde el compositor Sergio Ortega y el cantor Ángel Parra, hasta el trovador Patricio Manns, con quien compartió espacios en el conjunto Karaxú, formados por músicos exiliados. Además participó en el grupo de música latinoamericana Los Machucambos, formado por músicos de diversas nacionalidades, que tuvieron gran presencia en Francia. Con estudios de guitarra clásica en el Conservatorio Nacional, su rumbo se encaminó entonces al canto popular con guitarra y cuatro venezolano, que desarrolló a lo largo de cuarenta años. Fue, además, la primera chilena en grabar para el sello de world music Putumayo, Cantos del alma (2000). Murió en 2017 y fue sepultada en el cementerio Père Lachaise.
Cantautora que toma elementos del folclor sureño para diseñar su propia canción con guitarra sola. Amapola Puz Medioli incluso ha incrusionado en la canción melódica y pop en una faceta de intérprete y concursante en festivales, aunque su proyecto autoral pone la mirada en el canto, la poesía y los aires de la raíz folclórica. Su primer disco es Plantá (2015), aunque en su prehistoria musical también grabó un disco como niña cantante de música mexicana, titulado Esos ojitos.
Los Perlas constituyen una figura singular y llamativa en la historia de la cueca chilena. Ambos eran músicos profesionales, y debutaron en 1956 con la inédita estampa de rotos, en contraste con el pulcro traje de huasos que caracterizaba entonces a los conjuntos de folclor. Los dos cantaban, y se acompañaban por la guitarra de Luis Silva (“el Flaco”) y el acordeón de Óscar Olivares (“el Chico”). Su graciosa apariencia, su diferencia de estatura (Silva medía un metro 92) y sus largos diálogos antes de cantar convirtieron sus presentaciones y discos casi en espectáculos de humor, pero siempre con la música como eje de su oficio. Grabaron sobre todo cuecas, compuestas por ellos y por otros autores, incluso de la entonces marginal cueca brava. "Lárgueme la manga", “Chicha de Curacaví” (compuesta 20 años antes) y “El guatón Loyola” fueron conocidas en buena parte gracias a ellos. La muerte de Silva en 1987 cerró los 31 años de vida de Los Perlas.
Referencia de la música nortina, el conjunto Calichal legó al cancionero nacional un himno religioso en ritmo de trote taquirari de encanto unánime entre audiencias. Su "Reina del Tamarugal" pasó del triunfo en la competencia folclórica del Festival de Viña 1985 a las fiestas y celebraciones populares frente a «La Chinita», cada año en La Tirana. La composición de Luis Toño Miranda y Manuel Veas —la dupla autoral más frecuente en la historia del conjunto— es una invitación irresistible al homenaje y la participación colectiva, que califica entre las canciones folclóricas más recordadas en la historia del Festival de Viña. Calichal se mantuvo unido por al menos dos décadas, con reconocimientos también en festivales como los de “Raíz folclórica Chilena”, “La vendimia de Molina” y el del Huaso de Olmué.
Además de la influencia que la investigadora y Premio Nacional de Arte Margot Loyola ha ejercido sobre generaciones de músicos, su escuela más directa está expresada en Palomar, el conjunto de proyección folclórica que fundó y que dirige junto a su compañero Osvaldo Cádiz desde 1962. Iniciado en octubre de ese año bajo el simple título de Conjunto de Margot Loyola, en 1975 recibió el definitivo nombre de Palomar, abreviatura inversa de Margot Loyola Palacios, y desde su debut ha sostenido una carrera ininterrumpida de más de cuatro décadas dedicado a las culturas tradicionales.
Indisoluble de las figuras de sus dos máximos impulsores, Luis Bahamonde y Carmencita Ruiz, Fiesta Linda es además uno de los más importantes conjuntos de música típica y de raíz folclórica chilenos. Con Bahamonde como compositor y Ruiz en primera voz, éste fue el grupo de la pareja que impuso éxitos de la música chilena como las tonadas "Ende que te vi" y la propia "Fiesta linda", y contó entre sus filas además al prolífico guitarrista, arreglador, compositor y cantante Pepe Fuentes, quien tuvo allí su primera escuela en la cueca y otros géneros folclóricos y populares que luego ha desarrollado en su extensa carrera.
Cuando en diciembre de 1988 se estrenó en Santiago La Negra Ester se largaba no sólo uno de los fenómenos teatrales más significativos en la historia de las tablas en Chile, sino también se afirmaba la puesta en escena de música que llegaría a ser entrañable. En ese montaje del director Andrés Pérez para la narración en décimas de Roberto Parra, se desplegaba el trabajo de la compañía Gran Circo Teatro junto a la interpretación en vivo de un trío con nombre de gran ensamble: La Regia Orquesta era un conjunto comandado por Cuti Aste, y que en las primeras temporadas de la obra incluyó también a Álvaro Henríquez y al trompetista Jorge Lobos. El propio Roberto Parra acompañó la preparación de su trabajo musical, recorrido de folclor, jazz, bolero y tango bajo auténtica clave de jazz guachaca.
Laura Villalobos es depositaria de una tradición maulina profunda, que ella conoció de la mano de las matriarcas de su familia, su bisabuela y su abuela, cantoras de la localidad de Melozal, cerca de Loncomilla, Cunaco y Emboque, y también de su madre cantora en Linares, donde Laura Villalobos nació. Esa transferencia de canto campesino y guitarra popular en sus manos tomó este y otros rumbos creativos cuando hacia 2011 se movilizó en las protestas y marchas en defesda del río Achibueno. "Hasta cuando" fue su primera canción de protesta, que presentó frente a un público, inspirada en gran parte por Violeta Parra y su contemporánea Camila Moreno, de quienes cantó "Al centro de la injusticia" y "Millones", respectivamente. También profesora rural, Villalobos vivió en Rari y en paralelo a su trabajo de cantautoría y de participación en diversos festivales maulinos, integró el grupo Los Choros del Canasto, que cultivaba música de ritmos y danzas centro y sudamericanas. Su primer disco solista es Caudal (2024), que en parte produjo en Chiloé. Presentó un conjunto de canciones de raíz donde asomaban aires de vals, tonada y cueca, además del uso de guitarra traspuesta, y la participación de músicos como Mauricio Vega, compañero en Los Choros del Canasto, y su madre Donatila Ríos.
El paso por varios grupos y la compañía constante de la guitarra (eléctrica y/o acústica) ha ocupado por años a Rodrigo Pinto, músico autodidacta de actividad incesante en solitario y junto a grupos como Ábrete Gandul y Los Chinganeros. A partir del año 2007, Pinto se viene afianzando como solista, profundizando su interés experimental e incorporando timbres nuevos a su música, como los de la trutruka, charchas, pandero. La amplitud de influencias y géneros de trabajo es su marca más distintiva. Su interés por la improvisación lo ha hecho acompañar en vivo a grupos como Colectivo No y Ensamble por la liberación del Yugo. Sus discos Cabezaspinto y los dos volúmenes de The Erasmo tapes han aparecido hasta ahora bajo etiqueta La Viseca Records, sello que el mismo músico administra.
Una vida repartida entre Chile y Suecia tuvo Lautaro Parra Sandoval, hermano menor de los célebres Violeta, Lalo y Roberto; y, como ellos, creador hábil en el canto y la poesía popular, además de reconocido en su destreza como guitarrista. Ese canto y las décimas fueron las expresiones preferidas por un artista que también expuso pinturas y publicó novelas, como Jacinto Laguna y La Pacha Mama.
Petronila Orellana es un nombre principal en el folclor chileno. Una precursora, como la llamó Margot Loyola, y autora de clásicos del cancionero tradicional, como las cuecas “Los lagos de Chile “ y “Chicha de Curacaví”. Con ella como arpista y su hermana menor Mercedes como guitarrista, formaron un dúo que se forjó en espacios campesinos, como rodeos y trillas, y que luego -sin abandonar esos circuitos rurales- llegó a la ciudad para presentarse en auditorios radiales y grabar varios discos a partir de los años '20. Tras el fin del dúo de hermanas en 1943, Petronila ejerció el oficio musical en su casa de canto, situada en el barrio Pila del Ganso. Se retiró paulatinamente de la música hasta su muerte, en Santiago, en 1963.