2000
Detrás de un bajista tan popular como Christian Gálvez, y debido a una presencia en el circuito musical de Valparaíso, Marcelo Córdova tuvo poca visibilidad como solista en este instrumento, desde su aparición a mediados de los '90. Córdova fue tan diestro e hiperactivo como el propio Gálvez, aunque también pudo desdoblarse desde la electricidad del bajo hacia la acústica del contrabajo, modalidad que le permitió combinar pasos por la fusión como solista y por el jazz contemporáneo, principalmente como sideman.
Astro chileno de la canción mexicana durante cuatro décadas con su investidura de “el Charro de Chile”, Eliseo Guevara nació en una familia campesina en Buin, creció entre San Bernardo y Puente Alto, y desde niño forjó su oficio como cantante. Pero su debut profesional se produjo cuando cumplió 30 años, en 1979, con el sencillo “La horma de mi zapato”. Desde entonces su carrera se encumbraría como una de las más pródigas y activas de la música mexicana elaborada en Chile, completando un catálogo de más de 40 discos, sucesivas presentaciones dentro y fuera del país, y varios clásicos del género, como “El de las botas negras” o “Navidad de un niño pobre”. Guevara murió en 2020, a los 70 años, cuando todavía se encontraba plenamente activo.
Desde inicios de la década de 2000 Diego Morales se mantiene activo como productor de música electrónica, discjockey y miembro de la banda de sicodelia latina Fredi Michel, además de desarrollar una discografía propia y ser parte de bandas de apoyo de músicos como la cantante Javiera Mena.
Promovido desde los ensambles del histórico Ernesto Holman, Marcelo Peña es uno de los músicos y gestores más profundamente invoclucrados con la cosmovisión mapuche. Peña, originalmente baterista de rock progresivo, llegó a ser adelantado intérprete de percusiones del jarrón de greda que el ex músico de Congreso llamó metawe y que él reconsideró ortográficamente como metahue, el mismo nombre que bautizó su primer disco de música electro-étnica de inspiración mapuche, Metahue (2003).
Por el tiempo en que en Francia fue conocido como "el chileno del saxofón", Alfredo Espinoza estaba aún muy lejos de pasar a ser la leyenda viviente del jazz nacional que terminó siendo. Mientras en Santiago y Valparaíso (su ciudad natal) su nombre no significaba más que la asociación entre dos palabras, según narran las crónicas en Buenos Aires y París su figura era "mitológica". Su muerte a los 72 años, en 2015, tras un largo retiro de la música, golpeó a la comunidad musical que vio partir a una figura ineludible, la más importante del jazz chileno para muchos entendidos y para los propios músicos.
Habitual figura del creciente celetrity-system chileno, en 2008 la modelo argentina Bárbara Vos se integró a un circuito de cantantes de pop latino como Ximena Abarca, Laura Serrano, Katherine Muñoz, Lucy Helena, Tamy Sessarego, Mariela Montero o la popular Karen Paola. Bárbara Vos, que cantaba con sistematicidad en locales y discoteques (de hecho se encontraba actuando la madrugada del terremoto del 27 de febrero de 2010), obtuvo mayor figuración a partir de un controvertido vínculo con la cantante de "Rojo" Karen Amenábar, habitual fórmula de obtención de publicidad en la farándula televisiva.
La temuquense Marcela Parra es cantautora, pero al mismo tiempo poeta y doctora en Artes Visuales, lo que le ha permitido ampliar su creatividad desde que inició una carrera como solista, cantando en un serie de pequeños escenarios de Valparaíso hacia 2005. Sus canciones pop y folk mezclan la raíz del folclor sureño con la música celta, la música portuguesa y la poesía propia, en un encuentro que quedó expuesto desde su primer disco, Astronautas en la playa (2015). Con el tiempo su creación pasó a utilizar las herramientas digitales, sintetizadores modulares y otros medios para establecer una cantautoría desde la electrónica.
Si bien el pianista, compositor y musicólogo Carlos Silva es un ejemplar del jazz de la transición de los '90, junto con músicos generacionales como Pancho Molina, Ignacio González y un primerizo Cristián Cuturrufo, fue en la década siguiente cuando su nombre propio tomó cuerpo como uno de los mayores líderes musicales de un jazz contemporáneo en formación. En esos tiempos se transformó entonces en el continuador de una línea de pianistas de avanzada que de cierta forma se había extraviado desde los '70 con la dictadura y especialmente con las partidas al extranjero de Manuel Villarroel y Matías Pizarro. Silva profundizó largamente en el lenguaje de improvisación libre desde el trío jazzístico y se instaló referencia dentro del avant-garde.
El blues eléctrico de Chicago, el rock británico de los ’60 y la música diaguita están en el horizonte de Magonolia, trío nortino liderado por el guitarrista Jorge Cochiblues Araya. Muddy Waters, John Lee Hooker, Jimi Hendrix y Jimmy Page han sido guitarras inspiradoras, pero también Magnolia tiene una referencia mucho más cercana con el guitarrista Ricardo Mollo y el grupo argentino Divididos.
Experimentaciones acústicas, improvisaciones rítmicas, paisajismos sonoros y artes mixtas describen el trabajo de esta compositora que completó una formación docta en Francia tras su experiencia inicial en Chile, como cantante cercana a influencias que fueron desde el pop y el folk hasta el jazz. Renata Anaya (conocida también como Renata Carrasco) dio un giro radical en su aproximación a la música cuando regresó a Chile, ya convertida en compositora de una avanzada música electroacústica autoral, que dio curso a través de distintos proyectos, tanto solistas como colectivos.
Entre los nombres jóvenes del canto a lo poeta desde los 2000, uno de los destacados es el de Myriam Arancibia. Capaz de valerse en los oficios de cantora, poeta popular y payadora, se formó en ellos al alero del veterano Arnoldo Madariaga Encina y de Francisco Astorga, con quien estuvo casada y organizó cada mes de marzo el Encuentro de Payadores de El Rincón en su natal Codegua. Profesora de educación básica, participa por igual en jornadas de canto a lo humano y a lo divino, en vigilias y en encuentros nacionales de rima improvisada.
En años en que el rock pesado en Chile tendió a alinearse en bandos muy diferenciados apareció Weichafe, un potente trío encomendado a la vieja escuela rockera en busca de una definición musical propia. Así tuvo una carrera productiva y ascendente, concluida en el año 2008 en medio de cierta incomprensión del medio. Lo dijeron ellos muchas veces: "Muy popero para los metaleros, muy pesado para los poperos, demasiado conocido para los alternativos y desconocidos para las masas". A fines de 2014 un concierto en el Teatro Caupolicán marcó el reinicio de su historia.
No Ciudadanos exploró caminos de piedra antes de llegar a la carretera de las publicaciones de mercado. Al inicio, las producciones de esta banda punk circularon en formato de cassette entre públicos y bandas cercanas, antes de ganar un espacio entre los grupos de punk con melodía que tomaron más cuerpo del 2000 en adelante. Aunque trabajaron un rock de guía melódica —de hecho, uno de sus discos, Contenidos explícitos (2006), tuvo a un integrante de Glup! como productor—, ganaron prestigio en el ámbito hardcore.
Cuando el rap-metal comenzó a dominar la escena musical, hacia fines de los años noventa, el impacto de bandas como Rage Against The Machine, Korn y Limp Bizkit fue muy fuerte en Chile, y no solamente entre los militantes de la cultura metalera. Uno de los grupos que adaptó de mejor manera este estilo fue el cuarteto 2X. Sus letras, cargadas de rabia juvenil y denuncia, representaron el sentir de un público que recibió su propuesta como toda una novedad.
Holandesa de origen, Isa Bornau ha hecho una parte de su carrera musical en sucesivas estadas en Chile, donde editó su disco Ser (2014). Con la influencia de la canción francesa muy presente, en su primera visita en 2000, para hacer trabajos voluntarios, conoció el folclor chileno y a Violeta Parra, lo que supuso un reenfoque de su perspectiva musical. Tiempo después, Bornau llegó a interpretar "La exiliada del sur" en una de las ediciones del concurso televisivo "The voice". Como solista ha actuado en los circuitos del jazz.
El guitarrista Pedro Frugone asumió la música como vocación temprana, y ha sido hasta hoy persistente en su trabajo y leal a ese llamado. De entre las muchas bandas de las que ha formado parte, las más importantes han sido Anachena, Viena y sobre todo La Ley, con quienes tocó por casi veinte años. Ha colaborado con diversos músicos locales, y en 2007 publicó un álbum solista.
Andrés Pérez Muñoz es uno de los saxofonistas de jazz de mayor contundencia aparecidos en el inicio del milenio, poco después de que arribara Agustín Moya, formado en la Conchalí Big Band, la misma orquesta educativa en la que él se instruyó. Ahí donde Moya tiene potencia como solista, Pérez exhibe un lirismo propio. Solista, compositor, líder de conjuntos, productor musical, investigador, gestor y dirigente gremial, además de sus trabajos estrictamente musicales, que incluyen la formación y dirección de la Mapocho Orquesta, Andrés Pérez es el responsable de la gestión editorial del Real book chileno.
Esteban Estay es un trompetista de jazz, cultor como pocos músicos de su generación de las corrientes tradicionalistas en el género, a contrapelo del modernismo que prevaleció sobre todo en las décadas de 2000 y 2010, donde él se desempeñó como músico. Estay abrazó esa rama del "trad jazz", que expuso en diversos momentos, con conjuntos y con trabajos propios de gestión cultural y liderazgo de elencos. El principal fue La Bix Band, pequeña orquesta que comenzó a tocar en 2008, inspirada en la figura del héroe del jazz de Nueva Orleans Bix Beiderbecke y que llegó a contar con la participación, nada menos, que del saxofonista Alfredo Espinoza.
Escasas bandas chilenas elevaban en los años noventa el pop a la categoría de gran causa. Canal Magdalena buscó albergar en sus canciones y la difusión de estas aquellos valores que a sus integrantes les parecían los adecuados para una mejor convivencia en sociedad; en sus palabras, la honestidad, los afectos bien expresados, el romanticismo, la elegancia de lo cotidiano. Su apuesta por el pop de vocación masiva pero carácter propio se adelantó a lo que más tarde profundizó la generación millennial. La carrera del grupo ha mostrado cumbres de difusión ("Enséñame", "Todo ha cambiado") y también extendidos períodos de silencio, aunque nunca una separación como tal.