1940
Jorge Peña Hen es el precursor de un movimiento de orquestas juveniles e infantiles que fue pionero en América Latina y, después de su asesinato a manos de agentes de la Caravana de la Muerte, gestionó e institucionalizó Fernando Rosas. Compositor, director de orquesta, educador, gestor y fundador de numerosas instituciones, su iniciativa señera dio nacimiento a la Orquesta Sinfónica Infantil de La Serena, con la participación de niños de sectores vulnerables, y a la Escuela Experimental de Música en la misma ciudad.
Viajes entre Europa y América, y notables asociaciones musicales marcaron la peculiar vida del pianista Roberto Inglez, uno de los mejores arregladores de orquesta que en Chile se vinculó a la música popular, y conocido sobre todo por su colaboración de años con Lucho Gatica. Como puede sospecharse a partir de su curioso apellido artístico, Roberto Inglez se hizo famoso con un seudónimo, pues fue como Robert Inglis que nació y creció en la lejana Escocia. Con su nombre verdadero se granjeó el primer prestigio artístico en su ciudad natal (junto a la banda The Melodymakers) y, más tarde, en Londres. En 1937 había conocido al músico de ascendencia venezolana Edmundo Ros, destacado arreglador que recién llegaba a la capital inglesa y que de inmediato reclutó a Inglis como pianista.
Premio Nacional de Arte en 2000, Carlos Riesco destacó como compositor y gestor, dirigiendo el Instituto de Extensión Musical de la Universidad de Chile y presidiendo la Academia Chilena de Bellas Artes. Inició su formación como compositor en 1943 con Pedro Humberto Allende en la Universidad de Chile. Desde 1947 hasta 1949 estuvo en Nueva York y tomó cursos con David Diamond, Aaron Copland y Olivier Messiaen. Tres años después volvió al extranjero, primero a México para estudiar con Rodolfo Halffter, y luego a Francia, para matricularse en la clase de Nadia Boulanger.
Los Hermanos Lagos son un trío que desde fines de la década de 1940 marcó una importante etapa en la vida radial, discográfica e incluso cinematográfica de nuestro país. Son los intérpretes de las versiones más populares de las cuecas "El guatón Loyola" y "Adiós Santiago querido", y cuentan en su repertorio con los más variados registros de música tanto nacional como latinoamericana.
Un título basta a Donato Román Heitman para quedar en la posteridad: ‘‘Mi banderita chilena’’ (1935). Grabada por algunos de los más importantes exponentes de las tonadas chilenas y luego enseñada a generaciones de escolares, la canción alusiva al azul del cielo, la nieve de las montañas y al rojo de copihue es, junto a ‘‘Si vas para Chile’’ (1942), de Chito Faró, y ‘‘Chile lindo’’ (1948), de Clara Solovera, la primera de las tres postales más tradicionales de toda la música típica chilena.
Por años el guitarrón más antiguo de Pirque estuvo en buenas manos. Fue el que tocó hasta el final Manuel Saavedra, cantor y poeta popular de esa ciudad de la región metropolitana que es, a su vez, la cuna de ese instrumento tradicional chileno. Fallecido en 2013 a los noventa años, Saavedra dedicó buena parte de su vida al guitarrón y el canto y fue el más veterano cultor de esas tradiciones ya entrado el nuevo siglo.
En una rústica fotografía en claroscuros, una figura aparece a medias visible sobre la carátula de cierto viejo LP chileno publicado en 1976. Ése es el primer disco del cantor Pedro Yáñez, pero es además una muestra de respeto: el de la foto no es Yáñez, que en ese tiempo se asomaba a los treinta años, sino Lázaro Salgado, un hombre que para entonces ya era una escuela en la poesía popular chilena. Hoy es una leyenda. Es el poeta que encarna mejor que nadie la tradición del cantor prolífico en versos y errante por vocación, por caminos en los que se cruzó con gente tan diversa como Roberto Parra, Víctor Acosta, Santos Rubio, Nano Acevedo y el universo de payadores con el que compartió ese oficio. Poeta popular, payador y guitarronero, aprendió de sus antepasados y es reconocido por generaciones de cantores hasta nuestros días.
Una de las primeras artistas en grabar folclor chileno fue Derlinda Araya, una "precursora del cantar criollo", según la categoría que en 2006 estableció Margot Loyola en el libro La tonada: testimonios para el futuro. Nacida en la nortina Chañaral en 1895, se trasladó a Santiago, donde en los años '30 inició una exitosa carrera como cantante de radio y desde 1935 grabó varios discos, algunos junto al conjunto Los Provincianos, y de los que existen escasos registros. Carismática y muy popular, avanzada la década de 1940 se estableció en Linares, donde murió tempranamente en 1953. Tenía 58 años.
Leni Alexander Pollak es la más importante compositora en Chile durante el siglo XX. Ese estatus se lo entrega la musicóloga Raquel Bustos Valderrama, especialista en estudios de género, en su libro La mujer compositora y su aporte al desarrollo musical chileno, donde observa el devenir, la vida y obra de Alexander dentro de un universo reducido de creación femenina. Nacida en 1924 en Breslavia (entonces parte de Alemania, actualmente en Polonia), huyó del régimen nazi en 1939. Se convirtió en ciudadana chilena en 1951 y como compositora se identidican una serie de obras tempranas a partir de 1949, canciones y piezas de cámara. Alumna de Fre Focke, Alexander se unió a las vanguardias de los años '50 y avanzó luego en esa línea, escribiendo obras de diversa consideración, música sinfónica como "Equinoccio" (1962), de cámara, cantatas, lieder, música incidental para teatro, ballet, cine y mimos. A ellas se suman sus reconocidas piezas radiofónicas donde amplió el uso de los medios y creó una serie de obras denominadas "teatro para escuchar" o hörspiel, donde ella desmantelaba por completo el formato del radioteatro. La más trascendental, dado que marcó el inicio del trabajo en esta línea, es "Par quoi? A quoi? Pour quoi?" (1971), para mezzosoprano, voces habladas de niños, ensamble instrumental y soporte electrónico, estrenada ese año en la Bienal de Zagreb.
Ante los ojos de miles, Monna Bell fue una cantante mexicana. En ese país coronó el éxito de su carrera —incluso fue actriz de cine—, y su estilo lleno de gracia y matices interpretativos cosechó los más sonoros elogios hasta su muerte, en Tijuana, en 2008. El mismísimo Juan Gabriel la describió como «la artista que más he admirado en mi vida», sabiendo, eso sí, que hablaba de una mujer chilena, nacida en Santiago como Ana Nora Escobar, y con un talento apenas reconocido entre sus compatriotas. La trayectoria de Monna Bell fue de grandes conquistas internacionales, con presentaciones en Nueva York, un triunfo en el primer Festival de Benidorm (1959) —con la luego clásica "Un telegrama"— y la asociación a grandes orquestas latinoamericanas de su tiempo, como las de Chucho Valdés y José Sabre Marroquín. También de su legado discográfico han existido varios hitos: en 1980, el cineasta español Pedro Almodóvar eligió su versión de "Estaba escrito" para musicalizar su primer largometraje (Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón) y en el verano español del año 2020, en tiempos de confinamiento por la pandemia de Covid-19, Televisión Española difundió un video con las playas vacías junto a una antigua canción alegre en voz de la chilena: "Cuando cuando".
El personaje de Carmela y el seudónimo de Marianela son las dos señales más inmediatas para identificar a Carmen Barros, la actriz, cantante, dramaturga y directora de teatro reconocida por su papel protagónico en la primera versión de la célebre obra musical La pérgola de las flores (1960). Pero lejos de agotarse en ese hito, su historia se remonta a la radio, el disco y el cine chileno de los años '40 y avanza luego por el teatro, la comedia musical y la televisión en una trayectoria con cruces frecuentes y productivos entre el canto y la actuación. Cosmopolita, su carrera ha estado jalonada desde temprano por los viajes y llega hasta marcas tan recientes como la obra de teatro unipersonal Mi Marilyn Monroe (2010), tras más de seis décadas de vigencia en los escenarios. En 2019, a los 94 años de edad, fue distinguida por la SCD como Figura Fundamental de la Música Chilena, y falleció cuatro años después como una de las más queridas por el gran público.
Delineado desde los años de esplendor de la radio, la orquesta, la boite y la industria discográfica propias del siglo veinte, la figura del músico de oficio capaz de valerse en los diversos géneros populares de la época en Chile tiene una expresión exacta en Rafael Traslaviña. Con más de seis décadas dedicadas a la música, este pianista tocó y grabó en discos de jazz, cueca, tango y otros ritmos bailables, y a su muerte ocurrida en 2011 dejó como herencia una estatura bien ganada entre los principales instrumentistas de esa era en la música popular.
Hasta el advenimiento al canto chileno de este rey de la talla y la paya, no se acostumbraba en los discos a interpretar este estilo, por el temor existente entre los directores de los sellos grabadores de que tales registros cayeran mal entre el público "culto" que los compraba. Cuando Críspulo Gándara fue llamado a grabar algunos discos para el sello Odeon, insinuó la conveniencia de "adornar" sus cuecas con algunas tallas de su cosecha. Por supuesto que le fue terminantemente prohibido cometer tal desaguisado. Sin embargo, luego de algunas pruebas, Gándara demostró que nada había de malo ni lesivo a los oídos de los que compraran las grabaciones, salvo si se considerara fuera de gusto la picardía criolla.
Premio Nacional en 1968, Alfonso Letelier cumplió un rol relevante en la promoción y la formación musical chilena, al impulsar una política de unificación de todos los estamentos musicales de la Universidad de Chile en su actual Facultad de Artes. Como compositor académico obtuvo prestigio nacional e internacional con sus obras vocales. Es el padre de dos músicos que obtuvieron el Premio Nacional en Artes Musicales: el compositor y organista Miguel Letelier (en 2008) y la contralto Carmen Luisa Letelier (en 2010).
El cine, en su multiplicidad de oficios asociados, distingue el recuerdo de José Bohr, quien además de ejercer como director, productor, guionista, director de fotografía y actor en largometrajes filmados a partir de 1920, fue también compositor de música para películas, cantante y pianista en bandas sonoras. Figura en revistas musicales, espectáculos en vivo y auditorios radiales de su tiempo —suele calificársele entre los primeros crooners de la región—; y además compuso algunas famosas canciones, como “Y tenía un lunar”, “Cascabelito” y “Pero hay una melena”. Su nombre es recurrente en los recuentos históricos del tango, debido a su cercanía con Carlos Gardel y su aporte al catálogo del género con cerca de doscientos títulos.
Además de ser uno de los primeros compositores chilenos que adoptaron en su obra la dodecafonía y el serialismo, Eduardo Maturana fue un activo protagonista de la escena vanguardista que se estableció durante la década de 1960, con músicos como León Schidlowsky, Gustavo Becerra y Leni Alexander, entre otros. Suya es “Responsorio para el guerrillero”, emblemática pieza que describe este período en Chile, donde incorporó inéditos elementos al sonido de la orquesta y la narrativa sinfónica.
El pianista más importante nacido en Chile adquiere relevancia histórica en el recuento de los más destacados intérpretes del mundo en el siglo XX, y por eso su biografía es la de una figura de relieves únicos en el recorrido cultural de nuestro país. Aunque su formación la tuvo en Alemania y gran parte de su trayectoria la desarrolló en Europa y Estados Unidos, Arrau mantuvo siempre un vínculo atento con su país natal, con viajes esporádicos para ofrecer recitales (el último de ellos, en 1984, cuando recibió el Premio Nacional de Artes) y el apoyo a diversas iniciativas de apoyo a pianistas locales. Por voluntad propia su tumba está hoy en Chillán, donde además gran parte de sus pertenencias pueden conocerse en el Museo Claudio Arrau, inaugurado en 2005 en el lugar que acogió su casa de infancia.
El cantor y autor, comerciante y veguino Mario Catalán representa uno de los nexos fundamentales entre la cueca chilenera, centrina o brava, que se cultivaba en los barrios populares, y el mundo de la industria discográfica de los años '50, '60 y '70. Su voz y estilo de canto aprendido desde su infancia en la Vega Central de Santiago, centenario epicentro comercial de intercambio y distribución de productos agrícolas para la capital, era como el pregón del propio vendedor veguino: un grito de alto volumen, estentóreo, agudo y hasta violento, pero a la vez gracioso, festivo, coloquial y que atraía fuertemente la atención de los oyentes.
Premio Nacional de Arte en 1986, este compositor y pianista produjo un aporte notable al quehacer cultural chileno, ejerciendo la docencia y la crítica musical por más de tres décadas.
Arnoldo Madariaga Encina es el patriarca de una familia dedicada al canto, la poesía popular y la paya en Chile, al mismo tiempo que gestor de uno de los más importantes encuentros nacionales de payadores en su natal ciudad de Casablanca y un activo participante en el ámbito del canto a lo divino.