Música experimental
La música experimental describe las manifestaciones que están detrás de los bastidores y cuyo gesto estético trasciende más allá de los modelos de una música convencional y comercial. En un permanente desafío a las normas de creación comunes, las variantes de la música experimental se multiplican y avanzan en distintas direcciones: desde la composición docta contemporánea y los experimentos en laboratorios de sonido, hasta la improvisación libre, el ruidismo, el jazz vanguardista y la creación a través de cintas magnetofónicas y de soportes digitales, sin omitir la diversidad del arte sonoro o, simplemente, la música creada con las armas tradicionales del rock.
Uñas Negras es un proyecto de música experimental, improvisación libre e influencias de la psicodelia y del folk formado en Valparaíso por Carlos Canales (guitarra), Gonzalo Undurraga (teclados) y Fresa Parra (batería), hija del histórico músico de Los Jaivas, Eduardo Parra. El trío fue el núcleo de este ensamble que se inició en el formato de sexteto en el underground porteño. Algunas de las principales influencias de la música improvisada a partir de instrumentos pero también de artefactos y objetos, proviene de la experiencia de Los Jaivas en las extensas sesiones musicales de 1969 y 1970. En 2004 Uñas Negras editó el disco Eclosión.
Creado y dirigido por el compositor y baterista Andrés Quezada, Narval Orquesta tomó la forma de un instrumento integral, desde la mirada que el músico planteó para una obra en sus inicios elaborada solamente en el computador. Ante esa necesidad de incorporación de timbres y colores, Quezada terminó convocando a solistas de distintas formaciones académicas y diversos ambientes musicales para poner en marcha una orquesta que deliberadamente situara su música "en tierra de nadie". El ensamble publicó una saga de álbumes entre los que destacó Botones (2022), nominado al Premio Pulsar en la categoría Jazz y Fusión en 2024.
Con el escudo de la República de Chile como ícono distintivo, Chiste fue un proyecto de improvisación y música electrónica experimental que en 2004 reunió a los fundadores del sello discográfico digital Pueblo Nuevo: Daniel Jeffs (Djef) y Hugo Espinosa (Mika Martini). Su enfoque de la electrónica, en una época de diversa proliferación de creadores que dieron la espalda a la música de pista baile, se caracterizó por el uso y abuso del ruido como material sonoro.
Mitcheaux es la identidad musical adoptada por Miguel Torreblanca para el proyecto solista de una etapa posterior a su inicio como músico de rock progresivo, rock fusión y jazz rock a comienzos de los años 2000. Su nombre civil, en cambio, se asocia al trío Kamken, del que fue bajista y compositor, pero su historia musical lo ha llevado a trabajar en ámbitos más diversos y una vez que tomó la personalidad musical de Mitcheaux en 2012, la música que compuso alcanzó incluso al pop electrónico como extensión.
Mitos, rumores y vagos recuerdos subsisten en el relato sobre Malalche, banda activa desde fines de los años 70 con una formación combinada entre músicos profesionales y aficionados, nunca identificados con sus nombres, y que por opción conjunta no llegaron a presentarse en vivo. El título elegido para su única publicación, el cassette Cahuineando, es representativo de su hábito creativo: un hacer doméstico y «enfiestado», sin ambiciones materiales; que ante las circunstancias de un país en dictadura aparecía como un refugio para «gente acorralada». Malalche definió un territorio sonoro propio que con el tiempo ha ido siendo cada vez más valorado, y que retrospectivamente sólo parece guardar algún tipo de ligazón con lo que en esa misma época y hasta bien entrados los 90 hacían sus amigos de la Agrupación Ciudadanos.
Desde que apareció por primera en un escenario en Chile —en el Teatro Italia, en 2002— Diego Manuschevich instaló una dinámica solística que sacudió a las audiencias y a los propios músicos de jazz, con un discurso, un lenguaje y una fortaleza que lo convirtió en uno de los improvisadores más poderosos que se hubieran visto entonces. Manuschevich es uno de los principales cultores del free jazz, el avant-garde y la improvisación libre, como intérprete de saxofones sopranino, alto y tenor, además de clarinete y clarón.
Compositora, cantante, baterista y experimentadora a partir de las narrativas musicales y los materiales sonoros, Luciana Campos es una figura de marcado eclecticismo. Ella se mueve entre varios espacios musicales, desde luego la canción pop que ha sido sometida a otros procedimientos: entre los alcances de la música contemporánea y la electrónica de escucha, junto con pasajes de improvisación jazzística. Tras un período de creacion de música incidental para cine y teatro, llegó a su primer disco como compositora: Armado/desarmado (2023).
La Neura es uno de los escasos representantes en Chile de la cruza musical entre punk y el llamado rock in opposition (cuyos ensayos previos a nivel europeo desarrollaron bandas referenciales como This Heat, Aksak Maboul o Etron fou Leloublan, desde fines de los ‘70). La Neura se ubicó en aquel intenso terreno del caos controlado y el orden complejo no descifrable en la escucha fácil y superficial. Pero su presencia fue demasiado underground —incluso para el underground— durante la década de 1990 como para resonar con la contundencia de otro grupo pariente: Akinetón Retard.
Tárabust llegó a ser la experiencia más importante en torno a la música improvisada sobre el final de la década de los 2000 y operó en los frentes de Valparaíso y Santiago como una red amplia y y variable de músicos independientes. Liderados por los músicos Marcelo Maira y Rodrigo Ríos, el Proyecto Tárabust tomó ese concepto de "proyecto" como método de organización de distintos ensambles, acústicos y eléctricos, de cámara y de bar, en distintos momentos y espacios.
Han definido su música como pop bizarro, pop retorcido o música coneja. Pero las clasificaciones están de más para Mostro, el engendro que dos hermanos oriundos de Los Andes, Carlos y Jaime Reinoso, alimentan desde 2000 con una dieta de baterías, guitarras, teclados y otros aparatos en sorprendentes temas instrumentales. Durante su irrupción, el proyecto fue parte de una escena de música experimental independiente que aunó un espíritu común entre los músicos de la época, junto con agrupaciones como Uñas Negras, Umbría en Kalafate, Carroña, Congelador y Familea Miranda, entre otras.
Como miembro fundador de la Comunidad Electroacústica de Chile (Cech), organizador y compositor invitado del festival Ai-Maako —el principal encuentro de ese circuito en el país—, autor de estudios sobre la materia y curador del fundamental disco triple 50 años de música electroacústica en Chile (2006), el músico, compositor e investigador Federico Schumacher ha sido uno de los nombres más importantes de la música electroacústica en Chile desde esos años del resurgmiento. A su regreso de Alemania en los años 2000, se instaló en el frente de músicos que protagonizó ese repunte de la música académica creada en laboratorios de investigación a partir de dispositivos electrónicos, desde donde él proyectó su creación. En su faceta de investigador, Schumacher es autor del fundamental libro Historia de la música electroacústica en Chile (2005).
Fue en 2004 cuando apareció el último disco antes de la despedida con que el trío Tobías Alcayota puso fin a casi diez años de exploración, pero ya en ese momento uno de sus integrantes tenía definido el nombre para seguir explorando por su cuenta. Solo o con otros grupos, Marcelo Peña Cortés (no confundir con el percusionista de fusión Marcelo Peña) ha funcionado desde entonces como Miopec, abierto tanto al sonido como a las posibilidades audiovisuales de la música.
Flautista, saxofonista, improvisador, educador y gestor, Marcelo Maira es parte de una generación de músicos experimentales que abrieron espacios a comienzos de la década de los 2000. Desde la música contemporánea, la música improvisada, el jazz avant-garde e incluso el rock, una serie de solistas capitalizaron esos anhelos expresivos en agrupaciones tan diversas como Payaya, Yonhosago, Ensamble Majamama, LaKut o el quinteto Mandali, donde Maira fue uno de sus principales improvisadores. Su mayor proyecto ha sido la realización de programas de educación artística titulados "Estimulación Sonora", de los que es director, productor y monitor.
Para el más jazzista de los integrantes de Akinetón Retard, la categoría de "músico incomprendido" dentro de la escena jazzística estuvo lejos de convertirse en un estigma. Por el contrario, este mismo hecho posicionó a Cristián Bidart como un solista ligado a un circuito de avanzada subterránea que permitió que proyectara su propio punto de vista sobre el jazz avant-garde. Su trabajo durante la década de 2010 se amplió, incluso, a investigaciones sobre la percusión chinchinera.
Como Cuchufleta Punk y Cuchufleta (a secas) trabajó durante su historia esta banda liderada por el compositor Gregorio Fontén un sonido peculiar, inspirado en el rock, la improvisación y la raíz folclórica. Tres ex integrantes de Chupilca del Diablo –Gregorio Fontén, el trompetista Hernán Fontaine y el baterista Joaquín Subercaseaux– se integraron a la creación de un repertorio de canciones libres, sin convencionalismos, con un evidente e intencional descuido. Esos experimentos a puertas cerradas no tardaron en ordenarse en los discos Cuchufleta Punk (2004) y Lencería fina (2005). Para su tercera publicación, el grupo tuvo la asesoría en producción de Eduardo Lira (de Elso Tumbay) y la participación de Eduardo Parra, tecladista histórico de Los Jaivas.
Julio Denis es uno de los más bateristas más modernos del jazz de la década de 2000 y evidentemente uno de los aventajados seguidores del concepto de percusión desarrollada por el baterista Andy Baeza. Junto a Arturo Salinas y Nicolás Ríos, Julio Denis impuso también su presencia entre los solistas adiestrados por Baeza y que luego aprovecharon los espacios musicales integrando series de proyectos, ensambles, pequeñas orquestas y conjuntos de club. Denis ha sido sideman de los guitarristas Gabriel Feller, Jordi Adriazolla y Gastón Apablaza, la contrabajista Alejandra Santa Cruz, la cantante Paz Court e integrante de las orquestas creativas de Ramiro Molina y Esteban Sumar, además de integrar el trío de jazz-funk y música electrónica El Bueno, el Malo y el Feller.
Inspirado en el concepto de deconstrucción del folclor desarrollado por Violeta Parra a través de su investigación de la guitarra criolla, el músico Felipe Moreno puso en marcha sus propósitos como compositor contemporáneo y guitarrista a través de un ensamble al que denominó, justamente, Anticueca. Alrededor suyo, su enfoque y su catálogo de obras ha funcionado con la geometría del trío de guitarra traspuesta, saxofón y batería desde 2015 en adelante, pero también ha alcanzado rangos sonoros mucho mayores sobre el final de la década.
Poeta, académico y músico experimental, Felipe Cussen ha trabajado en torno a la poesía sonora, tanto de manera independiente como en asociaciones, como la Orquesta de Poetas. Su trabajo musical se ha volcado al uso de la electrónica y su primer disco es Quick faith (2015). La alianza con el músico Richi Tunacola (en el dúo Cussen & Luna) ha avanzado por sesiones presenciales y a distancia de improvisación sobre máquinas entre ambos, ordenadas en parte en 2020 en un disco presentado por el trío The Keith Harings (también con Usted No! a bordo), bajo el título Latency sessions y con varios invitados en arreglos y remezclas. La presentación del álbum es elocuente de sus particulares circunstancias de trabajo en pandemia: «The Keith Harings agradece la alta latencia, súbitas fallas y baja resolución suministradas por nuestra compañía de internet, Movistar, que hizo infinitamente más difícil su trabajo y el de millones de chilenos durante estos meses de confinamiento».
El sentido del riesgo es la característica distintiva de la cantante, autora y compositora Camila Moreno, expresada en un acercamiento personal a los sonidos acústicos, a la electricidad del rock y la producción electrónica. Ha conseguido difusión internacional, buscando un vínculo entre su cantautoría y procesos sociales más amplios, situándose entre las voces destacadas de una generación de cantantes chilenos que comparten una inclinación a la raíz folclórica por instinto y un canto personal y testimonial al mismo tiempo.
Desde inicios de la década de 2000 Diego Morales se mantiene activo como productor de música electrónica, discjockey y miembro de la banda de sicodelia latina Fredi Michel, además de desarrollar una discografía propia y ser parte de bandas de apoyo de músicos como la cantante Javiera Mena.