Folclor
Entendido en contextos locales, folclor proviene del concepto anglosajón impuesto a un fenómeno de música vernácula. El vocablo folklore (donde folk es pueblo y lore, su sabiduría popular) tiene un sentido purista: designa al sujeto original de la tradición, previo a toda interferencia urbana. Por esta condición previa a la industria, los cultores genuinos que grabaron discos en Chile son escasos y corresponden en exclusiva a cantoras campesinas de rodeo, como las incluidas en el disco Aires tradicionales y folklóricos de Chile (1944) editado por la Universidad de Chile. La industria musical empleó este término para designar, por sentido común y por desconocimiento de los cultores originarios, lo que desde un punto de vista urbano ha sido considerado "folclor": figuras de la música típica urbana o recopiladoras. Pero según la nomenclatura son definiciones distintas: los sujetos que investigan el folclor con criterio académico son los "folcloristas"; los cultores naturales son llamados "folclóricos".
Los 30 Pesos deben su origen y su nombre al estallido social de octubre de 2019, revuelta originada a partir del aumento de 30 pesos en el boleto del Metro de Santiago, considerado entonces como una de las chispas que detonó la explosión. Tres experimentados músicos de la cueca y el folclor urbano -Daniel Muñoz, Horacio Hernández y Miguel Molina- se presentaron por primera vez en noviembre ese año en un cuecazo constituyente en el Barrio Franklin, y a partir de ahí siguieron adelante en permanentes actividades vinculadas a la movilización y las ollas comunes.
Más conocida por el cariñoso diminutivo de Carmencita Ruiz, esta cantante fue una de las más experimentadas exponentes de la tonada y la cueca, como parte del conjunto Fiesta Linda, fundado en 1953 por el autor y compositor porteño Luis Bahamonde, y también en su dimensión como inspiradora de nuevas generaciones de amantes del folclor. Su técnica interpretativa y timbre vocal son recordados como de los más notables de la historia de la música chilena: «profunda», «muy baja, casi masculina», «desgarradora», «llena de matices», dicen los entendidos para definir su voz.
Los Hermanos Barrientos son parte de los abundantes conjuntos familiares que poblaron el folclor desde los años '20. Tito, en guitarra, y Marina y Carlos, en voces, eran los músicos de apellido Barrientos, quienes en escena se hacían acompañar por grupos de guitarras. Cantaban tonadas y cuecas, y se presentaban desde la segunda mitad de la década del '30 en Punta Arenas, donde vivían. En los años '40 se radicaron en Valparaíso y comenzaron a grabar discos para el sello Victor, estableciendo un circuito estable de trabajo en locales nocturnos y auditorios radiales. En 1946 grabaron el vals de Eduardo Chilote Campos “Corazón de escarcha”, y desde entonces iniciaron una carrera internacional que se extendió hasta fines de los años '60.
No sólo su asesinato, en septiembre de 1973, han hecho de Víctor Jara uno de los artistas más trascendentes de la música de nuestro país, sino que es su trabajo y su obra lo que definitivamente lo consagró como una de las más grandes figuras de la cultura chilena. Fue folclorista, director de teatro durante una década en la Universidad de Chile, parte del elenco de la Peña de los Parra entre 1966 y 1973, trabajó con los grupos Cuncumén, Quilapayún, Inti-Illimani, Los Cuaracas, Huamari y Cantamaranto, y compuso y cantó más de 150 canciones, varios clásicos de la canción universal, como "Te recuerdo Amanda", "El derecho de vivir en paz" o "Plegaria a un labrador". Conmovido por una época en la que despuntó una enorme efervescencia social, el cantor representó el sentimiento de búsqueda de dignidad para las clases sociales populares, como militante del Partido Comunista, y fue un entusiasta partidario del gobierno socialista de Salvador Allende. Su arte y sus aspiraciones fueron coherentes con su historia; la de un hijo de campesinos que llegó a avecindarse a un sector marginal de Santiago. Su nombre es hoy el de un artista universal.
Francisco Astorga Arredondo fue cantor a lo humano y lo divino, poeta y payador, y representó a uno de los centros importantes de la poesía popular chilena. Nacido en la localidad de El Romeral de Pilay (próxima a Codegua, en la Región de O"Higgins), fue el organizador del encuentro anual de payadores celebrado en La Punta de Codegua, uno de los más importantes del género, e iniciado en 1993. Al igual que cantores como Juan Pérez Ibarra, de Pirque, y Arnoldo Madariaga Encina, de Casablanca, fue también uno de los grandes artífices del canto a lo divino en Chile. Activo también como docente, falleció en julio de 2021.
Por edad y por la experiencia de las visitas que mantuvo a la casa de calle Alcalde Alberto Jenschke de la comuna de La Reina, Claudia Belén Mena Cáceres, también conocida como Belencha, se convirtió en la última de las últimas discípulas de la maestra Margot Loyola. La joven de 20 años tomó de esta madre de la investigación y la proyección folclórica, una serie de tonadas, danzas y cantos tradicionales que luego utilizaría para iniciar su camino solitario como cultora, que la llevó a debutar en el disco Quisiera ser palomita (2017).
Hugo Hernán González Hernández es oriundo de San Carlos, Ñuble, pero fue en Santiago donde descubrió la poesía popular y en particular la paya. Es un destino similar al que tuvo un cantor como Manuel Sánchez, con quien además Hugo González comparte una generación de nuevos payadores integrada por nombres como Alejandro Cerpa Fuenzalida (n. 1974), Myriam Arancibia (n. 1976) y Jano Ramírez (n. 1979). Iniciado a comienzos de los años noventa, González ha tenido maestros escogidos en los instrumentos que toca: empezó en el guitarrón con la guía de los hermanos Santos y Alfonso Rubio en Pirque, y en la guitarra traspuesta con el cantor, poeta y payador Francisco Astorga, de La Punta de Codegua. Ha participado en numerosos encuentros de payadores, donde además ha demostrado su buen oficio en la guitarra grande.
Cantora de rodeo y otras fiestas campesinas, Andrea Lorena Oyarzún Vega se introdujo en el mundo del folclor centrino desde su natal Arica, donde integró elencos de cantos y danzas siendo niña. Más adelante profesionalizó el oficio en Santiago y en San Vicente de Tagua Tagua. Cantora, guitarrera e intérprete de arpa ha publicado una saga del álbumes de música corralera, cuyas tonadas, cuecas, valses, habaneras y corridos, abordan la vida alrededor de la medialuna, potrillos, corrales, eras y campeonatos, aunque ella no elude la temática romántica que tiene lugar en esos mismos contextos rurales.
Autor y compositor nortino, Sofanor Tobar fue uno de los más persistentes cultores de los ritmos folclóricos de esa zona cuando en los años '60 se desarrolló el movimiento del Neofolclor. Una de sus canciones más conocidas es "La burrerita", el cachimbo para canto y piano que ganó en 1966 la competencia folclórica del Festival de Viña del Mar interpretada por Los Paulos, y también son populares sus composiciones "Norte Grande", premiada en el mismo festival, y "Arre, burrito", conocida como "La tropillita".
La habilidad para llevar a buen puerto sus ideas musicales junto a las bandas Los Tres y Pettinellis ha sido sólo uno de los talentos de Álvaro Henríquez. En el poblado currículo profesional del músico de Concepción, acaso lo más sorprendente sea la rapidez con que ha gestionado los más diversos proyectos, solistas y colectivos. Además de editar más de una decena de álbumes junto a los grupos que ha fundado, Henríquez se ha involucrado en la producción de discos para otros músicos, la composición e interpretación de música para cine, y varios proyectos vinculados al folclor chileno. Durante los años 2004 y 2005 se ocupó, además, en una alabada carrera de cantautor solista, interrumpida con el sorpresivo anuncio de la rearticulación de Los Tres. Popular e influyente, la del compositor ha sido una carrera de larga perspectiva, y que ha hecho un aporte excepcional al desarrollo musical chileno de los últimos treinta años, por su diversificación y productividad.
Emilio Santana es Chino Santana, sociólogo de profesión pero a la vez un compositor, poeta y músico de rock que entró de lleno en el folclor tras sus expediciones por el Ñuble para descubrir, estudiar y proyectar la música de esas tierras. En ese período conoció también la leyenda del cantor Cabeza de Toro. Entonces recuperó la figura de ese chamán a través de la música del grupo Kabeza de Toro, una experiencia de aleación entre la cueca, la tonada, el corrido, la música beat y la sicodelia. Sus trabajos posteriores como solista confirmaron la idea de un folclor en permanente movimiento.
La pequeña localidad de Monte Águila, en la Octava Región, le dio al chileno José Sepúlveda su primera visión de mundo y, más tarde, el apodo que lo haría conocido en todo el país. Pese a no haber ganado premio alguno, El Monteaguilino fue estrella en el Festival de Viña 1988 y hasta hoy se cuela a radios folclóricas, fiestas y jornadas dieciocheras con “Caballito de metal”, la famosa canción del «tren y su chiqui chiqui cha / que alegra el triste corazón» .
Víctor Acosta hizo canciones en diversos géneros y las dedicó a más de una ciudad chilena, pero su crédito universal es haber compuesto un vals y en él haber escrito el estribillo ''Del cerro Los Placeres yo me pasé al Barón / me vine al Cordillera en busca de tu amor / Te fuiste al Cerro Alegre y yo siempre detrás / porteña buenamoza, no me hagas sufrir más''. El vals ''La joya del Pacífico'' —que popularizaron el chileno Jorge Farías y el peruano Lucho Barrios— y la tonada ''El rodeo'' son las dos más importantes canciones de Acosta, uno de los autores chilenos pioneros en delinear el gusto popular por el vals peruano y por la tonada vigente en Chile durante los años '30 y '40.
Aunque santiaguino, Luis Ortúzar Araya es llamado El Chincolito de Rauco en alusión a esa ciudad de la zona de Curicó, desde donde irradia sus oficios de cantor a lo humano y lo divino, poeta popular y payador. Iniciado en 1955, es uno de los más experimentados cantores vigentes en Chile. Su presencia es habitual en encuentros de payadores nacionales como los de Teno (provincia de Curicó) y Portezuelo (provincia de Ñuble), y al mismo tiempo en velorios de angelitos, vigilias, novenas y encuentros de canto a lo divino.
Altiplano es uno de los grupos que, iniciados en Chile, han desarrollado en el extranjero su trabajo en torno a la música latinoamericana. Fundado por Mauricio Vicencio Alquinta en 1976, el conjunto se ha mantenido activo entre Ecuador y frecuentes viajes a Suiza y Noruega, países en los que ha actuado en vivo y ha grabado los más de veinte discos que componen su catálogo (no todos ellos disponibles en nuestro país).
Parte de la nueva generación de payadores nacidos desde los años '70 como Hugo González Hernández, Máximo Retamales Madariaga o Manuel Sánchez, Alejandro Cerpa trae además la poesía popular en la sangre. Su padre es Sergio Cerpa Sazo, El Puma de Teno, y de él heredó el nombre de El Pumita de Teno y el oficio de payador que desempeña junto a su trabajo como obrero agrícola en la comuna de Teno, en la provincia de Curicó. Ha participado en el disco Payando despedimos el siglo (2000) y en el programa de TV "El arte de la paya más allá de la rima" (1999), de Teleduc, además del contrapunto en décimas grabado junto a su padre en el disco binacional Poetas populares de Chile y Perú (2000).
El chagual es una flor de cactus. Y este chagual germinó gracias a otra flor: una violeta. El grupo Chagual, uno de los conjuntos de la Nueva Canción Chilena desarrollada a comienzos de los años '70, aprendió su arte con Violeta Parra cuando ella les abrió su Carpa de la Reina, el último reducto artístico iniciado por la folclorista, a mediados de los '60.
Parte de la segunda generación de orquestas de cumbia en Chile, luego de la creación de La Sonora Palacios, este conjunto nació luego de que José Arturo Giolito permaneciera en Estados Unidos a fines de los '60 donde conoció el concepto de "combo", obtenido de la voz anglo combination. Un grupo menos numeroso que la Sonora, con una importante presencia de la percusión, fueron el sello de este grupo, liderado siempre por el baterista Giolito, que antes había tenido ese mismo rol en la Orquesta Ritmo y Juventud. Conocidos sobre todo por el rol de baterista de su líder en programas de televisión, el grupo es responsable de varios hits de cumbia en Chile, y hoy mantiene una intensa actividad en vivo, con un repertorio que trasciende ese género, y que incluye rock, folclor chileno y temas de moda. El 24 de noviembre de 2008, víctima de un cáncer, el líder de la banda dejó de existir, pero tanto sus hijos como los demás integrantes resolvieron seguir adelante con el conjunto.
El canto del campo, la poesía popular, la guitarra traspuesta y el sonido de la armónica conviven en la historia José Pablo Catalán Guajardo, en una transferencia sanguínea que proviene de los linajes encabezados por sus abuelos, el arriero Sergio Catalán Martínez y el cantor a lo poeta José Miguel Guajardo Rozas. De ellos tomó las sabidurías de la vida centrina, a la vez que la décima. Con sus discos Canto campesino (2013) y Porque sé de dónde vengo (2017) ha sido parte del florecimiento de una escena de cultores de principios de siglo que han mantenido vivos los legados a través de grabaciones.
El cruce entre tradiciones ancestrales y lecturas contemporáneas ha sido un ejercicio constante en el trabajo de Maco, un compositor, intérprete e investigador que desde fines de la década de 2010 ha desplegado su trabajo en ámbitos diversos, desde el pop de Gepe hasta la experimentación con electrónica e instrumentos prehispánicos.