Canto y trova

Poemas y canciones de amor, de humor o de política fueron parte del oficio del trovador histórico, personaje nacido ya en épocas medievales y que mil años después regresó a la música popular con el mismo sentido. Su figura renació en los años '60, cuando en América Latina y Europa surgieron autores cuyas canciones –interpretadas con la sola compañía de una guitarra- hablaban de sentimientos personales y temas sociales. Canto y trova son formas modernas de expresión del trovador, quien a falta de despliegue instrumental centra el poder de su música en las letras y en su virtuosismo como ejecutante de esa pequeña orquesta de seis cuerdas. Desde Francia a Estados Unidos y desde Cuba a Chile, los cantautores reaparecieron en la década de los grandes cambios. En nuestro país se activó en el marco de la Nueva Canción Chilena y luego siguió con el movimiento joven del Canto Nuevo, pero su oficio es ahora tan genérico que ha superado todas las etiquetas.

Manduka

Así como muchos miembros de la Nueva Canción Chilena que partieron al exilio tras el Golpe de Estado de 1973 absorbieron la cultura de los lugares que los acogieron, el artista brasileño Manduka esquivó la dictadura de su país refugiándose en Santiago durante la Unidad Popular, donde estableció estrechos vínculos con importantes artistas nacionales y logró interesantes cruces musicales. Su talento quedó plasmado en variadas obras literarias y musicales, pero destaca sobre todo el lazo establecido en nuestro país con gente como Los Jaivas, Amerindios y Congregación, entre otros.

Cristóbal Fones

Vinculado a la orden jesuita desde su juventud y ordenado sacerdote en 2007, Cristóbal Fones SJ se mueve entre una vida religiosa y su intensa actividad de creación musical. No solo ha publicado una serie de discos de cantautoría tradicional con temáticas pastorales, desde que su historia comenzó con Te contemplo en el mundo (1996), sino que también ha recorrido otros caminos en la composición, bien representados en Küme mongen (2017), un disco de piezas instrumentales que se mueve por la música étnica, de fusión y new age.

Nando García

Desde la atmósfera sadcore del canto con guitarra hacia un pop construido con banda, instrumentos, máquinas y electrónica, Nando García se instaló en la escena de los solistas contemporáneos empujados a la creación de música por la pandemia del covid-19. De hecho, hasta antes del acontecimiento sanitario, había tenido presencia como integrante de los grupos de (Me llamo) Sebastián y Fármacos. Nando García comparte una escena de cantautores en la que se pueden identificar los nombres de Nico Carreño, Martina Lluvias, Simón Campusano, Idea Blanco, Laurela o Clara Löffel. Sus canciones tienen una carga existencialista, como breves párrafos de una autobiografía en estado de avance, y hablan de las enajenaciones en la era digital, que es su época, junto con la inseguridad, el miedo, el fracaso, la homosexualidad, el amor destruido y también la muerte.

Verónica González

Iniciada espontáneamente en el Canto Nuevo de los ’80, Verónica González no fue una figura habitual en aquellos circuitos de música, poesía y protesta política y social como sus contemporáneas Isabel Aldunate, Cristina González o Rosario Salas. Sus permanentes viajes la ubicaron como una artista de paso por Chile, y fue la influencia de muchos sonidos la que determinó su lugar en la música: una exponente de la world music en Alemania, su lugar de residencia.

Tata Barahona

Tata Barahona es cantautor, profesor de música, lutier e integrante del grupo de música medieval Calenda Maia. Sus orígenes se encuentran en los circuitos estudiantiles, que luego se fueron ampliando a los escenarios de la trova en un camino creativo marcado por cantautores como Eduardo Gatti y Alexis Venegas. Tras su disco debut en 1993, mantuvo una década de silencio, y en los años 2000 grabó artesanalmente dos nuevos títulos, pero el año 2011 dio un paso decisivo y presentó su primer disco de estudio, Fotografías. El trabajo fue el inicio de una trilogía, con la que ha puesto canciones en radios (como "La mexicana", "Te vas de mí" o "Luz de rabia") y redes sociales y que lo han llevado por todo Chile, convirtiéndolo en un nombre fundamental de la trova en la segunda década del 2000.

Julio Numhauser

"Cambia, todo cambia" ha sido el gran aporte solista de Julio Numhauser al cancionero popular chileno, pero su trabajo musical ofrece vertientes más amplias y diversas que las de la pura cantautoría. Junto a los hermanos Julio y Eduardo Carrasco, Numhauser fue uno de los tres fundadores del grupo Quilapayún, y alcanzó a estar con ellos hasta su primer álbum, en 1967. Fue él quien buscó el nombre del conjunto y estableció el contacto con su primer director artístico, el cantautor Ángel Parra. Luego de su partida,  comenzó una larga historia musical con diversos conjuntos en los que siempre fue el compositor principal. Destaca entre ellos sobre todo el dúo Amerindios, uno de los nombres más frescos del movimiento de Nueva Canción Chilena.

Amapola Malahierba

El canto puro y despojado y la guitarra como única compañía son dos columnas sobre las que se sostiene la música de Amapola Cortés, cantautora chilena con una trayectoria iniciada en las escenas de la música independiente en Ciudad de México y que desde allí ha tenido un posterior eco en Chile. Sus canciones crean paisajes visuales y poéticos, y en ellas se pueden reconocer las raíces folk de la música acústica junto con una proximidad al sadcore. Es un imaginario propio de nostalgia, introspección, melancolía y profundidad, en el que ella va en busca de la belleza depositada en la tristeza.

Laura Villalobos

Laura Villalobos es depositaria de una tradición maulina profunda, que ella conoció de la mano de las matriarcas de su familia, su bisabuela y su abuela, cantoras de la localidad de Melozal, cerca de Loncomilla, Cunaco y Emboque, y también de su madre cantora en Linares, donde Laura Villalobos nació. Esa transferencia de canto campesino y guitarra popular en sus manos tomó este y otros rumbos creativos cuando hacia 2011 se movilizó en las protestas y marchas en defesda del río Achibueno. "Hasta cuando" fue su primera canción de protesta, que presentó frente a un público, inspirada en gran parte por Violeta Parra y su contemporánea Camila Moreno, de quienes cantó "Al centro de la injusticia" y "Millones", respectivamente. También profesora rural, Villalobos vivió en Rari y en paralelo a su trabajo de cantautoría y de participación en diversos festivales maulinos, integró el grupo Los Choros del Canasto, que cultivaba música de ritmos y danzas centro y sudamericanas. Su primer disco solista es Caudal (2024), que en parte produjo en Chiloé. Presentó un conjunto de canciones de raíz donde asomaban aires de vals, tonada y cueca, además del uso de guitarra traspuesta, y la participación de músicos como Mauricio Vega, compañero en Los Choros del Canasto, y su madre Donatila Ríos.

Jacinto

Cantor y poeta de subsuelo, periferia, puerto y ciudad, Jorge Rubio ha abrazado una estética de trova que se nutre de diferentes corrientes musicales, desde la tradición del rock progresivo europeo hasta los ritmos de las raíces sureñas, pasando por la sicodelia, la música experimental y la baja fidelidad, lo que ha desembocado en lo que él denomina «folclor lisérgico». Una experiencia como estudiante universitario en Valparaíso y los años que tocó la guitarra en el grupo Cazuela de Cóndor, fueron determinantes en la música solista que comenzó a elaborar en la década de 2010, primero con el nombre de Jacinto Turbio y luego definitivamente como Jacinto.

Alejandro Lazo

Cantautor de trayectoria extendida, tanto en el tiempo como en el mapa y los referentes, Alejandro Lazo ha emparentado parcialmente su música con el Canto Nuevo y la canción de exilio, aunque también se ha mantenido activo fuera de esos bordes. «Mi generación es la generación del sandwich», ha definido.

Pablo Herrera

A sus 19 años, Pablo Herrera abrió con su primer disco la historia de uno de los solistas chilenos exitosos de la música local. Rubricado primero como trovador o cantautor, se movió en escenarios alternativos hasta comienzos de los años noventa, cuando por propia opción decidió acercarse a la balada y desvió su rumbo hacia nuevas audiencias y alcances. "Alto al fuego", "Entre dos paredes", "Tú eres mía" y "Amor, amor", son algunas de sus canciones ancladas en la memoria colectiva local de las últimas décadas.

Carlos Justiniano

Establecido en Europa desde inicios de los años noventa, Carlos Justiniano era ya un cantautor y poeta activo en la Octava Región y Santiago (con publicaciones para los sellos Alerce y EMI, y constante presencia en espacios de resistencia a la dictadura, como peñas y sindicatos), cuando decidió partir de Chile, hacia 1991. Desde entonces es un ciudadano de Essen (Alemania), donde ha desarrollado una nutrida discografía, a solas y en colaboración.

Manu Carrasco

Hija del fundador de Quilapayún, Eduardo Carrasco, Manuela Carrasco debutó el año 2010 con el disco Contando estrellas, con canciones que van de la trova latinoamericana a los aires y nuevos ritmos del reguetón, mezclando letras originales de su padre con música del compositor Quirino Ríos, y que contó con la colaboración de importantes músicos locales.

Gonzalo Sorich

Gonzalo Eduardo Sorich Guerra es un trovador urbano nacido en los albores de la vuelta a la Democracia, que ha recogido la tradición del canto popular instaurado por las principales figuras de la Nueva Canción Chilena, como Víctor Jara, aunque también ha coincidido con las músicas posteriores representadas en la trova cubana de Silvio Rodríguez o la canción catalana de Joan Manuel Serrat. Con experiencia como diácono en el colegio San Esteban, Sorich se dio a conocer en escenarios de diversos festivales escolares. Su primera canción significativa fue "Dando vueltas", pieza que le abrió el camino a la cantuatoría. Tiene publicados los discos Ojos de artista (2011) y Despegar (2015), y fue destacado en Cumbre de los Cantores Sitmuch de 2015 por "Quédate a ver la luz del alba".

Callejón

Dentro del ya diverso panorama del Canto Nuevo, Callejón fue un grupo en extremo peculiar, que, como pocos de la época, cruzó mundos entonces lejanos: de la universidad a la olla común; de lo docto a lo popular; de la ideología formal a una desobediencia cívica casi anárquica. En lo musical, su guía fue la raíz latinoamericana, y su repertorio se afirmó con composiciones de autores tan importantes como Luis Advis, Jorge Spiginsfield, Jaime Soto León y Rodolfo Norambuena, entre otros. El tema "Se da la casualidad" trascendió como un "clásico de fogata" en circuitos universitarios, y hasta hoy cantautores como Manuel Huerta la reinterpretan en vivo.

Fernando Ugarte

El trayecto de Fernando Ugarte como cantautor ha tenido interrupciones temporales importantes, pero ninguna de ellas ha resultado definitiva. Sus discos están separados por cuatro décadas de distancia, lo cual es una más de las muchas peculiares señas biográficas de este creador santiaguino residente hace décadas en Italia, a quien usualmente se le asocia a la Nueva Canción Chilena aunque su música está, sobre todo, firmemente anclada en el folclore campesino del Valle Central.

Tere González

Teresa González Arancibia es compositora, autora, cantante y guitarrista. Pertenece a una comunidad de cultores de la música latinoamericana contemporánea que ha sido permeada por la composición académica, el jazz, la música popular y el folclor. Nacida en Viña del Mar, criada en Curimón, entre San Felipe y Los Andes, con estudios musicales en Valparaíso y con una posterior vida en Mendoza, Tere González ha recorrido largamente ese eje latitudinal entre Chile y Argentina: un tránsito terminó por definirla como cantautora en plena forma, sobre todo con el disco Sabias (2020).

Luis Alberto 'Pato' Valdivia

Investigador, cantautor, compositor, productor e integrante de conjuntos claves del movimiento del Canto Nuevo como Illapu, Aquelarre y Abril, Luis Alberto Valdivia, conocido como Pato Valdivia, fue uno de los nombres centrales del canto de autor en Chile. Parte de Illapu en sus orígenes a comienzos de los años '70 en Antofagasta, retomó su vinculación a ese grupo ya entrados los años '90, la época de mayor popularidad del conjunto, una vez finalizado el exilio. Entonces actuó como productor del conjunto y es el compositor de canciones claves como el popular "Lejos del amor", "El pozo de mis sueños" y coautor de los "Tres versos para una historia". Desde entonces alternó su oficio productor musical con el de gestor cultural.

Osvaldo 'Gitano' Rodríguez

La Nueva Canción Chilena tuvo muchas voces solistas destacadas, y la de Osvaldo Gitano Rodríguez se distingue por al menos dos características. Primero, legó a la canción popular chilena un himno imperecedero, independiente incluso de la época que lo vio nacer, como ha sucedido con su "Valparaíso". Pero además el cantautor, poeta y dibujante porteño buscó documentar el momento y los ambientes que protagonizaba, con libros y textos valiosos para comprender mejor el ambiente artístico de su época, escritos durante su exilio en Europa. En ese continente Rodríguez profundizó su interés por la literatura (llegó a publicar dos poemarios, un libro de cuentos y la novela El día que me quieras) y mantuvo estudios universitarios, razón por la que su carrera discográfica es muy breve, con sólo dos discos originales: Tiempo de vivir (1972) y Los pájaros sin mar (1976), más un tercero en vivo editado en 1989 por el sello Alerce.

Gabilú

Gabilú es el nombre musical de Gabriela Alvarado, cantautora chilota que no solo se ha permeado de las riquezas del archipiélago, sino que ella misma ha ido en busca de esas materialidades —su geografía, su mitología, su clima, el mar, la ancestralidad huilliche y las personas que pueblan el territorio— para elaborar una poesía intuitiva por decir lo menos. Su primer trabajo es Yo quería ser columpio (2020), un capítulo determinante de esa época ancuditana, que abriría un espacio nuevo en su creación posterior.