Ranchera y corrido
Una de las expresiones extranjeras que más calurosa bienvenida ha tenido históricamente en Chile es la de la música popular mexicana, expresada en ritmos propios como los famosos ranchera y corrido. El cine de los años '30 posibilitó un primer contacto entre esa manifestación y la audiencia nacional, al tiempo que se formaban los primeros conjuntos de música ranchera en los círculos juveniles universitarios de la época. A lo largo de casi un siglo es mucho lo que ha cambiado esta música, hoy alojada a fondo entre el público popular tras generaciones de cantantes, dúos y conjuntos de rancheras y corridos que han incorporado el ritmo ranchero y norteño hasta fundirlo con la identidad nacional.
La pequeña localidad de Monte Águila, en la Octava Región, le dio al chileno José Sepúlveda su primera visión de mundo y, más tarde, el apodo que lo haría conocido en todo el país. Pese a no haber ganado premio alguno, El Monteaguilino fue estrella en el Festival de Viña 1988 y hasta hoy se cuela a radios folclóricas, fiestas y jornadas dieciocheras con “Caballito de metal”, la famosa canción del «tren y su chiqui chiqui cha / que alegra el triste corazón» .
Amparito Jiménez es una cantante colombiana arribada en los años '60 a Chile, y desde entonces fue una pieza fundamental en la historia de la cumbia en el país, donde ganó el apodo de "Reina de la cumbia" y ha sido reconocida por ser la primera en popularizar ese ritmo en su vertiente folclórica colombiana. Entre sus mayores éxitos en el país se cuenta "La pollera colorá", de autoría de los colombianos Wilson Choperena y Juan Madera Castro. Amparito además colaboró con músicos locales y los nutrió de repertorio, hasta que, avanzados los '70, paulatinamente se retiró de la vida profesional de la música. Desde hace varios años reside en La Serena, donde ha vinculado su quehacer artístico a su vocación religiosa y ha participado ocasionalmente en grabaciones con músicos jóvenes.
La cueca es la credencial mayor de Segundo Zamora, un hombre nacido en la pampa nortina que legó las composiciones "Adiós, Santiago querido", "Mándame a quitar la vida", "El marinero" y "El cuerpo malo". Ya su firma en esas glorias es historia trascendente, pero la música de este autor es aún más cuantiosa. Zamora —conocido más familiarmente como Guatón Zamora— fue autor de guarachas, corridos (como "Buen consejo") y también tocó tango, como acordeonista de la orquesta de Armando Bonansco. Murió en 1968, pero la música es cuestión de familia: su hija, María Esther Zamora, formó por décadas un dúo junto Pepe Fuentes que mantuvo vivos los genes musicales populares de uno de los grandes hombres de la cueca nacida y animada en la ciudad.
Los Dos Maulinos son una sociedad de músicos del Maule. Mauricio Vega, de Linares, y Miguel Molina, de Molina, desarrollaron un riguroso trabajo de recopilación e interpretación del repertorio campesino de su zona. Se conocieron en Santiago el año 2013, cuando ambos eran músicos de los circuitos de la cueca. Vega estaba recopilando tonadas y canciones del Maule cuando Molina llegó como invitado a una tocata de Los Guainas, grupo del que Vega era parte. Ambos descubrieron su afinidad con ese repertorio. La dupla dejó un único disco, Vamos cantando cantores (2016).
Según indican los musicólogos e investigadores, Los Estudiantes Rítmicos representan la primera experiencia de música pop de la historia en Chile. El conjunto nacido en aulas de la Universidad de Chile en 1939, encabezado por el joven compositor José Goles, impuso nuevos términos entre el nuevo público durante la década de 1940, con energía juvenil y ritmo popular, a través de un repertorio de boleros, valses, corridos, polkas y foxtrots y todo tipo de expresiones musicales de impacto masivo. Su éxito desbordante en la época está asociado a la canción "El paso del pollo", más conocida como "El pobre pollo", que atravesó épocas y audiencias como un ineludible de la música chilena.
Alanys Lagos ha sido presentada como una promesa de la ranchera tropical a mediados de la década de 2020, a partir de sus canciones "Yo quiero todo contigo", que fue su primera composición, "Si supieras", "Bandolero" y "Basta ya", un éxito en reproducciones en plataformas, donde aparece ella aparece junto a Zúmbale Primo. Con una interpretación pasional, alegría, picardía y gran manejo escénico, Alanys Lagos fue abriéndose paso en la música mexicana, siguiendo a referentes que van desde Antonio Aguilar y Vicente Fernández, hasta la estrella del pop latino Selena y la baladista chilena Myriam Hernández. En 2025, esa primera época como cantante se rubricó ya en calidad de nueva figura en la industria, con el premio Pulsar en la categoría Música ranchera, por su disco EP Y seguimos...
El Flaco Morales es un requintista, guitarrista y acordeonista avecindado desde comienzos de los años '70 en Valparaíso e integrado desde 2001 a la agrupación porteña La Isla de la Fantasía, de la que ha participado activamente como músico y también prolífico autor de cuecas. Algunas de ellas han sido registradas además por conjuntos tan populares como Daniel Muñoz, Félix Llancafil y 3x7 Veintiuna.
Astro chileno de la canción mexicana durante cuatro décadas con su investidura de “el Charro de Chile”, Eliseo Guevara nació en una familia campesina en Buin, creció entre San Bernardo y Puente Alto, y desde niño forjó su oficio como cantante. Pero su debut profesional se produjo cuando cumplió 30 años, en 1979, con el sencillo “La horma de mi zapato”. Desde entonces su carrera se encumbraría como una de las más pródigas y activas de la música mexicana elaborada en Chile, completando un catálogo de más de 40 discos, sucesivas presentaciones dentro y fuera del país, y varios clásicos del género, como “El de las botas negras” o “Navidad de un niño pobre”. Guevara murió en 2020, a los 70 años, cuando todavía se encontraba plenamente activo.
Si las expresiones más fuertemente arraigadas a la música popular chilena en los años de oro de la música típica fueron siempre la tonada y la cueca, también existió una tercera variante, creada por el compositor Fernando Lecaros. Tuvo gran éxito en los años '40 y a través de ella su nombre fue recordado históricamente: la "mapuchina". Una denominación genérica para referirse a un tipo de canción urbana con una directa temática mapuche, de giros melódicos y rítmicos que evocaban la música ancestral de esta cultura originaria. La más conocida fue "A motu yanei", dedicada a Ester Soré en 1940 e interpretada luego por la estrella mexicana Pedro Vargas en 1942 y por la estrella chilena en Europa Rosita Serrano en 1948. Aunque también hubo otras mapuchinas famosas de su catálogo, como "Mi tierra es mi fortuna", "Huelén" y "Nahuelbuta", y otras canciones de inspiración indígena: la canción-slow "¡Ayún-ayún!" y la canción-bolero "Mapuche soy".