Música experimental
La música experimental describe las manifestaciones que están detrás de los bastidores y cuyo gesto estético trasciende más allá de los modelos de una música convencional y comercial. En un permanente desafío a las normas de creación comunes, las variantes de la música experimental se multiplican y avanzan en distintas direcciones: desde la composición docta contemporánea y los experimentos en laboratorios de sonido, hasta la improvisación libre, el ruidismo, el jazz vanguardista y la creación a través de cintas magnetofónicas y de soportes digitales, sin omitir la diversidad del arte sonoro o, simplemente, la música creada con las armas tradicionales del rock.
Alejandra Santa Cruz es una de las escasas mujeres instrumentistas que tuvieron presencia en el jazz chileno, aunque su historia como contrabajista se sitúa, desde luego, en el campo de la música docta, clásica y contemporánea. Integrante de la Orquesta de Cámara de Chile por más de dos décadas y con una sostenida trayectoria como profesora en la Universidad de Chile por quince años, su versatilidad la llevó también a incursionar en la composición de obras de música de cámara actual y en proyectos diversos, desde la música experimental a la música popular.
No hay sala de conciertos ni subterráneo donde el cuarteto Bendita Prudencia no pudiera montar uno de sus espectáculos experimentales: rock con instrumentos no afines, improvisación colectiva, puestas en escenas teatrales y canciones existenciales fueron parte de una propuesta que puso a Bendita Prudencia entre los proyectos de la vanguardia musical de su época.
En países del Mediterráneo oriental la palabra 'aksak' representa las métricas irregulares, mientras que 'tacet' es la notación que indica silencio en una partitura. Ambos conceptos se unieron en la propuesta de los guitarristas Andrés Pantoja (n. 1981) y Cristián Alvear (n. 1979), de respectiva formación en las universidades Católica y de Chile. También fundadores del conjunto de cámara Cuarteto Latinoamericano de Guitarras (2006), una vez que salieron de ese ensamble se concentraron en este proyecto musical de formato variable (dúo, ensamble y colectivo), que se dedicó a interpretar obras para guitarra de compositores contemporáneos, pero además tuvo un acercamiento importante a la exploración de la música improvisada y al arte sonoro. A comienzos de 2011 Pantoja y Alvear editaron su disco debut, Dúo, con piezas de Astor Piazzolla, el cubano Leo Brouwer y el yugoslavo Dusan Bogdanovic, y luego actuaron en las Semanas Musicales de Frutillar de ese año.
La del dúo Code es una de las experiencias más peculiares de la música improvisada chilena. Demasiado experimentales para el mundo popular, y demasiado libres para la academia, Enrique Siqués y Christian Hirth han abrazado el manido concepto de música experimental como una brújula abierta al permanente asombro. Su sonido debe abordarse, así, como una aventura, que excede por mucho el alcance de un par de parlantes y puede adentrarse, por ejemplo, en el paisaje o la arquitectura. Su trabajo es una permanente confirmación de su confianza en que «la música está en todas partes». Se trata de una sociedad de trabajo intermitente entre Hirth, también baterista de los grupos MediaBanda y Yonhosago, y Siqués, quien ha desarrollado una carrera como fotógrafo.
Como miembro del cuarteto experimental Dolores Fiuler, Juan Pablo Rozas se aventuró tempranamente sobre la música de improvisación, libre y estructurada, más allá de su calidad de compositor docto formado en el Instituto de Música de la Universidad Católica con las figuras de los italianos Luigi Nono y Luciano Berio muy presentes. Justamente ante la enormidad de una institución de esta naturaleza, Rozas y sus compañeros en Dolores Fiuler reaccionaron con propuestas sonoras libres e insolentes, como una forma de crear “canciones de protesta”.
Mitos, rumores y vagos recuerdos subsisten en el relato sobre Malalche, banda activa desde fines de los años 70 con una formación combinada entre músicos profesionales y aficionados, nunca identificados con sus nombres, y que por opción conjunta no llegaron a presentarse en vivo. El título elegido para su única publicación, el cassette Cahuineando, es representativo de su hábito creativo: un hacer doméstico y «enfiestado», sin ambiciones materiales; que ante las circunstancias de un país en dictadura aparecía como un refugio para «gente acorralada». Malalche definió un territorio sonoro propio que con el tiempo ha ido siendo cada vez más valorado, y que retrospectivamente sólo parece guardar algún tipo de ligazón con lo que en esa misma época y hasta bien entrados los 90 hacían sus amigos de la Agrupación Ciudadanos.
Durante los años '90, y cruzando hacia la siguiente década, La Desooorden fue una activa banda dentro del reducido circuito de rock independiente en Valdivia. Una constante agenda en vivo y una propositiva discografía distinguió el trabajo de este grupo durante sus dieciocho años de trabajo, en los cuales su música combinó rock de tendencia progresiva con citas a la raíz folclórica latinoamericana. Algunas de sus canciones aluden a debates medioambientales de su zona.
Clarinetista en su origen, luego saxofonista alto y en ocasiones sopranista, Luz Cuadros ha transitado por distintos derroteros musicales, primero como sidewoman y sesionista de proyectos de fusión, música latinoamericana, pop y cumbia, hasta estrenar un perfil como líder y compositora de una música de enfoque moderno que atraviesa los territorios del jazz, las fusiones y la música docta contemporánea. Su primer trabajo en esta línea es Desestructura (2017), donde ella escribió obras para noneto.
Gestora de proyectos, DJ y creadora musical, Jessica Campos de la Paz ha sido, bajo el seudónimo Alisú, nombre persistente en el panorama de la electrónica chilena. Nacida en Viña del Mar, iniciada en la música con el trío Manziping, la también diseñadora gráfica coordina hoy desde Valparaíso proyectos personales y colectivos, entre los que se incluyen sus propios discos y los de su sello, Modismo. Define su sonido como «el retrato de sonidos ambient orgánicos producidos con sintetizadores digitales y análogos, grabaciones de campo, grooves rítmicos adherentes y una voz procesada por efectos». Se ha presentado en festivales como Earthdance (2002 y 2004) y Mutek (2004 y 2006), además de la gira a México que emprendió en 2007 junto a Danieto y Mika Martini. Cofundadora, junto con Adine Frost y Paula Burgos, del colectivo Woman in Power (WIP).
Uñas Negras es un proyecto de música experimental, improvisación libre e influencias de la psicodelia y del folk formado en Valparaíso por Carlos Canales (guitarra), Gonzalo Undurraga (teclados) y Fresa Parra (batería), hija del histórico músico de Los Jaivas, Eduardo Parra. El trío fue el núcleo de este ensamble que se inició en el formato de sexteto en el underground porteño. Algunas de las principales influencias de la música improvisada a partir de instrumentos pero también de artefactos y objetos, proviene de la experiencia de Los Jaivas en las extensas sesiones musicales de 1969 y 1970. En 2004 Uñas Negras editó el disco Eclosión.
Desde que apareció por primera en un escenario en Chile —en el Teatro Italia, en 2002— Diego Manuschevich instaló una dinámica solística que sacudió a las audiencias y a los propios músicos de jazz, con un discurso, un lenguaje y una fortaleza que lo convirtió en uno de los improvisadores más poderosos que se hubieran visto entonces. Manuschevich es uno de los principales cultores del free jazz, el avant-garde y la improvisación libre, como intérprete de saxofones sopranino, alto y tenor, además de clarinete y clarón.
La postergación de los proyectos solista de Ana María Morales y de Marco Antonio Castro, posibilitó el origen del dúo Absolutos, creado en 2012 con la unión de estas fuerzas y la combinación de sus influencias musicales, que alternaron folk, punk, música latinoamericana y también elementos del noise y la música de baja fidelidad. El primer experimento de creación colectiva, como una suma de canciones propuestas de manera individual, se tituló Árbol (2012), un EP que anticipó al definitivo disco largaduración Árbol (2013).
El frente de jazzistas chilenos incorporados al circuito musical de Francia comienza en los años ‘60 con el pianista Matías Pizarro y los hermanos Manuel y Patricio Villarroel y termina con el trompetista Ismael Gálvez, quien describió una ruta espontánea hasta recalar en París y formar ensambles de música experimental conocido en cierto underground de la ciudad como Séptimo Gnomo.
La Pichanga fue un proyecto de jazz vinculado a los lenguajes de la experimentación y la improvisación desatada, que no contó con demasiada valoración en la escena jazzística de sus tiempos. Nunca fueron parte de las comunidades más establecidas del jazz mainstream, nunca fueron parte de las programaciones del Club de Jazz y siempre prefirieron seguir una línea musical underground. Con ese espíritu contestatario sus músicos desarrollaron una propuesta y dejaron un único disco como registro: Arriba de la pelota (2006).
El sentido del riesgo es la característica distintiva de la cantante, autora y compositora Camila Moreno, expresada en un acercamiento personal a los sonidos acústicos, a la electricidad del rock y la producción electrónica. Ha conseguido difusión internacional, buscando un vínculo entre su cantautoría y procesos sociales más amplios, situándose entre las voces destacadas de una generación de cantantes chilenos que comparten una inclinación a la raíz folclórica por instinto y un canto personal y testimonial al mismo tiempo.
Fue en 2004 cuando apareció el último disco antes de la despedida con que el trío Tobías Alcayota puso fin a casi diez años de exploración, pero ya en ese momento uno de sus integrantes tenía definido el nombre para seguir explorando por su cuenta. Solo o con otros grupos, Marcelo Peña Cortés (no confundir con el percusionista de fusión Marcelo Peña) ha funcionado desde entonces como Miopec, abierto tanto al sonido como a las posibilidades audiovisuales de la música.
Por historia y por creación, se puede considerar a Los Jaivas como la banda chilena de rock más importante de todos los tiempos. Su vigencia los iguala cronológicamente a unos Rolling Stones activos desde 1963, pero sobre todo es la propuesta de un cruce entre ese rock esencial y la incorporación de elementos del folclor que marcó la jerarquía de la banda viñamarina desde comienzos de la década de 1970. Los Jaivas fueron los impulsores de una escuela musical que unió el lenguaje natural de las guitarras eléctricas con la mística de las raíces latinoamericanas, andinas y sureñas. El gesto estético practicado por los hermanos Eduardo, Claudio y Gabriel Parra, junto con Mario Mutis y el carismático Eduardo Gato Alquinta desde comienzos de los '70, se transformó en el rasgo distintivo de la banda ciento por ciento chilena y que el mundo conoce como Los Jaivas. Esto es el estallido resultante de la fusión entre la tradición musical ancestral de Latinoamérica, las formas de la música docta y la electricidad de los instrumentos del rock. Sus caminos musicales se mantuvieron trazados durante los tiempos y aunque la muerte de dos integrantes haya obligado a renovar los nombres del quinteto original, su huella es la misma iniciada en 1963.
El prolífico trabajo en la música de este intérprete, guitarrista, compositor y productor ha trascendido la historia de la banda en la que se inició, Electrodomésticos (y a la cual sigue vinculado hasta hoy, entre muchos trabajos paralelos). Carlos Cabezas ha sido un músico arriesgado, guía de una carrera marcada por giros sorpresivos. Sus creaciones profundas y atemporales son difíciles de clasificar, aunque caben siempre dentro de una corriente popular y acotada a los códigos de un rock amplio y adulto, canalizado tanto en discos propios, como en proyectos colectivos y por encargo. Su nombre es referencia generacional e innegable influencia para un modo de hacer rock vinculado al riesgo y la colaboración propositiva.
Guitarrista, compositor y productor musical, de formación principalmente autodidacta, Lorenzo Román —en ocasiones presentado como Zoroman— ha sido uno de los pocos exponentes de las seis cuerdas involucrados con la improvisación libre. Propuestas de investigación sobre las texturas sonoras y expansión tímbrica son conceptos que lo describieron como guitarrista de vanguardia en los años 2000. Román se inició como guitarrista clásico, pero desembocó en la improvisación libre (junto a los ensambles de Martin Joseph) y el rock experimental (con el grupo Prolapsus).
En la música para teatro reside el origen de Seidú. Fue en elenco musical del Teatro del Silencio donde se conocieron Pablo Quezada y Nelson Rojas. Primero formaron una banda de rock, que desde 2012 sumó otros músicos y otros sonidos, inspirados, han dicho, “en la riqueza cultural del valle de La Ligua”, la ciudad en la que creció Quezada y donde su padre fue uno de los fundadores del Museo en 1985. Seidú debutó el año 2013 con un primer disco, en el que plasmó una diversa fusión de sonidos del rock y del folclor, atractivos videoclips y una poderosa puesta en escena. En 2018 lanzaron su segundo trabajo, titulado Folcore.