Funk y soul
Si la música soul elevó el alma hacia un cielo propio, el funk trajo al cuerpo de vuelta a la tierra. Soul significa “alma”, mientras que para la juventud de color en Estados Unidos la palabra funk significaba “cuerpo”, o más estrictamente, el aroma que exudaba el cuerpo en una pista de baile cuando sonaba esta nueva música. Funk y soul son entonces dos vías de acceso a la música de raíz afroamericana, que tiene sus orígenes en el gospel y el R&B, y más particularmente en el famoso sello Motown con una serie de artistas jóvenes como Sam Cooke, Ray Charles o Aretha Franklin durante los años '50 y '60 en el ámbito del soul, y con el James Brown de fines de los '70 como el máximo referente del funk.
Una de las bandas más representativas y populares de la cantera que han sido en Chile las ministeriales Escuelas de Rock, Cholomandinga encarna los principios de ese sonido mestizo surgido en Chile a partir de los años '90, con su consabida mezcla de rock, funk, reggae, ska y juerga latina. Superadas las dos décadas de vigencia, la banda está entre las más duraderas de ese circuito y se ha vuelto un antecedente de la oleada de grupos de rock, cumbia y carnaval del nuevo siglo. La muerte de su vocalista a inicios de 2022 obligó a la banda a reubicar prioridades y proyectos en marcha hasta entonces.
En la herencia de los ritmos de origen afro como el reggae chileno (Gondwana), el hip-hop latino (La Pozze Latina) y el pop-soul chileno (Matahari), el grupo Da Jungla fue uno de los que dieron pasos en estas tres direcciones. Formados como trío en 2004 con la figura de Vanessa Valdez en el micrófono central, abordó mezclas musicales en la canción pop contemporánea, con temáticas de celebración del cuerpo y también de conciencia social.
Como rótulo, Octopus King responde al nombre del compositor y teclista Cristóbal Pulpo Rey (n. 1978). Es el responsable de la gestación de esta banda que lleva su propio nombre, pero que más que una agrupación estable se configuró como un "sistema de sonido" tal como lo plantearon otros proyectos afines como Júpiter Jack o Alüzinati. La esencia musical de Octopus King fue la rotativa de caracteres para las composiciones de Rey, una banda inamovible como respaldo y la convocatoria abierta de solistas vocales muy distintos.
María Sonora fue un grupo de carrera parcialmente frustrada (su primer disco tardó más de treinta años en publicarse), pero que resultó pionero en la integración de ritmos caribeños con códigos hip-hop y electrónicos; y, como tal, es recordado como una asociación virtuosa para el Chile de los años de transición democrática. De manera intermitente, ocupó a los hermanos María José y Tan Levine, dos músicos de sobra destacados previamente en bandas como Upa, Pinochet Boys y Electrodomésticos —entre otras—, y vinculados hasta hoy a proyectos artísticos independientes.
El nombre de Matahari es principal en la línea de músicos chilenos que desde los años 90 ha mantenido viva la dedicación al soul, el funk y el acid-jazz con formación académica. Antes del surgimiento de grupos como Mamma Soul (funk latino), Feria (pop-soul) o Alüzinati (nu jazz), Matahari fue la primera banda establecida en esa corriente, y se ha alimentado con naturalidad de los distintos integrantes que han pasado por la banda, entre quienes destacan las cantantes Gloria Pérez y, sobre todo, Ema Pinto, avanzada solista vocal que le dio al grupo su identidad definitiva.
Cantante, autora y actriz de teatro, Francisca Riquelme Artal fue reconocida como la voz principal de la poderosa orquesta afrobeat chilena Newen Afrobeat a lo largo de 14 años, una plataforma desde donde ella se fogueó con liderazgo y despliegue en el escenario y el espectáculo, además de alentarla a investigar la escala pentatónica menor presente en las músicas africanas. Desde entonces comenzó a ser conocida como Fran Ri, el nombre musical que llevaría adelante en un carril paralelo al de Newen Afrobeat en sus búsquedas como solista para una música centrada en el concepto del ritmo, los pulsos y los tambores.
La aparición de Raiza en el medio musical del cambio de milenio vino a definir otra rama de la música pop en Chile, hasta entonces bastante inexplorada. Raiza fue un puntal en esa escena del soul, como alternativa melódica y rítmica a lo que en la década de los '90 habían impuesto grupos como Chancho en Piedra y Los Tetas desde el funk-rock. Ese circuito tuvo bandas y proyectos de época como Mamma Soul, Papanegro, FunkReal, LaMonArt o Feria, como los más reconocibles, además de solistas como Go y Solo di Medina, y entre ellos Raiza impuso su estilo de latinismo soul con precisión, sonido depurado y canciones pegadizas. Inicialmente un trío formado por Yuri Hevia (batería), Gustavo Figueroa (bajo y voz) y Ernesto Kong (guitarra), vino a regresar en 2024 tras un largo paréntesis, ya con una formación renovada.
La rotativa de solistas vocales nunca fue un impedimento para el acid-jazz que montó Júpiter Jack en un activo circuito de clubes capitalinos de espacio reducido. Óscar Sepúlveda, su productor, guitarrista y líder lo estableció así desde los mismos comienzos como núcleo en el home studio y hasta su conformación como ensamble de escenario, inspirado en los modelos de versátiles proyectos ingleses como Incognito o Brand New Heavies, y desarrollando una propuesta musical sobre funk, soul, R&B y jazz electrónico.
Como elenco de jóvenes iniciados en la música popular, el rock y el funk, Contrafaz comenzó en 2003 como quinteto de voz femenina tocando covers del rock clásico, pero pronto accedió a un trabajo de creación propia. Encabezados por la cantante Constanza Villalobos, la banda fue tomando un rumbo nuevo desde su formación inicial hasta que se incorporaron los guitarristas Italo Aguilera y Felipe Duhart, que contarían con instrucción jazzística. El núcleo se mantuvo en ese doble frente de guitarras y el bajista Roberto López, uno de sus fundadores. Contrafaz fue parte de una generación de bandas jóvenes vinculadas al funk y el soul en el inicio del siglo, desde Circus y Óvolo hasta Periferia y Meidinchile. En 2006, la banda publicó su primer y único disco, titulado Flotando.
K-réena es un pseudónimo de absoluta fantasía funky utilizado por la cantante Katherine Macarena Contreras Contreras, como representación fonética de una contracción entre sus dos nombres. K-réena pertenece a la camada de artistas vinculados al R&B que aparecieron con decisión en la segunda mitad de los años 2000: Loretto Canales, Go, Rulo, Consuelo Schuster, Martina Lecaros, Mistysa, Celeste Shaw, Carito Plaza, Capy o Ignacio Torres.
Loretto Canales es una de las más técnicas y poderosas voces de la década de 2000, categoría que quedó expuesta mucho antes de editar su debut, Loretto (2012). Fue en el lapso que va de 2002 a 2009, cuando apareció como corista en diversos proyectos: desde el pop latino y la balada romántica hasta la música tropical, pero sobre todo a partir de su llegada a una nueva partida de artistas de soul y R&B, con un caudal vocal propio de alto alcance y potencia.
Entre la contundencia arrolladora de un tenorista como Cristián Mendoza y la aguda profundidad musical de otro como Agustín Moya, está Maximiliano Alarcón, conocido en el circuito con diminutivos "bop" como Max o Maxi, su marca indeleble. Versátil solista del saxofón tenor, su punto de vista musical lo ha incorporado indistintamente a las escenas del jazz contemporáneo y a las de la música popular de raíces negras, con intervenciones en proyectos de soul, funk y hip-hop.
En una tradición pop-soul chilena que se remonta a fines de la década de 1990 y comienzos de la década de 2000, con agrupaciones como Matahari, Mamma Soul, Feria y LaMonArt, la puertomontina Ivania Arteaga se estrenó como solista con el pseudónimo altamente soulero de Ania Ivania y el EP de cinco canciones titulado Aire (2019).
Por su formación ciento por ciento femenina, los primeros pasos de Amanitas no tardaron en ganar comparaciones con los de bandas previas como Venus o Mamma Soul. Sin embargo, el tiempo fue distinguiendo su sonido en una identidad musical valiosa en sí, evolucionando desde un dominante patrón rítmico cercano al funk hacia mayores abstracciones musicales, en especial una etapa donde la banda se identificó con nitidez con el dream pop. Además, muchas de sus canciones contienen ya sea una detención inusual en la sensibilidad erótica femenina como una marcada crítica a la sociedad de las desigualdades.
Go es Gonzalo Astaburuaga, voz masculina del R&B chileno que apareció tras los tiempos de dominación de Pedro Foncea como solista. Es parte representativa de una comunidad pequeña y joven que tuvo sus primeros destellos desde el funk-rock de Los Tetas y Chancho en Piedra a mitad de los ’90 pero que más tarde encontró otras delicadezas en la música de orientación negra. Con el disco Diamante Romeo (2005), Go marcó su primer éxito en el pop como cultor de la balada romántica R&B.
Diez años de experiencia en grabaciones, giras continentales, premios y alta difusión junto a Los Tetas dejaron a Tea Time en una privilegiada posición como solista. El principal rimador y compositor de esa banda consiguió tener su disco propio en 2009, presentado entre otro montón de proyectos (incluso un libro de poesía) que reflejaba la diversidad de sus inquietudes. Camilo Castaldi, su nombre real, ha colaborado con varios músicos chilenos y ha sido parte también de grupos como Funk Attack y Criminal Jazz. Su trayectoria en la música muestra una extensa pausa, hacia 2017, debido a graves y públicas acusaciones de violencia contra una ex pareja, entre otros delitos, y que determinaron su expulsión de cualquier proyecto asociado a Los Tetas.
Miriam Vásquez es Myzty-k, que fonéticamente alude a una mística en tiempos complejos, una impronta propia y comunitaria. Cultora del verso hip-hop, el canto del soul y el R&B y próxima a una cultura mestiza afrolatina, Vásquez integró el elenco femenino clásico de Mamma Soul, la formación que grabó el premiado disco Fe (2001). Allí su voz era la que aportaba con el rap junto a las cantantes Moyenéi Valdés y Jeannette Pualuan. Antes de ello, incluso, había aparecido como una de las primeras raperas femeninas, en proyectos como Reacción Rebelde y Enigma Okulto. Tras su salida de Mamma Soul en 2012, reanudó su trabajo solista, que en un momento se vio interrumpido por un agresivo cáncer que más tarde superó. Sus discos son Sueños (2013) y Redención (2020).
Al menos tres etapas marcan la historia de Los Tetas, banda-cuna no sólo de una apuesta poderosa de funk hecho en Chile, sino también de trayectorias musicales individuales que han aportado a la música local. En los años noventeros de transición democrática, Los Tetas pusieron en la radio una serie de canciones que vinieron a marcar época: "Corazón de sandía", "Hormigas planas" y "La medicina", entre otras. Aquellas sucesivas fases en su historia deben rastrearse en pasos dentro y fuera de Chile, entre períodos de gran éxito autogestionado y otros de avance lento y distancia entre sus integrantes. Su reactivación en 2011 y sus planes de relanzamiento chocaron al poco andar con noticias cubiertas por la crónica policial, que por varios años mantuvieron al conjunto en la incertidumbre y a sus músicos en proyectos por separado. En 2024, Los Tetas se presentaron como un proyecto rearticulado, aunque como dúo.
Sostenida en la dirección musical y el moderno arreglismo del pianista de jazz Gabriel Paillao junto con los dinámicos textos del rapero y poeta urbano Matiah Chinaski, vinculado al colectivo Mente Sabia Cru, La Brígida Orquesta hizo su demoledora aparición en la escena subterránea de la música a fines de los años '10, con una propuesta de rap y sección de vientos, reproduciendo en su frente las filas de una big band, con trompetas, trombones y saxofones. Con un grueso de músicos provenientes de la Conchalí Big Band, además de agrupaciones como Newen Afrobeat y los pioneros en el hip-hop y el jazz Cómo Asesinar a Felipes, La Brígida Orquesta fue un emblema en la música de las periferias y la resistencia en tiempos del estallido social. Dos álbumes suyos ganaron sucesivos premios Pulsar: Corte elegante (2018) y Música para la inmensa minoría (2023).
Cuando pagaron su primera sala de ensayo en 1998, los músicos de Papanegro dieron inicio a una historia que a pesar de fundarse en el funk trató incesantemente de despegarse de las etiquetas. En los discos Superactivo (2003), Compacto (2005) y 7 (2007) la banda dispuso una especie de post funk con sección de metales y un sello musical propio, que incluía el acid jazz de su época y el rock en iguales proporciones. Con esos elementos se han convertido en un referente de la música de raíz funk, parte de una generación de bandas en el paso de un siglo a otro, que incluye a Chancho en Piedra (1993), Los Tetas (1994), Mamma Soul (1998), Raiza (2000) y Funk Attack (2004).