Canto y trova
Poemas y canciones de amor, de humor o de política fueron parte del oficio del trovador histórico, personaje nacido ya en épocas medievales y que mil años después regresó a la música popular con el mismo sentido. Su figura renació en los años '60, cuando en América Latina y Europa surgieron autores cuyas canciones –interpretadas con la sola compañía de una guitarra- hablaban de sentimientos personales y temas sociales. Canto y trova son formas modernas de expresión del trovador, quien a falta de despliegue instrumental centra el poder de su música en las letras y en su virtuosismo como ejecutante de esa pequeña orquesta de seis cuerdas. Desde Francia a Estados Unidos y desde Cuba a Chile, los cantautores reaparecieron en la década de los grandes cambios. En nuestro país se activó en el marco de la Nueva Canción Chilena y luego siguió con el movimiento joven del Canto Nuevo, pero su oficio es ahora tan genérico que ha superado todas las etiquetas.
Cantora magallánica, poeta y viajera, Naara Andrea González Iglesias tomó de su abuela materna el adjetivo de "andariega" para bautizarse en la música popular y emprender con ese rasgo un espíritu de trashumante que la ha llevado a distintos confines del continente, desde el último borde de Punta Arenas, donde nació, hasta la ciudad de Buenos Aires, donde ha realizado gran parte de su vida como Naara Andariega. Su primer disco autoral y conceptual llegaría casi una década más tarde de esos primeros recorridos: Cardinal (2021).
"Cambia, todo cambia" ha sido el gran aporte solista de Julio Numhauser al cancionero popular chileno, pero su trabajo musical ofrece vertientes más amplias y diversas que las de la pura cantautoría. Junto a los hermanos Julio y Eduardo Carrasco, Numhauser fue uno de los tres fundadores del grupo Quilapayún, y alcanzó a estar con ellos hasta su primer álbum, en 1967. Fue él quien buscó el nombre del conjunto y estableció el contacto con su primer director artístico, el cantautor Ángel Parra. Luego de su partida, comenzó una larga historia musical con diversos conjuntos en los que siempre fue el compositor principal. Destaca entre ellos sobre todo el dúo Amerindios, uno de los nombres más frescos del movimiento de Nueva Canción Chilena.
El mismo camino sin un destino definido que Nano Stern recorrió a mediados de la década de los 2000 siguió la compositora, autora y viajera Carmen Salvador, una de las figuras que en el cambio de década abordaron la raíz folclórica latinoamericana desde una mirada moderna de la música. Salvador es parte de una generación de cantautoras en esta variante, que tiene nombres como los de Pascuala Ilabaca (n. 1985), Natalia Contesse (n. 1978), Camila Moreno (n. 1985), Paz Quintana (n. 1983) y Javiera Barreau (n. 1985), entre otras.
Destacados por el aire blusero de su sonido, temáticas de amor y dos hiperdifundidos singles radiales, La Rue Morgue fue una de las bandas con mayor resonancia en el prolífico rock chileno de la segunda mitad de los '90. El cuarteto, sin embargo, no pudo sobreponerse a la baja respuesta de su segundo disco, y se desperdigó al poco tiempo después, en una baja de actividad que coincidió con la crisis discográfica chilena. El receso de tres años se interrumpió a comienzos del 2000, cuando con un cambio de integrantes, la banda regresó a los estudios con el fuerte apoyo de una multinacional, en una aventura que luego posibilitó esporádicas reapariciones, que se fue apagando paulatinamente avanzada la década. Desde 2017 a 2022 su líder Francisco Valenzuela se presentó con el nombre del grupo, hasta su fallecimiento a los 53 años.
New-age y folk son dos etiquetas que no incomodan a Paula Monsalve para ubicar el lugar de su música, si bien en la difusión de su trabajo esta cantante y autora con largos períodos de residencia en el extranjero ha buscado permitirse el cruce con cauces diversos y amplios, también personales. Su motivo es, en sus palabras, «la música de tu tierra, de tu gente, la música que crece dentro tuyo: ésa es tu música propia». Madrid y Fairmount (Indiana, Estados Unidos) han sido hasta ahora las capitales para su trabajo, anclado desde un inicio a la matriz latinoamericana.
Cantautor, multi-instrumentista, productor musical y viajante sin destino definido, Max Zegers es cultor de un pop mestizo de ciertas proximidades a Pedropiedra o a Fernando Milagros, que se nutre de diversos sonidos recogidos en lugares de América Latina que ha recorrido, aires y ritmos de las raíces folclóricas, y desde luego de una poesía trovadoresca obtenida del linaje al que pertenece, dado que es hijo de Julio Zegers. Como nombre propio, Max Zegers ha publicado los discos Día uno (2013) y Pueblos (2018), capítulos que exponen su experiencias en ruta.
Pese a que su debut, cuando tenía veinte años, la puso en el mapa de una electrónica independiente, en el transcurso de su primera época creativa Florencia Lira se instaló en otro planisferio musical, como compositora, autora, cantante, experimentadora e incluso educadora, con la experiencia que tuvo con niños en etapa preescolar y sobre todo con el descubrimiento de la poesía de una maestra como Gabriela Mistral. Florencia Lira llevó esas vivencias al aplaudido disco La caminante (2016), que vino a cerrar un ciclo personal.
Laura Villalobos es depositaria de una tradición maulina profunda, que ella conoció de la mano de las matriarcas de su familia, su bisabuela y su abuela, cantoras de la localidad de Melozal, cerca de Loncomilla, Cunaco y Emboque, y también de su madre cantora en Linares, donde Laura Villalobos nació. Esa transferencia de canto campesino y guitarra popular en sus manos tomó este y otros rumbos creativos cuando hacia 2011 se movilizó en las protestas y marchas en defesda del río Achibueno. "Hasta cuando" fue su primera canción de protesta, que presentó frente a un público, inspirada en gran parte por Violeta Parra y su contemporánea Camila Moreno, de quienes cantó "Al centro de la injusticia" y "Millones", respectivamente. También profesora rural, Villalobos vivió en Rari y en paralelo a su trabajo de cantautoría y de participación en diversos festivales maulinos, integró el grupo Los Choros del Canasto, que cultivaba música de ritmos y danzas centro y sudamericanas. Su primer disco solista es Caudal (2024), que en parte produjo en Chiloé. Presentó un conjunto de canciones de raíz donde asomaban aires de vals, tonada y cueca, además del uso de guitarra traspuesta, y la participación de músicos como Mauricio Vega, compañero en Los Choros del Canasto, y su madre Donatila Ríos.
Parte de una generación de cantautoras que retoman la inspiración en la tierra, las raíces y los folclores chilenos, donde figuran Giovanna Arce, Amapola Puz, Florencia Gallardo, Tamara Quijada, Daniela Millaleo o Nacha Haase, Carla Casas-Cordero se estrenó como voz y nombre propio en el disco El río de la vida (2017), resultado de sus primeros ensayos de creación de canciones y de sus viajes por Guatemala, Honduras y México. Viñamarina de nacimiento y fonoaudióloga de profesión, también realizó estudios de guitarra clásica en el Conservatorio de la U. Católica de Valparaíso, aunque terminó próxima al folclor y la música popular, con influencias que van desde Violeta Parra a Mazapán. A su conocimiento de esas guitarras clásica y folclórica, Casas-Cordero sumó la creación de material propio y así comenzó a escribir canciones que tuvieron, en su consideración, "la intención de sanar". Esa primera carpeta fue denominada "Canciones medicina".
Trostrigo es el seudónimo de Rodrigo Jorquera, cantautor que creció en Rancagua y se inició como compositor cuando se estableció en Argentina. En diez años, su música pasó de la canción acústica y de sonido casero a un pop colorido e inquieto, un camino que le ha permitido mostrar sus canciones en distintos continentes y contar con colaboraciones de nivel internacional.
La forma musical que fue adoptando la carrera solista de Claudio Guzmán se hizo con el tiempo casi incompatible con los recuerdos de su tiempo de guitarrista, compositor y vocalista de Q.E.P., una de las bandas que alimentó el llamado boom pop ocurrido en Chile durante los años ochenta. A diferencia de las canciones bailables de ese cuarteto, los discos de Guzmán como cantautor mostraron composiciones vinculadas a su época y sensibilidad generacional, según la norma de la trova.
No sólo su asesinato, en septiembre de 1973, han hecho de Víctor Jara uno de los artistas más trascendentes de la música de nuestro país, sino que es su trabajo y su obra lo que definitivamente lo consagró como una de las más grandes figuras de la cultura chilena. Fue folclorista, director de teatro durante una década en la Universidad de Chile, parte del elenco de la Peña de los Parra entre 1966 y 1973, trabajó con los grupos Cuncumén, Quilapayún, Inti-Illimani, Los Cuaracas, Huamari y Cantamaranto, y compuso y cantó más de 150 canciones, varios clásicos de la canción universal, como "Te recuerdo Amanda", "El derecho de vivir en paz" o "Plegaria a un labrador". Conmovido por una época en la que despuntó una enorme efervescencia social, el cantor representó el sentimiento de búsqueda de dignidad para las clases sociales populares, como militante del Partido Comunista, y fue un entusiasta partidario del gobierno socialista de Salvador Allende. Su arte y sus aspiraciones fueron coherentes con su historia; la de un hijo de campesinos que llegó a avecindarse a un sector marginal de Santiago. Su nombre es hoy el de un artista universal.
Una canción ambientada en el capitalino barrio Bellavista de comienzos de los '80 es la nítida postal con que empieza a sonar la historia de Rudy Wiedmaier, un autor y cantante que se inició como trovador de canciones acústicas y que derivó desde el Canto Nuevo hacia el rock, el soul y la adaptación musical de poetas chilenos.
Como músico nacido en el archipiélago de Calbuco y con una vida posterior en Ancud, Eduardo Soto aparece como un cantautor de muy fuerte y profunda raigambre territorial, en una poética de paisajes y vivencias insulares que palpita también en sus canciones trovadorescas a guitarra y canto, como en el primero de sus discos, Eduardo Soto (2010). Con todo, tras una serie de viajes que lo llevaron por Sudamérica y Estados Unidos, Soto experimentó un evolución sonora que lo acercó a la canción pop, por entonces ya rodeado de bandas mayores de apoyo y el uso de la guitarra folk con cuerdas metálicas. Su experiencia musical se manifestó finalmente en esa saga de discos autorales que marcaron una primera época en su historia: Indómito (2012), el EP Desaprender (2014) y El sueño de los coihues (2022). Entre sus cruces de canto y trova, Soto ha compartido escenario con cantautores y cantautoras como Alonso Núñez, Pablo Morales, Tamara Quijada, Gabilú, Kennya Comesaña e incluso una figura del pop como Daniela Aleuy.
Las comarcas cordilleranas de Lonquimay constituyen el espacio decisivo en la historia personal de Nicolás Michel, y desde allí su nombre se ha proyectado como el de un trovador eminentemente sureño. Sus canciones aparecen como crónicas territoriales o visiones impresionistas de La Araucanía, sobre todo en la panorámica que muestra su primer álbum, Sur temprano (2016). Allí se exhiben textos sobre reflexiones y pasiones personales, pero también sobre la poética de la naturaleza, crítica social y canción contingente, temáticas que han marcado su escritura y su canto.
La muestra de su canto por el mundo, y el contacto con grandes figuras musicales marcaron la trayectoria y la vida de Ángel Parra (de nacimiento, Luis Ángel Cereceda Parra), uno de los cantores relevantes nacidos en Chile durante el siglo XX y figura de la Nueva Canción Chilena tanto por su creación como por la disposición que desde muy joven tuvo para alimentar ese movimiento con alianzas, iniciativas de trabajo y contenido. El entorno familiar en el que creció fue privilegiado para esa vocación, y ya en la adolescencia lo tenía presentándose junto a su hermana mayor (en el dúo Isabel y Ángel Parra) y su madre, Violeta Parra, en escenarios de Chile y el extranjero. Pero luego, por propios decisión y mérito, llegó a colaborar estrechamente con los más grandes nombres de la canción latinoamericana de su tiempo, como Atahualpa Yupanqui, Pablo Milanés y Víctor Jara. Décadas más tarde, Parra seguía interesado en buscar entre nombres jóvenes socios para sus ideas.
Catalina Alarcón es La Catalina, una voz valdiviana en cuyas canciones se aprecian diversos elementos provenientes de las raíces folclóricas sudamericanas pero que al mismo tiempo cuentan con un marcado enfoque de pop autoral, melancólicamente sureño, con sonidos de cuerdas, maderas, pianos y el uso de la voz desde el espacio reflexivo y reducido. Su primer disco es Golondrina (2024), un álbum de exquisita elaboración, que tiene la inspiración del paisaje valdiviano.
El bolero de puerto es un tipo de género musical cargado no sólo por sus señas formales sino también por el involucramiento biográfico que muchos de sus mejores cultores tienen con él. Aunque nació en los años ochenta, Demian Rodríguez está enlazado a esa larga tradición que en Valparaíso y San Antonio marcaron antes de él cantores como Jorge Farías, Ramón Aguilera y Rosamel Araya, y conjuntos como Los Chuchos. Su música es por un lado un homenaje a esa línea de música sentimental y bohemia, pero también la prueba de sus propias dotes de cantautor. Ha elegido insertarse en una historia que le resulta cercana, aportando a ella con nuevas ideas, versos y melodías.
En la metáfora del árbol que crece y da sus frutos, Diego Huberman recogió la identidad que lo representa y proyecta como trovador contemporáneo inspirado en la música latinoamericana, y donde su nombre de Diego "es solo el recolector de los frutos del árbol para compartirlos con todos", ha dicho. El Árbol de Diego comenzó a tener presencia en una renovada escena trovadoresca y de canto de raíz folclórica cuando lanzó la canción "Volcanes" en 2013. Es parte de su primer disco, un trabajo ciento por ciento casero, como ejercicio de canto con guitarra. En la carátula de El despegue (2016) aparece la ilustración de un árbol.
Constanza Guzmán es una cantautora chilena nacida en Bélgica, donde ha transcurrido su vida musical como cultora del canto popular latinoamericano y la riqueza de la música construida desde los instrumentos acústicos. Además es compositora de canciones en diversos ritmos regionales, que ella ha instalado en ese contexto europeo, con presentaciones en Bélgica, Francia, Alemania y Holanda. Su primer álbum es Melodías del instante (2022), en el que escribe canciones en español y portugués, como resultado de un decisivo paso por Brasil.