Folclor

Entendido en contextos locales, folclor proviene del concepto anglosajón impuesto a un fenómeno de música vernácula. El vocablo folklore (donde folk es pueblo y lore, su sabiduría popular) tiene un sentido purista: designa al sujeto original de la tradición, previo a toda interferencia urbana. Por esta condición previa a la industria, los cultores genuinos que grabaron discos en Chile son escasos y corresponden en exclusiva a cantoras campesinas de rodeo, como las incluidas en el disco Aires tradicionales y folklóricos de Chile (1944) editado por la Universidad de Chile. La industria musical empleó este término para designar, por sentido común y por desconocimiento de los cultores originarios, lo que desde un punto de vista urbano ha sido considerado "folclor": figuras de la música típica urbana o recopiladoras. Pero según la nomenclatura son definiciones distintas: los sujetos que investigan el folclor con criterio académico son los "folcloristas"; los cultores naturales son llamados "folclóricos".

Dúo Rey-Silva

Un nombre capital en toda la música típica y de raíz folclórica chilena es el del Dúo Rey-Silva. Durante más de cincuenta años de actividad a partir de su inicio en 1935, Alberto Rey (1915-1991) y Sergio Silva (1917-2017) fueron figuras principales en géneros como la cueca y la tonada, además de trabajar con variedad de músicos señeros como Arturo Gatica, Esther Soré y Mario Catalán entre otros. El Dúo Rey-Silva figura en los inicios del cine musical chileno, fue parte de la bohemia más dorada de los años ‘40 a los ’60 y emprendieron giras por América Latina y EE.UU., además de ser la plataforma para el trabajo de Alberto Rey, solista en arpa y otra figura central de la música chilena.

Scottie Scott

Importantes composiciones del cancionero popular chileno llevan el nombre de Scottie Scott en sus créditos, pues fue desde el área silenciosa de la autoría que esta descendiente de escoceces aportó más constantemente a la música local. Temas suyos fueron intérpretados por gente como Gloria Simonetti, Los Ángeles Negros, Las Cuatro Brujas y Andrea Tessa; muchas veces en el marco de competencias de festivales. Antes de su prematuro fallecimiento, en 1996, Scottie Scott alcanzó también a coordinar las bandas sonoras de algunas de las más importantes teleseries chilenas, desde la famosa "La madrastra", en adelante.

Luis Ortúzar - El Chincolito de Rauco

Aunque santiaguino, Luis Ortúzar Araya es llamado El Chincolito de Rauco en alusión a esa ciudad de la zona de Curicó, desde donde irradia sus oficios de cantor a lo humano y lo divino, poeta popular y payador. Iniciado en 1955, es uno de los más experimentados cantores vigentes en Chile. Su presencia es habitual en encuentros de payadores nacionales como los de Teno (provincia de Curicó) y Portezuelo (provincia de Ñuble), y al mismo tiempo en velorios de angelitos, vigilias, novenas y encuentros de canto a lo divino.

Mirtha Iturra

Mirtha Iturra Bernales es una cantora de rodeo a la vez que figura de la música típica en la ciudad, activa intérprete y divulgadora del folclor centrino en los escenarios y los discos. Nacida en Constitución en el seno de una familia de agricultores y músicos, tuvo estrecho contacto con la vida campesina, la tierra y las canciones. Llegó al Puente Alto rural y entonces ha proyectado la canción campesina, más de 800 cuecas y tonadas, desde la ciudad. Su nombre es ineludible en el panorama de la canción folclórica desde los años '80 en adelante, y ha sido considerada, durante 30 años, una de las principales representantes de las cantoras de rodeo y la más influyente para toda una generación de jóvenes intérpretes que llevaron estos repertorios al disco.

Catalina Rojas

Cantora popular, intérprete y folclorista son oficios que se unen en Catalina Rojas, una artista que ha conjugado las raíces campesinas con escenarios urbanos desde los años '70 a la fecha. Ha trabajado junto a recopiladores del folclor como Gabriela Pizarro y Patricia Chavarría, y fue la más próxima colaboradora de Roberto Parra, con quien se casó y junto al cual se dedicó a cantar en calles y mercados durante los duros primeros años de dictadura militar. Con cuatro discos grabados a contar de 1986 y canciones como el vals "Puerto esperanza", de su hermano Dióscoro Rojas, la cantante actúa además al frente del grupo La Filarmónica de la Cueca y en actividades y escenarios como las fondas y cumbres guachacas cada año.

Sergio Cerpa - El Puma de Teno

Uno de los más veteranos cultores del canto a lo poeta en Chile es Sergio Cerpa Sazo. Nacido en 1939, tiene edad suficiente para haber participado en los históricos encuentros de poetas populares organizados entre 1968 y 1973 por el investigador Juan Uribe Echeverría, al alero de la Universidad de Chile, y permanece como uno de los activos payadores chilenos. Establecido en Teno, en la provincia de Curicó, además es iniciador de una genealogía de cantores tal como la de la familia Madariaga en Casablanca: Sergio Cerpa Sazo, El Puma de Teno, suele cantar con su hijo, Alejandro Cerpa Fuenzalida (n. 1974), El Pumita de Teno.

Traspuesto

Felipe Alarcón tomó el nombre musical de Traspuesto, y en ocasiones Felipe Traspuesto, como una manera de representar una cualidad que proviene, subsiste y prospera desde los campos chilenos, donde la guitarra es "traspuesta": utiliza afinaciones no regulares de la música europea sino que se altera de manera múltiple para acomodarse a las voces de los cantores. Su propuesta atraviesa ese folclor profundo pero lo redirecciona desde una creación contemporánea a partir del rock, la experimentación y la sicodelia.

Lalo Parra

Tío Lalo para los sobrinos y cercanos, Eduardo Emeterio Parra Sandoval de nacimiento, Lalo Parra es parte de la primera y famosa generación de la familia Parra, cuarto hermano de la casa luego de Nicanor, Violeta e Hilda, y mayor que Roberto, Lautaro, Elba y Óscar Parra. Cantor, guitarrista, autor y compositor, durante su vida difundió un repertorio de cuecas choras, jazz guachaca y valses tradicionales acunado en la familia y aprendido en más de ocho décadas de historia. Entre todos sus hermanos fue quien más mereció el nombre familiar de tío, ya no sólo de parte de sus sobrinos originales, sino de todo el público que encontró en él un símbolo de experiencia popular chilena.

Andrea Andreu

El legado de la centenaria Margot Loyola Palacios está presente en el canto de Andrea Andreu, autora, intérprete de música de raíz y una de las últimas discípulas de la folclorista, investigadora y cantora linarense, junto con los nombres de Natalia Contesse y Claudia Mena, entre otras mujeres que llegaron hasta su casa en la comuna de La Reina para recibir sus enseñanzas. Principalmente a través de su disco Legado (2012), con abundantes canciones y danzas entregadas por la maestra, Andreu dio cuenta de esa experiencia. Pero incluso la influencia se traslada hasta sus primeros tiempos en la música folclórica, cuando integró el conjunto de proyección Palomar, creado por Loyola en los años '60.

Trigal Violeta

La música ha sido para ella un proceso íntimo, minucioso, cargado de significado; que por decisión propia ha llevado adelante combinando la formación académica, con la búsqueda personal y autodidacta. Cantante, guitarrista y compositora, dice vivir en diálogo musical constante, con la tradición y con su propia creatividad. Suele confundirse su nombre con un seudónimo artístico, pero no: Trigal Violeta es la identificación civil para quien, habiendo trabajado ya en la grabación de cantos recopilados en terreno, en el segundo semestre de 2025 se apresta a debutar como autora.

Pía Zapata

Inspirada en el folclor sureño y con la influencia directa de Violeta Parra y Víctor Jara, la cantautora angelina Pía Zapata se inició imitando a los voceadores del Mercado de Chillán. Su trabajo de autoría musical tomó elementos de ese folclor profundo y lluvioso y lo llevó a los espacios de la música moderna, sobre todo durante su vida musical que desarrolló luego en Valparaíso. Grabado con una banda de apoyo conocida como Pía Zapata, Tomate, Palta, su primer disco es Música de mimbre (2013), trabajo donde combina instrumentos como el tiple, el bombo chilote y el cajón peruano, con la guitarra eléctrica, bajo y batería.

Lautaro Parra

Una vida repartida entre Chile y Suecia tuvo Lautaro Parra Sandoval, hermano menor de los célebres Violeta, Lalo y Roberto; y, como ellos, creador hábil en el canto y la poesía popular, además de reconocido en su destreza como guitarrista. Ese canto y las décimas fueron las expresiones preferidas por un artista que también expuso pinturas y publicó novelas, como Jacinto Laguna y La Pacha Mama.

Carola López

Carola López es una de las cantoras protagonistas en el traspaso de las raíces musicales campesinas hacia los ambientes urbanos, que tuvo su inicio a finales de la década de los 2000 con nombres como Fabiola González, Andrea Andreu, y más tarde con Carla Catalán y Claudia Belencha Mena. Iniciada en la tonada y la cueca desde los primeros años de su vida familiar, sus caminos la han llevado hasta diversos espacios del canto, integrando lotes, conjuntos y dúos. Pero ha sido su trabajo independiente como nombre propio el que le granjeó una reputación como investigadora y creadora. Carola López debutó en el disco en 2018, con Una mujer como usté, un recorrido por su primer cancionero autoral, nutrido de tonadas, cuecas, valses y, por supuesto, guitarra traspuesta.

Derlinda Araya

Una de las primeras artistas en grabar folclor chileno fue Derlinda Araya, una "precursora del cantar criollo", según la categoría que en 2006 estableció Margot Loyola en el libro La tonada: testimonios para el futuro. Nacida en la nortina Chañaral en 1895, se trasladó a Santiago, donde en los años '30 inició una exitosa carrera como cantante de radio y desde 1935 grabó varios discos, algunos junto al conjunto Los Provincianos, y de los que existen escasos registros. Carismática y muy popular, avanzada la década de 1940 se estableció en Linares, donde murió tempranamente en 1953. Tenía 58 años.

Quilapayún

Quilapayún es la expresión más comprometida y política de la música en Chile, y al mismo tiempo un poderoso proyecto artístico. El grupo fue el mayor emblema de la Nueva Canción Chilena, el más identificado con el gobierno de la Unidad Popular,  y su repertorio fue el que mejor representó, antes y después del Golpe Militar de 1973, a la izquierda política del país y de otras partes del mundo. En 1973, nombrados "embajadores culturales" por Salvador Allende, estaban en París el 11 de septiembre y allí comenzó su exilio. Los años siguientes tuvieron una intensa actividad de solidaridad con Chile y un proceso de renovación artística. El fin de la dictadura en 1988 significó la salida de algunos integrantes y un período de menor actividad. Tras algunas crisis, y la existencia de dos grupos que reclamaban el nombre Quilapayún, hoy continúan su historia, con músicos en Chile y Francia, y consagrados como una de las agrupaciones más importantes de la historia de la música popular chilena.

El Monteaguilino

La pequeña localidad de Monte Águila, en la Octava Región, le dio al chileno José Sepúlveda su primera visión de mundo y, más tarde, el apodo que lo haría conocido en todo el país. Pese a no haber ganado premio alguno, El Monteaguilino fue estrella en el Festival de Viña 1988 y hasta hoy se cuela a radios folclóricas, fiestas y jornadas dieciocheras con “Caballito de metal”, la famosa canción del «tren y su chiqui chiqui cha / que alegra el triste corazón» .

Los Santiaguinos

A partir de la tradición de la cueca urbana y el contacto personal con cantores tan fundamentales como Hernán Nano Núñez, Los Santiaguinos han sido uno de los conjuntos nacidos en los años noventa en Chile que colaboró a darle continuidad a la cueca «chilenera» y capitalina (tal como Los Trukeros, Las Torcazas y varios otros). A lo largo de su historia han mostrado una evolución que va más allá de la recreación de la raíz. En su repertorio en vivo, una mayoría de cuecas comparte espacio con foxtrox, tonadas, baladas y, si la ocasión así lo requiere, hasta cumbias. Aunque su respeto por la tradición es firme, «no hay que ser más papistas que el papa», creen en el conjunto, en el cual la voz privilegiada y aniñada de Gerardo Hoffman, el pulso de la batería y un sempiterno vestuario de traje y corbata aportan un sello inconfundible.

Carolina Aguilera - La Canarito

El canto, la danza y el teatro han sido fuentes de inspiración y expresión para Carolina Stefanía Aguilera Cifuentes, más conocida en los ambientes del Biobío como La Canarito, cultora de diversas músicas de raíz que van desde el folclor profundo como la cueca hasta expresiones asimiladas en su uso como la música afrolatina y tropical. Escénicamente, Carolina Aguilera utiliza un elenco instrumental de medianas dimensiones que se presenta como La Canarito y su Bandada. Chorera de nacimiento y penquista por adopción, es parte de una pródiga generación de mujeres cantoras y cantautoras vinculadas al folclor de esa zona del sur, que incluye a Vasti Michel, Fabiola González, Claudia Melgarejo, Liliana Riquelme y Cecilia Gutiérrez, entre otras.

Nicasio Luna

El vínculo con el entorno es rasgo natural en la obra de todo cantautor, pero en pocos esa ligazón es tan marcada como en Nicasio Luna. La Patagonia chilena es presencia constante no sólo de las letras del cancionero de este creador nacido en Cochrane, región de Aysén, sino también de las reflexiones en sus entrevistas con prensa y hasta en sus fotos promocionales. En sus discos, la zona extrema del sur de Chile es plataforma de historia y descripciones paisajísticas, pero también de denuncia y alerta sobre los intereses económicos allí en juego.

Palomar

Además de la influencia que la investigadora y Premio Nacional de Arte Margot Loyola ha ejercido sobre generaciones de músicos, su escuela más directa está expresada en Palomar, el conjunto de proyección folclórica que fundó y que dirige junto a su compañero Osvaldo Cádiz desde 1962. Iniciado en octubre de ese año bajo el simple título de Conjunto de Margot Loyola, en 1975 recibió el definitivo nombre de Palomar, abreviatura inversa de Margot Loyola Palacios, y desde su debut ha sostenido una carrera ininterrumpida de más de cuatro décadas dedicado a las culturas tradicionales.