1980
Cantor porteño, eternamente asociado a la bohemia, parte de la fama de Jorge Farías radica en haber sido quien primero popularizó "La joya del Pacífico", en una sentida versión que fue previa a la de Lucho Barrios. Pero el tiempo le dio una identidad más amplia que la de ese vals clásico, definida por el cariño popular hacia su canto y su figura, y por completo ajena a la dinámica de promoción de la industria del disco. Su biografía enlaza por eso datos en apariencia contradictorios, como ser el único músico con una estatua en Valparaíso pese a haber muerto en la pobreza, sin siquiera un lugar fijo de residencia. Su voz y su característica imagen (de eternos anteojos oscuros, también en las noches) aparecen en una de las escenas clave de Valparaíso, mi amor, la película de Aldo Francia estrenada en 1969.
Autor del himno generacional “Los momentos”, Eduardo Gatti ha representado, en diferentes momentos de su extensa carrera, el virtuosismo sobre la guitarra eléctrica, el rostro del primer hippismo chileno, la voz del Canto Nuevo y la solidez de la trova adulta. Sin embargo, su trabajo constante debe más bien instalarse dentro de una corriente de cantautoría sin más clasificaciones que su identidad personal. En ese género es uno de los nombres mayores en la historia musical chilena, con una lista bastante larga de canciones acuñadas en el gusto popular. En 2020, Eduardo Gatti recibió la distinción de Figura Fundamental de la Música Chilena, el mismo año en que la propia "Los momentos" cumplió medio siglo.
Mapa Prueba 1
Si el talento pudiera medirse por la relevancia de quienes buscan los propios servicios, Claudio Pájaro Araya tuvo pruebas suficientes de ventaja: Congreso, Los Jaivas, Osvaldo Torres, Cristina Narea, Evelyn Cornejo y Los Celestinos lo integraron en diferentes momentos a sus giras y grabaciones. En sus últimos años de vida, el músico fue parte de la formación estable de Chico Trujillo y Bloque Depresivo. Pero no fueron las colaboraciones el único cauce de trabajo creativo para Araya. Su composición y filosofía en torno a la música nortina apareció también de manera fundamental en el conjunto Huara, cofundado por él en 1978, y el cual lo ocupó de modo intermitente por diferentes décadas, formaciones y proyectos. Avezado en charango, tiple, cuatro venezolano y cajón peruano, el músico nacido en Antofagasta fue considerado uno de los forjadores de un sonido nortino innovador y riguroso. Sus dos discos solistas, Comparsa Huara (2007) y Danza (2021), fueron prueba de su libertad creativa y riesgo en el trabajo sonoro, activadas ambas hasta su muerte, en mayo de 2024.
Aunque el recuerdo popular de Álvaro Scaramelli aún lo vincula a su trabajo como vocalista y tecladista de la banda Cinema, su trabajo como cantautor solista superó en tiempo y actividad la labor puntual con ese grupo de los años ochenta. El compositor y cantante mantiene hoy una labor musical esporádica, la cual alterna con otras actividades profesionales, como terapeuta alternativo, productor y gestor.
Maitén Montenegro es una cantante y comediante que se inició siendo niña, por intermedio de su padre, el prestigioso actor Raúl Montenegro. Por su trabajo, vivió varios años en Venezuela y Puerto Rico, donde debutó como actriz en producciones dramáticas. A su regreso, a los 13 años, adoptó su nombre artístico (el real es María Teresa Vásquez) y montó varios espectáculos y programas detelevisión, que en 1973 la llevaron al teatro Bim Bam Bum. Entre 1978 y 1980 fue parte del primer elenco del programa de humor Jappening con Ja, y luego se integró como comediante a Sábados Gigantes, protagonizando sus propios Café Concerts, y llegando al Festival de Viña de 1985 con un espéctaculo de música y baile. Avanzados los años 90 se trasladó a Miami como productora de Sábados Gigantes, y allá montó una academia que el año 2006, cuando regresó a Chile, instaló en Santiago. En medio de toda esa historia, su paso por la música es casi un detalle, pero dejó un hit: De 1972, la sentida despedida de una esposa que ve partir a su marido: "Canción para una esposa triste".
El solo de guitarra eléctrica sobre “Gracias a la vida” ejecutado ante 70 mil personas en el Estadio Nacional en marzo de 1990 como saludo al regreso de la democracia, no sólo representa el último momento de Edgardo Riquelme en un escenario importante. Es también una tesis de grado para sus propios años de estudio sobre una nueva música chilena, que se remontan a 1974 en Concepción. Esa tarde Riquelme puso una rúbrica de lenguaje contemporáneo y sonido desafiante a la interpretación del himno de Violeta Parra realizado por la Orquesta Sinfónica de Chile. Edgardo Riquelme es uno de los primeros ejecutores del encuentro entre la modernidad con la raíz.
Dos vidas cohabitan en la historia de este músico. Quique Cruz vive desde 1980 en Estados Unidos, donde ha realizado un trabajo a partir de las raíces latinoamericanas cercano a la llamada world music o "música del mundo" y donde integra el conjunto internacional de fusión Quijeremá. Pero antes de ser Quique Cruz él es Claudio Durán, nacido en Chile, un país donde se inició en la música pero donde también fue detenido y secuestrado bajo dictadura en 1975 en campos de prisioneros como Villa Grimaldi, una marca que del mismo modo está presente en su trabajo.
Uno de las pocas bandas chilenas que desde los márgenes de la industria ha tendido puentes entre décadas ha sido Fiskales Ad-Hok. Muchos nombres asociados al punk surgidos en medio del interesante momento creativo que motivó la resistencia a la dictadura fueron quedando en el camino o se vieron agotados una vez que Chile entró en la transición democrática. Pero Fiskales Ad-Hok ha ido encontrando con los años nuevos blancos de denuncia, ampliando su grito hasta asegurarse de que a nadie le sea fácil evadirlo. Su discografía, su trayectoria, y sus decisiones de autogestión la convierten en un grupo de referencia para el punk, la canción de denuncia y el rock independiente en nuestro país. Late en sus discos un mismo pulso de arrojo y disconformidad, capaz de convertir sus canciones en dardos veloces contra autoridades, promesas vacías y, a veces, hasta contra ellos mismos. Su sistema de trabajo autogestionado ha resultado de gran influencia para varias bandas formadas a la luz de su ejemplo, y demuestra que incluso un grupo de punks chilenos está capacitado para manejar su propia empresa (el sello C.F.A.), organizar giras a Europa, y agitar los escenarios locales sin más ayuda que la de sus fans. «Antifascistas, antisexistas y a favor de la autogestión», según propia definición, Fiskales Ad-Hok es, además, un grupo de características únicas en la historia de nuestro rock, con vaivenes en su historia y formaciones pero un trabajo activo por más de cuatro décadas. En febrero de 2025, la banda anunció una pausa que se hizo efectiva de inmediato.
Poeta, cantora campesina, divulgadora del folclor centrino y activista de la Región del Maule, aplicada a la tradición desde sus 12 años de edad. Ha cultivado la guitarra traspuesta y el canto a lo humano, participando de festivales (entre ellos, el Festival del Huaso de Olmué) y encuentros que la han llevado por gran parte del país. Se ha autodefinido como una «mujer guerrera», que ha podido sanar múltiples dificultades a través del canto. Además de grabar cassettes y discos, en 2022 llevó a cabo el proyecto Fondart «Al encuentro de las cantoras campesinas del Maule», en el que recorrió la región realizando un catastro y reconocimiento de exponentes del canto campesino en la zona. Parte de su historia personal y en confluencia con otras cantoras quedó registrada en el documental Yo no canto por cantar , que fue premiado como el mejor documental nacional en el Festival IN-EDIT de 2024.
Ha sido la gestión del colectivo Los Guachacas lo que, desde fines de los años '90, ha mantenido activo y le ha dado nombre público a Dióscoro Rojas. Sin embargo, el cantautor desarrolló en su juventud una interesante carrera musical, que en distintos momentos lo emparentó con la Nueva Canción Chilena y el Canto Nuevo. Hoy es más preciso describir su trabajo como el de un gestor cultural y cantautor que se ocupa de manera amplia de los códigos de la música, la cultura y las emociones de la vida popular urbana.
Aunque ambos cantautores se han destacado en sus respectivas carreras solistas, Isabel Parra y Ángel Parra formaron, también, un exitoso dúo, y bajo ese nombre publicaron sobre una docena de discos desde mediados de los años '60. Su trabajo en vivo se hizo leyenda a través de la Peña de los Parra, en Santiago de Chile, y se extendió bien entrados los ochenta durante el exilio de ambos en Europa. Juntos y por separado, sus nombres se enlazan con lo más trascendente del movimiento de Nueva Canción Chilena.
Las canciones de Óscar Andrade han rozado varios géneros y modas, pero nunca se amoldaron a una de ellas en específico. Su obra se encontró en sucesivos momentos con el Canto Nuevo, la trova y el pop, y experimentó un cambio significativo durante los catorce años de trabajo y estudios del cantautor en Alemania. Antes de cumplir los 20 años de edad, Andrade ya había levantado al menos dos hits imperecederos ("Noticiero crónico" y "La tregua"), y ha sido inevitable que el resto de su trayectoria se compare siempre con esas cumbres de popularidad de los años ochenta. Aunque breve, su discografía acumula composiciones asociables a la balada pero también de provocadora observación social, impuesta en televisión y radios incluso en tiempos en que tal opción constituía un riesgoso desafío político.
Cecilia Astorga es una precursora. Se la considera la primera mujer payadora, desde que a fines de los años '90 se integró a la práctica de la décima improvisada en el contexto escénico frente a un publico. Ello fue determinante para la gestación de una escena femenina de payadoras que tomó cuerpo en las décadas siguientes, delineó una apertura de espacios y de cierto modo vino a transformar siglos de una tradición que vedaba la paya con guitarrón a las mujeres. «Payadora de las artes poéticas y musicales populares chilenas» se ha definido ella con sencillez, pero si hay que ahondar en el impulso íntimo que mueve su creación puede recurrirse a la presentación de una de sus muchas décimas: «Amo mis dedos hablantes / en una noche despierta / amo la ilusión incierta / con silencios abundantes…».
Renán Patricio Sánchez Gajardo es una figura musical nacida en las postrimerías de la Nueva Ola, y por eso su nombre trasciende ese movimiento. Apadrinado por la cantante Cecilia, en 1966 debutó el se sello EMI, tras ganar un concurso radial el año anterior y radicarse en Santiago. Su actuación en el Festival de Viña y en certámenes internacionales, le dieron un nombre, reforzado por éxitos populares como "Por amor" o "Soy culpable", y por la innegable calidad de su registro vocal. En las décadas del '70 y '80 su nombre engrosó la lista de artistas que coparon los espacios televisivos, en un oficio que disminuyó en los años '90. El 2005 participó en el programa Rojo VIP de TVN, y, aunque en general esta alejado de la música, en ocasiones se presenta en vivo.
Sus dos apellidos están inscritos con letras principales en la historia de la música chilena de raíz folclórica. Héctor Pavez Pizarro es hijo de Gabriela Pizarro y Héctor Pavez Casanova, músicos, recopiladores y fundadores del conjunto Millaray. La música de Chiloé y la cueca han sido campos destacados en su repertorio como cantante, guitarrista y compositor, dedicado al folclor chileno en general. El heredero ha descrito también su propia trayectoria: si su padre fue conocido como el Indio Pavez, Héctor Pavez Pizarro es «el Gitano». Profesor, músico frecuente en festivales en diversos lugares de Chile y parte de un elenco familiar con su hermana, la bailarina Anais Pavez, son otras de sus actividades, a lo largo de una bitácora que se corresponde con todas sus facetas como músico, desde Chiloé hasta la cueca urbana.
Más de medio siglo y una extensa discografía acumula el Trío Inspiración en el trabajo con el repertorio romántico tradicional latinoamericano, y en ese trayecto ha cabido sobre todo el bolero, pero también el vals peruano, la canción «cebolla», la copla y la balada. Sin prejuicios sobre el estilo que se ajusta a su formación de trío de guitarras con armonías vocales, el grupo ha mantenido el circuito de restaurantes, quintas de recreo y festivales regionales como su espacio natural de acción. Alguna vez conocidos como «Los Panchos chilenos», el Trío Inspiración es prueba del vigor que cierta canción romántica en castellano mantiene más allá de las modas.
Una triple condición de investigadora, cantautora y gestora cultural ha hecho de Patricia Chavarría uno de los nombres de referencia para la cultura tradicional y el folclor campesino. Un trabajo de más de cuatro décadas se ha plasmado hasta ahora en discos, libros, artículos y videos. También ha realizado cursos, seminarios, conciertos y direcciones artísticas en Chile y en el extranjero. Su labor ha sido reconocida hasta ahora con diversos premios, incluyendo el Premio Nacional de Folklore (1985), la Medalla Bicentenario (2010), el premio a la Cueca “Samuel Claro Valdés” 2011 y el Premio Margot Loyola en la categoría de Investigación (2016). Sus grabaciones la han asociado a músicos como Osvaldo Jaque, Fernando Escobar y el Taller Curarrehue.
«Fusión indígena con la fuerza del rock», es cómo definen su música los integrantes de Ayllantú, grupo chileno que a modo de influencias enumera: «mapuche, afro, Latin-jazz, fusión, Cuba, indígena y rock desde lo más profundo de nuestros sentimientos». Se fundaron en marzo de 1985, y en sus inicios cultivaron la música andina. Pero tras unos años de trabajo desarrollaron un repertorio latinoamericano también en sintonía con el rock, en nítida herencia de Los Jaivas. Así incorporaron guitarra eléctrica, batería y bajo, sin abandonar los colores musicales indígenas. En los años '90 Ayllantú se presentó en diversos festivales y programas de TV como "Tierra adentro". Su disco Sueños (2019), incluye una reobservación de "La partida", de Víctor Jara.
Leni Alexander Pollak es la más importante compositora en Chile durante el siglo XX. Ese estatus se lo entrega la musicóloga Raquel Bustos Valderrama, especialista en estudios de género, en su libro La mujer compositora y su aporte al desarrollo musical chileno, donde observa el devenir, la vida y obra de Alexander dentro de un universo reducido de creación femenina. Nacida en 1924 en Breslavia (entonces parte de Alemania, actualmente en Polonia), huyó del régimen nazi en 1939. Se convirtió en ciudadana chilena en 1951 y como compositora se identidican una serie de obras tempranas a partir de 1949, canciones y piezas de cámara. Alumna de Fre Focke, Alexander se unió a las vanguardias de los años '50 y avanzó luego en esa línea, escribiendo obras de diversa consideración, música sinfónica como "Equinoccio" (1962), de cámara, cantatas, lieder, música incidental para teatro, ballet, cine y mimos. A ellas se suman sus reconocidas piezas radiofónicas donde amplió el uso de los medios y creó una serie de obras denominadas "teatro para escuchar" o hörspiel, donde ella desmantelaba por completo el formato del radioteatro. La más trascendental, dado que marcó el inicio del trabajo en esta línea, es "Par quoi? A quoi? Pour quoi?" (1971), para mezzosoprano, voces habladas de niños, ensamble instrumental y soporte electrónico, estrenada ese año en la Bienal de Zagreb.