1980

80

Lázaro Salgado

En una rústica fotografía en claroscuros, una figura aparece a medias visible sobre la carátula de cierto viejo LP chileno publicado en 1976. Ése es el primer disco del cantor Pedro Yáñez, pero es además una muestra de respeto: el de la foto no es Yáñez, que en ese tiempo se asomaba a los treinta años, sino Lázaro Salgado, un hombre que para entonces ya era una escuela en la poesía popular chilena. Hoy es una leyenda. Es el poeta que encarna mejor que nadie la tradición del cantor prolífico en versos y errante por vocación, por caminos en los que se cruzó con gente tan diversa como Roberto Parra, Víctor Acosta, Santos Rubio, Nano Acevedo y el universo de payadores con el que compartió ese oficio. Poeta popular, payador y guitarronero, aprendió de sus antepasados y es reconocido por generaciones de cantores hasta nuestros días.

Tita Munita

Compositora, cantante y poeta, Tita Munita nació en Santiago y es hija de la también poeta Marta Zañartu. Luego de cursar dos años de arquitectura en la Universidad Católica de Valparaíso optó por un cambio, y continuó estudios en la Escuela Moderna de Música (guitarra), la escuela Antilhue y el Taller 666 (teoría), histórico reducto de resistencia cultural en los primeros años de dictadura. Ha alternado la docencia de la música con la conducción de talleres de guitarra, el trabajo solista y la participación en el conjunto musical para niños Agualuna.

Jorge Caraccioli

Jorge Caraccioli es al jazz vocal masculino lo que Rossana Saavedra al femenino: una figura difícilmente alcanzable en términos de swing adquirido en el ADN, manejo de lenguaje y técnica sobresaliente, y que no tuvo más maestros que su propio instinto. Pero durante mucho tiempo Jorge Caraccioli vivió entre las cuatro paredes del estudio de grabación, en el negocio de la música publicitaria y sin salir a los escenarios reales.

Payo Grondona

Una de las voces más irónicas e incisivas surgidas en el contexto de la Nueva Canción Chilena fue la de Gonzalo Grondona, el Payo. Nacido en Playa Ancha y fogueado al calor de las transformaciones sociales de los años '60, Grondona se convirtió tempranamente en una figura ineludible para hablar del movimiento artístico del puerto, gracias a canciones llenas de humor, solidaridad y sutil denuncia, muchas de las cuales han resultado de una vigencia imbatible.

Dúo León-Ríos

Conjunto folclórico formado oficialmente el 5 de Febrero 1955 por David León Libuy y Juan Olivares Ríos en la ciudad de Viña del Mar, aunque bautizados temporalmente con el nombre de Los Tempraneros. David León y Juan Olivares nacieron en el año 1938. David entonaba la segunda voz y ejecutaba el arpa, mientras que Juan era la primera voz y guitarra. Fueron principalmente buenos amigos desde la infancia, comenzando a tocar juntos desde los once años. Su historia se extendió hasta avanzados los años '90.

La Bandalismo

El entusiasmo por el carnaval y los conjuntos de bronces nortinos que encendió la escena musical en las ciudades con bandas de rock y de música de teatro en Chile tiene un antecedente en La Bandalismo. Desde sus inicios, el grupo porteño se inspiró en las expresiones festivas del altiplano para desencadenar esa celebración en vivo, con experiencias que antecedieron en veinte años a la popular Banda Conmoción.

Hugo González Urzúa - El Pichilemino

Dos cantores populares chilenos comparten el nombre de Hugo González. El mayor es Hugo González Urzúa, El Pichilemino, cantor a lo humano y lo divino, poeta y payador. El nombre data de su cuna natal en Pichilemu, pero vive en Curanilahue, donde donde participa en vigilias de canto a lo divino y organiza encuentros de payadores, las dos facetas del canto a lo poeta. Sus versos constan además en el disco colectivo Payando despedimos el siglo (2000) junto a Fernando Yáñez y Alejandro Cerpa Fuenzalida, El Pumita de Teno, y en una grabación propia, Lo que al pueblo pertenece. El Pichilemino publica también una lira popular cada dos meses, en otra de las expresiones tradicionales de la poesía popular chilena.

Banda Metro

Salvo el baterista Eric Franklin, quien había sido integrante de Los Mac's entre 1966 y 1970, todos los músicos de la Banda Metro provenían de la última formación del grupo Miel, la banda liderada por Juan Carlos Duque durante los años '70. Eso hizo que su presencia dentro del llamado boom pop de la década de los '80 en Chile, fuese peculiar: sus integrantes eran músicos con oficio y de mayor altura musical que varios de los jóvenes debutantes del movimiento. Sin embargo, su legado quedó sintetizado tan sólo en un disco y en un tema recordado: "En el metro".

Scottie Scott

Importantes composiciones del cancionero popular chileno llevan el nombre de Scottie Scott en sus créditos, pues fue desde el área silenciosa de la autoría que esta descendiente de escoceces aportó más constantemente a la música local. Temas suyos fueron intérpretados por gente como Gloria Simonetti, Los Ángeles Negros, Las Cuatro Brujas y Andrea Tessa; muchas veces en el marco de competencias de festivales. Antes de su prematuro fallecimiento, en 1996, Scottie Scott alcanzó también a coordinar las bandas sonoras de algunas de las más importantes teleseries chilenas, desde la famosa "La madrastra", en adelante.

Pie Plano

Con la confianza ganada por su trabajo previo junto a Aparato Raro, el baterista Juan Ricardo Weiler y el guitarrista Boris Sazunic consiguieron en 1987 grabar para EMI el disco de su nuevo proyecto de pop de sintetizadores. Sin embargo, la salida de ese debut, Ciudad moderna, encontró un clima adverso para el pop chileno, y Pie Plano alcanzó sólo difusión discreta para los singles "Vendedores de la nada" y "Cantante pop". Su historia es tan rápida como breve.

Claudio Recabarren

Cultor de lo que se ha denominado "astroarte", Claudio Recabarren Madrid es un pianista, organista y compositor que ha explorado la música en contacto estético y ético con el universo. Suya es la propuesta de un piano bajo un insondable océano de estrellas, programática puesta en escena que ha llevado a distintos observatorios astronómicos en Chile y a planetarios alrededor del mundo. Su obra alcanzó en 2020 un punto cúlmine con la obtención del primer premio en el Festival Fulldome de Jena, en Alemania, con la música para la película Piano under the stars.

Raúl López

Raúl Lobito López es saxofonista de la generación pionera en la fusión del jazz, el rock y la música latinoamericana, que empezó a despuntar en los años '70 y '80. Fue integrante de dos agrupaciones consulares en las vanguardias de la época: Quilín (1979) y Alsur (1986). En su época posterior en Coquimbo, López abrazó las influencias nortinas, las geografías física y humana, así como los ritmos y danzas folclóricas de un vasto territorio en las puertas del desierto y el altiplano. Desde esa posición y en mezcla con lo jazzístico, a los 70 años escribió sus primeras composiciones y publicó su ópera prima; Sudamerijazz (2022).

Roberto Lecaros

Roberto Lecaros Venegas es el primer jazzista de un clan de músicos que tiene varias generaciones. Es una figura carismática, creativa y compleja en su esencia, nombre fundamental en la cronología del jazz chileno desde el inicio de la década de 1960, que tuvo seguidores acérrimos y grandes detractores durante toda su carrera. Violinista, cornetista, tubista, contrabajista y pianista, se desempeñó en el jazz sin prejuicios como nombre activos tanto en los ambientes tradicionalistas como en las escenas modernistas. Pero en su historial aparece la labor de profesor como la actividad con que más alcanzó, enseñando los misterios de esta música a distintas generaciones, ya desde los años '80. En 2014 se convirtió en el primer jazzista en recibir el título de Figura Fundamental de la Música Chilena, que concede la SCD. El pequeño multifacético del jazz chileno.

Napalé

Hay un conjunto que fue tan subversivo como Quilapayún. No vivió en el exilio, sino en medio del hervidero de la dictadura militar. Y entre esa nebulosa ayudó a mantener vivo el espíritu de la Nueva Canción Chilena con un mensaje a veces explícito, a veces oculto en su presentación de grupo de "música clásica": Napalé. Junto con Barroco Andino sobrevivió a los años duros y llegó a ser el más importante ensamble continuista de una estética que desde fines de los '60 unificó las músicas docta y popular.

Jorge Abril

El pianista más popular de la era de las orquestas hasta la televisión junto a Valentín Trujillo es Jorge Abril. Recordado por su capacidad para acompañar sin ensayo previo y por un oído privilegiado, en 1970 Jorge Abril fue iniciador de uno de los grupos esenciales de la cumbia chilena, Giolito y su Combo, con el percusionista Arturo Giolito. Trabajó, además, con dos de los más importantes directores de orquesta chilenos, Valentín Trujillo y Horacio Saavedra.

Daniel Campos

Por el arraigo de canciones suyas que circulan como un secreto entre conocedores, Daniel Campos ha sido calificado como «casi un mito» entre los cantautores de su generación. Pero la suya es más bien una historia persistente y personal, anclada a su natal Concepción, y a dinámicas de difusión acotadas a audiencias y espacios propios del circuito universitario de los años 80, fuera de los cuales las pistas de su carrera son difíciles de pesquisar. Su voz y estilo autoral son recordadas en canciones de culto, como "Siempre tú serás" y "Dolor", ambas incluidas en un cassette autoeditado de 1980. La suya ha sido una trayectoria extensa en la música, con estudios y cátedras como docente, gran oficio sobre la guitarra, y con grabaciones de composiciones propias cronológicamente distantes entre sí.

María Eugenia Silva

Indudablemente los propósitos creativos de un compositor como Raúl de Ramón no hubieran alcanzado tal impacto en la música popular chilena de no haber sido por la presencia de María Eugenia Silva. Gracias a su participación como intérprete, la obra de de Ramón llegó a convertirse en un referente de la música de raíz latinoamericana de la época. Cantante carismática y recordada anfitriona en reuniones de música, Silva fue además parte del grupo de primeras mujeres que tomaron el folclor centrino y lo llevaron a escenarios de la ciudad.

Víctor Alarcón

Tenor lírico, director de coro y orquesta, académico y educador, Víctor Alarcón Díaz es reconocido como el último gran eslabón en la cadena de la tradición de la música coral en Chile. Formador de diversas agrupaciones, como el Coro de Estudiantes de la Universidad Católica en los años '80 o el Coro Bellas Artes en los '90, amplió su rango como formador al asumir la dirección del Coro Crecer Cantando en 1992, programa que al alero del Teatro Municipal de Santiago lo llevó a recorrer el país instruyendo profesores. Alarcón dirigió, además el elenco titular de ese programa y creó en la UC el ensamble vocal e instrumental Concerto Vocale, con el que incursionó en un amplio y arriesgado rango del repertorio docto, desde la música antigua y barroca hasta la música contemporánea. Su trágica muerte, debido a un accidente en 2018, dejó tempranamente al país sin otra de sus mayores figuras musicales.

Federico Schumacher

Como miembro fundador de la Comunidad Electroacústica de Chile (Cech), organizador y compositor invitado del festival Ai-Maako —el principal encuentro de ese circuito en el país—, autor de estudios sobre la materia y curador del fundamental disco triple 50 años de música electroacústica en Chile (2006), el músico, compositor e investigador Federico Schumacher ha sido uno de los nombres más importantes de la música electroacústica en Chile desde esos años del resurgmiento. A su regreso de Alemania en los años 2000, se instaló en el frente de músicos que protagonizó ese repunte de la música académica creada en laboratorios de investigación a partir de dispositivos electrónicos, desde donde él proyectó su creación. En su faceta de investigador, Schumacher es autor del fundamental libro Historia de la música electroacústica en Chile (2005).

Ortiga

El uso metafórico de una planta agreste como símbolo de rebeldía explica el nombre de uno de los mejores grupos aportado por el Canto Nuevo a la música chilena. Ortiga nació bajo dictadura pero con la inspiración trascendente de la Nueva Canción Chilena, y debió trabajar bajo circunstancias históricas adversas un lenguaje musical plagado de simbolismos, sutilezas y omisiones que muchas veces fueron incluso más explícitas que aquello que entonces no se permitía decirse. Su condición de «puente» entre ambos movimientos es evidente en las citas de su discografía, pero es también dato biográfico: el conjunto tuvo su raíz en los talleres del Quilapayún formados en 1971 para desparramar simultáneamente por todo Chile el canto social de la Unidad Popular. Aunque su largada en Santiago generó justificada atención, e hitos musicales, su decisión de emigrar a Europa, en 1983, afianza la mayor parte de su historia fuera de nuestras fronteras.