Los Tres

Años
Región de origen
Décadas
Géneros
Integrantes
Álvaro Henríquez, voz y guitarra (1987 - 2000 / 2005 - •)
Roberto Titae Lindl, bajo y contrabajo (1987 - 2000 / 2005 - •)
Francisco Molina, batería (1987 - 2000)
Ángel Parra Orrego, guitarra (1990 - 2000 / 2005 - 2013)
Pedro Greene, batería (1991)
Camilo Salinas, órgano y piano (1999 - 2000)
Manuel Basualto, batería (2005 - 2012)
Boris Ramírez, batería (2012 - •)
Sebastián Cabib, guitarra (2013 - •)
Ver también
Los Tres
Los Tres son el gran símbolo musical de los años noventa en Chile, y su rearticulación, en el año 2006, los consolidó también como una sociedad clásica. Si bien su sonido se concibió y desarrolló como el de una banda de rock, con el tiempo expandió las fronteras del género, pues ha explorado también otras zonas —a veces, desconocidas o desvalorizadas— de la tradición musical. De la cueca a la balada, con algo de Nueva Ola y Nueva Canción Chilena, Los Tres han condensado en su discografía una mirada refinada sobre Chile y su pasado musical, con uno de los mejores sonidos logrados por una banda local desde los primeros ensayos locales de rock.
Marisol García
En Los Tres confluyeron inicialmente el talento de cuatro instrumentistas de excepcional preparación, todos los cuales han mantenido destacadas carreras musicales también por fuera de su compromiso con el grupo. Desde el año 2000, cuando esa formación original anunció una pausa de trabajo, la historia de la banda siguió entre interrupciones y cambios de integrantes, y se mantiene hoy como la de una sociedad musical «en receso», según lo anunciado en abril de 2023.
Inicios en Concepción
Parte de la esencia de Los Tres la explica su carácter provinciano, en el sentido de saltarse las convenciones capitalinas de lo que hasta entonces se entendía por una carrera en la música. El grupo nació en Concepción, a partir de la amistad que unía desde la adolescencia a Álvaro Henríquez Petinelli (guitarra, voz), Roberto Titae Lindl Romero (bajo) y Francisco Molina Cornejo (batería); tres compañeros del colegio Charles de Gaulle. Su interés por la música fue siempre más profundo que el del promedio de jóvenes de su edad, y lo encauzaron desde muy temprano en bandas informales, como los Dick Stones (tambien con Gilles Marie, Rodolfo Lindl y Fernando Saavedra) y Los Escalímetros (con Henríquez, Titae Lindl y el baterista Andrés Valdovinos); inspiradas ambas en el rocanrol más temprano.
Hacia 1984, Henríquez y Lindl se reformularon bajo el nombre Los Ilegales, esta vez con Jorge Yogui Alvarado en la guitarra (futuro líder de Emociones Clandestinas). Tras ires y venires, la sociedad definitiva de los tres compañeros de colegio se afianzó cuando Lindl regresó de un año y medio de estudios musicales en Austria (donde llegó a trabajar con la Orquesta Sinfónica de Salzburgo y a formar su primer trío de jazz). Así, en marzo de 1987, Álvaro, Titae y Pancho se comprometieron a un trabajo profesional; y se bautizaron Los Tres, poco antes de un concierto en el gimnasio penquista Lord Cochrane.
Sus primeros pasos musicales en Santiago (debutaron en 1987, en el Centro Cultural Mapocho) fueron más bien un reconocimiento de terreno, pues los músicos no se concentraron sólo en la banda sino que también en encargos individuales. Roberto Lindl se integró un tiempo como contrabajista de la Orquesta Sinfónica Juvenil, y Álvaro Henríquez estrechó lazos con círculos de teatro (a través de los cuales llegó a participar del histórico montaje de Andrés Pérez para La Negra Ester). Uno de sus primeros encargos en conjunto fue el de musicalizar la obra Y Warhol (1988), de la compañía Teatro Provisorio, para la cual concibieron un set inspirado en lo que ese pintor pop había trabajado en Nueva York con los Velvet Underground.
El impulso definitivo para el trío vino con la incorporación del guitarrista Ángel Parra, un músico con una larga preparación instrumental (con estudios en París y California) y excepcionales vínculos creativos a través de su familia (es nieto de Violeta Parra; y su padre, hermana, y varios tíos y primos han destacado en la música), que hasta entonces había trabajado en el circuito jazz. «Sabíamos que había ene puntos de encuentro. El suyo es un estilo que habla por sí solo. Solos como el de "Un amor violento" son cosas que ya teníamos integradas, pero que el Ángel sabía hacer mejor», explicaron más tarde. Con un nuevo guitarrista a bordo, ya no había excusas para la intermitencia. Aunque el nombre ya no era matemáticamente certero, Los Tres se ajustaron a partir de entonces como un grupo de grandes objetivos.
Primeros discos
La cotización del rock chileno apuntaba entonces a la baja, y las pocas bandas en funcionamiento (Parkinson, Anachena, La Ley) lo hacían frente a grandes dificultades prácticas del medio. Los malos recuerdos del fin del llamado boom pop de los años ochenta hacían que ningún rockero local se atreviera a considerar la música como una profesión en serio. De hecho, el primer disco de Los Tres —presentado el 4 de septiembre de 1991, en el restaurante Le Trianon— tomó un tiempo largo en ser tomado en cuenta por los medios, y durante varios meses fueron los campus universitarios y uno que otro pub los únicos lugares en los que la banda podía mostrar su música.
Muchos de los temas de ese primer álbum eran composiciones trabajadas por los penquistas durante su adolescencia, y que ya afirmaban el eje creativo que predominaría en adelante: Henríquez y Lindl en los créditos de composición musical, y Álvaro como único letrista. La delicadeza en la fusión de rocanrol, jazz y pop contenida en ese disco no podía mantenerse como un secreto por demasiado tiempo más. Primero el comentario de boca en boca, y luego el apoyo sistemático de la naciente radio Rock & Pop —que ubicó antes que ninguna otra el tema "La primera vez" en su parrilla— fueron convirtiendo a Los Tres en un nombre popular. La difusión de "Somos tontos, no pesados", "He barrido el sol" y, sobre todo, "Un amor violento" puso al grupo en el camino definitivo del éxito.
Pasaron de Alerce a Sony Music, y publicaron entonces su primer disco con presupuesto profesional. Para Se remata el siglo (1993) Los Tres contaron con un productor extranjero (el argentino Mario Breuer) y hasta un asesor de imagen. El lanzamiento del álbum, en la discoteque Oz, tuvo carácter de acontecimiento social. Más rudos que los de su debut —llegaron a citar a AC/DC como una de sus influencias de entonces—, los temas "No sabes qué desperdicio tengo en el alma" o "Feliz de perder" sonaban como los de ningún otro grupo entonces en el país. Aunque fue el disco que facilitó el paso de Los Tres a un estatus masivo, los integrantes de la banda dirían más tarde que nunca quedaron conformes con la producción de Breuer: «Se nos hizo muy raro trabajar con un tipo que pretendía lograr una media entre nosotros y La Ley».
Los Tres lograron cada vez mejores discos en la medida que fueron tomando el control completo de su música. La espada y la pared (1995) fue el resultado de un enfoque más seguro, en el cual la banda mostró un sonido emancipado al fin del de sus inspiradores. Aunque el disco contenía canciones que serían cumbres de su repertorio ("Déjate caer", "Tírate", "Te desheredo"), eligieron presentarlo con un tema ajeno, y no podrían haber ideado mejor estrategia. "Tu cariño se me va" era una vieja canción de Buddy Richard, que la banda volvió a grabar con énfasis rockero y con el propio autor (ausente hacía años de los medios) compartiendo micrófono con Henríquez. El experimento funcionó maravillosamente.
El single no salió de las parrillas radiales por varios meses, y ayudó a que Los Tres cruzaran desde su inicial seguimiento juvenil hacia el favoritismo de un público amplio. Además, instalaba de modo contundente su filosofía de trabajo musical como parte de una tradición que agitaba el presente sin dejar de mirar al pasado. La suya era una aproximación chilena al rock, que se atrevía a ubicar en un mismo lugar de reverencia a los Beatles, Buddy Richard, Buddy Holly, BB King, Violeta Parra y The Smiths.

Foto: MTV
Las cuecas y MTV
El 14 de septiembre de 1995 Los Tres se convirtieron en el primer grupo chileno invitado a la fiesta desenchufada que desde hace unos años venía animando la cadena de videomúsica MTV-Latino. La banda viajó a Miami y grabó su participación con la colaboración de Cuti Aste y el guitarrista Antonio Restucci, combinando en ella un repertorio de grandes éxitos, un tema nuevo ("Traje desastre") y tres títulos de tributo a Roberto Parra, quien había fallecido hacía unos meses y a cuya memoria estuvo dedicada la presentación.
El disco correspondiente al show (Los Tres unplugged, 1996) se convirtió en un fenómeno de ventas que desafió cualquier teoría de mercadeo que hasta entonces se manejara en la industria musical local (ciento diez mil copias despachadas sólo ese año, incluso más que la antología doble Ni por la razón, ni por la fuerza, que por entonces publicaron Los Prisioneros).
Nadie podía prever que la canción más exitosa del año sería un viejo foxtrot, adaptado hacía décadas por Roberto Parra bajo el título "¿Quién es la que viene allí?", y que Los Tres habían interpretado en Miami con insuperable gracia. Como muchas otras veces, de su éxito Henríquez dio en el clavo con una observación sintética: «La cantaron hasta los pacos». En febrero de ese año, el grupo había debutado en el Festival de Viña del Mar, rindiendo homenaje a su amistad escolar con uniformes del Charles de Gaulle sobre el escenario.
Es imposible cuantificar la influencia de Roberto Parra sobre Álvaro Henríquez, pero resulta innegable que muchas de las decisiones del joven músico estuvieron determinadas por la relación que ambos mantuvieron luego de conocerse en su trabajo para La Negra Ester. Para Los Tres, la cueca chilena pasó a ser un género mayor, el cual buscaron abordar de acuerdo a un enfoque moderno y respetuoso. De ahí nació la tradición de fiestas dieciocheras que el grupo inaguró en 1996 bajo el nombre La Yein Fonda, y que por primera vez unió a cuequeros, cumbiancheros y rockeros sobre un mismo escenario; introduciendo nombres como el de Rafael Rabanito Berríos, Pepe Fuentes, Ester Zamora y Rafael Traslaviña entre un público sin vínculo previo con la bohemia.
Del mismo modo cabe analizar su serie de presentaciones en la sala SCD de Santiago junto a Roberto Parra, en junio de 1994 (plasmadas más tarde en el disco Peineta) y las tres versiones del megaconcierto "Hecho en Chile", que los unió por primera vez a Los Jaivas e Illapu (Estadio Nacional, 1997). Para entonces, ya no tenía sentido seguir analizando a Los Tres como un grupo puramente juvenil o rockero.

Foto: Sony Music
Internacionalización
El de Los Tres Unplugged (1996) fue un éxito avasallador, que de algún modo terminó por incomodar al cuarteto. «Para cualquier grupo, yo creo que es descolocante llegar a ese nivel de exposición. Ese rollo de recuperadores de la cultura era... te levantabas en la mañana y como que te sentías cargando el peso», dijo más tarde Henríquez. Eso explicó en parte la profundidad de Fome (1997), un disco de fiera electricidad y versos incómodos sobre fama, muertes violentas y hastío ("Me arrendé" y "Toco fondo" eran dos títulos elocuentes).
Fue un trabajo registrado en la localidad de Woodstock, cerca de Nueva York, y a cuyo exigente sonido se le culpó de hacer caer las ventas del grupo. Más que recelado, Fome pareció ser un disco inicialmente incomprendido, y al que los fans fueron valorando con sucesivas pasadas. El álbum se publicó excepcionalmente en cuatro formatos: además de CD y cassette, un tiraje limitado de CDs de lujo y vinilos. Poco mas tarde, apareció una caja que integraba los cuatro primeros álbumes de estudio (con una versión remezclada de Se remata el siglo).
Los esfuerzos del grupo por reproducir su éxito en el mercado mexicano desgastaron poco a poco sus relaciones internas. La música de Los Tres no era el pop universal de La Ley, y su tipo de rock exigía más explicaciones, más entrevistas, más visitas a radios y más presentaciones televisivas de las que el grupo estaba dispuesto a hacer. En sucesivos viajes a partir del año 1995, Los Tres ofrecieron presentaciones en locales de capacidad moderada y uno que otro encuentro masivo (como la Feria del Libro de Guadalajara, en 1999). Si bien todos sus discos se publicaron en ese mercado, la banda nunca pareció completamente convencida con el precio a pagar por una fama continental, como la que por entonces perseguía La Ley: «Jamás nos mudaríamos a México. No se nos pasa por la cabeza darle filo a Chile porque sea un país muy chico», afirmaron. El grupo tuvo un asombroso reconocimiento posterior de ese país, cuando los exitosos Café Tacuba eligieron seis de sus canciones para publicar el único disco de homenaje en su discografía, Vale callampa (2002).
La despedida
Fue Álvaro Henríquez quien decidió la primera separación de Los Tres, acordada en conjunto y anunciada el 4 de abril del 2000 a través de un comunicado de prensa que prefirió hablar de un «receso indefinido». No había aparentes peleas ni crisis, sino la necesidad de sus integrantes por darse un tiempo lejos de la exigente dinámica que les había impuesto la creciente presión por resultados comerciales. «Lo merecemos. No ha habido año en que no hiciéramos algo importante. Ese desgaste se nota y hay que asumirlo», explicaron. Para presentar La sangre en el cuerpo habían elegido un single de poca fuerza ("No me falles"), y a la primera escucha se hizo evidente que se trataba de un disco demasiado delicado como para conquistar audiencias masivas. El álbum se había grabado en Nueva York, con participaciones especiales de Roberto Márquez (Illapu) y la mexicana Julieta Venegas. El cuidado puesto en las armonías y la precisión en los versos de Henríquez levantó un disco poderoso y, pese a los lamentos de hasta Los Jaivas por su decisión, una estupenda manera de cerrar el trabajo de la banda.
Los Tres organizaron una gira nacional de conciertos de despedida, que culminó el 19 de mayo en Concepción. Para entonces ya era parte estable del grupo el tecladista Camilo Salinas, quien le aportó una atractiva fuerza seudosicodélica a esas últimas presentaciones (y quien luego siguió a Henríquez a Pettinellis). Su decisión por registrar su historia en un libro junto al cronista argentino Enrique Symns probó ser una de sus decisiones más desafortunadas, y terminó con la banda desautorizando a quien ellos mismos habían elegido como colaborador. De todos modos, hacia fines del 2001 apareció Los Tres. La última canción para agitar un rato el comidillo nacional con revelaciones bastante más íntimas que las que necesitaban los fans.
El legado audiovisual fue el disco en vivo Freno de mano y el DVD Vermouth & noche, con parte del registro de sus últimos conciertos. Para entonces, el país ya se había hecho la idea de que lo de «receso indefinido» tenía más que ver con una separación, y que a Los Tres habría que buscarlos en adelante en proyectos independientes entre sí. Porque continuó de algún modo con su línea rockera, el más llamativo fue Pettinellis, el grupo que Álvaro Henríquez mantuvo entre el 2001 y el 2004. Ángel Parra y Roberto Lindl profundizaron la interesante fusión de géneros populares de Ángel Parra Trío, mientras que Francisco Molina se apegó aún más al jazz a través, primero, de Los Titulares.
A excepción de este último (quien al poco tiempo partió a cursar estudios musicales a Boston, Estados Unidos) los músicos se fueron reuniendo informalmente en algunas presentaciones en vivo, si bien era Henríquez quien solía mantener el recuerdo fresco con la introducción de parte del repertorio de la banda en sus presentaciones como solista.
La nostalgia fraguó en lo que en marzo del 2006 se anunció como una «reunión de Los Tres», que venía gestándose ya desde fines del 2005, aunque sin Francisco Molina (llegó en su reemplazo Manuel Basualto como «invitado estable»). Se confirmó entonces el inicio de la grabación de un nuevo álbum, con grabación en Nueva York, y nuevamente con Joe Blaney como productor.
Luego de la noticia de su reunión, Los Tres ofrecieron su primera presentación en vivo no en Chile, sino en el D.F. mexicano, cuando el 14 de mayo cerraron el festival Vive Latino en un concierto de repertorio antiguo que tuvo a dos integrantes de Café Tacuba como invitados. El esperado lanzamiento en Chile no vino sino hasta la primera semana de julio, cuando el grupo al fin presentó el álbum Hágalo usted mismo (2006) y ofreció los conciertos que confirmaron su real rearticulación, con dos fechas consecutivas en Arena Santiago ante no menos de quince mil espectadores en total. El grupo trabaja desde entonces de modo estable, entendiéndose que su lógica esencial admite también proyectos paralelos de sus integrantes. Como conjunto, destaca su involucramiento en 30 & Tr3s horas bar, el espectáculo de rock y danza que Los Tres presentaron durante el 2008 (y varias veces más tarde) junto al Ballet de Santiago. Coliumo, su disco de 2010, fue su particular homenaje a la zona más afectada por el terremoto de ese año, precisamente, la región de sus orígenes.
Nuevos integrantes
Principalmente junto al guitarrista Sebastián Cabib y el baterista Boris Ramírez, Henríquez y Lindl se mantuvieron trabajando en los últimos años, marcados por el trabajo en vivo, la continuación de La Yein Fonda en otros espacios y la preparación de un anunciado nuevo largaduración que no llegó a grabarse. Luego de la publicación del minidisco Por acanga (2015), la preocupación principal del grupo fue por un tiempo la salud de su líder, pues en mayo de 2018 Álvaro Henríquez se vio obligado a un trasplante de hígado, del que no tardó en recuperarse para retomar presentaciones. Estas fueron interrumpidas en abril del 2023, con el anuncio oficial de «un receso» de extensión indefinida.
Canciones
1. Somos tontos, no pesados
2. El haz sensor
3. Sudapara
4. Flores secas
5. Pájaros de fuego
6. La primera vez
7. En Jamaica
8. Un amor violento
9. Amores incompletos
10. He barrido el sol
Canciones
1. No sabes qué desperdicio tengo en el alma
2. Se remata el siglo I
3. Se remata el siglo II
4. Soñé que estabas justo sobre mí
5. Follaje sobre el invernadero
6. El aval
7. Gato por libre
8. Piratas
9. Feliz de perder
10. El sueño de la hora más oscura
Canciones
1. Déjate caer
2. Hojas de té
3. La espada y la pared
4. Dos en uno
5. Tírate
6. Te desheredo
7. Partir de cero
8. Moizéfala
9. V & V
10. Me rompió el corazón
11. La espada
12. Tu cariño se me va (con Buddy Richard)
13. All tomorrow's parties
Canciones
1. Claus
2. Bolsa de mareo
3. Toco fondo
4. Olor a gas
5. De hacerse se va a hacer
6. Antes
7. Fealdad
8. Jarabe para la tos
9. Libreta
10. Me arrendé
11. Silencio
12. La torre de Babel
13. Pancho
14. Restorán
15. Largo
Canciones
1. Lo que quieres
2. Morir de viejo
3. Agua fría
4. No me gusta el sol
5. Donde sea
6. El rey del mariscal
7. Feria verdadera
8. No me falles
9. La respuesta
10. Caudillo de congrios
11. Rompe paga
12. La sangre en el cuerpo
Canciones
1. No es cierto
2. Alguien como tú
3. Agua bendita
4. Camino
5. Viento
6. Hágalo usted mismo
7. Cerrar y abrir
8. Ruina
9. Bestia
10. Bip Bip
Canciones
1. El hocicón
2. Rosas al altar
3. Odio amarte así
4. Shusha
5. Hoy me hice la mañana
6. Diabla
7. Cárcel, hospital y cementerio
8. Coliumo
9. Cielo oscuro
10. Terrible
11. En el banquillo
12. En capilla
13. Don José
14. Marta
15. Desperté y soñé
16. Y para qué

Canciones
1. Hey Soledad
2. Quizás con quién
3. A palos con el águila
4. Seguir hasta que salga el sol
5. Hey hey hey
6. Cuento sin final
Canciones
1. Sudapara
2. La espada y la pared
3. Un amor violento
4. Gato por liebre
5. Pájaros de fuego
6. Me rompió el corazón
7. Déjate caer
8. Traje desastre
9. Tírate
10. Te desheredo
11. He barrido el sol
12. La primera vez
13. El arrepentido
14. La vida que yo he pasado
15. Quién es la que viene allí

Canciones
1. Pregonera
2. Re = fa = si
3. La vida que yo he pasado
4. El conventillo
5. Chiquillo de orilla
6. El aguja
7. Los parecidos
8. Las quince lucas
9. Corazón de escarcha
10. La pobre loca
11. Mándame quitar la vida
12. El sacristán vivaracho
13. Las goteras
14. Mi chica y yo
15. Estoy que me muero
16. Ya me voy de espalda el loro
17. El 25 de enero
18. La negrita
19. Tarjetita de invitación
20. Daniela
21. Un día te dije

Canciones
1. País de ilusión (D.R.)
2. Jazz guachaca
3. El organillero
4. Bailando en Conchalí
5. Lala
6. Una perra con un perro
7. El chute Alberto
8. Cerro Caracol (Lalo Parra)
9. La negrita (tradicional)
10. Lágrimas negras (Miguel Matamoros)
Canciones
1. Claus
2. Bolsa de mareo
3. Hojas de té
4. Tírate
5. Olor a gas
6. Te desheredo
7. Me arrendé
8. El rey y yo
9. De hacerse se va a hacer
10. No me gusta el sol
11. Traje desastre
12. Somos tontos no pesados
13. Mistery train
14. La espada y la pared
15. Tu cariño se me va
Canciones
Disco 1:
1. Somos tontos, no pesados
2. Sudapará
3. La torre de Babel
4. Hojas de té
5. El aval
6. Gato por liebre
7. Tírate
8. Camino
9. Olor a gas
10. Cerrar y abrir
11. No me falles
12. Traje desastre
13. He barrido el sol
Disco 2:
1. Agua bendita
2. El arrepentido
3. La vida que yo he pasado
4. La negrita
5. Quién es la que viene ahí
6. No es cierto
7. Bolsa de mareo
8. Tu cariño se me va
9. Me arrendé
10. Un amor violento
11. Dejate caer
12. Bip bip
13. La espada y la pared
14. Restorán

Canciones
1. El rey del mariscal
2. Flores secas
3. Lo que quieres
4. El haz sensor
5. No es cierto
6. La feria verdadera
7. Cárcel, hospital y cementerio
8. Agua fria
9. Morir de viejo
10. La sangre en el cuerpo
11. Moizefala
12. Quizás con quién
13. Diabla
14. Fealdad
15. Agua bendita
16. Y para qué
17. Rompe paga
18. Traje desastre
19. Viento
21. No me falles
22. Amores incompletos
23. Feliz de perder

Canciones
1. La primera vez – Los Tres
2. Profetas y frenéticos – Profetas y Frenéticos
3. Basura – Fulano
4. Buscando chilenos – Sexual Democracia
5. Caramelo – De Kiruza
6. 1990 – Panteras Negras
7. Sobredosis latina – La Pozze Latina
8. Mundo de mierda – Los Miserables
9. El cóndor – Fiskales Adhoc
10. Comisión civil – BBs Paranoicos
11. Chile con carne – La Dolcevita
12. Norte-Sur – La Banda del Capitán Corneta
13. Charlatán – Ludwig Band

Canciones
1. Café Tacuba
2. El Sup
3. Divididos
4. Illya Kuryaki & The Valderramas
5. Andrés Calamaro
6. Los Tres ("Flores secas")
7. León Gieco
8. Los Guarros
9. Fito Páez
10. Paralamas
11. Charly García
12. Mercedes Sosa
13. Maldita Vecindad
14. El Tri
15. Serpiente

Canciones
1. Los Tres - Bolsa de mareo
2. Tiro de Gracia - Melaza
3. Lucybell - Cuando respiro en tu boca
4. Glup - Freebola
5. Gondwana - Sentimiento original
6. Canal Magdalena - Yo soy el ángel
7. Chancho En Piedra - Edén
8. Los Tetas - Cha Cha Cha
9. Santos Dumont - Ayer
10. Joe Vasconcellos - Mágico
11. La Ley - Día cero
12. La Rue Morgue - Blues a dos mujeres
13. Javiera y Los Imposibles - Alacrán
14. La Pozze Latina - Pedro Navaja

Canciones
1. Como deseo ser tu amor
2. En vano
3. Si me vas a abandonar
4. Un año más
5. Pasan sin mirar
6. Sueña
7. Vous et tu
8. Amor por ti
9. Pronto un doctor
10. Visión de verano
11. Al pasar esa edad / A tu recuerdo
12. Fue tu adiós
13. Como quisiera decirte
14. Tu cariño se me va
15. Circulación primaveral del sexo
Canciones
1. Gracias a la vida (Los Tres)
2. Run Run se fue pa'l norte (Francisca Valenzuela)
3. Ayúdame Valentina (Gepe)
4. Ausencia (Javiera Mena y Diego Morales)
5. Maldigo del alto cielo (Gonzalo Yáñez)
6. Cantores que reflexionan (Primavera de Praga)
7. La jardinera (Ángel Parra Trío)
8. El Albertío (Javiera y Los Imposbiles)
9. Qué pena siente el alma (De Saloon)
10. Volver a los 17 (Muza)
11. La exiliada del sur (Los Bunkers)
12. Gracias a la vida (Jorge González)

Canciones
1. Run Run se fue pa'l norte (Francisca Valenzuela)
2. Mar adentro (Anita Tijoux)
3. Maldigo del alto cielo (Gonzalo Yáñez)
4. Pájaro muerto (Primavera de Praga)
5. Cerrar y abrir (Los Tres)
6. Shine (DJ Bitman)
7. Ausencia (Javiera Mena)
8. Llueve sobre la ciudad (Los Bunkers)
9. Curb (Rock Hudson)
10. La vida es llena de cables (Señor Coconut)
11. La jardinera (Ángel Parra Trío)
Discos Oficiales








Otras ediciones






Participaciones







Entrevistas, crónicas y artículos trabajados por la periodista Johanna Watson en sus colaboraciones con medios reúne este libro que integra nombres internacionales (Gustavo Cerati, Charly García, Luis Alberto Spinetta, Fabiana Cantilo, Aterciopelados, entre otros) y chilenos. Entre estos últimos, figuran Cecilia La Incomparable, Jorge González, Fiskales Ad-hok, Los Tres, Los Bunkers, Santaferia, Lenwa Dura y Portavoz. Se trata de textos nuevos, ya sea porque permanecían inéditos hasta ahora o porque han sido ampliados respecto a su publicación oficial. Prólogo de Sergio Marchi.

«Industria y ciudadanía a fines del siglo XX», presenta en su subtítulo esta investigación que por un lado debe enmarcarse en el período y género de la música chilena que aborda (a grandes rasgos, el de la canción popular grabada en el país en la década de los 90), pero también en el extendido y destacado trabajo previo de su autor, tanto en publicaciones académicas como en libros. El musicólogo Juan Pablo González continúa aquí con la profundidad de análisis cronológico que había mostrado ya, en coautoría, en los dos volúmenes (1890-1950 y 1950-1970) de la fundamental Historia social de la música popular en Chile, y luego en su libro Des/encuentros en la música popular chilena 1970-1990. Su escritura avanza con la convicción de que la canción popular chilena contiene rasgos identitarios profundos, capaces de dar cuenta tanto de tendencias creativas como de pistas generacionales o sociales del tiempo en el que ésta nace y se difunde. Así, como en un diálogo entre la música y la historia reciente de Chile, el libro se detiene con la atención debida en las esquinas irrepetibles que durante los años noventa encontraron a la canción chilena, la industria del disco, la escena en vivo y la prensa cultural y de espectáculos. Además de ese análisis general, diferencia luego treinta textos para igual cantidad de discos relevantes de la década (no necesariamente los más vendedores): del Vuelvo amor… vuelvo vida, de Illapu, al Aerolíneas Makiza, de Makiza; con la serie de paradas dispuestas en la elocuente subdivisión: «Nueva-canción: irrupción de la memoria» (Inti Illimani y Patricio Manns, Quilapayún, Isabel Parra y los ya citados Illapu); «Fusión latinoamericana: raíces y modernidad» (Los Jaivas, Congreso, Joe Vasconcellos, Entrama, La Marraqueta y Christian Galvez); «Contracorrientes: industria y vanguardia» (Fulano, Andreas Bodenhofer, Mauricio Redolés y Carlos Cabezas); «Pop-rock: cosmopolitismo tardío» (Los Prisioneros, Jorge González, Los Tres, Javiera y Los Imposibles, La Ley y Lucybell); «Punk / grunge: diseño y contingencia» (Parkinson, Fiskales Ad-hok, Los Miserables, Los Peores de Chile, Pánico y Los Ex); y «Funk / hip-hop: nuevas identidades» (Los Tetas, Chancho En Piedra, Tiro de Gracia y Makiza).
El libro incluye índice onomástico y códigos QR para audios asociados.
Del texto de contraportada:
En el volumen final de una larga historia de la música popular chilena del siglo XX, Juan Pablo González termina como solista un proyecto iniciado como dúo y luego como trío. Se trata de un solista con acompañamiento, pues suma a un octeto de profesionales con los que aborda la canción de autor como producto intermedial, enfocándose en treinta bandas chilenas activas en la década del noventa. Al mismo tiempo, el libro detalla el fortalecimiento de la industria discográfica y de la música en vivo en el país luego de que Santiago se sumara a Buenos Aires, Sao Paulo y Río de Janeiro en el circuito sudamericano de las grandes bandas y solistas de fines de siglo. Es así como se intensificaba el contacto de Chile con el mundo mientras se diversificaban los referentes de identidad para un público ávido de nuevas propuestas sonoras.

«Una crónica del disco Fome, Los Tres» es el subtítulo que presenta este libro como un texto centrado no sólo en una banda sino en un trabajo específico ubicado en una de sus muchas etapas. Las circunstancias de un álbum de 1997 fueron importantes para Los Tres, desde la preproducción hasta su lanzamiento, recibido entre elogios y definiciones de cumbre creativa. El autor construye el relato con archivos de prensa, entrevistas a dos de los integrantes del grupo (Ángel Parra y Francisco Molina), y conversaciones con cercanos al trabajo de entonces.

Recorrido de algunas décadas al intercambio de figuras de la música popular desde Chile a México, con crónicas a cargo de diversos autores (cronistas, músicos, investigadores) en ambos países. Se incluyen, según el índice de contenidos:
- Chile y México: contigo en la distancia (Gonzalo Planet y Enrique Blanc);
- Prólogo
- Arribo y consolidación de la música mexicana en Chile (Juan Pablo González);
- Lucho Gatica y México: encadenados (Marisol García);
- Monna Bell, Sonia la Única y Palmenia Pizarro: las chilenas que triunfaron en México (Macarena Lavín);
- Los Ángeles Negros en el corazón de México (Mauricio Durán);
- Mayita Campos: la heroína chilena del rock mexicano (Rainiero Guerrero);
- La Ley en México: chilenga banda (David Ponce);
- Café Tacvba y Los Tres: un viaje a sus adentros (Gonzalo Planet);
- El prisionero y yo. Una vida de Jorge González en México (Pedropiedra);
- La exiliada del sur: Los Bunkers en México (Johanna Watson);
- Hoppo! y su doble nacionalidad (Enrique Blanc)
- Manuel García, se hace camino al cantar (Lara López);
- Mon Laferte, la voz del Chile feminista que conquistó a México (Natalia Cano);
- Quemasucabeza en México: un idioma común (Rodrigo Alarcón);
- El México musical, colorido y resistente de Ana Tijoux (Angie Giaverini);
- Muevan las industrias. La invasión chilena a México (Claudia Jiménez);
- Imágenes sonoras de chilenos en México (Carlos Juica).

Revisión histórica al tercer álbum de la trayectoria del grupo Los Tres. La espada & la pared fue publicado en 1995, y afirmó al cuarteto en su vocación de masividad y persistencia en un sonido rockero propio. El libro reúne entrevistas y archivos para comprender mejor las circunstancias de su publicación.

Fotografías, imágenes de archivo, la reproducción de documentos antes inéditos y dos breves crónicas (de la periodista Marisol García y el conductor Alfredo Lewin) conforman este minilibro de celebración de Los Tres: MTV Unplugged, el disco que en 1995 confirmó el alcance internacional de la banda chilena, además de instalar un hito para la música popular de nuestro país.

El título del libro cita una canción del grupo Los Tres, y en el subtítulo se confirma el vínculo: «Destellos y figuraciones en el primer disco de Los Tr3s». El trabajo es de Rodrigo Pincheira, profesor universitario e investigador académico con incesante labor en el registro de información sobre la música popular de su ciudad, Concepción. Esta vez, las palabras del autor y de «invitados» desde la investigación y la música (Gepe, Javiera Parra, Yogui Alvarado y Pancho Sazo, entre otros veinte entrevistados; además de autores e investigadores con textos propios) van recreando el ambiente musical de la capital del Biobío durante los años de aparición de ese álbum, los noventa. Se profundiza en la contraportada:
Entrevistas, conversaciones y escritos originales dan cuenta de ese momento epigonal como escucha en un campo de conexiones acerca de asuntos de identidad, horizonte de sentido, modos de estar en el mundo, enunciaciones y guiños convertidos en preguntas e interrogaciones.

El título y la portada pueden llevar a equívoco: esta no es una (otra) biografía sobre el popular grupo nacido en Concepción, sino un conjunto de relatos inspirado en su historia; o, más bien, en las historias ya contenidas en su primer disco (Los Tres, 1991). Lo firma Rodrigo Pincheira, un autor cercano a la música, en su interés por ella y en investigaciones certificadas sobre Congreso, Schwenke y Nilo y diversas experiencias de rock penquista. Presenta del siguiente modo este inusual volumen:
Si en Genealogía del rock penquista: orígenes y destinos reunimos por primera vez el rastro del rock de Concepción entre 1960 y 1990, ahora de modo inédito en la música popular chilena un libro propone relatos de no ficción. Las diez canciones del primer álbum de Los Tres laten en una trama narrativa como ucronía o formas de hacer historia. El tiempo, el espacio y el narrador sostienen una provocadora tesis: la aparición del cuarteto y su álbum de 1991 podrían significar el fin de la modernidad y el comienzo de la posmodernidad en Concepción y tal vez del país. Este libro puede ser la ciudad. Canciones que se desplazan en un plano, como el de Borges, de humillaciones y fracasos. Pero también de terremotos, asombros, fundaciones y maravillas.En un imaginativo campo se encuentran y desencuentran Alicia Cuevas, la musa del mural, Sebastián Acevedo, el capitán afro descendiente Juan Valiente, Allen Ginsberg y las legendarias Escuelas de Verano de la U. de Concepción, El Cecil Bar y los jazzistas, los asombros de los rockeros penquistas, aquellas valientes mujeres de la revuelta del carbón, el encuentro, a lo Piglia, entre dos jefes de jefes o la balada solitaria de un futuro penquista en el 2222. Héroes, lugares de memoria, mitos urbanos o autorretratos narrativos de una sociedad como señala Greil Marcus.
Como material de referencia, destaca la largada con «50 datos que deberías saber antes de leer estas historias», valioso compilado de información sobre cultura-pop penquista.

Otros libros (como ConcEnOff), varios reportajes e incluso algunos documentales han ido dejando registro de la trascendente actividad musical rockera de Concepción desde los años 80 en adelante. Esta nueva publicación se distingue por su extensión y profusión de datos, que reserva largos capítulos para bandas famosas, como Los Tres, pero también para conjuntos de identidad firme aunque trayectoria interrumpida, como Los Ilegales, Dick Stones y Los Presidiarios. Entrevistas con músicos y especialistas, recuerdos de cercanos a ellos, y la crónica de hitos musicales en la ciudad sureña (como presentaciones de Los Jaivas y Los Prisioneros) nutren principalmente este relato de excepcional detalle, que en su prólogo el autor describe como «sólo el comienzo» de una historia con aún paradas pendientes que narrar.

Documentales, reportajes y también algunos libros (como ConcEnOff) se han hecho cargo antes de la historia musical de quienes algunos consideran «la cuna del rock chileno». El periodista y profesor Rodrigo Pincheira (autor de libros previos sobre los grupos Congreso [ver ficha] y Schwenke & Nilo [ficha]) acude a archivos y entrevistas para reconocer la importancia de varias bandas en la historia reciente de Concepción. Además del análisis en seis capítulos, los músicos penquistas Jordi Santamaría —«quizás el padre del rock local», según el autor—, Pancho Molina, Mauricio Melo, Jorge Yogui Alvarado, Marlon Romero, Carmen Gloria Narváez (Emociones Clandestinas), Rolando Cabrera, Luis Herrera, Edgardo Porsy Riquelme, Jorge Vera, Óscar Aedo y Francisco Vergara entregan un testimonio directo sobre lo que el libro describe como «prácticas socioculturales y modos de estar en el mundo. Ejercicio de memoria, tramas y particularidades, que se mueven en una traza que parece revivir la potente iluminación del rock and roll y sus posibles señales de continuidades, huellas y relaciones de sentido».
El prólogo es de Fabio Salas, y se anexan una cronología y una sección de fotografías (de archivo y originales de Carlos Müller).

El mismo título y portada del disco de Los Tres en cuya producción y circunstancias de grabación se sumerge lleva este libro que combina fotografías, textos, documentos, letras de canciones, reproducciones de memorabilia, y una entrevista a Joe Blaney, productor del álbum. Fome fue la publicación 1997 de Los Tres, obra cumbre en su discografía, la última grabada con la formación más célebre de su etapa de cuarteto, y además favorita para el autor de la mayoría de sus canciones, Álvaro Henríquez.
Múltiples colaboradores contribuyen al trabajo de esta publicación con carácter de «tour-book», incluyendo Roberto Titae Lindl y Gonzalo Henríquez como fotógrafos; David Ponce en los textos; y Gonzalo Planet como editor.

Dos periodistas activos en Concepción revisan la idea instalada de que la ciudad sería una suerte de «cuna del rock» para Chile, aunque no desde la opinión sino a través de la crónica de siete hitos que podrían (o no) confirmarlo. Éste es un libro periodístico útil como referencia para saber algo más sobre los dos shows de Bill Haley en esa ciudad (en 1960), el debut allí de Los Prisioneros, el hito discográfico más importante de Los Tres y algunas curiosidades como el récord de interpretación en vivo que el grupo local So and So levantó en octubre de 1967 (con cincuenta y siete horas ininterrumpidas de rock en vivo). Hay algunas fotos y varias entrevistas (descuidadas en su edición), orientadas a la manera de crónicas independientes entre sí.

Años de trabajo como periodista musical en diferentes medios de comunicación convierten al autor en un buen interlocutor al que relatarle historias de detalles, giros y anécdotas no expuestos usualmente en público. Así, Mauricio Jürgensen toma en específico las entrevistas realizadas por él en el programa "Dulce Patria", de radio Cooperativa, y las une en un relato de forma narrativa —«un híbrido de ensayos, opinión, crónicas y anecdotario», en sus palabras—, por el que desfilan sesenta músicos chilenos de muy diverso origen y estilo. En este recuento desprejuiciado se aprende sobre Nueva Ola y Canto Nuevo, hip-hop y cumbia de ciudad, Nueva Canción Chilena y balada, pop y cueca.

Un libro de fotografías de rock a cargo de uno de los propios integrantes del grupo retratado. El libro del bajista Roberto Titae Lindl retrata, en sus palabras, «la realidad más íntima y verdadera de la banda. Ésa a la que nadie hasta ahora tuvo acceso. Es, en definitiva, la mirada interior de Los Tres». Son imágenes en blanco y negro, espontáneas, y en espacios a los que rara vez tienen acceso los fotógrafos profesionales: camarines, dormitorios, lugares de descanso entre conciertos. Cubren un período amplio de su trayectoria, desde los inicios en Concepción (1985) hasta la aparición del disco Coliumo (2010). Se incluyen textos biográficos del periodista David Ponce y la discografía en detalle de la banda.

Encargada por la propia banda ante la inminencia de su disolución (que, a la larga, no fue tal), esta biografía terminó sacando chispas cuando se verificó que el acento de su relato había sido puesto en los líos amorosos y personales del grupo, por sobre su camino musical.
Realizada por los periodistas argentinos Enrique Symns (fundador de la célebre revista Cerdos y Peces, y autor de un encargo similar para Fito Páez) y Vera Land, el texto delata el poco conocimiento de los autores sobre los conceptos artísticos de la banda, así como un rigor escaso en la construcción de su relato (con varias faltas de ortografía para nombres básicos del rock'n'roll estadounidense, por ejemplo). Las revelaciones sobre líos de faldas y drogas molestaron profundamente a Los Tres, quienes terminaron por desautorizar a su antiguo amigo, quitándole por completo el apoyo para la promoción del texto (cuya publicación, sin embargo, no pudieron evitar). Como era previsible, fueron los ribetes escandolosos del libro los más difundidos por la prensa, los aludidos y los autores, una vez lanzado. Con todo, y pese a carencias básicas para una biografía de rock (como fotos o discografía de la banda), La última canción es una interesante mirada a la historia de Los Tres y a algunas de las figuras que acompañaron la primera parte de su historia, como Roberto Parra o Cuti Aste. Sin embargo, el énfasis principal de los autores fue injusto con la real y profunda importancia de esta banda en la historia musical chilena.

Pablo Padilla como narrador principal («y pandero») y el músico y actor Daniel Muñoz («anfitrión y voz») como relator invitado recorren en este didáctico libro las teorías de origen de la cueca y su desarrollo posterior, con énfasis principal en la corriente brava; aquella manifestación urbana que dio vibrante vida a los espacios de recreación del llamado roto chileno, que luego sostuvo las mejores creaciones de grupos como Los Chileneros, y que hoy es recuperada por decenas de bandas que el libro visita y presenta para un lector no necesariamente especializado.















