Pancho Molina

El más emblemático de los bateristas de jazz de la generación de los '90 carga consigo el peso de la fama de haber sido uno de los modernos “cuatro beatles chilenos” mientras formó parte de Los Tres, desde la prehistoria del grupo en una rockera Concepción durante los '80, hasta su abrupto final en los conciertos de despedida en el Teatro Providencia y el subsiguiente álbum Freno de mano (2000). Pancho Molina salió airoso de la revuelta, recuperó su dirección y se posicionó finalmente como un músico de jazz por sobre todas las cosas. Una vida de más de diez años en Boston y Nueva York marcaron entonces su nueva categoría como compositor de jazz, y tres discos solista publicados en ese período confirmaron esa condición, luego de finalizar el trabajo al mando de su histórico grupo Los Titulares.

Fechas

Concepción - 25 de mayo de 1969

Región de origen

Biobío

Décadas

1990 |2000 |2010 |2020 |

Géneros

Grupos

Iñigo Díaz

Ya hacia 1991 Molina había comenzado con sus ensayos jazzísticos como el adelantado baterista del Ángel Parra Trío, un conjunto paralelo a la vida de Los Tres (con Ángel Parra y Roberto Titae Lindl, como los tercios restantes). Con ellos pudo desplegar el primer aprendizaje de golpes de tambores y platillos que había recibido escuchando algunos viejos discos de Roy Haynes, Elvin Jones y Art Blakey durante su adolescencia.

Justamente inspirado por este último baterista, y luego de grabar con el trío el álbum homónimo Ángel Parra Trío (1992), Molina fundó su propio proyecto jazzístico en 1995: el famoso combo de estructura viariable conocido como Los Titulares. Con la publicación de sus discos Los Titulares (1998), Perseguidor (2001) y Bipolar (2003), Los Titulares se transformaron entonces en una suerte de versión criolla de los viejos Jazz Messengers de Art Blakey, aunque con una visión chilenísima del swing y el lenguaje bop improvisacional.

En la historia de Molina, a diferencia de la de otros bateristas de su generación (Cristóbal Rojas, Andy Baeza, Felipe Candia o Nelson Oliva), no se produjo un período previo de trabajo como sideman de jazzistas más experimentados. Molina trabajó inicialmente con el pianista Marlon Romero y en los bosquejos del trío de Ángel Parra. A partir de la acción de Molina y sus Titulares comenzó a marcarse no sólo la dirección por la que transitaría el baterista-líder, sino el camino para una buena parte de los músicos de jazz de la generación de los '90, que estuvieron asociados a esta banda: Desde el trompetista Cristián Cuturrufo y el pianista Carlos Silva, hasta el guitarrista Pedro Rodríguez o el contrabajista Rodrigo Galarce.

Sonido contínuo: el compositor tardío
En 2004, el baterista dejó la escena nacional y se instaló en Boston para continuar con sus estudios de composición jazzística. Ahí se vinculó al pianista panameño Danilo Pérez, en cuya big band llegó a tocar y grabar, y a su mujer, la saxofonista chilena Patricia Zárate. Junto a ellos, Molina participó en festivales en Estados Unidos y Panamá, trabajando en primera instancia con la obra de Víctor Jara en lenguaje jazzístico.

Durante ese período inicial de ocho temporadas, depuró un sonido de batería que fue mutando desde la energía y poderoso beat hacia el pulso definido y la musicalidad en sus primeras composiciones. Regresó a Santiago y Concepción sistemáticamente y en 2011 estrenó su cuarteto ante tres mil personas en la Semana de Jazz de Las Condes, efectuada en el Parque Alberto Hurtado, junto al saxofonista norteamericano George Garzone, el pianista argentino Leo Genovese y su más cercano colaborador, el contrabajista Rodrigo Galarce.

Parte de esa lista de músicos con base en Nueva York actuó como sidemen de Molina en un estreno discografico, por primera vez sin Los Titulares como elenco de jazzistas reunidos bajo su liderazgo. El estudio que el baterista realizó entre Boston y Nueva York, le permitió ejecutar un trabajo de composición más allá de la aproximación inicial al jazz, fundamentada en las intensidades musicales. Ese primer disco realizado en quinteto, Open for business (2011), fue presentado en Chile el verano de 2012, y antes de que se cerrara el año, Molina volvió a editar un álbum, ahora con la participación de Agustín Moya (saxo tenor), Carmen Paz González (piano) y Rodrigo Galarce (contrabajo): La continuación del sonido.

En 2016, el baterista cerró definitivamente su residencia en Brooklyn y a la vez un período de más de una década de música en Estados Unidos. Así regresó a Concepción, su ciudad natal, donde se había iniciado como baterista de rock con Los Tres y también como músico de jazz. Ese año realizó en Nueva York su última grabación estadounidense, produciendo el disco Oración >> antisocial con tres agrupaciones diferentes, donde el contrabajista chileno Pablo Menares tuvo protagonismo. Molina grabó con los históricos saxofonistas Joe Lovano y Dave Liebman, con quienes tocaría más tarde en Chile.

Actualizado el 21 de octubre de 2023