Canto y trova

Poemas y canciones de amor, de humor o de política fueron parte del oficio del trovador histórico, personaje nacido ya en épocas medievales y que mil años después regresó a la música popular con el mismo sentido. Su figura renació en los años '60, cuando en América Latina y Europa surgieron autores cuyas canciones –interpretadas con la sola compañía de una guitarra- hablaban de sentimientos personales y temas sociales. Canto y trova son formas modernas de expresión del trovador, quien a falta de despliegue instrumental centra el poder de su música en las letras y en su virtuosismo como ejecutante de esa pequeña orquesta de seis cuerdas. Desde Francia a Estados Unidos y desde Cuba a Chile, los cantautores reaparecieron en la década de los grandes cambios. En nuestro país se activó en el marco de la Nueva Canción Chilena y luego siguió con el movimiento joven del Canto Nuevo, pero su oficio es ahora tan genérico que ha superado todas las etiquetas.

Rodrigo Santa María

Junto con músicos como Pedro Melo, Manuel Meriño, Elizabeth Morris y Alejandro Soto, el antofagastino Rodrigo Santa María pertenece a un destacado nuevo frente de autores y compositores de música latinoamericana moderna que tomaron autonomía en el cambio del siglo. Santa María canalizó sus propósitos creativos en esta línea surtiendo de material musical para artistas emergentes en la década de 2000, pero sobre todo a través del grupo Santa Mentira, del que fue su director musical y principal compositor. Una vez instalado en Alemania, su perfil se consolidó en una mirada muy personal, giras, colaboraciones y composiciones de variados enfoques, que llevó al disco en Sobras completas (2010) y Élitro (2012).

Cantáreman

«Suena a Conce», coinciden sus coterráneos al describir el sonido que el cantautor penquista Mauricio Javier Toloza conduce bajo el nombre de Cantáreman. Desde 2008, sus canciones de raíz folk y letras urbanas han encapsulado el imaginario del suburbio sureño, rutinario y melancólico. Junto a sus álbumes caseros y singles de exportación, el músico se convirtió en uno de los artistas de culto de la generación post terremoto en la capital del Biobío.

Ineino

El cantautor penquista José Riquelme cultiva en su proyecto personal la experimentación a través del pop, con temáticas íntimas, y líricas que juegan con las posibilidades del lenguaje. La influencia de la música religiosa por parte de su madre, la introducción al rock por el lado de su padre, y la ruralidad de su infancia y adolescencia en Carampangue determinan el trabajo de Ineino.

Pancho Gana

Francisco Gana, o Pancho Gana, es un cantautor independiente, cuya música toma elementos provenientes de la trova al igual que del pop y la música de raíz latinoamericana, para converger en una propuesta de cierto carácter mestizo. Con estudios de composición y arreglismo en la Escuela Moderna, ha canalizado una creación en diversas líneas en paralelo, a través de colaboraciones con las también cantautoras Delia Valdebenito y Karen Franjola, así como el trío Buena Memoria. En sus discos aborda temáticas que van de la pequeña historia propia a reflexiones mayores de las crisis sociales. Ellos son Seré (2016), y Ruido unido (2019), donde accedió a un tipo de pop próximo a los trabajos de Álex Anwandter, Pedropiedra o Max Zegers.

Clara Löffel

Entre el pop indie, el folk, el trap, la baja fidelidad y el electropop, las canciones de Clara Löffel se ramifican con libertad de pensamiento y creación. Es una cantautora surgida en tiempos de las olas feministas, el estallido social y la reclusión ocasionada por la pandemia. Esos acontecimientos fueron determinando su mirada, la escritura de letras, la composición y autoproducción de canciones con pocos recursos tecnológicos en su departamento en Santiago, donde llegó para estudiar en la universidad después de su vida en sectores campestres de San Felipe. Consecuencias de la bomba nuclear (2016) es su primer disco, un trabajo ciento por ciento metropolitano, como resultado de esa experiencia de cambios tan rotundos y cuyo título se inspiró además en la letra de "Canción sin terminar", de Javier Barría.

Vicente Cifuentes

Un nuevo exponente de la trova moderna apareció a la zaga de los nombres de Manuel García, Nano Stern y Benjamín Walker en tres momentos distintos. El cantautor chillanejo Vicente Cifuentes era un desconocido en nuestro país hasta que reapareció en 2013 tras una década de vida en República Dominicana, donde asimiló el folclor caribeño, principalmente de la bachata. Cifuentes fue esencialmente activista de la canción protesta, sobre todo luego del estallido social de 2019. Al verano siguiente obtuvo la Gaviota en el Festival de Viña del Mar, por su canción "Chillán", que interpretó tocando una guitarra pintada en homenaje a las víctimas de la represión policial y luego editó su determinante álbum Relato, inspirado en el 18-O.

Edson Guerrero

Cantautor y deambulante, Edson Alejandro Fuentes Bustamante fue conocido en los círculos de la música y el folclor urbano de los años '90 como Edson Guerrero. Es heredero de una rica tradición del canto campesino, que le legó su abuela, una cantora de Parral de oficio en las fiestas y celebraciones, casamientos, trillas y velorios. Edson Guerrero supo consolidar este encuentro de mundos en sus canciones, que mezclan tanto la trova poética con las danzas populares, y encontró un estatus de cronista de sus tiempos. Compositor ganador de la competencia folclórica del Festival de Viña del Mar en 1996, con la "Cueca tristona", que interpretó entonces Clarita Parra, también compitió como intérprete en 1998 con su huayno "Madre del mineral". Su nombre fue recurrente en un circuito de festivales de la voz y la canción a lo largo de toda esa década, como el recordado festival Una canción para Jesús, de 1990, donde obtuvo el primer lugar. Guerrero fue uno de los primeros trovadores en grabar discos para el sello Leutún: En cuerpo y alma (1992), considerado una pieza de culto. Y tras obtener el segundo lugar en el Festival del Huaso de Olmué en 2001, llegaría entonces al Sello Azul como parte de la primera generación de músicos favorecidos (Sinergia, Claudio Carrizo, Delisse, Katty Ravlic, La Comarca, Manka Saya, Rosario Mena). De esta manera grabó el disco Con sabor a tradición (2002). Edson Guerrero falleció tres años después.

Paula Herrera

Cantautora moderna que se inspira en la raíz folclórica, Paula Herrera comenzó actuando con el pseudónimo de Amarantha para no ser confundida con la "hermana menor" de uno de sus padrinos musicales, Pablo Herrera. Pero al comenzar la década de 2010 recuperó su identidad, dejó atrás el pop y la balada de sus discos Sueño de vida (2008) y Once (2009), y tomó definitivamente el camino de la canción de autor expuesta en un álbum que marcaría ese quiebre decisivo: Verde y celeste (2011).

Gonzalo Sorich

Gonzalo Eduardo Sorich Guerra es un trovador urbano nacido en los albores de la vuelta a la Democracia, que ha recogido la tradición del canto popular instaurado por las principales figuras de la Nueva Canción Chilena, como Víctor Jara, aunque también ha coincidido con las músicas posteriores representadas en la trova cubana de Silvio Rodríguez o la canción catalana de Joan Manuel Serrat. Con experiencia como diácono en el colegio San Esteban, Sorich se dio a conocer en escenarios de diversos festivales escolares. Su primera canción significativa fue "Dando vueltas", pieza que le abrió el camino a la cantuatoría. Tiene publicados los discos Ojos de artista (2011) y Despegar (2015), y fue destacado en Cumbre de los Cantores Sitmuch de 2015 por "Quédate a ver la luz del alba".

Luchín Salinas

Luchín Salinas es un trovador porteño, cultor de la firme tradición del canto popular de peñas y bares de poetas, aunque al mismo tiempo ha sido un inquieto observador de las influencias musicales modernas, el rock, el pop y el folk, presentes en su creación autoral. Sus primeras canciones trovadorescas quedaron resigstradas en los discos Norte claro, sur oscuro (2014) y Del tercer mundo (2016).

Pablo Ardouin

Pablo Ardouin Shand es músico, escritor y ocasional periodista, que fue parte de una generación de cantautores jóvenes de la década de los '70, junto con nombres como Jorge Venegas, Raúl Acevedo y más tarde Carlos Justiniano, quienes abrazaron un canto político altamente comprometido. Reside en Alemania desde 1983, el año del levantamiento ciudadano frente a la dictadura cívico militar, y desde allí ha producido toda su discografía. En ese contacto con el mundo, Ardouin se mantuvo como cultor de la trova latinoamericana, pero además exploró en otras músicas, como el tango, con diversos ensambles de cámara bajo su dirección.

Jazmín

Jazmín Gómez Garibotti tomó el nombre de Jazmín para instalarse en la escena de cantautoría femenina consolidada durante la década de 2010. Lo hizo con la contundente y arrojada “Canción que duele”, pieza que encabezó su disco debut Hecho a mano (2012) y definió un estilo frente a la canción basada en la guitarra acústica. Sin embargo en el transcurso de la década Jazmín iría mutando progresivamente al pop, enfoque que quedó representado después con el disco Antes de dormir (2020).

Transporte Urbano

Cultores del folclor urbano con profundo arraigo popular, Transporte Urbano emergió cuando un grupo de estudiantes de la Universidad de Santiago (entonces UTE) empezó a inicios de los años ochenta a tocar en micros, peñas y café-concerts, con la intención de dar un mensaje social y financiar sus respectivas carreras universitarias. Sus ritmos alegres, la ironía de sus canciones, el uso del habla popular y la esperanza por el cambio los distinguieron en la escena de resistencia antidictatorial de esos años. Fue un grupo forjado sobre todo en vivo, con actividad en escenarios de poblaciones en Santiago, Pudahuel, La Pincoya, Peñalolén y en parroquias como la del Cristo Quemado, cerca de grupos como Callejón y Sol y Lluvia, en peñas, escenarios estudiantiles y en innumerables actos vinculados, sobre todo, a la izquierda política, en cuyos partidos varios de los músicos eran militantes. De esa época se mantiene el cantante y fundador del grupo, Óscar Riveros, que hoy integra Transporte Urbano junto a una serie de músicos que han ido variando, al igual que su instrumentación.

Cata Teuber

Catalina Teuber es una cantautora en la línea folk, cuyas canciones tienen marcada aproximación al sadcore, una forma de canción melancólica en su caso también sureña, dado su origen como coyhaiquina. Arquitecta e ilustradora de libros infantiles, se definió lateralmente por la música ya desde su infancia, tocando el piano primero y la guitarra después, experiencia que la conectó con el folk. Teuber ha reconocido la influencia de cantautores anglo como Leonard Cohen, Simon & Garfunkel, Bon Iver y Sufjan Stevens en estos términos. Su primer trabajo fue el EP Todo lo que fui (2023), un collage narrativo y gráfico de reflexiones con mirada contemplativa respecto del paso del tiempo, desde la niñez y la adolescencia hacia una adultez, junto con el impacto que representó para ella dejar su tierra aysenina de origen. Muy poco después, Teuber publicaría otras seis canciones en un segundo EP, titulado No te lo tomes personal (2025), en el que ella alteró las formas y el sonido que la había distinguido desde los orígenes. Se calzó la guitarra eléctrica y se rodeó por músicos para establecer una banda de enfoque inde rock, próxima a exponentes de época como Mitski. Cata Teuer puso en marcha ese nuevo repertorio, también autobiográfico, pero esta vez guiado por la ira que le dejó una decepción amorosa.

Crisantemo

Originalmente un proyecto de trova y poesía iniciado en el Instituto de Música de la U. Católica entre los estudiantes de Composición Belén Robledo, alumna de Juan Antonio Sánchez, y Osvaldo González, discípulo de Aliosha Solovera, Crisantemo pasó de ser un dúo de canto y guitarra al de un ensamble de diversos instrumentos nobles: violín, viola, cello, contrabajo, flauta traversa, clarinete y piano, entre otros. Con un inicio en el circuito universitario de bares y cafés, la transformación sonora situó entonces a Crisantemo como un proyecto de fusión, sin perder la esencia trovadoresca siempre protagónica en sus canciones. En 2016 publicaron su primer álbum, Brotes, donde expusieron su punto de vista sobre ese canto latinoamericano genuino, junto con la música de raíces y los arreglos camerísticos.

Sebastián Gómez

Una especial posición tuvo Sebastián Gómez en la música. Iniciado como bajista y contrabajista de jazz en los años 2000, en la siguiente década comenzó a internarse indistintamente en la cantautoría y en la composición de música instrumental libre, que complementó con su actividad jazzística. Así fue tanto sideman de su hermano Cristóbal Gómez, como colaborador de cantautoras contemporáneas como Javiera Barreau. Su faceta solista quedó reprensentada en los discos Canciones para sanar (2015) y Desierto florido (2016).

Martín Pescador

Ostentando su plumaje azul grisáceo, corona negra y elegante cuello blanco, el Martín Pescador se reparte en Chile desde Concepción al extremo sur. A los de su especie —aves de la familia Alcedinidae— se les encuentra usualmente inmóviles posados en ramas o troncos cercanos al agua, esperando que un pez se acerque a la superficie para lanzarse sobre él y tragarlo casi de una vez. Es un pájaro particular que le inspira al cantautor Ariel Acosta ideas de naturaleza y supervivencia lo suficientemente atrayentes para identificarse con ese nombre sobre el escenario y en discos.

Patricio Anabalón

De la generación de cantautores con tintes de trova surgidos a fines de los años '90 en Chile, Patricio Anabalón ha tenido discreta presencia en los medios pero gran prolificidad discográfica e internacional. El músico, que tiene a su haber estudios de guitarra clásica, se ha hecho cargo de la definición de trovador en su sentido más original, y ha mantenido permanente vínculo con la poesía. De hecho, ha publicado libros (como Mandrágora inmortal y El retrato final) e incluido algunos de sus poemas en antologías, y en su discografía aparecen canciones que musicalizan versos de vates chilenos y universales.

Víctor Moris

Compositor y productor, la historia musical de Víctor Moris cruza espacios que van desde la raíz más pura de la trova hasta el rock y las fusiones con el folclor latinoamericano. En ese recorrido Moris realizó un trabajo con el poeta mapuche Elicura Chihuailaf que se convertiría en el primer álbum dedicado a su obra: Canción azul (2006), una pieza donde se reunían todos aquellas influencias musicales. Sus inicios se advierten en Concepción con una cercanía a la música andina, aunque luego se amplió hacia otros bordes de la música, desde estudios en el campo de la guitarra clásica a una militancia en el grupo Zurdaka. Más decisivo fue, incluso, su trabajo con el candombe afrouruguayo y las colaboraciones que ha marcado con el brasileño Sergio Boré y el grupo Tambores Urbanos, donde Moris aparece en una serie de discos.

Max Zegers

Cantautor, multi-instrumentista, productor musical y viajante sin destino definido, Max Zegers es cultor de un pop mestizo de ciertas proximidades a Pedropiedra o a Fernando Milagros, que se nutre de diversos sonidos recogidos en lugares de América Latina que ha recorrido, aires y ritmos de las raíces folclóricas, y desde luego de una poesía trovadoresca obtenida del linaje al que pertenece, dado que es hijo de Julio Zegers. Como nombre propio, Max Zegers ha publicado los discos Día uno (2013) y Pueblos (2018), capítulos que exponen su experiencias en ruta.