Bolero

El bolero es una de las formas de canción romántica más fuertes en el mundo latino. Su ritmo pausado, lento y cadencioso originado a partir de raíces españolas y caribeñas surgió en Cuba y fue proyectado a nivel internacional desde México, pero en Chile el bolero fue un ritmo adoptado en propiedad por el gusto popular como parte de la identidad musical. Incluso más allá de que la figura rutilante del género por definición y a nivel mundial sea un cantante chileno, compositores e intérpretes de renombre sobre todo en los años '50 y '60 han creado y recreado un indesmentible bolero chileno, con el respaldo de las completas orquestas de la época dorada de la radiotelefonía o bien con las guitarras y el requinto propio de los tríos melódicos de bolero a la usanza de los internacionales Los Panchos.

Natalia Barahona

Con una larga vida de exilio en Venezuela y con la influencia de cantores de ese país como Simón Díaz, Chelique Sarabia, José Sifontes y Cecilia Todd, Natalia Barahona ha sido una intérprete de cantos latinoamericanos diversos, valses, pasajes, merengues, pero también boleros, tonadas y canciones trovadorescas, que ha llevado a contextos actuales con conjuntos acústicos y músicos de fusión y jazz. Sus discos son Flor de jengibre (2007), grabado en Venezuela, y Voz de algodón (2013), ya reestablecida en Chile.

Paula Monsalve

New-age y folk son dos etiquetas que no incomodan a Paula Monsalve para ubicar el lugar de su música, si bien en la difusión de su trabajo esta cantante y autora con largos períodos de residencia en el extranjero ha buscado permitirse el cruce con cauces diversos y amplios, también personales. Su motivo es, en sus palabras, «la música de tu tierra, de tu gente, la música que crece dentro tuyo: ésa es tu música propia». Madrid y Fairmount (Indiana, Estados Unidos) han sido hasta ahora las capitales para su trabajo, anclado desde un inicio a la matriz latinoamericana.

Dúo Pajarito

Para cuando Fiona Murillo y Amaia de Arteagabeitía aparecieron en el concierto de lanzamiento del disco Serpiente, de Fernando Milagros, el Dúo Pajarito ya llevaba una temporada de canto y música criolla latinoamericana en locales, boliches y bares de Santiago, interpretando valses peruanos, boleros, tonadas y cuecas. Con la publicación del disco Al trinar (2023) se consolidó definitivamente como parte de una nueva escena de folclor surgida a medidados de los años '10, un folclor visto desde las ciudades.

Catalina y Las Bordonas de Oro

El diccionario define 'bordona' como «cada una de las tres cuerdas más bajas de la guitarra», y entonces un conjunto con esa alusión en su nombre estará siempre comprometido con la nobleza de los sonidos tradicionales y una interpretación a su altura. Ha sido el caso de Catalina y Las Bordonas de Oro, grupo que reúne a músicos jóvenes pero de extendido oficio, y que desde 2022 ha ido forjando una audiencia creciente gracias a un metódico trabajo en vivo, destacado por la impecable ejecución de un repertorio que saluda la historia del bolero y la canción chilena de raíz. Su dos discos hasta ahora combinan composiciones propias con versiones para antiguas piezas de gente como Francisco Flores del Campo y Vicente Bianchi.

Los Huastecos del Sur

Los Huastecos del Sur son un grupo vocal e instrumental chileno pionero en cultivar la música popular mexicana, con gran acierto, entre los años 1938 y 1958. Obtuvieron gran popularidad en base a la interpretación de corridos, huapangos y otros estilos que hacia 1938 estaban muy de moda a raíz de la película Allá en el rancho grande (1936), que protagonizara Tito Guizar. Sus integrantes originales fueron Julio Beas, Luis Beas y Gerardo Cárdenas, en una primera etapa en la que el grupo grabó canciones como "El fanfarrón" y "Soldado de levita", ambas de 1943, en discos de 78 rpm para el sello Victor. Hacia 1945 los hermanos Beas fueron reemplazados por Óscar Rodríguez y Sergio Baeza. En 1953 se incorporó al conjunto, en reemplazo de algunos de ellos, el célebre cantante Fernando Trujillo, que permaneció en el elenco hasta 1963.

Los Flamingos

Desde la canción melódica al humor es el trayecto que describieron durante sus diez años de carrera Los Flamingos, conjunto vigente entre 1955 y 1965 por cuya alineación pasaron integrantes como el autor y compositor Ariel Arancibia y, en sus inicios, el futuro comediante Armando Navarrete, quien luego ganaría fama gracias a su personaje de Mandolino en el programa de televisión "Sábados gigantes".

Fabiola Moroni

Fabiola Moroni ha sido una intérprete de diversos repertorios melódicos de carácter latinoamericanos que incluyen bolero, vals, bossa, tango y canciones chilenas de raíz, pero fue durante su estada de diez años en Europa que ese espectro de estilos se amplió mayormente hacia un lado pop y jazzístico en su propuesta. Se consolidó de esa manera desde los años 2000 cuando inició su camino solista. Moroni es parte de un grupo variado de cantantes chilenas que han tenido experiencia en Alemania: Cristina Gálvez (fusión latinoamericana), Verónica González (world music), Claudia Maluenda (cabaret) y tiempo después Esperanza Restucci (canto lírico).

Chocolate Rodríguez

La música tropical ubica protagonistas en lugares y funciones diversas, y Juan Chocolate Rodríguez se ganó esa figuración merecidamente en el micrófono. Fue desde los años cincuenta voz para la cumbia, la salsa, el bolero y otros ritmos de raíz centroamericana, y sobre todo como el gran cantante afrodescendiente de carisma, estilo e impronta en orquestas de época como la Cubanacán y la Ritmo y Juventud.

Chito Faró

Autor de "Si vas para Chile", Chito Faró tiene una vida marcada por dos rasgos tan conocidos como paradójicos: es el hombre que escribió la más famosa canción de todos los tiempos dedicada a Chile y murió en medio de la pobreza y el abandono después de una vida dedicada a la música popular.

Roberto Parra

Hacia el final de su vida Roberto Parra Sandoval se convirtió en el emblema de una identidad nacional extraviada. La dictadura había visto en los grupos de huasos típicos un cómodo modelo de lo nacional, pulcro y clasista, que nada tenía que ver con la genuina cultura popular, rural o callejera, que palpitó a las sombras de la oficialidad. Roberto Parra transitó en el margen, y su tardío reconocimiento puso en evidencia dos modelos en disputa que afloraron con más claridad desde los años '80: huasos de gomina versus cuequeros bravos. Hermano de Nicanor y Violeta, autor de célebres cuecas y de la obra teatral La Negra Ester, Roberto Parra redefinió para siempre en Chile el concepto de cultura popular, al punto que el día de su nacimiento, el 29 de junio, llegó a ser declarado por ley Día Nacional del Folclor Urbano cuando el país conmemoró en 2021 su centenario.

Manolo 'Lágrima' Alfaro

Fue recién en la adultez que Manolo Alfaro vio en la música un derrotero profesional y de vida. Hasta 1985 su oficio había sido el de vendedor ambulante aficionado al canto entre conocidos, y en esa condición grabó un cassette sin ambición promocional, Para mis amigos. Sin embargo, su versión para el bolero sentimental y carcelario "Mamita querida" lo situó en un nuevo lugar, de entrañable afecto e inmediata identificación popular, afirmado más tarde por himnos cantineros como "Bohemio y bacán". Desde entonces, su presentación añadió entre nombre y apellido un sustantivo elocuente, y Manolo Lágrima Alfaro pasó a ser emblema de la «canción cebolla»; aunque en una deriva de dramatismo recargado. «Mi cebolla es cruda, no es finita», precisa él.

Lucho Gatica

La figura más gloriosa de la música popular universal surgida en Chile es Lucho Gatica. Maestro del bolero internacional, desarrolló desde su aparición a fines de los años '40 una carrera cuyos alcances internacionales le permitieron consagrar su éxito de masas en América Latina, Estados Unidos, España o Asia entre otras regiones, además de sostener su consagrada condición de leyenda y hacerse acreedor del respeto y el aprendizaje de generaciones de cantantes de habla hispana. Su muerte a los 90 años, ocurrida a fines de 2018 en la capital mexicana, marcó el fin de la era de las grandes voces melódicas del siglo XX.

Ramón Aguilera

No hay chileno que haya cantado con más desgarro el vals peruano y el bolero —haciéndose él mismo casi parte de cada drama relatado en esos versos— que Ramón Aguilera. Canciones suyas como "El día más hermoso", dedicado a las madres, y la temblorosa "Que me quemen tus ojos" son himnos de aquello que desde los años sesenta se identificó en Chile como «canción cebolla». En paralelo a sus trabajos como mecánico y por puro amor al canto, Aguilera se sumó desde joven a la tradición del bolero interpretado con guitarra acústica, marcado por un sonsonete vocal plañidero y con canciones plagadas de tristezas y tragedias. Fue ascendiendo así como un símbolo de la expresión popular, masiva y querida, aunque no justamente reflejada en difusión en medios ni en ventas, en parte por discriminaciones de clase y bobos complejos ante el sentimentalismo sin medidas.

Nelly Sanders

Nelly Sanders pudo haber sido una estrella de la canción como ocurrió con los nombres más significativos de la Nueva Ola. Pero ella simplemente fue la última de las grandes lady crooners de la música popular, una de las más completas y capaces, más allá de la figuración masiva entre el gran público, de la grabación de discos y del beneplácito medial. Alcanzaría de todas formas la categoría de "figura pop", con algo que en las figuras pop siempre escaseó: la ductibilidad. Si la canción era bolero, tango, swing o bossa nova, detrás estaría la voz pastosa, afinada y melódica de Nelly Sanders.

César Olivares

Guitarrista y animador de la fiesta son los oficios de César Galvarino Olivares Araya que sobresalen en el escenario, como integrante de la agrupación La Isla de la Fantasía, de Valparaíso. Su experiencia antes de unirse a ese elenco incluye correrías desde la adolescencia por restaurantes y escenarios porteños como el Dársena, el Bar Inglés, La Bomba el Hollywood, donde hizo sus primeras armas como músico desde fines de los años '50. Integró conjuntos como Los Ribereños y Los Huasos Ladinos, este último junto a la cantante Silvia la Trigueña, y como parte de La Isla de la Fantasía también es acompañante frecuente de Lucy Briceño.

Fernando Trujillo

Uno de los precursores del éxito de la música mexicana en Chile es Fernando Trujillo. Contemporáneo del éxito de cantantes internacionales como Pedro Vargas y Pedro Infante, tiene edad suficiente para haber empezado al mismo tiempo que los adelantados locales de Los Queretanos o Los Huastecos del Sur, de los que formó parte entre 1953 y 1963, y convivió luego en frecuentes festivales rancheros con dúos, cuartetos y cantantes mariachis como Lupita Aguilar, Los Hermanos Bustos, Los Llaneros de la Frontera o Eliseo Guevara. Pero también el bolero y el gran cancionero latinoamericano fueron parte de su repertorio. En grabación junto a la orquesta de Valentín Trujillo, su hermano menor, popularizó además el éxito "Antofagasta dormida", vals de Gamaliel Guerra. La cercanía con tan prestigiado pianista lo hizo convivir desde pequeño con la música en casa como un lenguaje cercano, y acompañó luego gran parte de sus mejores grabaciones. Además de la música compartieron ambos un mutuo gusto por el boxeo, pero además el viaje quizás más relevante del Trujillo mayor: invitado por Valentín, al fin en 1998 pudo conocer México.

Raúl Videla

El de Raúl Videla es uno de los nombres principales de la historia del bolero chileno, pero tiene además raíces en otros géneros de la canción popular. Iniciado en radio Cooperativa en 1938, empezó a grabar en 1939 para el sello Victor con el compositor Luis Aguirre Pinto. Uno de sus mayores éxitos es "Un hombre de la calle", de Fernando Lecaros, tema central de la película de igual título (1942) de Eugenio de Liguoro. Hermano de la cantante Meche Videla, Raúl Videla se dedicó por igual al foxtrot, a tonadas como "Araucanita" (1942), grabada junto al Sexteto Santiago, y sobre todo al bolero, género en el cual sobresale su versión para "Noche callada" (1948), de Jaime Atria.

Sonia y Myriam

Antes que Los Ángeles Negros, que Los Hermanos Arriagada y que Lucho Gatica incluso, entre otras figuras de celebridad internacional, fueron dos mujeres las que se adelantaron a exportar música chilena a América Latina: Sonia y Myriam. Y antes que Christell, María José Quintanilla y Gloria Benavides incluso, fueron dos niñas chicas las que también inauguraron la figura de la cantante infantil en la industria musical local: Sonia y Myriam. Con una carrera dividida en dos épocas, pocas figuras concentran tanta historia en la música chilena. Iniciadas a los 10 y 11 años, las hermanas Sonia y Myriam Von Schrebler ya habían cantado en Argentina y Brasil antes de egresar del liceo, y en una historia de 23 años impusieron en Chile, Perú, Colombia, Venezuela e incluso en las potencias de la música popular de Cuba y México un repertorio internacional de éxitos como el universal "Ay, ay, ay" (Osmán Pérez Freire), "Despierta, corazón" (Vicente Bianchi), "La flor de la canela" (Chabuca Granda) o "Piensa en mí" (Agustín Lara). La carrera como solista de Sonia la Única y el valioso sello disquero SyM que ambas iniciaron en Chile en 1980 son parte de la herencia reciente del más histórico dúo registrado en la música popular chilena.

René 'Torito' Alfaro

Cantor, percusionista y cultor de la cueca chilena pero también de valses criollos y boleros asociados a la bohemia porteña, René Torito Alfaro Parra integró agrupaciones como Los Chinganeros (2008), Los Corrigüela (2011) y sobre todo Los Trukeros (2007), con quienes se inició, llegó a grabar tres discos y a presentarse en el Festival del Huaso de Olmué de 2010. Por esa misma época comenzaron sus expediciones a Valparaíso, donde se fue instalando paulatinamente como músico en un proceso que él denominó "aporteñamiento". Torito Alfaro pertenece a la tercera generación de músicos de esa bohemia de Valparaíso, cuya práctica fue identificada y sistematizada en una investigación del Servicio del Patrimonio.