Bolero

El bolero es una de las formas de canción romántica más fuertes en el mundo latino. Su ritmo pausado, lento y cadencioso originado a partir de raíces españolas y caribeñas surgió en Cuba y fue proyectado a nivel internacional desde México, pero en Chile el bolero fue un ritmo adoptado en propiedad por el gusto popular como parte de la identidad musical. Incluso más allá de que la figura rutilante del género por definición y a nivel mundial sea un cantante chileno, compositores e intérpretes de renombre sobre todo en los años '50 y '60 han creado y recreado un indesmentible bolero chileno, con el respaldo de las completas orquestas de la época dorada de la radiotelefonía o bien con las guitarras y el requinto propio de los tríos melódicos de bolero a la usanza de los internacionales Los Panchos.

Valentín Trujillo

La televisión ha sido una gran vitrina para el talento del pianista y orquestador Valentín Trujillo Sánchez, aunque no del todo justa con la profundidad de su trabajo y el alcance de sus vastos conocimientos musicales. El casi eterno acompañante del animador Don Francisco, como director de orquesta en “Sábados Gigantes” es, también, uno de los arregladores fundamentales de la música popular chilena durane una era de oro para la industria fonográfica, tanto en discos como en grandes conciertos. Junto con ello, Trujillo fue proyector de nuevas figuras de la música a lo largo de las primeras décadas del siglo XXI. En 2024 su nombre marcó un hito más al convertirse en el primer intérprete de música popular en ser distinguido con el Premio Nacional de Música.

Marco Aurelio

Aunque Marco Aurelio se inició como cantante en el aficionado escenario de un liceo de Santiago - el Valentín Letelier -, el tiempo lo convirtió en uno de los principales intérpretes de los años '60 en Chile. Vinculado a los comienzos del Festival de Viña y el auge de la Nueva Ola, legó una de las baladas más famosas del cancionero chileno, "Amor por ti", que compuso en 1969 y que ha sido grabada muchas veces dentro y fuera de Chile . Tal como muchos intérpretes de su generación, Marco Aurelio se mantuvo activo hasta entrado los años 2000, editando discos de temas populares (suyos o ajenos) y con esporádicas presentaciones en vivo en restaurantes, clubes y festivales de provincia. Falleció a comienzos de 2025.

Nelly Sanders

Nelly Sanders pudo haber sido una estrella de la canción como ocurrió con los nombres más significativos de la Nueva Ola. Pero ella simplemente fue la última de las grandes lady crooners de la música popular, una de las más completas y capaces, más allá de la figuración masiva entre el gran público, de la grabación de discos y del beneplácito medial. Alcanzaría de todas formas la categoría de "figura pop", con algo que en las figuras pop siempre escaseó: la ductibilidad. Si la canción era bolero, tango, swing o bossa nova, detrás estaría la voz pastosa, afinada y melódica de Nelly Sanders.

Los Vargas

Dos voces y dos guitarras definen el sello de Los Vargas, el dúo de hermanos que popularizó en Chile valses peruanos como ‘‘El plebeyo’’ y ‘‘Nube gris’’ desde 1958. En la genealogía chilena de ese ritmo, junto a solistas como Lucho Oliva, Palmenia Pizarro y Ramón Aguilera, Los Vargas están en la primera línea, y su carrera, iniciada en los años '40, ha sido continuada por una segunda generación de músicos.

Armando González Malbrán

Armando González Malbrán es el hombre que escribió ''Vanidad'', una canción reconocible sin dudas entre las composiciones más elegantes del cancionero popular de Chile. Inclinado al estilo cosmopolita del tango, del foxtrot o del jazz más que a la escuela típica de la tonada propia de su tiempo, el autor escribió además numerosos valses peruanos y con ''Vanidad'' sentó ya en los años 30 las bases del futuro bolero chileno, todo en sus apenas 38 años de vida.

Fabiola Moroni

Fabiola Moroni ha sido una intérprete de diversos repertorios melódicos de carácter latinoamericanos que incluyen bolero, vals, bossa, tango y canciones chilenas de raíz, pero fue durante su estada de diez años en Europa que ese espectro de estilos se amplió mayormente hacia un lado pop y jazzístico en su propuesta. Se consolidó de esa manera desde los años 2000 cuando inició su camino solista. Moroni es parte de un grupo variado de cantantes chilenas que han tenido experiencia en Alemania: Cristina Gálvez (fusión latinoamericana), Verónica González (world music), Claudia Maluenda (cabaret) y tiempo después Esperanza Restucci (canto lírico).

Pepe Fuentes

Fue cantor y tomó la guitarra, el pandero o el bajo cuando había que tocar. Cuequero o tanguero si era por hacer bailar, autor y compositor si hacía falta repertorio, arreglador y director de grupos y grabaciones si era preciso llevar la batuta, fue también viajero y cronista innato a la hora de hacer historia y memoria. Son muchas las facetas de Pepe Fuentes, un hombre en el que coincidieron los oficios diversos del músico popular. Tuvo una carrera que avanzó desde conjuntos históricos como Fiesta Linda en los años '50 y Los Pulentos de la Cueca en los '80 hasta su llegada a las generaciones que en el nuevo siglo lo vieron en acción sobre los escenarios, a dúo con la cantante María Esther Zamora o con músicos actuales como Álvaro Henríquez. Chile y otros países en su bitácora, decenas de grabaciones como solista o con diversos conjuntos, el legado personal de su libro biográfico A la pinta mía (2014) y el Premio Nacional de Música Presidente de la República que obtuvo el mismo año son algunas marcas en su trayectoria infatigable.

Pati Díaz

Cantora, compositora, recopiladora e investigadora, además de incursionar en la actuación, Patricia Díaz Vilches tiene presencia en los circuitos del folclor, la música de raíz y la música popular de la era radiofónica. Es parte de una generación donde también aparecen los nombres de Andrea Andreu, Belencha Mena, Romina Núñez, Miguel Molina, Mauricio Vega, Huaso Castillo y otros jóvenes de su tiempo que se vincularon a los últimos grandes maestros del folclor. En su caso como discípula de Margot Loyola, a lo largo de los cuatro años finales de vida. Integrante de conjuntos como El Parcito y De Patienquincha, que la catapultó al estatus de voz solista, tomó posición como nombre propio en 2023, con el álbum El viaje y con su nombre musical definitivo: Pati Díaz.

Carmen Prieto

La línea cronológica de un bolero hecho en Chile largamente suspendido tras el época de oro de la industria discográfica y la radiofonía, se retomó a la manera solística cuando la joven cantante Carmen Prieto Monreal apareció en abril de 1990 en el Café del Cerro junto a un pequeño ensamble guitarras y percusiones cubanas. A través de su voz morena se replanteaba la fuerza poética y musical de aquellas canciones desagarradoras.

Raúl Videla

El de Raúl Videla es uno de los nombres principales de la historia del bolero chileno, pero tiene además raíces en otros géneros de la canción popular. Iniciado en radio Cooperativa en 1938, empezó a grabar en 1939 para el sello Victor con el compositor Luis Aguirre Pinto. Uno de sus mayores éxitos es "Un hombre de la calle", de Fernando Lecaros, tema central de la película de igual título (1942) de Eugenio de Liguoro. Hermano de la cantante Meche Videla, Raúl Videla se dedicó por igual al foxtrot, a tonadas como "Araucanita" (1942), grabada junto al Sexteto Santiago, y sobre todo al bolero, género en el cual sobresale su versión para "Noche callada" (1948), de Jaime Atria.

Lucho Gatica

La figura más gloriosa de la música popular universal surgida en Chile es Lucho Gatica. Maestro del bolero internacional, desarrolló desde su aparición a fines de los años '40 una carrera cuyos alcances internacionales le permitieron consagrar su éxito de masas en América Latina, Estados Unidos, España o Asia entre otras regiones, además de sostener su consagrada condición de leyenda y hacerse acreedor del respeto y el aprendizaje de generaciones de cantantes de habla hispana. Su muerte a los 90 años, ocurrida a fines de 2018 en la capital mexicana, marcó el fin de la era de las grandes voces melódicas del siglo XX.

Malú Gatica

La de Malú Gatica es una figura reconocida como actriz de los albores del cine chileno, el teatro y la televisión, pero la música apareció antes en su vida y a menudo fue su vocación paralela. Ya en 1939, cuando María Luz Enriqueta Gatica Boisier era una adolescente de dieciséis años y vivía desde los siete en Nueva York –donde su padre trabajaba para la cadena National Broadcasting–, se encontró con Los Cuatro Huasos, invitados a la Feria Mundial de Nueva York ese año. Malú Gatica conocía desde ya los negro spirituals que dieron origen al jazz, y en 1940, en Chile, se unió a la orquesta de Vicente Banchi y empezó a cantar en la radio Agricultura.

Arturo Millán

Aunque Arturo Millán es una de las figuras que con frecuencia actuaron en la televisión chilena de los años ’70 y ’80, ya entonces tenía edad para traer mayor experiencia a cuestas. Se inició en los años ’50 como cantante de la orquesta de Izidor Handler. Para entonces era profesor normalista, nacido en Chillán, y fue contemporáneo de la generación gloriosa de cantantes de bolero chileno que incluye a Lucho Gatica, Antonio Prieto y Luis de Castro. Durante su carrera grabó canciones de éxito como "Mi amigo Pedro", "Yo tengo fe" y sobre todo "Mi papá, mi amigo", y fue parte de la generación de músicos que pasaron de la radio a la televisión a comienzos de los ’60. Actuó en Argentina, Perú, Venezuela y España, donde en 1960 ganó el Festival Internacional de la Canción de Benidorm, y obtuvo en dos ocasiones el primer premio en el Festival de Viña, además de ganar en el certamen de 1962 el segundo y el tercer lugar de modo simultáneo. Socio fundador y emérito de la Sociedad del Derecho de Autor, murió el 6 de junio de 1996 a causa de un cáncer, a los 68 años, poco después de haber lanzado los discos Que no se nos vaya el amor (1994) y Por siempre gracias (1995), con motivo de sus 45 años de carrera.

Miguel Molina

Es entre múltiples colaboraciones que el talento del guitarrista y cantor Miguel Molina Bernales se ha ido mostrando a las audiencias, de acuerdo a una trayectoria de alianzas de excepcional variedad, en lo estilístico y generacional. Su guitarra ha sonado junto a leyendas del instrumento, como Pepe Fuentes, pero también en las incursiones en terrenos de la tradición del solista pop Gepe, entre otros muchos cruces. El músico nacido y criado en Molina (Región del Maule), y residente desde 2013 en Santiago, ha sido sobre todo impulsor de sus propias iniciativas musicales. Tras llevar adelante el proyecto de Los Dos Maulinos, centrado en repertorio campesino, mantiene hoy un quinteto bajo su nombre (Las Guitarras de Miguel Molina) y al Dúo Constanzo-Molina, donde junto a Claudio Constanzo ha extendido entre audiencias jóvenes un rico repertorio chileno que se nutre de históricas agrupaciones.

Demian Rodríguez

El bolero de puerto es un tipo de género musical cargado no sólo por sus señas formales sino también por el involucramiento biográfico que muchos de sus mejores cultores tienen con él. Aunque nació en los años ochenta, Demian Rodríguez está enlazado a esa larga tradición que en Valparaíso y San Antonio marcaron antes de él cantores como Jorge Farías, Ramón Aguilera y Rosamel Araya, y conjuntos como Los Chuchos. Su música es por un lado un homenaje a esa línea de música sentimental y bohemia, pero también la prueba de sus propias dotes de cantautor. Ha elegido insertarse en una historia que le resulta cercana, aportando a ella con nuevas ideas, versos y melodías.

Panchito Cabrera

Francisco Cabrera Sánchez tiene una historia musical imparable desde que en 1947 llegara a la capital procedente de Antofagasta para integrarse a la orquesta característica de Armando Bonansco. Tocó ritmos tropicales y de salón de baile en locales diversos, llegó a los auditorios radiales para hacer bolero y canción popular, y practicó rock and roll y twist. Con todo, Panchito Cabrera fue esencialmente un guitarrista de jazz y conservó para sí la categoría que le entregó el entorno musical: el "Django Reinhardt chileno", el único músico que dedicó una vida a estudiar la obra del célebre guitarrista belga, lo que lo llevó a liderar una escuela de adherentes del llamado "jazz manouche".

Los Huastecos del Sur

Los Huastecos del Sur son un grupo vocal e instrumental chileno pionero en cultivar la música popular mexicana, con gran acierto, entre los años 1938 y 1958. Obtuvieron gran popularidad en base a la interpretación de corridos, huapangos y otros estilos que hacia 1938 estaban muy de moda a raíz de la película Allá en el rancho grande (1936), que protagonizara Tito Guizar. Sus integrantes originales fueron Julio Beas, Luis Beas y Gerardo Cárdenas, en una primera etapa en la que el grupo grabó canciones como "El fanfarrón" y "Soldado de levita", ambas de 1943, en discos de 78 rpm para el sello Victor. Hacia 1945 los hermanos Beas fueron reemplazados por Óscar Rodríguez y Sergio Baeza. En 1953 se incorporó al conjunto, en reemplazo de algunos de ellos, el célebre cantante Fernando Trujillo, que permaneció en el elenco hasta 1963.

Mirtha Carrasco

Con picardía y femeneidad interpretativa en su canto, baile y despliegue escénico, Mirtha Carrasco es unas estrellas de la tonada y la canción popular en los años '50 y '60, perteneciente a ese frente de voces centrales en la industria que proyectó el folclor en los escenarios urbanos, en radios y en el disco, junto con Ester Soré, Carmen Ruiz, Silvia Infantas o Margarita Alarcón. Tuvo su despegue musical en Rancagua y cuando se trasladó a Santiago para actuar en auditorios radiales se hizo conocida inicialmente cantando boleros, tangos y valses, tres pilares de la música popular de época. Fue lady crooner en la orquesta de Don Roy, según puntualiza la base de datos de Documentos y Joyas del Folclore Chileno. Su paso al folclor, sin embargo, la convertiría definitivamente en estrella, con giras internacionales a Argentina, Perú, Uruguay e incluso Australia. Mirtha Carrasco se rodeó de distintos elencos y figuras de ese folclor de masas, grabando discos con Cantares de Chile y Lo Granjeros, además de actuar con el Trío Añoranzas, Los Hermanos Lagos, Los Puentealtinos, el Conjunto Huincahonal y Los Puntillanos, entre otros. Como nota de color en su historia, Carrasco está en el recuerdo de los tiempos con su cueca bailada junto a Chilote Campos para un spot de Cafiaspirina de Bayer, emitido en salas de cine.

Los Celestinos

La cita impecable a un antiguo género de la canción popular en castellano particularmente anclado a Chile, como lo ha sido el vals peruano, es lo primero que se reconoce en el trabajo de Los Celestinos, conjunto nacido en Santiago y que en sus conciertos y grabaciones combina el homenaje a viejos títulos del género con composiciones propias en similar clave. Su música abarca también bolero y cueca; y dos de sus integrantes fueron parte de la agrupación cuequera La Gallera, lo cual en parte explica su aplicación y fuerza en la interpretación en vivo y la destreza sobre los instrumentos. Además de un disco (Se sufre pero se aprende, 2014), Los Celestinos registran hasta ahora colaboraciones en estudio con Rulo y Carola Guttmann, y han compartido escenario con El Bloque Depresivo y Max Berrú.