1980
Cantora chilota de la localidad de Puchaurán, en Dalcahue, Maruja Navarro Barría carga consigo el legado de canto y de repertorio tradicional de danzas reunido por su abuelo, el fundamental Gerónimo Barría (1919-2001), uno de los nombres más importantes en el folclor del archipiélago. Ese testimonio se encuentra a la vista en el disco Folclor de vertiente (2021), que es el capítulo final de una larga historia de clan, al interior de una familia arraigada con las raíces chilotas en distintos niveles, y donde la música no es solo música sino parte de la vida en el universo isleño. Maruja Navarro cantó por años junto a miembros de su familia, además del conjunto folclórico Senda Chilota y otros nombres que contribuyeron a impulsar una nueva edad para la música de Chiloé, como David Cárdenas, perteneciente a otro clan de músicos chilotes, y la cantautora Caro Guttmann, con quien Maruja realizó la investigación y posterior disco Mejicanas en Chiloé (2008).
Ligado desde siempre a la raíz tradicional chilena, el nombre del compositor y folclorista Richard Rojas ha estado presente desde los años de expansión de los primeros conjuntos de proyección folclórica, en la década de 1950, hasta su participación en certámenes como el histórico Festival de la Nueva Canción Chilena (1969) o la competencia folclórica del Festival de Viña (1981). Como parte de los grupos Lonquimay y Lonqui , que en rigor fueron extensiones de su trabajo personal, tiene varias huellas fundamentales en la canción chilena. "Linda la minga", "La resfalosa del pan" y "La chilenera" son tres canciones inmortales que dejó en el cancionero chileno.
Compositor, productor y cantante, Juan Carlos Duque ha sido un nombre recurrente en circuitos de la música popular chilena, aunque desde veredas muy diversas, incluso contrastantes. Como voz del grupo Miel, en los años '70, se desenvolvió en espacios pioneros asociables al rock progresivo. Destacó más tarde como baladista solo, y en la calidad de tal impuso las magníficas "Promesas" (1979) y "Ausencias" (1982) en la competencia internacional del Festival de Viña. Como productor pop ha estado a cargo de populares grabaciones de vocación radial, y hits como "Para que no se muera este amor" (Ariztía), "Quiero saber" (Myriam Hernández) y "Tal vez me estoy enamorando" (Nicole) llevan su nombre en los créditos autorales.
Ramón Farías protagonizó una fugaz carrera musical en 1985, cuando estaba a punto de cumplir 30 años y había sido el actor galán de varias teleseries de Canal 13. Don Francisco, ha contado él varias veces, tras comprobar su interés y su experiencia en el canto, lo contactó con el sello RCA, que por entonces se reinstalaba en Chile. Con temas encargados y covers (como “Agua caliente”, antes popularizada por el cantante colombiano Fausto), editó el disco Cuerpo y alma, cuyo sencillo “Tímida”, una balada adaptada por Marcelo García y Alberto Plaza, se convirtió en algo así como un hit.
Luis Hernando Montt Bastidas, más conocido como Nano Montt, es un músico osornino nacido en 1925 y dedicado por más de seis décadas a una trayectoria de cantante popular, tanto en el sur de Chile como en Perú, donde pasó parte de su trayectoria. Sus inicios tuvieron lugar en los espectáculos musicales organizados por radio Llanquihue en el Teatro Victoria de Puerto Montt en 1944. Apenas dos años más tarde se estableció en 1946 en Perú, país donde grabó más de cincuenta singles de boleros y valses peruanos para la disquera Gemsa Odeon. Luego de recorre además otros países, en 1977 volvió a Chile, para radicarse en Puerto Montt, donde vivió sus últimos años.
La troncal de los cuartetos vocales de huasos urbanos tiene a este conjunto como nombre principal en una tercera rama de la genealogía. Los Huasos de Algarrobal son “nietos” de Los Cuatro Huasos (1927) e “hijos” de Los Huasos Quincheros (1937) y durante más de cuatro décadas desarrollaron un estilo propio basado en la tradición de ambas agrupaciones, pero proyectado hacia una canción dinámica y versátil.
Por historia y por creación, se puede considerar a Los Jaivas como la banda chilena de rock más importante de todos los tiempos. Su vigencia los iguala cronológicamente a unos Rolling Stones activos desde 1963, pero sobre todo es la propuesta de un cruce entre ese rock esencial y la incorporación de elementos del folclor que marcó la jerarquía de la banda viñamarina desde comienzos de la década de 1970. Los Jaivas fueron los impulsores de una escuela musical que unió el lenguaje natural de las guitarras eléctricas con la mística de las raíces latinoamericanas, andinas y sureñas. El gesto estético practicado por los hermanos Eduardo, Claudio y Gabriel Parra, junto con Mario Mutis y el carismático Eduardo Gato Alquinta desde comienzos de los '70, se transformó en el rasgo distintivo de la banda ciento por ciento chilena y que el mundo conoce como Los Jaivas. Esto es el estallido resultante de la fusión entre la tradición musical ancestral de Latinoamérica, las formas de la música docta y la electricidad de los instrumentos del rock. Sus caminos musicales se mantuvieron trazados durante los tiempos y aunque la muerte de dos integrantes haya obligado a renovar los nombres del quinteto original, su huella es la misma iniciada en 1963.
Bianchi fue el hombre que puso música a los versos en los que Neruda conjetura ‘‘Puede ser un obispo / puede y no puede / Puede ser sólo el viento / Sobre la nieve’’. Es ‘‘Tonadas de Manuel Rodríguez’’, su composición más escuchada. Y mostró de qué modo él llevó como nadie la música popular a otros campos: la poesía, el Conservatorio, la iglesia, el folclor y hasta el deporte están en sus obras completas. Después de 17 frustradas candidaturas, en 2016 obtuvo el Premio Nacionales de Artes Musicales, a sus 96 años. Así se convirtió en el primer compositor popular distinguido y en el segundo nombre de la música no docta en conseguirlo, tras la folclorista e investigadora Margot Loyola, que lo obtuvo en 1994.
Ha sido desde el campo de la investigación que José Pérez de Arce ha llegado a la composición e interpretación musical. Sus más interesantes proyectos al respecto están muy lejos de un ámbito docto o de lo que habitualmente se entiende por vanguardia. La gran pasión en su vida de investigador y musicólogo autodidacta ha sido conocer el mundo indígena y vernáculo, con trabajos pioneros en áreas como la música mapuche, los bailes chinos, y la instrumentación de tribus precolombinas. Además, Pérez de Arce desarrolla desde principios de década un señero trabajo de difusión del guitarrón chileno, el cual descubrió junto al cantor popular Santos Rubio y que guió su trabajo en el disco Nometomasencuenta, cruce entre esa tradición campesina y canciones del repertorio rock latinoamericano.
Dentro del ya diverso panorama del Canto Nuevo, Callejón fue un grupo en extremo peculiar, que, como pocos de la época, cruzó mundos entonces lejanos: de la universidad a la olla común; de lo docto a lo popular; de la ideología formal a una desobediencia cívica casi anárquica. En lo musical, su guía fue la raíz latinoamericana, y su repertorio se afirmó con composiciones de autores tan importantes como Luis Advis, Jorge Spiginsfield, Jaime Soto León y Rodolfo Norambuena, entre otros. El tema "Se da la casualidad" trascendió como un "clásico de fogata" en circuitos universitarios, y hasta hoy cantautores como Manuel Huerta la reinterpretan en vivo.
Salvo el baterista Eric Franklin, quien había sido integrante de Los Mac's entre 1966 y 1970, todos los músicos de la Banda Metro provenían de la última formación del grupo Miel, la banda liderada por Juan Carlos Duque durante los años '70. Eso hizo que su presencia dentro del llamado boom pop de la década de los '80 en Chile, fuese peculiar: sus integrantes eran músicos con oficio y de mayor altura musical que varios de los jóvenes debutantes del movimiento. Sin embargo, su legado quedó sintetizado tan sólo en un disco y en un tema recordado: "En el metro".
Chile no estaba para fiestas a fines de los años setenta, pero la música de Frecuencia Mod logró, incluso bajo el severo toque de queda impuesto por la dictadura, reproducir a escala local la fiebre disco además de imponer baladas-pop de avanzada producción e impecable factura. El grupo fue un trío vocal conformado por las hermanas Dolores, Patricia y Soledad García que ubicó en radios al menos tres temas de enorme popularidad: “Cállate (Ya no me mientas)”, “Duele, duele” y “Yo soy una dama”. Sus cuidadas armonías vocales y prolijos arreglos legaron un sonido que aún suena elegante, muy por encima de similares esfuerzos bailables de la época. En búsqueda de internacionalizar su carrera, las tres hermanas García Salas viajaron a Alemania, en una visita promocional que terminó siendo permanente. Las tres residen hoy en Europa, desde donde realizan muy esporádicas visitas a nuestro país y mantienen una vida alejada de sus recordados éxitos.
Sus dos apellidos están inscritos con letras principales en la historia de la música chilena de raíz folclórica. Héctor Pavez Pizarro es hijo de Gabriela Pizarro y Héctor Pavez Casanova, músicos, recopiladores y fundadores del conjunto Millaray. La música de Chiloé y la cueca han sido campos destacados en su repertorio como cantante, guitarrista y compositor, dedicado al folclor chileno en general. El heredero ha descrito también su propia trayectoria: si su padre fue conocido como el Indio Pavez, Héctor Pavez Pizarro es «el Gitano». Profesor, músico frecuente en festivales en diversos lugares de Chile y parte de un elenco familiar con su hermana, la bailarina Anais Pavez, son otras de sus actividades, a lo largo de una bitácora que se corresponde con todas sus facetas como músico, desde Chiloé hasta la cueca urbana.
En Juan Carlos Bustamante coinciden las dos ramas del canto a lo poeta: el canto a lo humano y a lo divino. En ambas se ha destacado entre las nuevas generaciones de la poesía popular chilena a contar de los años 90, con amplios recursos de cantor, poeta popular, payador y guitarronero. Nacido en la Séptima Región, vive en Rancagua, donde ejerce su oficio de profesor, pero a menudo viaja por los diversos encuentros nacionales de poesía popular en los que se muestra como intérprete de guitarrón, rabel y guitarra traspuesta.
Un muy inusual giro musical muestra la carrera de Sergio Lillo, un cantante iniciado dentro del auge del Neofolklore, y que integró dos de los más importantes grupos de ese género: Los Cuatro Cuartos y Los Solitarios (este último, con Willy Bascuñán). Sin embargo, fue el pop y la música de raíz tropical la que fue atrayendo cada vez más a Lillo una vez que se alejó del trabajo colectivo, y su carrera solista durante los años ’80 (inevitablemente asociada a los recuerdos de “Sábados Gigantes”) fue la de un baladista de pulso ágil y comodidad ante las cámaras de TV. Para muchos, trascendió sobre todo su apodo: "El ciclón del Caribe". En 1992 se retiró de la música por más de una década, hasta que en la década del 2010 regresó a grabar canciones y presentarse en vivo.
Sergio Hernán González Morales es conocido en el medio musical chileno sobre todo como «Tilo», y además como uno de los mejores bateristas en actividad en el país. Es compositor, productor, y baterista y fundador de Congreso, conjunto al que ha aportado no sólo como instrumentista sino como fundamental autor de algunas de las cumbres del conjunto. Con estudios clásicos de percusión, ha sido además uno de los precursores chilenos en el uso de los ritmos latinoamericanos aplicados a las músicas modernas, como el rock, el jazz y la fusión.
Giovanni Cultrera, pianista de origen siciliano afincado en Valparaíso después de la Segunda Guerra, es uno de los nombres mayores del jazz chileno, con un conocimiento aventajado de los repertorios y una vigencia que lo llevó incluso a mantenerse activo con más de 90 años de edad, una serie de discos publicados y una cantidad actuaciones que rompieron la barrera de los 1.300 conciertos con su cuarteto desde 2004. Su categoría como cultor del swing clásico, lo ubica en un cuadro de honor junto con solistas de la talla de Carmelo Bustos, Lucho Córdova, Daniel Lencina y, por supuesto, su compañero Alfredo Espinoza.
Con una palabra que en mapudungun significa «la llave del saber» y que fue además el nombre de la recordada editorial estatal durante el gobierno de la Unidad Popular, Quimantú es en tercer término el conjunto fundado en 1981 en Londres por el compositor y cantante Mauricio Venegas Astorga. Iniciado para cultivar la música andina en Inglaterra, país adoptivo de Venegas desde 1977, Quimantú se dedicó luego a la fusión de la música latinoamericana con las raíces celtas y europeas en general. Es un conjunto activa hasta hoy, parte esencial de cuyo trabajo reside en el contenido de reflexión social en sus creaciones y proyectos.
El tránsito entre el florecimiento de la Nueva Canción Chilena interrumpido en 1973 y su continuidad en el Canto Nuevo tuvo entre sus hombres más activos a Nano Acevedo. Cantante, autor, gestor musical y sindical, Acevedo es un cantor urbano de raíz folclórica que se inició en escenarios como la precursora Peña Chile Ríe y Canta en 1968, ganó el festival de la OTI en Chile en 1977 y ha sido un activista del gremio en dictadura y democracia, con cuarenta años de trabajo en los que ha escrito canciones como "Rin del amor" y el auténtico éxito setentero chileno "Oda a mi guitarra".
Con estudios en Chile, Alemania y Francia, además de un fuerte vínculo familiar con la música (su madre es la destacada compositora Leni Alexander), Andreas Bodenhofer ha abordado la composición desde ámbitos inusuales, vinculados no sólo a su formación, sino también a sus diversas —y, a veces, atípicas— inquietudes. Entre sus marcas de identidad como creador están el apego a la literatura, como lo demuestra su trabajo de musicalización de poesía chilena, así como la disposición a cruzar su trabajo con el de músicos y vocalistas provenientes de mundos diversos. Bodenhofer ha realizado música para teatro, televisión, documentales y cine. Su obra fusiona, como pocas en el país, códigos del mundo audiovisual, literario y escénico.