Argentino por definición, el tango fue sin embargo adoptado durante las primeras décadas del siglo XX en Chile por orquesta típicas que lo tocaban como parte de repertorios que también incluían valses y milongas. En paralelo al gran éxito que a mediados del siglo tuvieron en el país genuinas orquestas argentinas como la de Alfredo de Ángelis, los intérpretes chilenos desarrollaron a su vez el tango europeo, variante del género ilustrada en una composición como "Fernando's hideway" ("El escondite de Fernando") en los años '50 y '60, hasta llegar al repertorio de la Nueva Ola en esa década.
Con el formato de ensamble moderno, violín, bandoneón, piano, contrabajo y chelo, Maldito Tango se unió a la escena tanguera de la década de 2010 que marcó el inicio de un resurgimiento de esta música, tan popular en la primera mitad del siglo XX en Santiago y Valparaíso. Dirigido por la violinista Rocío Acosta, se instaló entre esa comunidad del llamado "tango nuevo", una música del siglo XXI pospiazzolliana, con la investigación de repertorios diversos y rescate de tangos de autores chilenos. En ese sentido, las investigaciones de Acosta sobre el tango de la década de 1940 y la tesis "Tango en Chile: una nueva propuesta estética (1990-2019)", vinieron a establecer una plataforma desde la que el grupo puso en marcha su propuesta. De hecho, el conjunto toma su nombre de "Maldito tango", composición señera de Osmán Pérez Freire, de 1916. Maldito Tango ha trabajado con cantantes como Genaro Prieto, Pablo Moraga y Marina León y ha sido número presente en el Festival Valparatango de Valparaíso.
Es uno de los guitarristas y cantantes de la agrupación musical porteña La Isla de la Fantasía, reconocido a través de más de cinco décadas de dedicación a la música en Valparaíso como uno de los "viejos cracks" de la escena musical en el puerto.
Humberto José Miguel González pasó a la inmortalidad como Pollito, uno de los representantes de la denominada bohemia tradicional porteña, que animó en Valparaíso desde mediados del siglo XX y hasta entrado el siglo XXI. El piano fue su principal instrumento, con el que dominó un abanico sonoro que abarca desde el tango a la cueca, y el tradicional bar Cinzano fue el territorio donde su nombre quedó asociado para siempre a un patrimonio popular porteño, que se forjó en la cotidiana experiencia de la música en vivo antes que en la producción discográfica.
Fue cantor y tomó la guitarra, el pandero o el bajo cuando había que tocar. Cuequero o tanguero si era por hacer bailar, autor y compositor si hacía falta repertorio, arreglador y director de grupos y grabaciones si era preciso llevar la batuta, fue también viajero y cronista innato a la hora de hacer historia y memoria. Son muchas las facetas de Pepe Fuentes, un hombre en el que coincidieron los oficios diversos del músico popular. Tuvo una carrera que avanzó desde conjuntos históricos como Fiesta Linda en los años '50 y Los Pulentos de la Cueca en los '80 hasta su llegada a las generaciones que en el nuevo siglo lo vieron en acción sobre los escenarios, a dúo con la cantante María Esther Zamora o con músicos actuales como Álvaro Henríquez. Chile y otros países en su bitácora, decenas de grabaciones como solista o con diversos conjuntos, el legado personal de su libro biográfico A la pinta mía (2014) y el Premio Nacional de Música Presidente de la República que obtuvo el mismo año son algunas marcas en su trayectoria infatigable.
Quinteto del Revés es una agrupación cultora del "tango nuevo", denominación que se estableció desde la metrópolis de Buenos Aires para identificar a una corriente de tango en el siglo XXI post piazzolliana. Liderado por el contrabajista Rodrigo Ugarte y con varias formaciones desde 2010, el conjunto asimiló como propio ese concepto que tomaba el lenguaje del tango y sus recursos como un punto de partida para la elaboración de una propuesta musical contemporánea de mayor apertura. Quinteto del Revés fue parte de una escena que marcaría cierta reaparición del tango. Si bien tomaba las centenarias raíces de la música, el baile y la cultura popular, se ha opuesto a la idea del tango de postal o de exportación.
Elías Zamora, conocido como tío Elías, fue el baterista de los grupos porteños La Isla de la Fantasía y Los Paleteados del Puerto. Se le considera uno de los pocos músicos que con sólo tres platillos, un bombo, una primera caja y una segunda caja armónica de madera de fabricación propia, implementó una pequeña maquinaria de percusión para cuecas, tonadas, valses peruanos, boleros, corridos, foxtrot y en general a los principales géneros de música popular del siglo XX. En sus investigaciones en busca de una batería chilena, Manuel Páez determina a Elías Zamora como uno de los tres nombres fundamentales en esta definición, en su caso desde la música popular porteña y el folclor urbano.