Rock
Con más de cinco décadas de vida cumplidas a escala mundial y con la guitarra eléctrica como su arma predilecta de sonido, el rock es casi igual de antiguo desde su primera adopción en Chile a mediados de los años '50, y ha descrito una de las evoluciones más múltiples de la música popular local. Imitado al comienzo, chilenizado en parte por la Nueva Ola, transformado en himno nacional para el Mundial de 1962, puesto al día por jóvenes airados a fines de los '60, revolucionado por toda una nueva generación hippie y telúrica a comienzos de los '70, aguerrido bajo la dictadura, agitado por la new wave a mediados de los '80 y abierto hacia formas como el punk, el metal, el reggae o el pop, la música rock se ha multiplicado en un sinnúmero de nombres y tendencias desde los años '90 hasta la actualidad.
En la música para teatro reside el origen de Seidú. Fue en elenco musical del Teatro del Silencio donde se conocieron Pablo Quezada y Nelson Rojas. Primero formaron una banda de rock, que desde 2012 sumó otros músicos y otros sonidos, inspirados, han dicho, “en la riqueza cultural del valle de La Ligua”, la ciudad en la que creció Quezada y donde su padre fue uno de los fundadores del Museo en 1985. Seidú debutó el año 2013 con un primer disco, en el que plasmó una diversa fusión de sonidos del rock y del folclor, atractivos videoclips y una poderosa puesta en escena. En 2018 lanzaron su segundo trabajo, titulado Folcore.
Alejandro Escobar es un exponente de las vanguardias musicales vinculadas al jazz-rock y la fusión desde la década de 1970, y parte de una escena de músicos jóvenes con amplia cultura convulsionada y deprimida por el inicio de la dictadura. Con todo, se abrió paso entre esa nebulosa organizando bandas en el underground de la época y entre ellas fue el grupo Quilín el más representantivo en esa historia. En lo personal, para él esa historia se delinea con las influencias de la guitarra clásica, la musicología, el coleccionismo, la divulgación, el rock progresivo, el rock canterburiano, el jazz fusión y las músicas de raíz folclórica.
Rodriguistas es el nombre musical de Arturo Rodríguez, guitarrista y compositor cuyo trabajo se mueve entre el rock, la raíz de la “invasión británica”, la experimentación sonora y la raíz folclórica latinoamericana. Ha participado en proyectos que abarcan desde el post punk de Yeti (2002-07) y el pop-rock de Jirafa Ardiendo (2006-09) hasta el dúo de bossa nova que mantuvo junto a la cantante Francisca Santa María, con quien fue finalista del concurso "Chile canta Brasil" (2005).
Los Verdaderos Cabrera se definen a sí mismos como "una banda de rock chileno". Nacieron como una banda adolescente, más vinculada al punk, y fueron sumando a su sonido el rock de los '60, elementos del pop y tradiciones musicales chilenas, como bandas de la Nueva Ola y Los Ángeles Negros. Lincoyán Viera, líder y voz de la banda (e hijo menor del fallecido cantautor Gervasio), lo resume así: "La necesidad de hacer lo que realmente importa en la música, canciones simples y buenas".
El dato inicial más llamativo en Yajaira era la experiencia con la que llegaron sus miembros fundadores. El guitarrista Samuel Sam Maquieira había tocado en Jusolis; el baterista Sebastián Flecha Arce era entonces integrante de Pánico; y el bajista y cantante Miguel Comegato Montenegro había actuado en Necrosis y en los respetados Supersordo. Su primera inspiración fue el rock stoner de K-yuss y Soundgarden, aunque también el legado de Black Sabbath y el rock sicodélico en general. Durante una década, el grupo trabajó un sonido eléctrico poderoso y distendido, de gran influencia para otras bandas rockeras independientes en el circuito local noventero. Tras una pausa, su reactivación como trío confirmó su vocación eléctrica.
La unión de músicos de sobre prestigiados en otros proyectos y la publicación de un único disco de impecable ejecución (Panal, 1973) marcan la breve historia del grupo Panal. Su sonido puede asociarse a la unión entre rock y Nueva Canción Chilena que comenzaba a oírse desde inicios de los años '70, aunque no se trató de una idea espontánea. La propuesta de Panal más bien fue fruto de un riguroso trabajo de estudio, cuya misión de electrificar una buena selección de clásicos de la canción latinoamericana logró resultados sorprendentes.
Por la edad, este grupo pertenece a la generación de músicos chilenos iniciada a mediados de los 90: Supersordo, Maestro, Pánico, Yajaira o Congelador. Por el circuito, coinciden con las escenas alternativas de entonces hasta las de sucesores como Familia Miranda o Guiso. Pero Tobías Alcayota es gente demasiado inquieta para caber en los márgenes de una generación o una escena. Usaron cualquier instrumento y disolvieron sus fuentes originales en un estilo propio, y legaron una impronta de referencia. Como precisan, ‘‘no sólo nos interesa la música, sino todo lo escénico. Los tres nos unimos en este personaje que se ha ido armando con los años. No es literal, pero es importante sentirnos objetos de algo que se genera a través de los tres y no individualmente’’.
Umbría en Kalafate pertenece a la generación de la década de 2000 de bandas instrumentales que mezclan rock, la electrónica y otros sonidos occidentales con ritmos e instrumentos propios de culturas ancestrales, influenciados por próceres de la Quinta Región como Los Jaivas o Congreso. Formados en 2002 en Valparaíso, contemporáneos de Pequeñas Partículas, Holograma y Cazuela de Cóndor, su creación musical va en directa relación con la identidad territorial.
El sonido crudo y esencial de una juventud porteña temperamental, sónica y electrificada marca el rumbo de la música de Cajitas Rectangulares. Con estos atributos y junto a otras bandas porteñas como Fatiga de Material, Lisérgico y Kafarenass, dieron curso entonces al sello Acople, que en Valparaíso dio una mirada de la creatividad de la música desde la década de 2000. Durante diez años de acción, dejó como testimonio de su paso por la música porteña el disco Fiesta de mentira (2015).
Nombre de cantor solista tiene este conjunto de siete integrantes y vocación colectiva. «Música para bailar, cantar, oír, llorar y vacilar», presenta la reseña en su sitio, y es difícil darle una proporción jerárquica a las invitaciones de cada verbo. Hay en su sonido ritmo de fiesta, pero también una carga melancólica que los emparenta por igual con viejos combos de cumbia como con cantores cebolla de boleros de puerto.
Folk, trova y rock es el triple santo y seña válido para la carrera que este grupo desarrolló por más de una década entre el rock chileno. «Folklor sin poncho, trova sin aburrirse y rock sin gringuerias», precisan ellos en su promoción, y FTR es la sigla con la que han editado parte de sus discos. El grupo mantuvo una misma formación durante su historia, y su discografía consiguió exponer dos dimensiones paralelass, entre la acústica y la eléctrica. Elementos andinos, africanos, afroperuanos y mapuches se funden en el sonido de la banda, sin equivalentes entre los grupos de su tiempo.
Junto con su participación como guitarrista en MediaBanda, agrupación a la que llegó en 2013 para integrarse a una de sus más determinantes renovaciones, Aurelio Silva Sáez exhibe un trabajo como compositor de música contemporánea que lo ha situado en varios espacios y narrativas. Su propuesta transita desde la música de cámara propiamente instrumental, hasta la electroacústica pura y dura y la producción a través de medios tecnológicos. Y ello se puede comprender en un proyecto titulado Cuadríptico, un ciclo de partituras de diverso enfoque y formato publicadas como una saga de cuatro álbumes.
Agrupar las influencias del hip-hop y el funk sobre la columna del rock caracterizó la propuesta musical de Weiza, uno de los grupos que a partir de la cruza entre rap y metal buscó hacia inicios de la década de los 2000 mezclas con otros sonidos, como los del soul y ritmos latinos, según se oye en Buscando metas (2005), su disco debut. Su historia larga con algunos integrantes aún en su período escolar, y avanza por toda la primera década del siglo XXI. Colaboraciones con músicos como la banda 2X y el rapero Seo2 fueron hitos de esa primera etapa. La banda tuvo varios años de receso, hasta que en 2019 anunció nuevos shows, aprovechando una visita a Chile del Rudi Meibergen, hace años ocupado en Los Ángeles, California, como compositor de música para cine y televisión.
Pese a ser contemporánea del llamado «boom pop» de los años ochenta en Chile, La Banda del Pequeño Vicio se tiñó de un color más oscuro y propositivo que el de ese apartado, con presentaciones que combinaron música, poesía y artes escénicas; y que hoy son recordadas como un experimento valioso en algo parecido a un rock teatral. Si bien el grupo no buscó figuración en los circuitos comerciales, de su núcleo salieron músicos importantes para el pop chileno de la siguiente década, como Andrés Bobe y Luciano Rojas, que fueron parte de su formación antes de estabilizarse en La Ley.
Como un grupo de “rock alternativo que busca el equilibrio entre la estridencia y la calma” es como se definió en sus comienzos el cuarteto Parálisis del Sueño, que el 2015 se armó a partir del núcleo de dos amigos, y que fueron reclutados tempranamente por el sello Armatoste. Un EP el mismo 2015 inauguró una trilogía de ediciones con números no correlativos (el orden fue el 3, luego el 1 y finalmente el 2) con canciones que, efectivamente, navegan entre sonidos melódicos y duros pasajes rockeros, en un contraste que a veces distingue incluso una misma canción. Con la producción de experimentados nombres en distintas etapas (como Andrés Godoy o Alejandro Gómez, de Perrosky), la banda ha ido consolidando un circuito en vivo, sobre todo en conciertos colectivos.
Empujada por la electricidad de la guitarra junto con la voz de Claudia Sepúlveda, Sónica fue una de las bandas de rock-pop que mezclaron sonidos de época, el britpop y el grunge, en un contexto local durante los años inmediatamente posteriores a la aparición y el predominio de Saiko. Tuvo una vida relativamente breve durante la década de los 2000, con una presencia determinada principalmente como proyecto del Sello Azul y una música autoral plasmada en tres discos.
Luego de ser parte del grupo Wentru, la cantante y compositora Francesca Santoro inició un camino como solista, construido con canciones que transitan por delicados arreglos pop, letras reflexivas, melodías nostálgicas y pasajes oscuros y eléctricos.
Un trabajo extenso y sin interrupciones en proyectos musicales propios y ajenos ha convertido a Cristián Heyne en un compositor y productor respetado, con logros en géneros disímiles y una llamativa lista de encargos. Pese a su crédito en discos de nombres populares, Heyne no ha abandonado hasta ahora el desarrollo de un exigente rock eléctrico en su propio proyecto, Shogún. Y en su trabajo como productor y diseñador de sonido, ha dirigido los sellos independientes Luna y Música del Sur.
Integrantes de los grupos rockeros Duna y Blu Toi se unieron en la primera década de los 2000 en el grupo Gatostar, una de las experiencias locales por desarrollar una suerte de grunge chileno. El cantante y guitarrista Néstor Ayala había liderado por un par de años al grupo Jada, pero en este proyecto buscó bajar las revoluciones y trabajar algo más cercano al sonido de rock unplugged y de canción autoral. De hecho, el disco Hombre solo (2005) fue grabado junto a un cuarteto de cuerdas de la Orquesta Filarmónica de Santiago bajo la idea de una publicación solista, y se llenó de composiciones tristes e introspectivas, como "Tormenta" («es invierno y es eterno, abrígame más / quiero sentir movimiento / sabes que no puedo más / ahora pido paz»). Sólo después de mostrar ese álbum en vivo (en La Batuta) Gatostar se hizo banda. Pese a trabajar en nuevas composiciones, nunca llegaron a publicar otro disco.
Aunque su nombre y su sonido se asocian antes que todo al pop-rock surgido en Chile en los años noventa, Malcorazón ha sido una banda de vida extensa, que ha continuado hasta hoy con su trabajo, pese a períodos de pausa y cambios de integrantes. En ese trayecto, la cantautora Cathy Lean ha sido el único pilar estable desde su fundación, motivada por el desarrollo de un pop cuidado y de referentes principalmente británicos. Ella misma ha establecido que «Malcorazón es un concepto, y mientras yo lo quiera mantener vivo seguirá latiendo».