Canto y trova

Poemas y canciones de amor, de humor o de política fueron parte del oficio del trovador histórico, personaje nacido ya en épocas medievales y que mil años después regresó a la música popular con el mismo sentido. Su figura renació en los años '60, cuando en América Latina y Europa surgieron autores cuyas canciones –interpretadas con la sola compañía de una guitarra- hablaban de sentimientos personales y temas sociales. Canto y trova son formas modernas de expresión del trovador, quien a falta de despliegue instrumental centra el poder de su música en las letras y en su virtuosismo como ejecutante de esa pequeña orquesta de seis cuerdas. Desde Francia a Estados Unidos y desde Cuba a Chile, los cantautores reaparecieron en la década de los grandes cambios. En nuestro país se activó en el marco de la Nueva Canción Chilena y luego siguió con el movimiento joven del Canto Nuevo, pero su oficio es ahora tan genérico que ha superado todas las etiquetas.

Manuel Sánchez

En el campo de la poesía popular, en particular de la paya y del guitarrón, Manuel Sánchez es uno de los más adelantados herederos. Cantor a lo humano, poeta popular y payador, trajo desde sus inicios, a comienzos de los 90, el caudal de una voz joven para esas tradiciones. Está entre los inquietos cantores que mantienen vivos tales oficios en frecuentes encuentros nacionales de payadores y guitarroneros, pero además con publicaciones de discos y libros de su autoría, y talleres constantes desde la labora del divulgador. Más allá de la raíz pura del canto a lo poeta también es autor y compositor, y tanto en sus proyectos solistas como en colaboraciones con Fabiola González, Mauricio Redolés y el Ensamble Tradicional Chileno ha puesto su voz y el guitarrón al servicio de otras formas del folclor y de la canción popular.

Patricio Anabalón

De la generación de cantautores con tintes de trova surgidos a fines de los años '90 en Chile, Patricio Anabalón ha tenido discreta presencia en los medios pero gran prolificidad discográfica e internacional. El músico, que tiene a su haber estudios de guitarra clásica, se ha hecho cargo de la definición de trovador en su sentido más original, y ha mantenido permanente vínculo con la poesía. De hecho, ha publicado libros (como Mandrágora inmortal y El retrato final) e incluido algunos de sus poemas en antologías, y en su discografía aparecen canciones que musicalizan versos de vates chilenos y universales.

Verónica González

Iniciada espontáneamente en el Canto Nuevo de los ’80, Verónica González no fue una figura habitual en aquellos circuitos de música, poesía y protesta política y social como sus contemporáneas Isabel Aldunate, Cristina González o Rosario Salas. Sus permanentes viajes la ubicaron como una artista de paso por Chile, y fue la influencia de muchos sonidos la que determinó su lugar en la música: una exponente de la world music en Alemania, su lugar de residencia.

Alejandro Lazo

Cantautor de trayectoria extendida, tanto en el tiempo como en el mapa y los referentes, Alejandro Lazo ha emparentado parcialmente su música con el Canto Nuevo y la canción de exilio, aunque también se ha mantenido activo fuera de esos bordes. «Mi generación es la generación del sandwich», ha definido.

Tita Parra

Los vínculos familiares han sido el principal ancla artística de Tita Parra, pero en ningún caso un fin en sí mismos. Cantautora, guitarrista y tecladista, la mayor de las hijas de Isabel Parra le ha dado forma a un cancionero de rasgos autorales, así como a un estilo de interpretación de raíz latinoamericana registrado tanto en sus propios álbumes como en los de otros músicos. Su discografía se distingue por una fusión que acomoda la raíz folclórica entre citas al jazz y a la música brasilera. Parte de su trabajo se ha dirigido por los derroteros exigentes de la electroacústica, con menciones escritas a problemáticas (identidad femenina, medio ambiente, meditación) de hasta entonces escasa reflexión en el cancionero chileno. Sus grabaciones y conciertos han contado con relevantes músicos de acompañamiento y apoyo, como, en diferentes momentos, Emilio García, Pedro Greene, Chicoria Sánchez y Manuel García.

Tata Barahona

Tata Barahona es cantautor, profesor de música, lutier e integrante del grupo de música medieval Calenda Maia. Sus orígenes se encuentran en los circuitos estudiantiles, que luego se fueron ampliando a los escenarios de la trova en un camino creativo marcado por cantautores como Eduardo Gatti y Alexis Venegas. Tras su disco debut en 1993, mantuvo una década de silencio, y en los años 2000 grabó artesanalmente dos nuevos títulos, pero el año 2011 dio un paso decisivo y presentó su primer disco de estudio, Fotografías. El trabajo fue el inicio de una trilogía, con la que ha puesto canciones en radios (como "La mexicana", "Te vas de mí" o "Luz de rabia") y redes sociales y que lo han llevado por todo Chile, convirtiéndolo en un nombre fundamental de la trova en la segunda década del 2000.

Daniela Medel

Inicialmente reconocible como guitarrista, acordeonista, pianista o tecladista en bandas de música tan distinta como las de Javier Barría, Camilo Eque o Mauricio Barraza, Daniela Medel alcanzó su dimensión solista a través de Sincronía (2017), disco con el que puso en circulación un primer cancionero autoral que la respaldó como compositora y que presentó como propuesta un pop intenso, de bordes íntimos y auténtica poesía existencialista juvenil, en el siempre insondable desencuentro de los pensamientos y las emociones.

Edson Guerrero

Cantautor y deambulante, Edson Alejandro Fuentes Bustamante fue conocido en los círculos de la música y el folclor urbano de los años '90 como Edson Guerrero. Es heredero de una rica tradición del canto campesino, que le legó su abuela, una cantora de Parral de oficio en las fiestas y celebraciones, casamientos, trillas y velorios. Edson Guerrero supo consolidar este encuentro de mundos en sus canciones, que mezclan tanto la trova poética con las danzas populares, y encontró un estatus de cronista de sus tiempos. Compositor ganador de la competencia folclórica del Festival de Viña del Mar en 1996, con la "Cueca tristona", que interpretó entonces Clarita Parra, también compitió como intérprete en 1998 con su huayno "Madre del mineral". Su nombre fue recurrente en un circuito de festivales de la voz y la canción a lo largo de toda esa década, como el recordado festival Una canción para Jesús, de 1990, donde obtuvo el primer lugar. Guerrero fue uno de los primeros trovadores en grabar discos para el sello Leutún: En cuerpo y alma (1992), considerado una pieza de culto. Y tras obtener el segundo lugar en el Festival del Huaso de Olmué en 2001, llegaría entonces al Sello Azul como parte de la primera generación de músicos favorecidos (Sinergia, Claudio Carrizo, Delisse, Katty Ravlic, La Comarca, Manka Saya, Rosario Mena). De esta manera grabó el disco Con sabor a tradición (2002). Edson Guerrero falleció tres años después.

Alejandro Soto Lacoste

El paso como multi-instrumentista por agrupaciones de la música de fusión latinoamericana (Aranto, Bombyx Mori y Sur-Gente), además de colaboraciones múltiples con solistas, marcan el primer paso de Alejandro Soto. Sin embargo su carácter de moderno compositor para música popular definió mayormente su proyección en el tiempo, con presencia en la serie de piezas escogidas de los discos Música de este lado del sur en 2002 y 2004 (con “Tu vuelo inquieto” y “Entre dos caminos”). Eso hasta que una vez radicado en Alemania Soto inició en 2007 una ruta solista con su álbum de canciones de autor, Interiores, editado en 2008 y presentado en Chile en 2009.

Kaskivano

Tres años menor que Chinoy comparte el oficio con su hermano y varios de sus características como músico, como la energía en escena y una notable capacidad para componer canciones. Desde ahí las semejanzas son las que comparten buena parte de los cantautores de este tiempo: La autogestión, la libertad musical y la capacidad para meter en sus canciones temas de amor y temas sociales. Marcelo Castillo, que es como se llama Kaskivano, adoptó el seudónimo de una banda que tenía cuando adolescente, y su camino solista se reveló luego de que su hermano Chinoy alcanzara cierta celebridad. Aunque las comparaciones le molestaron en un comienzo, Kaskivano ya ha trazado su propio camino.

Felipe Schuster

Felipe Schuster integró Hic Sunt Leones, banda de la segunda mitad de la década de los 2000, con la que elaboró un sonido pop que si bien no alcanzó ecos masivos, fue ampliamente reconocido por su factura. Hacia fines del 2011, cuando ya el proyecto no existía, Schuster comenzó a desarrollar un trabajo solista que el 2012 presentó en vivo, y en el disco Atiempo (2013). Con sonidos similares a su banda de antaño, un tributo al tema "Campos verdes" de Eduardo Gatti, que grabó junto al propio cantautor y la producción de Pablo Stipicic. Al tiempo que alterna su oficio musical con su profesión de abogado, ha seguido componiendo canciones y su segundo trabajo fue La montaña (2015), y desde entonce sigue lanzando singles en sociedad con el compositor Javier Barría.

Pablo Herrera

A sus 19 años, Pablo Herrera abrió con su primer disco la historia de uno de los solistas chilenos exitosos de la música local. Rubricado primero como trovador o cantautor, se movió en escenarios alternativos hasta comienzos de los años noventa, cuando por propia opción decidió acercarse a la balada y desvió su rumbo hacia nuevas audiencias y alcances. "Alto al fuego", "Entre dos paredes", "Tú eres mía" y "Amor, amor", son algunas de sus canciones ancladas en la memoria colectiva local de las últimas décadas.

Ignacia Torres

Un cruce entre la trova latinoamericana, las raíces del folclor centrino y el folk anglo se aprecian en las canciones de Ignacia Torres, cantautora perteneciente a una generación de autores que tomaron posición en la década de 2010, con nombres como los de Nicole Bunout, Javiera Barreau y El Árbol de Diego, entre otros. Apareció en el medio en 2021 con la canción "Horarios de oficina", y poco después publicó un primer álbum, Corazón abierto (2022), con su canción ariete  y feminista "Alma de mujer". En 2023 integró el elenco que realizó la gira "Cantoras por el Sur", junto a la cantante Verónica Soffia y la chelista Magdalena Rust.

José Manuel Lattus

La cantautoría de vocación acústica y el espíritu trovadoresco son elementos que animan el trabajo de José Manuel Lattus, uno de los muchos solistas iniciados a partir del siglo XXI, quien ha estampado sus composiciones en cuatro discos de estudio y un registro en vivo.

La Pájara

El trabajo de esta cantautora ha mostrado un inusual equilibrio entre fuerza y fragilidad, entre pasión y melancolía. «No sé de dónde sale esta fuerza / la que acompaña siempre a mi voz / piensan que sale de mis pulmones / yo pienso que nace en mi convicción», dice uno de los versos incluidos en su primer disco, Malvarrosa (2013). Javiera Bobadilla prefiere presentarse como La Pájara, y ésa es sólo una de las peculiaridades de esta creadora, con estudios de música en Chile y España, y la disposición a hacer de sus canciones una plataforma de intensa expresión emocional. En 2014 ganó la Gaviota en la competencia folclórica de Festival de Viña del Mar con la canción "La retirada", y en paralelo obtuvo un segundo galardón a la mejor intérprete.

Crisantemo

Originalmente un proyecto de trova y poesía iniciado en el Instituto de Música de la U. Católica entre los estudiantes de Composición Belén Robledo, alumna de Juan Antonio Sánchez, y Osvaldo González, discípulo de Aliosha Solovera, Crisantemo pasó de ser un dúo de canto y guitarra al de un ensamble de diversos instrumentos nobles: violín, viola, cello, contrabajo, flauta traversa, clarinete y piano, entre otros. Con un inicio en el circuito universitario de bares y cafés, la transformación sonora situó entonces a Crisantemo como un proyecto de fusión, sin perder la esencia trovadoresca siempre protagónica en sus canciones. En 2016 publicaron su primer álbum, Brotes, donde expusieron su punto de vista sobre ese canto latinoamericano genuino, junto con la música de raíces y los arreglos camerísticos.

Luchín Salinas

Luchín Salinas es un trovador porteño, cultor de la firme tradición del canto popular de peñas y bares de poetas, aunque al mismo tiempo ha sido un inquieto observador de las influencias musicales modernas, el rock, el pop y el folk, presentes en su creación autoral. Sus primeras canciones trovadorescas quedaron resigstradas en los discos Norte claro, sur oscuro (2014) y Del tercer mundo (2016).

Tamara Águila

Autora y cantante magallánica intuitiva, sensible y al mismo tiempo aguerrida, Tamara Águila Aravena ha elaborado una obra propia que reúne la creación poética, la pedagogía y las artes de la sanación. Primero radicada en la ciudad de Limache, en 2014 presentó el disco Ama encantos, un proyecto donde explora aspectos sobre lo femenino y lo matrístico. Las presentaciones de este trabajo se convirtieron en un montaje escénico que vinculí texto, danza, música y video, y fue planteado como un "despertar de la nueva energía femenina en la Tierra". Más adelante, instalada en la maulina Rari, continuaría con proyectos tanto de gestión cultural como de creación musical, reflejado en otro disco importante de su trayectoria como cantautora, Naves (2025).

Francesca Ancarola

Francesca Ancarola es una figura de la música popular de fin de siglo, que toma elementos de la tradición latinoamericana y las fusiona con músicas de sus tiempos. Si bien comenzó su carrera en 1984 con un premio como intérprete en el Festival Canciones de la Joven Música Chilena, organizado por la revista La Bicicleta y el Café del Cerro (ejes del Canto Nuevo), Ancarola forma parte de la oleada que renovó el género a fines de la década siguiente, reconocible durante esos tiempos bajo el concepto de "novísima canción chilena". Las coordenadas que agrupan a esta generación son básicamente tres: raíz folclórica, textos poéticos de crítica social, y música que desde la academia inician una transformación de esa misma raíz con una mirada contemporánea.

Eduardo Carrasco

Compositor y nombre clave para la tradición popular chilena de los años '60, Eduardo Carrasco fue el pilar de Quilapayún desde sus inicios y hasta bien entrados los años '80, lo que significó acompañar su trabajo incluso en las turbulencias propias del exilio. Fundó el conjunto junto a su hermano Julio y el cantautor Julio Numhauser cuando aún era estudiante de Filosofía del Pedagógico de la Universidad de Chile. De ahí en adelante, Carrasco se convirtió casi en un símbolo del carácter disciplinado, creativo, generoso e investigativo que distinguió a Quilapayún, sin contar, por cierto, el de su férrea militancia comunista. Abandonó el conjunto entre 1988 y 2003, y en ese período su trabajo musical público fue más eventual que regular.