David Ponce
Juventud: fiesta linda desde el puerto
Nacido en 1931 en Nueva Imperial, provincia de Cautín en la Región de La Araucanía, José Concepción Fuentes Pacheco ya se estaba iniciando en los escenarios durante la segunda mitad de los años '40 en Valparaíso, el puerto donde arrancó su carrera en la adolescencia.
Tras integrar los tempranos conjuntos Los Reseros, Los Troveros Porteños y los Hermanos Clavero con compañeros de correrías como el acordeonista Hernán Bahamondes, Fuentes terminó por anotarse a corta edad en la historia cuando en 1954 fue parte de la alineación inicial de Fiesta Linda, uno de los más populares grupos de su tiempo, junto al autor y compositor Luis Bahamonde Alvear, a la cantante Carmencita Ruiz y al guitarrista Ricardo Acevedo.
Pepe Fuentes entró con Fiesta Linda a los circuitos principales de la música popular chilena de la época, en grabaciones para el sello RCA Victor y en presentaciones en radios, quintas de recreos y otros escenarios de Valparaíso y Santiago, entre otras ciudades. Pero el oficio que mejor lo retrata desde entonces, más que la pertenencia a un conjunto determinado, es su desempeño como músico de acompañamiento, fuera para grabaciones, actuaciones en radio o presentaciones en vivo. A mediados de los años '50 dejó a Fiesta Linda para enrolarse en el cuarteto melódico Los Chamacos, y a la vez trabajó hasta el fin de la década como músico en grabaciones de discos junto al reputado guitarrista Humberto Campos.
Ida y vuelta: veinte años de un viaje
Un paréntesis de casi veinte años se abrió entonces en la relación de Pepe Fuentes con los escenarios nacionales, a raíz de los viajes que emprendió entre 1960 y su regreso en 1982.
Primero partió a Argentina, donde a comienzos de los '70 se vinculó con el músico chileno Sergio Solar, guitarrista y director original del fundamental conjunto continental de cumbia Los Wawancó. Desde ahí se embarcó con Solar en un viaje a Europa con destino a ciudades de Italia, España e incluso a los Emiratos Árabes Unidos. Luego se estableció en Barcelona, ciudad donde se reencontró a su vez con el viñamarino Dúo León-Ríos, conjunto de música tradicional que había conocido en su juventud en Viña del Mar, y con el que fraguó su retorno al país natal en 1982.
De regreso, y pese a las condiciones hostiles para el desarrollo del oficio de músico popular existentes en la época en Chile, con la activa vida nocturna de antaño desmantelada por la dictadura militar y bajo toque de queda, el guitarrista se dio a la labor de buscar nuevas fuentes de trabajo. Se presentó en lugares como el capitalino Pueblito del Parque O'Higgins, el Sindicato de Folkloristas, sedes de mutuales, sociedades gremiales y restaurantes.
Entre estos últimos establecimientos estaban los locales administrados por los hermanos Pedro y María Esther Zamora, hijos y herederos del cantor y acordeonista Segundo Zamora, más conocido como el Guatón Zamora y como creador de "Adiós, Santiago querido" entre otras cuecas. Con María Esther como compañera de escenario, Pepe Fuentes inició un dúo que a poco andar derivó en el matrimonio que ambos contrajeron en 1989, como consagración de un trabajo compartido que ambos iban a sostener desde ahí en adelante.
Pulento de la cueca: influencia y generaciones
Varios nombres quedan de los años '80 como evidencias de la carrera musical de Pepe Fuentes. Son compañeros de trabajo como el acordeonista Rafael Rabanito Berríos; el cantante porteño Jorge Montiel; el también acordeonista y porteño Hernán Bahamondes ya citado y los guitarristas Alejandro Espínola y Eugenio Moglia. O son agrupaciones como el sexteto de guitarras Jacarandá, el conjunto bailable Cristal de Roca y su trabajo junto a Los Guatones de Oro de la Cueca, antecedente directo de otro de sus grupos fundamentales: Los Pulentos de la Cueca, que debutaron con la cassette Cuecas cahuineras (1988).
Es una fina selección de cuequeros la que da forma a ese conjunto, liderado por las voces de Pepe Fuentes, Jorge Montiel y Pedro Zamora, y con la calidad de Pepe González, Pollito (piano), Rafael Berríos, Rabanito (acordeón), Juan Carrasco (arpa), Alejandro Espínola (guitarra), Iván Cazabón (contrabajo) e Iván Ángel (batería) como aval instrumental. Con ese personal el grupo grabó cuecas de la tradición como "La Corina Rojas", "La negrita", "Arráncame el corazón" y de los autores Petronila Orellana, Hernán Núñez, Efraín Navarro, Emilio Olivares, Mario Catalán y desde luego Segundo Zamora, con "Mándame quitar la vida" y "Adiós, Santiago querido".
En perspectiva Los Pulentos de la Cueca fueron intermediarios entre esos repertorios históricos y la revalorización que vivió el gusto cuequero en manos de músicos jóvenes y ante audiencias nuevas en los años '90. El vínculo específico en este caso fue posible por medio de Álvaro Henríquez, quien tras escuchar el estilo del pandero de Pepe Fuentes convocó al cantor a la primera versión de La Yein Fonda organizada por Los Tres en 1996: fue el comienzo de un lazo que se mantuvo desde entonces en todas las versiones siguientes de la fonda, con el dúo entre Pepe Fuentes y María Esther Zamora transformado en anfitrión de la fiesta, vitrina definitiva para mostrar su legado a un público nuevo.
Superados los 80 años, el cantor y guitarrista mantenía ese sitial de referente ganado y confirmado por nuevas generaciones de músicos y conjuntos germinados bajo su alero, desde nombres iniciados en los años '90 como Altamar hasta nuevos conjuntos tan diversos como Las Capitalinas, Los del Lote, Silvestre, Los Pata e' Cumbia y otros que lo reconocían como influencia. Recibió en 2014 el Premio Nacional de Música Presidente de la República en la categoría de música folclórica, el mismo año en el que, pocos meses antes, publicó su autobiografía en verso y testimonio en el libro A la pinta mía (2014), con el registro personal y en primera persona de sus memorias, estrofas y viajes tras una vida completa consagrada a la música.