Carlos Figueroa Salazar

Sesionista, sideman, productor y profesor, el baterista Carlos Figueroa Salazar arrastra una historia ligada al instrumento definitivo de la percusión desde las dos ramas de su genealogía. Su padre es Carlos Figueroa, el más importante baterista-investigador-instructor de la era moderna y su madre es hermana de Patricio Salazar, uno de los más populares baterías de la misma época, vinculado primero a la Nueva Ola y luego a las orquestas televisivas. Ese ADN convirtió a Figueroa Salazar en un versátil intérprete de estudio, escenario, giras y sesiones desde fines de los ’80, cuando era un adolescente y hasta que a los 35 años editó su primer álbum como líder, Carlos Figueroa (2007), que llegó a ser nominado en 2008 al Grammy Latino.

Fechas

Santiago - 11 de mayo de 1972

Región de origen

Metropolitana de Santiago

Décadas

1980 |1990 |2000 |2010 |2020 |

Géneros

Carlos Figueroa Salazar

Iñigo Díaz

A los cuatro años hizo una demostración de habilidad tocando la batería en “Sábados gigantes”. Eran las primeras señales del traspaso de conocimiento en la ruta padre-hijo. Figueroa Salazar tenía a la mano material discográfico de adelanto y además la metodología que Figueroa ya estaba produciendo en su estudio. Era un músico en movimiento permanente que participó también de la prehistoria de bandas como Chronos (1985), La Ley (1987), Diva (1989) y Aleste (1992). Entonces ya escuchaba a virtuosos solistas de la época del jazz fusión como Dave Weckl y Vinnie Colaiuta, además de otra variedad de percusionistas como Steve Gadd y Tico Torres.

Desde 1987 se convirtió en polivalente músico de acompañamiento en estilos abiertos, desde el pop-rock al jazz fusión, y de la balada latina y a la música tropical, que lo llevaron incluso a ser reconocido como uno de los más importantes bateristas latinoamericanos por la revista Modern Drummer en 1997. Integró las orquestas televisivas de Horacio Saavedra, Toly Ramírez, Valentín Trujillo, Miguel Zabaleta, Juan Azúa y Pancho Aranda. Grabó en discos de pop de Juan Carlos Duque (Queda tanto por andar, 2006), rock de Tatiana Bustos (Las hijas de Eva, 1997), canción latinoamericana de Cecilia Echenique (Debajo de mi piel, 1997) e incluso el axé de moda con Axé Bahia (Tudo bem, 2002). Y ha sido músico de Alberto Plaza, Myriam Hernández y Luis Jara, pasando por Florcita Motuda, Patricia Maldonado y Álvaro Véliz, hasta Ximena Abarca, Mario Guerrero y María José Quintanilla.

En 2005 trabajó en la gira de Dinámica solista (2004), disco experimental del bajista eléctrico Christian Gálvez. Entonces siguió vinculado a este músico de fusión para cuyo sello discográfico, Pez Records, grabó su primer álbum de latin jazz después de 20 años de sesión. Al final de la década el baterista dio nuevos pasos: en 2010 se convirtió en productor de discos de pop (Carolbetz, Alejandra Ramírez y Camila Silva) y en director orquestal para el concierto crossover clásico-popular "El Mesías del Bicentenario". Y en 2011 debutaba como director de la orquesta del Festival de Viña, la misma agrupación donde él había sido baterista bajo el mando del histórico Horacio Saavedra.

En su séptimo año como director de esa orquesta, Figueroa Salazar escribió el guión y los arreglos para la recordada —y también criticada— obertura del Festival de Viña del Mar de 2017. Dedicada al centenario de Violeta Parra, contó con un elenco de voces encabezas por Isabel Parra y Tita Parra, además de figuras como Claudia Acuña, Consuelo Schuster o Camila Gallardo. Poco después, el músico retomó su trabajo autoral en el jazz fusión, suspendido durante una década, e inició la composición de un repertorio nuevo para sexteto con figuras como Emilio García (guitarra), Lautaro Quevedo (piano) o Andrés Pérez (saxo tenor), que se convertiría en el disco Mar de esperanza (2017).

Actualizado el 13 de mayo de 2022