Iñigo Díaz
Cuando la genealogía de la familia Lecaros se adentra en el siglo XIX terminan por extraviarse los muchos personajes que estuvieron vinculados a la música. Después de Fernando Lecaros —músico popular de los años '40 y el creador de la canción "mapuchina"— aparece Roberto Lecaros.
Antes de incluso poder verbalizar ideas sobre música, el piano y el acordeón sonaban para él diariamente. Su padre, Mario Lecaros Sánchez, era músico popular. Integraba el Sexteto Santiago, de su hermano Fernando Lecaros, y su casa era frecuentada por figuras de la música chilena. Entre ellos los mejores jazzistas de la época: Mario Escobar y Luis Huaso Aránguiz. Las fiestas familiares eran con canciones de raíz folclórica, con arpa, guitarra y acordeón. Y con discos de tango, bolero y swing. Un microclima que lo marcaría para siempre.
La tuba y el contrabajo: el sideman
Comenzó con el violín clásico a los tres años, pero se involucró definitivamente con el jazz cuando una tarde de fines de los '50 vio tocar a la Goodway Jazz Band en un baile. Su director, el clarinetista Juan Sillano, invitó al pequeño Roberto a tocar la tuba en ese show y lo hizo de tal manera que luego siguió participando en los ensayos de la banda.
Acto seguido haría ingreso en el Club de Jazz y poco después pasaba a tocar la corneta en la misma Goodway Jazz Band, debido a la soltura en la aproximación a todos los instrumentos. Gustaba de la música de Bix Beiderbecke y conocía bien las armonías de la música popular, por lo que los más hombres más experimentados del club tardaron muy poco en percatarse del talento floreciente del músico menor de edad.
Su llegada al Club de Jazz significó en él un particular desdoblamiento. Roberto Lecaros disfrutaba igualmente con el clasicismo como con la vanguardia. Por eso no lograba entender por qué los jazzistas tradicionales se enfrentaran tan directamente con los jazzistas de línea moderna. Él estaba listo para alinear igualmente tanto en jazz bands clásicas como en jazztets contemporáneos. Durante los años '60 todo ocurrió muy rápido para Lecaros.
Una vez que la Goodway desapareció, siguió como tubista de la banda que la sucedió: los Santiago Stompers. Pero además tocaba el contrabajo —asombrado por solistas como Paul Chambers o Sam Jones— para agrupaciones modernas que surgían una tras otra entre los jazzistas jóvenes: los Chilean Jazz Messengers (del pianista Miguel Sacaan), el Nahuel Jazz Quartet (del pianista Omar Nahuel) y el Village Trío, junto al baterista Sergio Meli (agrupación en la que alternó como pianista y contrabajista y que en 1965 grabó el álbum Village Trío, ). Entre esa cofradía y la grabación de ese álbum, también circuló la cantante de 20 años Rita Góngora.
Al mismo tiempo tocaba al piano bossa nova, bolero y pop de cámara en el Nahuel Jazz Club. Hacia 1969 era uno de los músicos más cercanos de este pianista iniciador del jazz moderno en Chile. En el dramático accidente automovilístico que le costó la vida a Omar Nahuel, viajaba también Roberto Lecaros. Luego de ese episodio actuó como contrabajista clásico en la Orquesta Sinfónica de Chile (1969-72) y en la big band que dirigía el clarinetista y arreglador Luis Retamal.
Al ingresar en los '70 alternó el jazz con una versátil faceta de músico popular en la Taberna Capri. Iba del swing al tropical y del tango a la zarzuela con notoria plasticidad. En el Club de Jazz continuaba tocando en combos acústicos reducidos junto a su hermano (también multi-intrumentista) Mario Lecaros, y luego, en 1975, junto a Pablo Lecaros (de 18 años), a quien inició como contrabajista de la misma forma en que en 1965 lo había hecho con Mario cuando éste tenía apenas 15 años.
El violín y el piano: el líder
Si el primero de sus instrumentos había sido el violín clásico, sobre los años '80 llegó a incorporarlo al jazz, tal vez como continuista de la línea iniciada por músicos de los años '20 y '30 como Pablo Garrido y Carlos Salas. Por entonces, Lecaros comenzaba a sumergirse en la tradición de Stéphane Grappelli (cuyo swing francés desarrolló en 1988 junto al guitarrista Panchito Cabrera), pero pronto recalaba en la electricidad de Jean-Luc Ponty. En esta línea jazz-rock llegó a fundar en el ensamble Kameréctrica (1986-90), por donde pasaron músicos como Sergio Tilo González, Marcelo Aedo o Juan Coderch.
A esa altura, desde su pionera escuela de jazz habían sido adiestrados una serie de músicos que luego se tomarían la escena de los '90: Emilio García, Alvaro Bello, Jorge Rocha, Cristóbal Rojas, Pablo Paredes, Felipe Riveros, Carmen Paz González, Mauricio Rodríguez, Roberto Dañobeitía y Rodrigo Galarce y hasta el músico de pop Jano Soto. De paso abrió el club L'Atelier, en Calle del Arzobispo, donde presentó en sociedad a todos estos jóvenes jazzistas.
Desde ese escenario, en una sesión en directo, Lecaros grabaría su primer álbum. Hot jazz (1994) presentaba una mirada a las formas más tradicionales del género. Ya en 1995 restableció su escuela en Temuco, fundó su club y siguió como pianista junto a otros miembros de la familia. Un trío tipo Oscar Peterson surgió en 1997 del empaste con sus hijos: el contrabajista Roberto Carlos Lecaros (de 18 años) y el baterista Félix Lecaros (de 16). Tres años después el mismo conjunto revisionista del hard bop se ampliaría a quinteto con las incorporaciones del trompetista Sebastián Jordán y el tenorista Agustín Moya, y pasaría a llamarse La Tropa.
Pero a lo largo de su carrera desde los '80 en adelante, mantuvo activo el grupo al que denominó Lecaros Jazz Quartet, junto a Mario (piano), Pablo (bajo), Félix (batería) y en ocasiones Nené Lecaros (voz). En 1995, la base de hermanos llegó a tocar en el Estadio Chile como número preliminar del concierto del trío estelar formado por Al Di Meola, Jean-Luc Ponty y Stanley Clarke. En 2012 se editó el álbum Lecaros Jazz Quartet, con composiciones fundamentales de ellos: "Cueca del retorno" y "Tonada para la pachamama", entre otras.
La década de los 2000, con apariciones, desapariciones y reapariciones, finalizó con una nueva grabación. En Mística (2010), Lecaros recuperó parte de su catálogo histórico de composiciones escritas como música para cine, teatro y documentales en los '60, '70 y '80. Piezas en ritmos latinoamericanos de bolero, bossa, chachachá y cumbia, todos tratados jazzísticamente con su quinteto La Tropa, revivieron el material que había preparado para películas de directores como Helvio Soto (Lunes 1 domingo 7, de 1968) y Antonio Skármeta (Con ardiente paciencia, de 1984 y Despedida en Berlín, de 1985), entre otros.
En 2013 comenzó la grabación de su disco 69, con el sello Animales en la Vía, un número que evidenciaba la edad que ese año tendría el músico. Sin embargo fue editado en 2014, el mismo año en que Lecaros fue distinguido por la SCD como Figura Fundamental de la Música Chilena, el primer jazzista en obtener esta investidura. En este disco, Lecaros pasó del piano al violín, y presentó piezas para cuarteto en la misma lógica de Mística. Reunió a la sección rítmica de sello editor: Jasper Huysentruyt (piano), Roberto Carlos Lecaros (contrabajo) y Matías Mardones (batería). En 2014 recibió la distinción de Figura Fundamental de la Música Chilena y en 2018 el musicólogo Álvaro Menanteau escribió su monografía Una vida en el jazz.
Fueron los últimos aprontes de Roberto Lecaros como músico abierto y sin prejuicios estilísticos dentro del jazz. Su multiplicidad instrumental (violín, tuba, corneta, contrabajo y piano) y su multimilitancia impidieron que llegara a convertirse en "concertista", pero entregaron al jazz chileno a una de sus figuras más polivalentes e influyentes.
En abril de 2022, Roberto Lecaros se encontraba dando un concierto privado cuando sufrió una falla multisistémica, que a la postre le ocasionó la muerte. Los músicos que lo rodearon durante décadas lo despidieron a la usanza de un sepelio de Nueva Orleans, con música hasta el último adiós. Y en un comunicado difundido el mismo día del deceso, la familia señaló que Roberto Lecaros había pasado sus últimos momentos "haciendo lo que más amaba".