En marzo de 1988, Los Jaivas hicieron un recordado concierto en el estadio de la Unión Española y acabaron con cinco años de ausencia en Chile. Fue la última vez que miles de personas vieron en la batería a Gabriel Parra, quien murió tres semanas más tarde en Perú.
Gabriel Parra viste polera sin mangas, jeans y zapatillas negras. Lleva el pelo peinado hacia atrás, no tan largo como dos décadas atrás, y tampoco tiene la barba tupida de esos días. Habla sobre las giras de Los Jaivas, los planes para un próximo disco y su rol como productor dentro del grupo. De hecho, lo hace en una pausa del trabajo de montaje: está sentado sobre un equipo de sonido y conversa con Andrea Tessa para el programa Más Música de Canal 13. Ambos aparecen sobre el césped del estadio Santa Laura. De fondo se ve un escenario a medio armar con forma de jaiba, diseñado por él mismo. Más allá, el codo que conecta la galería sur y la tribuna Andes. Al fondo, la cumbre del Cerro San Cristóbal.
“Hemos estado en escenarios de una exigencia profesional impresionante, pero la exigencia chilena, si se puede decir así, es distinta. Nos toca un punto más sensible porque es nuestro público”, dice Gabriel Parra en esa conversación grabada en la víspera del concierto que Los Jaivas ofrecieron el 25 de marzo de 1988 en el estadio de Plaza Chacabuco, en plena comuna de Independencia. Después de cinco años sin pisar Chile, el grupo iniciaba ahí una gira que también lo llevó a Valparaíso, Chillán, Talcahuano, Temuco y Valdivia.
Nadie podía saberlo en ese momento, pero esa conversación distendida, bajo el sol del incipiente otoño, fue la última entrevista concedida por Gabriel Parra. Tres semanas después conducía hacia Nazca (Perú), donde pretendía organizar un concierto de Los Jaivas. Era la mañana del 15 de abril, cuando estrelló su auto y falleció.
Luis Miguel, Zalo Reyes, Los Jaivas
Santa Laura es un estadio histórico para el deporte chileno, el más antiguo entre los que se conservan en funcionamiento. Fue inaugurado en 1923 y ha acogido varias disciplinas, pero sobre todo fútbol. No solo los partidos de la anfitriona Unión Española, también los de múltiples clubes que lo han convertido en su hogar durante distintas temporadas. El 26 de marzo de 1988, de hecho, un día después que ahí tocaran Los Jaivas, hubo fútbol como el de tantos sábados: Colo Colo derrotó 1-0 a Cobreandino por la primera fase de la Copa Digeder.
Sin embargo, también ha recibido encuentros políticos, sociales y musicales. Un repaso breve muestra que Luis Miguel (1990) y Silvio Rodríguez (1992) fueron conducidos hasta la calle Santa Laura para hacer conciertos, así como en la época también lo hizo la dupla de Congreso y Quilapayún (1989) y Sol y Lluvia (1990); por esos días también hubo encuentros organizados por la antigua Radio Umbral. La posterior actuación de Deep Purple, en 1997, es recordada por la caída de una torre de iluminación. Luego fueron sobre todo festivales los que ocuparon el estadio, con nombres tan dispares como Illapu, Gondwana, Ráfaga, Antonio Ríos, Luis Dimas, Calle 13, Manuel García, Chico Trujillo, Rammstein y The Offspring. Mucho antes, en 1983, un enfervorizado Zalo Reyes bajó en helicóptero en plena cancha para confirmar el furor que había desatado poco antes en el Festival de Viña del Mar. Lo hizo alzando una antorcha y una gaviota ante la multitud.
Sin embargo, en ese relato de la música que se ha escuchado en Santa Laura, el de Los Jaivas en 1988 es un capítulo de particular fervor. Habían aterrizado en Santiago dos días antes, se alojaron en el Hotel Carrera y gozaron de la atención de los medios y sus seguidores. Las entradas se agotaron con anticipación y el ambiente se caldeó en la víspera, con la ansiedad del público por ingresar y de la policía por lanzar bombas lacrimógenas. “Sobrepasados, los organizadores ordenaron tardíamente la apertura del estadio. Los jóvenes aumentaron aún más el caos, pisando los cuerpos de los que caían en el desesperado intento de escapar de la represión y lograr buenas ubicaciones para el espectáculo. Los de galería saltaron las rejas para pasarse a la cancha y, los segundos, se subieron a las torres de sonido e invadieron el sector de sillas ubicados justo al frente del escenario”, relata el libro La vida mágica de Los Jaivas.
Según un estudiado plan, el grupo iba a recorrer la cancha antes de iniciar el concierto y subiría al escenario por las patas de la jaiba, pero no fue posible. Simplemente apuraron todo. En la mitad, recuerda el mismo libro, “el desborde seguía aumentando, la marea de cabezas amenazaba con subirse hasta el mismo escenario”, y el propio Gabriel Parra tuvo que tomar el micrófono para llamar a la calma.
Finalmente, en esa cancha emblemática sonaron canciones de La ventana (1972), Canción del sur (1977), Alturas de Macchu Picchu (1981) y Obras de Violeta Parra (1984). También aparecieron composiciones entonces inéditas, creadas para un álbum que se transformaría en homenaje a su baterista fundador: Si tú no estás (1989).
Parte del espíritu de ese concierto se replicó en Jaivas en vivo: Gira Chile ‘88 (1991), un cassette que se reeditó hace tres años. No es un registro hecho en Santa Laura, sino en las dos actuaciones en el Teatro Teletón que cerraron esa gira, que además acabó con un lío de platas entre el grupo y los productores. Por mucho tiempo, esa grabación se conoció como “La bota”, porque en su carátula aparece precisamente el calzado que Gabriel Parra utilizaba para golpear con fuerza y precisión el bombo de su batería. Seguramente, es la misma bota con la que subió al escenario que él diseñó para el concierto de 1988 en Santa Laura.
Rodrigo Alarcón L.
Plaza Chacabuco