Marisol García / Iñigo Díaz
Sus inicios en el campo del arte se remontan a 1978 como estudiante en la Universidad Católica. Compañero entonces del artista Arturo Duclós, fue alumno de grabado de Eduardo Vilches. Titulado en 1983, en tiempos de reactivación de la resistencia al régimen militar, más adelante Silvio Paredes incorporaría a su acervo aspectos extraídos de esa vida y roce con el mundo del arte. En esos términos aparececía en obras postreras el concepto de "desplazamientos del grabado", un ejercicio intelectual sobre cómo sobrepasar los límites de las materialidades, una analogía acerca de las posibilidades de extensión del grabado, ese acto creativo que deja una huella en un soporte.
Silvio Paredes comenzó en la primera década del siglo XXI a identificarse como un compositor e intérprete con identidad propia, al margen de su labor en los citados proyectos colectivos. Ya en 2005 había escrito música para la película Paréntesis, de Francisca Schweisser y Pablo Solís, y al año siguiente colaboró con el director Sebastián Moreno en el documental La ciudad de los fotógrafos. Tres años más tarde repitió en Paseo, debut del director Sergio Castro, que luego se haría cargo del documental Electrodomésticos, el frío misterio (2010).
Al mismo tiempo, Silvio Paredes se convirtió en una suerte de referente local del stick, un inusual instrumento eléctrico de cuerdas. No solo lo utilizó en sus distintos proyectos, sino que organizó clínicas, lideró una comunidad de cultores (Stick Chile) y en 2006 y 2007 produjo dos festivales que convocaron en Santiago a músicos provenientes de Inglaterra, Estados Unidos, Francia, España, México y Argentina.
Kau (2010), su primer disco solista, está de hecho fundamentado en el stick. “Siento que mi gusto por la melodía, al fin, se manifestó como parte de una interioridad. Me da hasta pudor reconocerme en esa personalidad, pero me gusta. Me siento afortunado de los trabajos en grupo que he podido hacer, pero en lo solista no hay forma de estar camuflado. Ése ha sido un descubrimiento exigente y fantástico”, decía en 2010 a la revista Capital. Ese registro tuvo su estreno en el Centro Cultural de La Cooperación Floreal Gorini de Buenos Aires, antes de ser mostrado en Santiago y otras ciudades chilenas.
Poptronics, su siguiente título, llegó a fines de 2015 y luego de otra reactivación de Electrodomésticos. Editado por el sello danés Clang y definitivamente inmerso en la electrónica, tuvo un destino atípico: Silvio Paredes emigró a inicios de 2016 a Bath (Inglaterra), donde su pareja siguió estudios de posgrado, así que la primera vez que mostró esas composiciones en vivo fue en Hamburgo (Alemania), junto a Tan Levine. Recién en julio de ese año lo hizo también en Santiago, con una actuación en la Sala SCD de Bellavista para la que convocó a músicos como Andrés Abarzúa, Valentín Trujillo (nieto del pianista homónimo), Edita Rojas y Javier Barría.
Viajes, dimensiones, territorios y espacios
Fue en esa época también que se unió a otros músicos chilenos -Mika Martini, José Rojas y Alejandro Albornoz- en una serie de jornadas bautizadas como “Noches de electrónica chilena”, que debutaron en 2016 en Londres y se repitieron luego en ciudades como Edimburgo (Escocia), Sheffield y la misma capital inglesa.
Instalado en el Reino Unido, pronto Silvio Paredes dio forma a otro álbum: The diary of a raven apareció a fines de 2017 y se pudo escuchar durante el año siguiente en espacios como el Club Chocolate, Matucana 100, la Feria Pulsar y Casa de Salud, en Concepción. Ya afirmado en la electrónica, su autor encontró inspiración en el entorno más cercano: “Los cuervos me interesaban, porque son una presencia permanente en el área y son inquietantes”, dijo en el programa radial Viaje sin Rumbo. “Así nació esta idea media literaria, como una suerte de libro de estos personajes que veía cotidianamente y tenían un comportamiento tan especial, en un contexto visualmente tan poderoso. Eso me alucinó”.
La ruta creativa de Silvio Paredes continuó con una investigación histórica, política y social, en parte empujada por el contexto de la conmemoración de los 50 años del Golpe de Estado y el inicio de la dictadura fascista en Chile. Una pieza performártica suya, que unió música experimental con sus inicios en el campo de las artes visuales, se transformó en la obra conceptual "Klota". Inspirada en la figura del sindicalista Clotario Blest, Paredes escarbó entonces en esa memoria desde el mundo obrero, con una puesta en escena rompedora que estrenó en La Perrera en 2024 y que luego llevaría a distintos espacios inusuales como escenario: fábricas del antiguo cordón industrial, maestranzas, galpones e instalaciones abandonadas. Fue una ramificación más de su obra diversa, que se conectó con otros episodios musicales en ese período, como su colaboración con Colombina Parra para el disco Las floresdel bien (2021) o el regreso al análisis, exploración y divulgación del stick, en el disco Raro (2024).