Carolina Plaza Hamamé comenzó a trabajar junto a FunkReal a los 17 años de edad, apenas emigró a la capital desde Concepción. Los discos Respeto por el funk (2004) y Nadie lo hace suave (2007) la legitimaron como una de las mejores voces chilenas para la interpretación de música afroamericana, en un camino que ya había suscitado entusiastas elogios al ver su canto en vivo. Su salto a la independencia pareció, entonces, un avance natural. Sabor a chocolate apareció en 2009 atribuido a el Carito Plaza Soul System, un grupo de colaboradores que integraba a miembros de Raiza, Cholomandinga, Los Tetas y De Kiruza, entre otros. La cantante integró allí composiciones propias, y definió el sonido como «el fruto de un trabajo consciente y que viene cargado con una deliciosa energía que va desde el soul hacia el funk, el bossanova al pop y otras tendencias de la música universal como el nu-soul y acid-jazz».