Congreso

Congreso es un nombre fundacional en la suma del rock chileno con el folclor, un protagonista en la llamada "música de fusión" y un conjunto esencial en la identidad musical chilena. Su solidez y su convicción le han permitido sobrevivir a la falta de espacios tras la llegada de los militares, y a la irregular difusión de sus canciones.  Como pocos, el conjunto goza del unánime respeto en la comunidad musical, y ha visto pasar por sus filas a varios de los más destacados instrumentistas del país. Superando los 50 años, el grupo sigue saludable y vigente, componiendo canciones, grabando discos y presentándose en vivo dentro y fuera de Chile.

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Años

Quilpué, 1969 -

Región de origen

Valparaíso

Décadas

1970 |1980 |1990 |2000 |2010 |2020 |

Géneros

Integrantes

Sergio Tilo González, batería (1969 - •).
Francisco Pancho Sazo, voz (1969 - 1980 / 1986 - •).
Fernando González, guitarra (1969 - 1992).
Patricio González, guitarra y cello (1969 - 2000).
Fernando Hurtado, bajo (1969 - 1980).
Renato Vivaldi, flauta (1975 - 1979).
Hugo Pirovich, flauta (1977 - •).
Arturo Riesco, percusión (1977 - 1980).
Aníbal Correa, piano (1980 - 1985).
Ernesto Holman, bajo (1980 - 1984).
Joe Vasconcellos, voz y percusión (1980 - 1984).
Ricardo Vivanco, percusión (1980 - 1991).
Jaime Atenas, saxo (1984 - •).
Carlos Gana, bajo (1985).
Jorge Campos, bajo y voz (1986 - 2006).
Jaime Vivanco, teclados (1986 - 2003).
Raúl Aliaga, percusión (1992 - •).
Claudio Araya, guitarra (2001 - 2004).
Sebastián Almarza, teclados (2003 - •).
Federico Faure, bajo (2006 - •).

Jorge Leiva

El rock folclórico: vuelta y vuelta
Las raíces de Congreso están en 1964, año en el que comenzaron a trabajar sobre el núcleo de los tres hermanos González, de Quilpué: Patricio, Sergio y Fernando; junto al bajista Fernando Hurtado. Ellos formaron un grupo de rock escolar que se llamó Los Stereos; luego Los Shadows y, finalmente, Los Masters en 1966. Durante ese período se dedicaron a hacer covers instrumentales para canciones de rock en inglés. En forma paralela a Los Jaivas, comenzaron hacia 1969 a experimentar con instrumentos autóctonos de origen étnico. Con la incorporación de Francisco Sazo, proveniente de la banda beat Los Sicodélicos, formada en 1967, el nuevo conjunto completó su formación. Desde entonces se llaman Congreso.

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Foto:

En 1971 editaron El congreso, su primer álbum, que incluyó un tema basado en el poema de Neruda “Maestranzas de la noche”, según una fórmula que los llevó a presentarse en el Festival de la Nueva Canción Chilena ese mismo año (en el Teatro Municipal de Santiago). Los hermanos González resolvieron entonces ingresar a estudiar en el Instituto de Música de la Universidad Católica, lo cual entrampó su trabajo grupal, aunque sin interrumpir sus presentaciones en vivo.

El golpe militar de 1973 truncó el proceso de grabación de su segundo disco, Terra incógnita, lanzado recién dos años más tarde y con una difusión escasa, dado el cierre de espacios culturales. La banda no bajó sus brazos, y se convirtió en una de las pocas agrupaciones que continuó trabajando en Chile durante los primeros años de la dictadura.

Música de fusión y letras casi crípticas fueron sus códigos para sobrevivir a la rigurosa vigilancia estatal: "Cuatro jinetes negros / pasan volando / Van levantando noche / niebla y espanto", dicen en la "Cueca del apocalipsis" (fragmento del tema "Arcoiris de hollín"), incluido en el álbum Congreso (1977, también conocido además como "el disco café") y en una clara alusión a la Junta Militar. Dos años después grabaron La misa de los Andes, que no alcanzó gran difusión y antecedió el primer desperdigamiento del grupo, cuando tres integrantes, entre ellos el vocalista y letrista Francisco Sazo, se mudaron al extranjero.

Primera rearticulación: un joven llamado Joe
Los tres hermanos González tardaron más de un año en rearmar el grupo. Trabajando como músicos de apoyo de orquestas televisivas y sidemen del pianista argentino Raúl di Blasio, conocieron al joven brasilero-chileno Joe Vasconcellos, cuyos intereses latinoamericanistas y su formación musical pensaron que le darían un nuevo aire al proyecto. Junto a él completaron la nueva formación de Congreso.

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Foto: EMI Odeon

A la banda ya se había intregrado hacía poco el bajista Ernesto Holman, quien no sólo era un viejo conocido de Tilo González de sus épocas universitarias en el puerto, sino que además se habría de convertir en uno de los hombres más representativos del nuevo sonido de fusión del grupo. Vasconcellos asumió entonces como letrista, y con ese esquema Congreso publicó Viaje por la cresta del mundo (1981), uno de sus más sólidos trabajos, y que además alcanzó reconocimiento público, gracias a la inclusión del clásico "Hijo del sol luminoso".

Moviéndose entre los escenarios del Canto Nuevo, espacios rockeros que se abrían en esos años y circuitos universitarios, Congreso consolidó en ese nuevo contexto su nombre como una banda fundamental de la escena chilena. Con su disco, Ha llegado carta (1983) deambularon por muchos escenarios, y fueron contratados por CBS-Argentina para registrar una nueva producción.

La fusión latinoamericana: arqueología musical
La salida de Vasconcellos llevó al grupo a centrar su repertorio en temas instrumentales, con los que dieron vida a Pájaros de arcilla (1984). Fue un disco de absoluta transición sonora en la historia del grupo, que apenas circuló a este lado de la cordillera, y que los alejó del público local. Así se generó una nueva crisis, que se zanjó con la reincorporación de Sazo (para entonces, doctor en Filosofía, luego de años de estudio en Bélgica) junto con la publicación de un nuevo disco, destinado a convertirse en un vía de acceso y referente obligatorio del nuevo Congreso: Estoy que me muero (1986). Además, el baterista Sergio Tilo González, líder de la banda, había reclutado a dos jóvenes músicos de Fulano (el tecladista Jaime Vivanco y el bajista eléctrico Jorge Campos), dándole un tercer impulso a la banda. Con formación renovada, Congreso recorrió Chile durante 1987.

Fruto de esa gira salió el cassette doble Congreso en vivo, que se distinguió por su acento en ritmos bailables, canciones luminosas y una colorida puesta en escena, con los que la banda cosechó toda la fama desparramada en veinte años de historia. El tema "Calypso intenso, casi azul" fue el emblema de la nueva etapa, cuyo desarrollo y popularidad coincidió con el plebiscito de 1988 que definió la salida de Augusto Pinochet de La Moneda, y el retorno de la democracia a Chile.

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Foto: Alerce

En ese camino editaron Para los arqueólogos del futuro (1989), uno de los discos de más ágil ritmo en su historia, y en el que cantaron sobre libertad racial, ironizaron, jugaron, y desplegaron todos sus recursos instrumentales. Según Sazo, el álbum "apunta a la capacidad de olvido de los latinoamericanos. El olvido para con los muertos, especialmente con los del último tiempo". Temas como "Para la libertad" o "El trapecista" alcanzaron alta rotación radial, y el disco fue el primero del grupo en alcanzar la categoría "de oro" (por 15 mil copias vendidas). Congreso conservó la fórmula en el disco siguiente, Aire puro (1990); pero el eco masivo fue, esa vez, más moderado.

Dos discos conceptuales, de escasa comprensión masiva pero alto desarrollo musical fueron sus siguientes trabajos, ambos editados en 1992. Pichanga era una obra desarrollada sobre la base de poemas de Nicanor Parra acerca de los derechos del niño, y Los fuegos del hielo se compuso para un ballet moderno. Cada uno de estos trabajos resultó complejo para el gran público, ratificando la escasa vocación comercial de Congreso. Si bien el grupo se alejó de rankings y listas de ventas, mantuvo cerca a un público de alta fidelidad.

Músicas del mundo: Congreso de viaje
Dedicados a sus oficios musicales por separado, los integrantes de la banda bajaron durante un tiempo la intensidad de su creación conjunta hasta 1994, cuando, a través de Congreso 25 años de música (un álbum en vivo, con invitados como Inti-Illimani, el argentino León Gieco y ex integrantes del grupo), repasaron su historia.

Fue entonces que el grupo inició por fin su proyección internacional, contemplando sobre todo el circuito universitario norteamericano y escenarios de la llamada "música del mundo". Allí se ganó Congreso un nuevo espacio, que siguió explorando durante muchos años. En esa línea registraron nuevos originales de 1997: Por amor al viento y Mediodía. El primero fue editado en forma independiente, debido a la mala relación que para entonces la banda había desarrollado con las casas discográficas, y en un ejercicio que sin embargo tampoco trajo gran impacto masivo. Mediodía, en tanto, incluyó tomas en vivo para algunas de sus más fuertes canciones.

Cada uno de los "congresistas" tiene labores musicales por separado, lo cual demoró la grabación del disco La loca sin zapatos (2001), cuya difusión se vio interrumpida por la muerte del tecladista Jaime Vivanco, en enero de 2003. El grupo siguió su camino, y dos años después editó otro disco en vivo (Congreso de exportación), con el registro de su presentación a tablero vuelto en el capitalino Teatro Oriente. La convocatoria demostró que la banda, pese a la lejanía de los medios masivos, cuenta con un significativo y leal séquito de público.

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Foto: Machi

En febrero de 2005 llegaron al Festival de Viña del Mar, sin hacer concesiones, y en una muestra de la perseverancia y vigencia de su fórmula. Hoy se mantienen activos, y aunque el vocalista Francisco Sazo alguna vez haya sugerido públicamente la posibilidad de un final de Congreso, el conjunto de Quilpué no detuvo su historia. La salida del bajista Jorge Campos el año 2006 fue prontamente relevada por el joven Federico Faure, y con esa alineación la banda volvió a los estudios el año 2009.

Con los ojos en la calle es el resultado de ese camino, un disco con canciones de Tilo González y Francisco Sazo, y con invitados como el brasileño Lenine (un compositor poco conocido en Chile, pero de gran relevancia en su país) y Ed Motta, además de la cantautora Magdalena Matthey. La promoción de ese disco trajo de vuelta a la decana banda a las giras y los escenarios, que en la segunda década del nuevo milenio nuevamente mostró actividad permanente. El disco La canción que te debía el 2017 y Luz de flash, el 2022 al regreso de la pandemia, han consolidado el lugar de Congreso entre los grandes nombres de la música chilena.

Actualizado el 13 de enero de 2024