Iñigo Díaz

El modelo de Jimi Hendrix fue muy fuerte en el estilo inicial de Vega. Pero todo cambió para él cuando de la estridencia del rock se pasó a la justeza interpretativa de un solista de jazz-rock cuyos discos recién llegaban a Chile en 1976: John McLaughlin. Vega dejó definitvamente sus estudios de siete años de guitarra clásica para asumir la electricidad del instrumento y alineó en la formación prototipo del grupo Evolución (del tecladista Pedro Muñoz Recabarren), donde permaneció hasta 1983. Paralelamente tocó en el combo tropical Rumba 8, donde se hizo músico "de repertorio": salsa, pop, balada. Vega podía acompañar cualquier ritmo con su guitarra.

El trabajo de músico de soporte en las actuaciones de Buddy Richard, Wildo, Gloria Simonetti o José Alfredo Fuentes fue un área de desarrollo en los años '70, así como el sesionismo en el estudio para grabaciones de Keko Yunge, María Inés Naveillán, Juan Antonio Labra o Miguelo en los '80. Pero siempre permanecieron latentes las figuras del jazz y de Wes Montgomery con su guitarra de gran caja resonancia. Ciro Vega comenzó a asistir al Club de Jazz, a L'Atelier o a Eidophone, a participar en jam sessions y actuar como sideman de Carlos Figueroa, Patricio Ramírez o Sammy Domínguez. Junto a Rolando Arancibia actuaría en el grupo Conexión, un taller musical que nunca vio la luz, pero que consolidó a Vega como un diestro solista en la fusión.

A fines de los '80 ingresó a las orquestas televisivas de Miguel Zabaleta y Horacio Saavedra, y tocó en toda la parrilla de estelares, además de en sucesivas versiones del Festival de Viña del Mar. Acompañó las giras de Myriam Hernández en los '90, así como el debut de la novel saxofonista de nueve años Melissa Aldana en 1997. Sólo en 2004 se inició como líder de tríos jazz fusión, utilizando a los bajistas Carlos Martínez (ex Ensamble) y Javier Barahona, y al baterista Daniel Cheul (ex Fedón).