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Gloria Pérez fue casi siempre una voz sin rostro, fuera de los circuitos de luces y autógrafos. En cambio se mantuvo inmersa en los estudios de grabación y en las filas vocales constituidos en favor de artistas con nombres resonantes: Pablo Herrera (balada), Horacio Saavedra (pop orquestado), Chancho en Piedra (funk-rock). Paralelamente Pérez describió una ruta como maestra de voces en la Escuela Moderna de Música desde 1999 y participó activamente en la formación de solistas como Amarantha, Paola Guerrero, Carla Flanagan, María Illanes y Celeste Shaw, entre otras.

Se inició como cantante lírica, pero muy pronto su vínculo con la música soul y el pop la convirtieron en cantante popular. Para cuando en 1996 llegó a integrarse al grupo Matahari (previo al ingreso definitivo de Ema Pinto), Gloria Pérez ya había trabajado en el rock and roll como respaldo de Peter Rock. Luego se volcó a una muy versátil operativa como sesionista, grabando nuevos álbumes con Palmenia Pizarro (bolero) o Myriam Hernández (balada). Su acción como solista de voz "aguardentosa" se dio muy intermitentemente y junto a figuras del rock duro o el jazz-rock, como los guitarristas Vladimir Groppas y Emilio García, el baterista Cristóbal Rojas, y uno de sus más estables colaboradores, el bajista eléctrico Miguel Pérez (Mandrácula).