Iñigo Díaz
Hacia 1965, un adolescente Ernesto Holman seguía de cerca a Pat Henry y los Diablos Azules y al grupo Los Rockets, donde Horacio Saavedra tocaba el bajo eléctrico. Así descubrió el profundo sonido de fondo que generaban las cuatro cuerdas. En 1969 ya habían llegado a Viña del Mar (su ciudad natal) los discos de Cream, en cuyas series Jack Bruce demostraba hasta dónde podía llegar un bajo. Muy pronto sería el turno para el sorprendente Jaco Pastorius en el jazz fusión. Con ambas propuestas, la mentalidad de Holman como músico de adelanto quedaría encaminada en el transcurso de la siguiente década.
Para entonces ya había conocido al guitarrista Alejandro Guarello (uno de los futuros compositores doctos contemporáneos de la época), y como estudiaba el cello, también se vinculó a Patricio González (cellista de Congreso), quien le presentaría al baterista Sergio Tilo González. Él iba a ser un colaborador histórico de Holman, más allá del power trío experimental y "a la chilena" que llegó a articularse en 1974 entre Guarello, Holman y González. En 1976 se instaló en Santiago para estudiar composición con Cirilo Vila. No saldría del mundo de la música docta sino hasta 1979 y en ese período llegó a componer obras de cámara y series electroacústicas como músico de laboratorio.
Viaje por la cresta del mundo
En 1980, Congreso vivía uno de sus momentos más críticos. Francisco Sazo había desertado y los impulsos originales sobre el rock de raíz folclórica estaban muy desgastados. Holman reemplazó a Fernando Hurtado en la banda, como la cabeza del grupo que renovaría su sonido: Aníbal Correa (piano), Ricardo Vivanco (marimba) y Joe Vasconcellos (voz). Con discos como Viaje por la cresta del mundo (1981), Ha llegado carta (1983) y Pájaros de arcilla (1984), Congreso se convirtió en un grupo de progresivas intenciones sónicas.
Su trabajo como solista comenzó en 1987. Tras regresar de Nueva York, ciudad donde compartió personalmente con un Jaco Pastorius en decadencia, grabó su debutante Pájaro sobre las casas (con sidemen como el saxofonista Alejandro Vásquez, el guitarrista Vladimir Groppas o el baterista Juan Coderch). Ese mismo año hizo su primera y última aparición en el jazz chileno, tocando con Nexus (del saxofonista alto Patricio Ramírez) y en el New Jazz Trío (del pianista Jaime Pinto). Antes, también había colaborado con el grupo La Hebra (del guitarrista Alejandro Escobar). En ese período también trabajó con su hermana, la educadora Patricia Holman, como compositor y arreglador para una serie de discos de canciones didácticas: Historias de perros y gatos (1988), Historia de gnomos (1991) y más adelante Canciones para pensar (2004).
Más tarde se adentró en la cosmovisión del mundo mapuche, inspirándose en las rítmicas y sonoridades de la trutruka o el kultrún para hacer música electrónica "de carne y hueso". Entonces no volvería a componer en el pentagrama, sino directamente sobre el bajo eléctrico y a través de softwares computacionales con los que levantó sus álbumes Ñamco (2003, con el intérprete de metawe Marcelo Peña) y Al vuelo del ñamco (2005), dedicados a la figura sagrada del águila.
Fueron sus dos trabajos preliminares en la inspiración mapuche, que luego se vería profundizada directamente con la inclusión de otros instrumentos originarios como el trompe, el wada y la kadkawilla y una serie de músicos mapuches: Samuel Melinao y María Nahuelhuén (kultrunes), Marcela Lincovil (voz) y el multi-intrumentista Ramiro Railef. Con ellos, Holman grabó su tercer álbum en esta línea, Mari tripantu (2008), que saludó los diez años de su ingreso a la comunidad mapuche Kallfulikán.
Resistencia ternaria: ética y estética
Luego de dar curso a un proyecto instrumental de cámara a tres bajos eléctrico junto a Jorge Campos y Christian Gálvez, al iniciarse la década de 2010 Ernesto Holman decidió retomar los conceptos del jazz moderno abriendo su creación al formato del trío —piano, contrabajo y batería—, utilizando los instrumentos más naturales de la fusión: pianos eléctricos y teclados, bajos de seis cuerdas, y batería y percusiones, lo que lo encaminó a expandir el sonido de su obra de inspiración mapuche, en una estética que entonces llamó "etnojazz".
El disco Reversiones (2010) vino a iniciar esa propuesta, con una serie de composiciones antiguas de Holman interpretadas por el primero de sus tríos, junto a Gustavo Cerqueiras (piano) y Daniel Cheul (batería): "Choike y cueca", "Visión de Kona", "A Kallfulikán" o "Achawall ull". A fines de 2015, un nuevo trío de etnojazz, con el baterista Josué Villalobos, salió de gira por escenarios de Colombia, Argentina, Uruguay y Brasil, que dejó como testimonio el disco de doble volumen Vivo en Brasil (2016), grabado en el Teatro Municipal Pedro Parenti de Caxias do Sul.
Por ese tiempo, Ernesto Holman comenzó de definir con cada vez más nitidez su pensamiento respecto de los ritmos de tres tiempos, representativos de los latidos de la tierra. Su idea de la "resistencia ternaria", una defensa abierta del pulso rítmico que él definió como propio del hemisferio austral respecto del pulso binario en el hemisferio boreal, llegó a alinear a una buena cantidad de músicos cultores.
Sin darse respiro, Holman reunió nuevamente a su trío y lo llevó al estudio en el verano de 2016 para grabar nuevas composiciones de raigambre mapuche en un contexto de jazz y fusiones ("Pichi choike", "Pasto seco", "Tierra mía", "De raíz"). El disco De raíz (2016), con el que obtuvo el Premio Pulsar en la categoría Fusión en 2017, fue estrenado en un gran concierto en el Teatro Nescafé de las Artes. A sus 65 años, Ernesto Holman terminó de establecer su historia como uno de los pioneros de la música de fusión en Chile y punto de partida de toda una escuela de renombrados bajistas posteriores: Jorge Campos, Marcelo Aedo, Pablo Lecaros, Patricio Aravena o Luis Cheul.