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Influenciados en esos inicios por figuras como el guitarrista hot jazz Panchito Cabrera, además de otros músicos de la bohemia chilena de la década de 1950 como el violinista Víctor Bono y el baterista Hugo Jara, Golosa la Orquesta comenzó a tocar en un circuito underground de boliches y bares de Santiago. En ese ritmo permaneció hasta fines de 2014, cuando lanzó su primer disco, el homónimo y declaratorio Golosa la Orquesta, con la cantante original, Irma Llancaman, integrante de la orquesta La Culebrera. Allí rescataba repertorios de cien años de antigüedad: mambos, boleros, chachachás y una variedad de ritmos de la música popular latinoamericana con su particular instrumentación de bronces, que la conectaba con el jazz, junto con cuerdas, que evocaban la música de las orquestas de salón.

En 2017, ya con la cantante formada en el jazz Geraldine Thenoux en sustitución de Llancaman, Golosa la Orquesta inició una aventura internacional con presentaciones en el Festival de Jazz de Copenhague y el Nibe Festival, ambos en Dinamarca, además del Babel Sound Festival, de Hungría. Su segundo álbum, Sobre la ciudad (2018), dio un paso más al ampliar su espectro musical. Allí presentó al cantautor argentino Kevin Johansen entre sus colaboradores invitados. Entonces Golosa la Orquesta volvió a salir de Chile con siguientes presentaciones en el Floating Castle de Eslovenia y el Alkantara Fest en Italia.

El tercer disco, Radioescuchas conscientes (2019), fue un registro en directo con la cantante Carolina Martínez Mella, la tercera voz en esa historia. Ella se estableció como la voz en la agrupación con mayor presencia en el tiempo y fue protagonista de ese cambio musical de Golosa la Orquesta con miras a la fusión entre la raíz latinoamericana y las músicas modernas. Resultado de ese enfoque musical fue cuarto trabajo, el disco Respira (2024), donde el repertorio era también una mirada a la geografía física y humana del continente.