Iñigo Díaz
Los Dick Stones fueron la primera agrupación donde en 1983 Roberto Lindl puso sus líneas de bajo eléctrico, junto a Álvaro Henríquez. Era un adolescente en vías de explosión que tomaba forma en un ambiente en extremo musical: a esa altura su padre, Werner Lindl, ya tenía 20 años como primer contrabajista de la Orquesta Sinfónica de Concepción (Titae también tocaría en esa fila instrumental).
En 1984, y aprovechando su ascendencia austríaca, se instaló en Salzburgo para estudiar contrabajo clásico y tocar en ensambles y orquestas. De vuelta en Chile se volcaba al jazz, en los merodeos del núcleo penquista, tocando con los pianistas Marlon y Moncho Romero, y actuando en jams. A algunas de esas sesiones llegaba el guitarrista Ángel Parra, quien pronto se uniría a los ensayos rockandrolleros comandados por Henríquez. Los Tres eran el efecto de la causa Dick Stones (ya con Pancho Molina a la batería) y sumando a un solista como Parra, estallaban en 1990.
La historia de Lindl al interior de Los Tres se extendió por toda la década y su colaboración con Henríquez se tradujo en piezas de coautoría, a veces más a veces menos, para títulos como “La primera vez” o “Amores incompletos” (Los Tres, 1991); “Déjate caer” o “La espada y la pared” (La espada y la pared, 1995); “Claus” o “Largo” (Fome, 1997); y “El rey del mariscal” o “No me falles” (La sangre en el cuerpo, 1999).
Entre las giras y actuaciones de Los Tres viajaba además un contrabajo y mientras el cuarteto rock descansaba, un trío bop volvía a trabajar: Parra, Lindl y Molina aparecían como entidad aparte, cambiando el switch hacia el swing y las preferencias sobre Parker, Monk o Montgomery. Se consolidaba el Ángel Parra Trío.
El jazztet se sobrepuso al desplome de Los Tres en 2000 y llegó a editar una serie de álbumes, donde la nueva dupla creativa sería la Parra-Lindl (pronto se sumaba el baterista Moncho Pérez), para la que el contrabajista también compuso piezas: “Patana”, “Trimno”, “Así pasa cuando sucede” o “Angélica y Werner”.
Titae seguiría con múltiples apariciones: desde el proyecto de revaloración de los músicos porteños (en Una noche en el Cinzano, 2002, y Otra noche en el Cinzano, 2007), el trío de Carlos Silva (en Solo, dúo, trío, 2003) y el grupo Doce Monos, hasta el liderazgo de cuartetos y quintetos de jazz chilenísimo junto a hombres como el trombonista Héctor Parquímetro Briceño o el trompetista Ricardo Barrios, y su colaboración con el dúo electrónico Bitman & Roban.
Actualizado el 15 de febrero de 2022