Iñigo Díaz
El Ensamble Quintessence instauró el concepto de la “orquesta de autor”, omitiendo el clásico arreglo swing para big band conseguido en el mercado. Dañobeitía (n. 1974) y Dannemann (n. 1979) generaron su propia música a partir de referentes de composición que ya no estuvieron tan vinculados a la tradición de Duke Ellington, Count Basie o Benny Goodman, sino a la estética contemporánea de nuevos compositores y arregladores como Gil Evans, George Russell, Lennie Tristano o Gunther Schuller.
Quintessence relacionó su nombre con el concepto desarrollado por el director de orquestas modernas Quincy Jones y su disco The quintessence (1961), pero además profundizó en la esencia de la alta pureza definida por la alquimia de la música: “transmutación maravillosa e increíble” como refiere el significado de la palabra. Y además Quintessence acompañó su nombre con el prefijo de “ensamble” justamente para diferenciarlo de una “orquesta”, al reducir las dimensiones de una big band a su mínima expresión, inspirado además en los ensayos del Miles Davis Nonet (The birth of the cool, 1949) y el Joe Lovano Nonet (On this day… at the Vanguard, 2003).
Dañobeitía ya había trabajado con big bands, primero en Chile con la orquesta de Víctor Durán y luego en Barcelona con la Swing Europe. Dannemann, quien había actuado con la orquesta jazz-funk del baterista Alejandro Espinosa, ya estaba muy intersado en los procesos y resultados de composición de obras modernas del pianista Lennie Tristano. La unión de sus agrupaciones de club generaron en 2005 un primer boceto de Quintessence incluyendo en la fila de cañas a los tenoristas Agustín Moya, Andrés Pérez y al altoísta Cristián Gallardo, y en la fila de bronces al trompetista Sebastián Jordán y al trombonista Marcelo Maldonado. La sección de ritmo siguió siendo compartida por las dos guitarras de sus directores-compositores mientras que el fondo se definió por el contrabajista Rodrigo Galarce y el baterista Félix Lecaros.
El Ensamble Quintessence realizó grabaciones en sus primeros tres años, y una de ellas alcanzó el cuarto lugar en el Concurso de Intérpretes del Festival de Jazz de Granada, con las composiciones que la dupla estaba desarrollando en términos contemporáneos de orquestación: “Black blues”, “Rocafort” o “Imagen” (de Dañobeitía) y “Bolda rag”, “Homesick”, “Kazagstan's frustration” o “Tony’s changes” (de Dannemann). El grupo se presentó en temporadas habituales en espacios como el Club de Jazz y Thelonious, luego integró a otros músicos como Jaime Navarrete (trompeta) y Diego Manuschevich (clarinete bajo), además de Francisco Núñez, un joven pianista y estudiante de dirección orquestal formado por David del Pino (director de la Orquesta Sinfónica de Chile en el período 2001-06).
Más tarde el proyecto solicitó partituras a nuevos compositores para la edición de su primer álbum, Quintessence 2005-2007 (2007), que contó con un trabajo visual desarrollado por la conexión entre el director de arte Jaime Pinos, el fotógrafo de jazz Alexis Díaz y el diseñador de música Cristián González, y que luego marcaría toda una línea creativa. Los directores incorporaron al catálogo nuevas obras del pianista británico Martin Joseph (“Diálogos”) y del compositor y cantautor Marcelo Vergara (“La mosca”).
Festival Providencia Jazz y Teatro Municipal de Santiago
Entonces durante 2007 el perfil del ensamble se modificó y comenzó a actuar en salas de conciertos como el Goethe Institut, el Salón de Honor de la Casa Central de la Universidad de Chile e incluso el Teatro Matucana 100, donde realizó un concierto dedicado a los 90 años del natalicio de Violeta Parra como orquesta cuya voz solista fue la compositora Francesca Ancarola.
La cantautora acompañó nuevamente al ensamble en sus históricas apariciones de enero de 2009 en el Festival Providencia Jazz y de marzo en el Teatro Municipal de Santiago. En noviembre siguiente Quintessence editó el disco Anónimo (2009), que incluyó una famosa "La cueca del retorno" escrita por el pianista Mario Lecaros en 1991.
Pero la actividad y apertura de esta partida de músicos no se detendrá allí, ni en el jazz contemporáneo ni en las obras de Violeta Parra. Nuevas colaboraciones con músicos del pop los llevan a actuar en sucesivos conciertos junto a Gepe y Pedropiedra. Los dinámicos arreglos de Roberto Dañobeitía ("Las piedras"), Claudio Rubio ("Esgrima") para el primero, y de Federico Dannemann ("Yo no quiero" y "Obrero mundial") para el segundo marcarán así el perfil de este ensamble en una estética de jazz camerístico y librepensador.
En 2015, el elenco regresó al disco para conmemorar los diez años de trabajo a través de partituras y orquestaciones. Su tercer disco, Décimo, presentó una ampliación de su equipo de compositores, consolidando a Rubio ("Leo héroe") y Vergara ("Mapuche"), y añadiendo al saxofonista barítono argentino Alejandro Sánchez y su enfoque third stream de la música para la obra "Wake up (little 943rd love)". Por este mismo disco, Quintessence obtuvo en 2016 el premio Pulsar, en la categoría Jazz y Fusión.
Actualizado el 25 de enero de 2017