Los Trapos

Los Trapos
Foto: Revista Muac

Los Trapos

El capitalino colegio San Ignacio fue, en 1965, cuna de Los Trapos, una de las primeras bandas en Chile en manejar códigos de rock y glam, si bien nunca logró hacer coincidir su a veces atrevido trabajo con las más conservadoras preferencias del gran público. Como a muchos otros conjuntos de esa época, los ocupó por años la interpretación de covers (con lecturas para éxitos de Led Zeppelin, Grand Funk y Jimi Hendrix), hasta que la natural inquietud creativa llevó a sus miembros componer canciones propias. Sólo cuatro discos-single quedan como grabaciones para conocer hoy su trabajo, que algunos destacan por haber lanzado a la exposición pública al cantautor pop Eduardo Valenzuela.

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Años

Santiago, 1965 - 1980
Reagrupados en 1993

Región de origen

Metropolitana de Santiago

Décadas

1960 |1970 |1990 |

Géneros

Los Trapos

Integrantes

Sergio Frías, voz (1965-1970).
Eduardo Valenzuela, guitarra (1965-1980 / 1993)
Sergio Andreu, bajo (1968-1980 / 1993)
Enrique Cote Evans, batería (1965-1970)
Miguel Ilmer, voz (1971-1977)
Javier Gálmez, batería (1971-1980 / 1993)
Francisco Larraín, guitarra (1971-1980 / 1993)
Óscar Olavarría, voz (1972)
Francisco Tagini, voz (1972-1977)
Domingo Vial, batería (1973)
Andrés Pollak, teclado (1977-1980)
Marcelo Soussa, voz (1977-1980)
Andrea Tessa, voz (1980)
Hernán Antillo, voz (1993-2008).

Marisol García

Sanción disciplinaria
Los Trapos iniciaron su historia musical como cuarteto, con Sergio Frías (voz), Eduardo Valenzuela (guitarra), Sergio Andreu (bajo) y Enrique Cote Evans (batería) (la banda se identificó inicialmente y por un breve período como Los Átomos). Su equipamiento y sonido eran de excepcional calidad, pero sobre todo llamaban la atención por la amplitud de su repertorio. «[En los festivales escolares] participábamos siempre en género original, porque nos atraía más la idea de componer que copiar», recuerda Valenzuela. Así alcanzaron relativo éxito en el circuito nocturno de gimnasios y auditorios de colegio, primero del barrio alto y luego del Poniente de Santiago. Sin embargo, el excesivo entusiasmo por la música le pasó una cara cuenta a Valenzuela, quien fue expulsado del San Ignacio y debió terminar sus estudios en otro establecimiento.

De un modo esperable, el inicio de la vida universitaria fue alejando a los cuatro amigos, y Los Trapos se creyeron disueltos en 1970. Entonces Valenzuela armó por un breve período un grupo al que llamó Explosión Demográfica. Sin embargo, los planes de Sergio Andreu se deshicieron al poco tiempo, pues el bajista no aprobó el primer año de Arquitectura en Valparaíso y regresó a Santiago con otros músicos aficionados también reprobados de esa facultad (Andreu ingresó más tarde a Arquitectura en la UC y ejerce hoy esa profesión). Ilmer y Gálmez terminaron su carrera de Diseño en Santiago y pudieron refundar Los Trapos en Santiago junto a Andreu y Valenzuela, sin duda la formación más recordada del grupo.

El cuarteto se endeudó en dólares para comprar mejores equipos de sonido, pero logró recuperar rápidamente el dinero gracias a invitaciones constantes a conciertos y festivales. Según el guitarrista, «tuvimos el mejor sonido [de la época]; el más pesado y el más fuerte. Teníamos mucha demanda y no nos faltaba dónde tocar». La llegada de un segundo guitarrista (Francisco Larraín) abrió al grupo a un sonido más experimental, influenciado por la sicodelia y el primer rock progresivo. Por su gusto por la improvisación y el experimento eléctrico, las composiciones comenzaron a alargarse hasta lo increíble (en un recital tocaron sólo un tema durante más de noventa minutos). Los Trapos se sentían parte de un flujo de época, y acogieron todo lo que conllevó el hippismo.

Rostros maquillados
El golpe de Estado no los afectó de inmediato, y en diciembre de 1973 la banda firmó contrato con EMI-Odeon. Su primera edición fue el disco single (45 rpm) "Rock en Re mayor / Atuka" (este último título era la grabación de los técnicos para lo que el grupo creía era un ensayo dentro del estudio). Muy seguros con sus propias composiciones, los músicos se atrevieron a llevar más allá su nueva identidad. Luego de un viaje de Javier Gálmez a Estados Unidos, la banda comenzó en 1974 a incorporar algunas de las ideas visuales que por entonces trabajaban Alice Cooper y David Bowie; un glam incomprensible en un Chile que aún no conocía ni a Kiss.

La suma de maquillaje facial, tacos altos y pelos bien trabajados causó escándalo, e incluso les significó la censura de cierta prensa. Pese a ello, Los Trapos se consolidaron como un buen espectáculo para el Chile del toque de queda, y llegaron a actuar en televisión y hasta en la Escuela Militar. En su sitio web, Eduardo Valenzuela recuerda que para este último recinto «estábamos vestidos con trajes de militares antiguos, maquillados. Y llegó nada menos que Augusto Pinochet a saludarnos. A las dos de la mañana nos fuimos con salvoconducto, cada uno para su casa».

Sus dos siguientes singles combinaban temas propios con blues experimental y aproximación al disco; sólo una grabación fue cantada en castellano. Años después, los músicos describirían esas grabaciones como poco representativas de sus inquietudes. «Nos obligaban a hacer música más comercial, pegadora, que no era tan nuestra», le dijo Eduardo Valenzuela a La Tercera. Entre 1975 y 1980, Los Trapos sufrieron las consecuencias de la decaída general de la cultura nocturna, y comenzaron a espaciar sus presentaciones hasta convertirse en un grupo casi solamente de verano. La lista de integrantes de ese período es rotativa y extensa, e incluye al tecladista Andrés Pollak (luego en Cometa), Andrea Tessa y hasta al actor Óscar Olavarría. Comenzaba en Chile el imperio del disco, y el grupo se veía de nuevo desafiado por balancear sus preferencias y las exigencias comerciales. No era ésa una tarea grata y la banda se disolvió en 1980. Valenzuela comenzó casi de inmediato con una carrera de cantautor solista.

Reunión
Durante 1993 y 1994, la última formación de la banda intentó una reunión, con Hernán Antillo como vocalista. Se trató, en un principio, de un trabajo esporádico, con escasas presentaciones y grabaciones autogestionadas. Entre lo más importante del período estuvo un recital de teloneo a La Ley, en 1993, aunque con una traumatizante experiencia con el sonido («cuando salimos al escenario a actuar, la mitad de los amplificadores estaban apagados y desconectados», acusaron).

Una presentación excepcional —en mayo de 1997, en la sala SCD— fue grabada y transmitida por radio Rock&Pop. Luego el grupo participó de diversas actividades nocturnas, incluyendo un teloneo para Grand Funk (Estadio Chile) y encuentros rockeros en lugares como la Cúpula del Parque O'Higgins.

Actualizado el 08 de abril de 2021