Humberto Lozán

Humberto Lozán
Foto: Memoria Chilena

Suele recordarse a Humberto Lozán como la voz mayor de la Orquesta Huambaly, un crooner de encanto, calidez vocal y ductilidad como pocos en su tiempo, al frente de la mejor compañía imaginable para la interpretación de repertorio de baile en restaurantes y salones de hotel. Sin embargo, Lozán desarrolló también una trayectoria solista, con discos propios y recordados recitales. No ha sido frecuente en Chile el arquetipo de cantante de gran potencia ajustado a ritmos centroamericanos y afrocaribeños, y a la vez cómodo con las exigencias del swing junto a intérpretes de jazz. Lozán se eleva, en ese sentido, como una de las más notables excepciones. Se volvió habitual leer su nombre en prensa —no sólo chilena— junto al adjetivo 'deslumbrante'.

Ficha

Fechas

Santiago - 16 de mayo de 1925
Santiago - 31 de octubre de 2006

Región de origen

Metropolitana de Santiago

Décadas

1940 |1950 |1960 |1970 |1980 |1990 |2000 |

Géneros

Humberto Lozán

Suele recordarse a Humberto Lozán como la voz mayor de la Orquesta Huambaly, un crooner de encanto, calidez vocal y ductilidad como pocos en su tiempo, al frente de la mejor compañía imaginable para la interpretación de repertorio de baile en restaurantes y salones de hotel. Sin embargo, Lozán desarrolló también una trayectoria solista, con discos propios y recordados recitales. No ha sido frecuente en Chile el arquetipo de cantante de gran potencia ajustado a ritmos centroamericanos y afrocaribeños, y a la vez cómodo con las exigencias del swing junto a intérpretes de jazz. Lozán se eleva, en ese sentido, como una de las más notables excepciones. Se volvió habitual leer su nombre en prensa —no sólo chilena— junto al adjetivo 'deslumbrante'.

Marisol García

Un estilo de canto «relajado», «un fraseo más hablado» y una disposición escénica espontánea e informal fueron las marcas del estilo de Humberto Carlos Acuña Venegas. Lo ostentó primero en la Orquesta de Federico Ojeda, a la que se integró en 1947 —en una entrevista radial, el cantante recuerda algunas pocas citas musicales previas en el Club de la Unión, el año anterior—, y con la cual se presentó con regularidad en el estudio de Radio Corporación y en el Hotel Carrera. Cultivaba el canto desde su adolescencia, participando de programas de aficionados y en el ensamble de «El abuelito Luis», figura radial de los años treinta en el país. Era una época en que la canción popular llegaba a los salones arropada en finos arreglos de orquesta y con un repertorio importado de Estados Unidos y Centroamérica, haciendo así convivir la suavidad de Frank Sinatra, los impulsos del swing, y el ritmo cubano de bolero, son, rumba y guaracha.

Lozán se convirtió en el cantante de la Orquesta Huambaly en 1955, en reemplazo de Jack Brown. Su primera grabación con ellos fue el "Chachachá Chabela" y una guaracha de Mario Clavell, "Eso necesito". Fue no sólo su cantante oficial por siete años (hasta 1962), sino quien le dio a la orquesta su sello de gran altura, y que lo ha hecho quedar en la historia como «el» cantante de la Huambaly. Es suya la voz en los registros más difundidos de la agrupación, como "Quémame los ojos", "Arroz con palito", "El bodeguero", "Cachito" y "La blusa azul", entre otros inolvidables.

Además, fue Lozán quien acompañó a la Huambaly en sus presentaciones al extranjero, incluyendo una legendaria gira de varios meses por Europa, en 1959.

Su salida del grupo coincidió con una crisis en la formación que al poco tiempo iba a dejar a la Huambaly disuelta. El trayecto solista de Lozán fue favorecido por las nuevas fichas de apuesta del productor Camilo Fernández en el sello RCA, con el cual el cantante publicó al menos cuatro LP en la segunda mitad de los años sesenta. Cumbias, merengues, chachachás, mambos, rumbas, boleros y guarachas pueblan esos discos registrados junto a arregladores como Don Bartolo (Manuel Contardo), Toly Ramírez y Horacio Saavedra. La contraportada del disco De Humberto Lozán con amor (1969) muestra palabras especialmente escritas por el cantante:

Todo cambiará en la humanidad, incluso los ritmos, pero la forma de cantarle al amor será siempre la misma a través de los tiempos; unas veces tierna, otras veces con rabia, con pena o con desesperación, porque el amor encierra todo eso.

Para Lozán, el canto era, sobre todo, un asunto de actitud y sentimiento.  Distinguía, de hecho, entre cantantes y «cantantes-músicos»; estos últimos, comprometidos con una entrega distintiva y personal según el repertorio.

Se mantuvo por eso cantando casi hasta el final de su trayectoria, con últimas presentaciones junto a la valiosa compañía de The Universal Orchestra, de Juan Azúa. Allí el «cantante-músico» mostraba la pauta de una época extinta, dirigida por interpretaciones de fenómeno entre vocalistas e instrumentistas, sin temor a repertorios exigentes y universales.

 

Actualizado el 17 de enero de 2018