Iñigo Díaz
A través de renovadas formas de canción popular y desde la música en los sets de televisión, Ramírez coescribió estos capítulos junto a directores, arregladores y orquestadores como Juan Azúa, Horacio Saavedra, Juan Salazar, Sergio Arellano y un joven Pancho Aranda. Este grupo apuntó un sello al incluir en su música un marcado acento en la sección rítmica con novedosos instrumentos que no hubieron sido considerados en toda su magnitud por los orquestadores que los antecedieron: guitarra eléctrica, bajo eléctrico, piano eléctrico y batería.
Ramblers, Beat Combo y su pluma inicial
Nacido en Coquimbo como Pedro Ramírez Leiva, a mediados de los años ’50 llegó al Conservatorio Nacional de Música en Santiago para estudiar el clarinete con el profesor español Don Roy. Fue el primer momento de luz de Ramírez con respecto al concepto de “orquestación”: “tocaba muy bien el clarinete, pero ya me daba cuenta de que me hacía falta un acompañamiento”, dijo. Fue entonces cuando comenzó a escribir intuitivamente sus primeras líneas de ritmo. Tanto se interesó en los arreglos de esta naturaleza que muy pronto dejaría de tocar el clarinete, el saxo tenor y el saxo barítono, sus instrumentos personales, para siempre.
En 1961 fue recomendado por el clarinetista Jaime Escobedo para integrar la fila de vientos de Los Ramblers, como su propio sustituto. Al interior de la pequeña orquesta de rock and roll, Toly comenzó a escribir sus orquestaciones para música pop. La primera de ellas fue para la canción “A mi amada” (1965), con la que logró gran éxito en todo Chile y con el que incluso compitió en las preferencias con canciones de los Beatles. En todo caso Ramírez ya antes había desarrollado su incipiente pluma con colaboraciones en el arreglo colectivo del hit absoluto “El rock del Mundial” (The Ramblers, 1962).
En 1967 Germán Casas dejó a Los Ramblers para seguir como solista y el grupo, que había reemplazado en éxito masivo a la Orquesta Huambaly (1954), quedó acéfala vocalmente. Pronto, la consolidación de la cumbia y el éxito de la Sonora Palacios (1963) desplazaría al grupo de rock and roll. En 1969 Toly Ramírez dejó a The Ramblers para formar el Beat Combo, con integrantes de los Bates y de los propios Ramblers. Tocaba activamente en el Casino de Viña del Mar y también acompañó al trío Maijope en el Festival de Viña del Mar. Pero el grupo nunca logró consolidarse en una escena de música pop comercial y desapareció al año siguiente.
Paralelamente, Ramírez se consolidaba como orquestador contratado sin exclusividad en RCA Victor (donde escribió partes para el giro pop a go go del crooner Humberto Lozán) y para Philips (con arreglos para Gloria Benavides, Marcelo o Dino Traverso). En 1970 además Toly Ramírez orquestó una desconocida “Canción a Magdalena”, que el cantautor Julio Zegers presentó en Viña y con la que obtuvo el primer lugar en la competencia. Ramírez, en un ya admitido error histórico, no quiso dirigir la orquesta “para una canción que no tenía ningún futuro”, según comentaría años después.
Una máquina de sonido
En 1970 se aventuró a buscar su suerte en Nueva York, junto a músicos generacionales como el pianista Juan Salazar, el saxofonista de jazz Mario Escobar Jr y el baterista José Arturo Giolito. En la metrópolis musical debió volver a tocar el saxofón para subsistir e incluso llegó a ser contratado por Tito Puente para un concierto en el Bronx portorriqueño. En 1971 fue llamado desde Miami para ingresar al staff de arregladores de la editora Peer Internacional Southern Music. Ahí regresó a su orientación más fuerte de orquestador, en un ambiente de músicos latinos y con un clima benevolente.
Inició entonces una escalada de trabajo progresivo, escribiendo partituras para secciones de ritmo y de viento solicitados por todo tipo de artistas cubanos y mexicanos. Una de esas experiencias se convirtió en la famosa orquestación para un grupo naciente formado por el tecladista Emilio Estefan Jr y las cantantes Gloria Fajado y Merci Navarro, que acababa de cambiar su nombre de Miami Latin Boys a Miami Sound Machine (Fajardo, casada con el líder del grupo, adoptaría el nombre de Gloria Estefan). En esa época Ramírez escribió desde arreglos para canciones de estilo disco hasta jingles y desde piezas para festivales OTI (un segundo lugar en 1978 con la cubana Sussy Leman) hasta canciones reggae (el propio Ramírez cree haber orquestado vientos para alguna clásica grabación de Bob Marley, debido a que las pistas llegaban por separado y las voces se grababan con posterioridad).
En esa editora permaneció hasta 1982, cuando regresó a Chile para integrarse al equipo musical del programa “Sábados gigantes”. Toly Ramírez combinó ahí su trabajo con el pianista y director orquestal Valentín Trujillo, pero mientras el histórico músico aparecía en cámara, Ramírez permanecía detrás de ella y definía su propia orquesta en el estudio de grabación para producir música incidental y auxiliar. Sus arreglos fueron interpretados durante años por artistas en el set: Buddy Richard, Ginette Acevedo, José Alfredo Fuentes, Gervasio y Sergio Lillo, primero; María Inés Naveillán, Juan Antonio Labra, Cristóbal, Sebastián, Jorge Caraccioli, Andrea Labarca, Andrea Tessa y Myriam Hernández después. Todos ellos trabajaron frente a las cámaras con sus orquestaciones que entonces ya incluían sonidos modernos y eléctricos de la guitarra y el bajo, además de teclados Hammond, Farfisa o Wurlitzer.
Durante ese tiempo, Ramírez abordó todo tipo de estilos abiertos en sus trabajos, que lo definieron como un músico funcional: pop moderno, balada latina, música tropical y mexicana, tango, cumbia y swing. Además condujo en 2000 a la Orquesta Sinfónica de Chile que interpretó sus arreglos para canciones de los Beatles con la soprano Cecilia Frigerio y junto a Guillermo Rifo en 2002, en el proyecto de rock chileno y música sinfónica “Urban Symphony” celebrado en el Teatro Novedades, donde escribió series para canciones de Los Tres, Saiko y Los Tetas (su hijo Toly Ramírez integró el grupo funk-rock como bajista). Desde 1996 Toly Ramírez inició una labor académica en la Escuela Moderna de Música, transformándose así en el principal maestro de arreglos para música popular moderna, después de sus propios ídolos nacionales, los clásicos Luis Barragán, Pedro Mesías y el más importante de todos, don Vicente Bianchi.