Mazapán

El lugar común de designar a Mazapán como un conjunto de música infantil no es sólo un lugar común, sino una imprecisión. Mazapán es un grupo que lo mismo ha tocado música antigua, pop, folclor, rock y hasta se ha internado en el método de la composición contemporánea para armar una de las discografías más ricas de la música reciente en Chile, destinada a los niños, pero también a cualquiera que sea capaz de conmoverse con armonías y melodías. Formado en 1979 por siete estudiantes de diversas disciplinas musicales, el grupo se ha mantenido activo sin pausas hasta la fecha. Fue la cuna de la carrera como solista de la cantante Cecilia Echenique y tiene inscrito en la memoria colectiva de generaciones el recuerdo de canciones inconfundibles como "La vaquita loca" (1980) y "Una cuncuna" (1981).

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Años

Santiago, 1980 -

Región de origen

Metropolitana de Santiago

Décadas

1980 |1990 |2000 |2010 |2020 |

Géneros

Mazapán

Integrantes

Carmen Lavanchy, voz, flauta y dirección (1980 - 2010).
Cecilia Echenique, voz y flauta (1980 - 1990)
Michelle Salazar, voz, viola da gamba y flauta (1980 - ).
Lulú Curcuera, voz, piano y guitarra (1980 - ).
Cecilia Álamos, voz, flautas, vientos y percusión (1980 - ).
Verónica Prieto, voz, flauta, flauta traversa, metalófono y xilófono (1980 - ).
Victoria Carvallo, voz, guitarra, charango, mandolina, balalaika, cuatro y tiple (1980 - ).

 

David Ponce

Los inicios: sentadas y con atriles
El repertorio de canciones infantiles de la autora Clara Solovera y los discos de la cantante Charo Cofré eran lo más destacado entre los escasos antecedentes de música para niños disponibles en Chile hasta antes de la formación de Mazapán, en 1980.

«Te recuerdo que no había nada», pone en contexto Lulú Corcuera. «Yo fui la primera (integrante del grupo) en tener hijos, y en la época a las niñitas uno les cantaba "Los pollitos dicen", el "Caballito blanco", "Alicia va en el coche" y punto, no había más».

El primer núcleo del grupo data del año anterior, concentrado en el cuarteto de flautas y viola que en 1979 formaron Carmen Lavanchy, Cecilia Echenique, Michelle Salazar y Cecilia Álamos bajo el nombre de Cuarteto Fontegara, para tocar música antigua y dar charlas sobre historia de la música en colegios. Carmen Lavanchy era una alumna aventajada en el Instituto de Música de la Universidad Católica. En su rol de ayudante hizo clases a varias de sus compañeras y ese año dio forma a la alineación definitiva del grupo, al sumar a Lulú Corcuera, Verónica Prieto y Victoria Carvallo.

«Los primeros recitales del Mazapán eran bien divertidos, porque eran dos o tres canciones infantiles y todo lo demás era música bien seria. Bien cómico», explica Cecilia Álamos. «Súper concentradas, sentadas, nadie se movía. Parecíamos estatuas. Creo que fue en (una presentación en) la Corporación Cultural de las Condes cuando nos paramos por primera vez. Claro, porque éramos músicas serias», coincide Michelle Salazar, y Verónica Prieto atribuye al compositor Carlos Botto, invitado a una de esas funciones, la sugerencia de dejar de usar atriles. Al año siguiente grabaron su primer disco, Cuento y canciones infantiles (1980), con una mayoría de canciones de Carmen Lavanchy. Desde esos inicios empezó también una época de popularidad singular para Mazapán, en conciertos y sobre todo gracias a la exposición diaria en TV que tuvieron con su programa "Masamigos", emitido primero por Teleonce y luego por Televisión Nacional, con los que marcaron a más de una generación de niños chilenos.

Ni diva ni mandona: el funcionamiento de Mazapán
Sólo cinco años de diferencia marcan el rango de edades de las integrantes de Mazapán, y más que líneas de mando hay roles al interior del grupo. No hay jerarquías, y la autoría de las canciones también es democrática e individual. Lulú Corcuera escribió el mayor éxito del grupo, "Una cuncuna", mientras Michelle Salazar es reconocida como una de las más prolíficas compositoras y la dirección recayó desde el comienzo en Carmen Lavanchy.

Todas las integrantes tienen otras actividades, entre el oficio de profesora que varias comparten, el coro que dirige Carmen Lavanchy y las formaciones paralelas de Mazapán que ellas integran para tocar música antigua o religiosa. Y el único cambio de personal en los registros del grupo es el alejamiento definitivo de Cecilia Echenique en 2000, ya embarcada en su carrera solista, luego de su primer distanciamiento a comienzos de los años ‘80, cuando se estableció por una temporada en EE.UU.

La primera época del grupo, entre 1980 y 1989, tiene su mejor registro en una discografía tan regular que casi consta de un disco por año, en otro rasgo de estabilidad.

Vaquita loca y cuncuna amarilla: los primeros discos
Con título autoexplicativo, Cuento y canciones infantiles (1980), el primer disco de Mazapán, contiene el relato navideño "La sorpresa del viejo pascuero", la composiciones tradicionales "Arroz con leche", "El portal de Belén" y "Alicia va en el coche" y las primeras canciones de Carmen Lavanchy, como "Carnavalito del cien pies" y uno de los grandes éxitos del grupo, "La vaquita loca".

Tras asociarse con el programa educativo "Teleduc", de Canal 13, para grabar su segundo disco, Yo me expreso (1981), Mazapán editó en el mismo año el tercero, A la ronda (1981). En él, junto con rondas y canciones tradicionales, el grupo se inició en otros géneros, antiguos o folclóricos, para grabar la "Gavota de doña Carlota" o la "Mazamorra del poroto coscorrón", además de las canciones sobre personajes como "El gusano gordiflón", "La abejita", "Ana la hormiga", "Caracol Agustín" y el éxito absoluto del grupo, "Una cuncuna".

Más de esa variedad hay en su cuarto disco, ¡¡Vengo a convidarte!! (1983), donde se oye música antigua en "Vengo a convidarte" y "Los pastorcitos", junto a una chistosa cita a los propios éxitos anteriores del grupo en "Andrés el pez", la marcha de Verónica Prieto en "Las polillas", el ritmo de joropo con charango de "Ay, Martín", los arreglos vocales increíbles de "El fantasma" y el modo en que Michelle Salazar recoge la tradición de la paya en "Payas del rezongo" y en "Magdalena perdió un diente". Editado dos años más tarde, Saltemos, bailemos (1985) contiene la melancólica "Soy un sauce llorón", favorita de las que ha compuesto Michelle Salazar, mientras Mazapán se abre a nuevos géneros en "El rock del aburrimiento" y en "A lavarse los dientes", de Carmen Lavanchy.

«Salió con ritmo de cumbia. Pedí unos discos de los Wawancó, un grupo espectacular —explica la directora a propósito de esa canción y de la variedad de fuentes del conjunto—. Hay cosas que no tienen edad. Escuchar a Beethoven no tiene edad. O escuchar a John Cage. Me fascinan las cosas contemporáneas», explica. El grupo volvió a asociarse a la Universidad de Chile para editar Cantando con Mazapán (1986) con la Editorial Universitaria, y más tarde grabaron Esta noche bailaré (1986) con villancicos tradicionales chilenos y extranjeros, incluido "Noche de paz", y canciones originales.

Introducción al mazapánico: el lenguaje
El debut como compositora de Cecilia Álamos y una clase de arreglos musicales con cuerdas y vientos son las novedades del octavo disco de Mazapán, La nave espacial (1987). "Amaneciendo" (Michelle Salazar) y "Miren cómo el sol" (Cecilia Echenique) recogen un silvestre aire latinoamericano, y junto al juego de "Muele molinillo" hay más música universal en la excelente y sabrosa bossa nova "Zoológico del Brasil", creación colectiva de Verónica Prieto y Lulú Corcuera, o en la "Fuga de la cartera", de Carmen Lavanchy, que es una verdadera fuga y una maravilla en miniatura que deriva a jazz. La propia Lavanchy se despliega en el personaje de niño mimado de "Ornitocracio" y las esdrújulas de "Scrúchiti grápiti flopitilá", además de firmar otro éxito de Mazapán en "Tortuga Concha".

En vez del lado A y el lado B habituales en cualquiera cassette, la edición original del noveno disco del grupo, De norte a sur (1988) tenía el lado Norte y el lado Sur: es la incursión de Mazapán en las canciones folclóricas chilenas, y contiene desde trotes y cuecas hasta valses chilotes. Carmen Lavanchy se revela como compositora en las atractivas armonías de guitarra de la tonada "Don Pepe, el vendedor" y en la melodía de "El organillero". Todas juntas construyen un "Tren del Almendral" de sugerentes armonías y efectos vocales, y otras canciones son el trote nortino de "Cordillera" (Michelle Salazar), el vals "Remolino de papel" (Verónica Prieto), la bonita "Cueca de la fruta" (Carmen Lavanchy) que canta Cecilia Echenique, el "Chapecao de Segundo" (Lavanchy), a dúo con Eduardo Gatti, y la influencia del canto popular que vuelve a oírse en las coplas de "Augenio y Roberta", de Michelle Salazar.

En el décimo disco, Los instrumentos (1989), vuelve a haber canciones de varias integrantes, y Érase una vez (1991) consiste en cuentos musicalizados como "El conejo Pedro", de Beatrix Potter, y "A Margarita Debayle". A partir de entonces las grabaciones de Mazapán se hicieron al mismo tiempo más espaciadas y elaboradas. Su duodécimo disco, Tía Mirlí (1995), privilegia los arreglos vocales en "Tía Mirlí" (Verónica Prieto), que suena casi a Beach Boys, y en "La vela" (Carmen Lavanchy), un canon que lo mismo coincide con un coro antiguo y con el retropop del grupo inglés Stereolab. En el cachimbo "Quirquincho", Michelle Salazar escribe una leyenda del charango desde el punto de vista del armadillo, y en el disco también se oyen las onomatopeyas de "La micro", el estilo flamenco de "Al aire", la melodía folk de "Espantapájaros" y canciones tradicionales pascuenses y afrocubanas como "Umu-e" y "Che che kole", en la que Joe Vasconcellos comparte las voces con un coro de niños.

Cinco años más tarde Mazapán grabó Mr. Pugh (2000), un disco desplegado de plano en diversas direcciones. Además de incluir una de las canciones más bonitas del grupo en "Una penita" (Michelle Salazar), contiene música antigua en "Buen día, mi rey" (Verónica Prieto) y "Para dormir bien" (Carmen Lavanchy), la colección de sonidos de "Curilonco", el rock de "El feriado de papá", la instrumentación mapuche de "Aillaquilén" y el country de "Jack Cara de Cuchillo" (todas de Carmen Lavanchy), el juego de "Con los ojos vendados" (Lulú Corcuera) y las estrofas en diversos ritmos con que Verónica Prieto debuta como arregladora en la canción "Mr. Pugh".

Vendrían luego discos de motivos espirituales y religiosos, entre en los villancicos de Canta aleluya alelú (2003) y el cuento de Cecilia Álamos que da origen al libro y al disco Los juguetes del niño Jesús (2004). Si bien la gran mayoría de las canciones de los quince discos del grupo han sido escritas por sus integrantes, Mazapán también ha grabado composiciones de la autora chilena Marlore Andwanter ("La elefanta Fresia" o "Miguelito marinero") y de la estadounidense Mary Goetze, cuyo "Canta aleluya alelú" partió en el coro de Carmen Lavanchy y antes de pasar al repertorio de Mazapán.

Años de Mazapán: las generaciones
Desde temprano el grupo comenzó también a interpelar a más de una generación. Desde su segundo disco, Yo me expreso (1981), participan hijos de las integrantes. Las primeras fueron Catalina y Loreto Barahona, hijas de Lulú Corcuera; luego seguirían Nicolás Faunes (flauta) y Cristóbal Poblete (guitarra y percusión), hijos de Victoria Carvallo y Carmen Lavanchy, y el arquitecto Daniel Rojo, que ha trabajado en lienzos para las escenografías del grupo. Y en vivo la música también pasa a otra generación.

En los recitales nos pasa siempre. Llega gente de treinta (años) que nos dice que les encanta el Mazapán y que les ha servido de inspiración para dedicarse a la música. Ese tipo de feedback es bien impresionante. O hemos tenido público lolo que va a los recitales. O van padres que escucharon a Mazapán con sus hijos. Y muchos educadores o personas que se dedican a la música, a las artes, que dicen que veían el programa, aparte de con los niños, para gozar ellos.

Con una contundente discografía, Mazapán ha sorteado el cliché de la música infantil.

Una ronda ya no es una ronda después de Mazapán: la versión que el grupo hace del juego tradicional "Corre corre la huaraca" es un arreglo vocal disparado y expresivo. Un juego tampoco es el mismo juego con este grupo: el canon vocal de "La vela" es sobre todo un juego de significados entre la vela de cera y la vela de un barco. Y la historia de la música está al alcance del oído en estas canciones, desde la raíz folclórica a la música antigua: en el arreglo del guitarrista y laudista Óscar Ohlsen para la canción "Baila, Valentina", por ejemplo, el piano sirve para aprender a escuchar a Chopin. En Mazapán son profesoras y ésa es su mejor enseñanza: la música es abstracta y no tiene edad.

Actualizado el 05 de octubre de 2023